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Institutos Nacionales de la Salud
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A pesar de importantes avances, algunos cánceres infantiles siguen resultando letales
Una mejor financiación es vital para mejorar los tratamientos, señalan los expertos
Traducido del inglés: viernes, 8 de noviembre, 2013
Ese frustrante hecho es el motivo de una reunión organizada esta semana por la Asociación Americana de Investigación del Cáncer (American Association for Cancer Research). Los expertos en cáncer pediátrico se reunieron en San Diego para discutir los avances recientes en la comprensión de los tumores infantiles y los obstáculos para la mejora de la atención de los niños.
"Lo emocionante es que estamos en una era de descubrimientos sin precedente", aseguró el Dr. John Maris, haciendo referencia a las investigaciones recientes sobre las bases genéticas del cáncer pediátrico. "Pero todavía hay muchísimo trabajo que hacer".
Uno de los desafíos en la investigación del cáncer pediátrico es que, afortunadamente, es relativamente raro que los niños contraigan cáncer, señaló Maris, director del Centro de Investigación sobre el Cáncer de la Niñez en el Hospital Pediátrico de Filadelfia.
En EE. UU., entre uno y dos de cada 10,000 niños contraen un cáncer cada año, según el Instituto Nacional de Salud de EE. UU. Esto equivale a unos 12,000 casos de cáncer pediátrico y unas 1,500 muertes al año.
El Dr. James Downing, subdirector del Hospital Pediátrico de Investigación St. Jude en Memphis, Tennessee, comentó que se trata de una cifra muy baja en comparación con el número de adultos diagnosticados con cáncer.
Downing dijo que, como resultado, los fondos gubernamentales y los intereses de las compañías farmacéuticas se concentran sobre todo en el cáncer de los adultos.
"También hay consideraciones prácticas muy importantes, porque son niños", dijo Maris.
Los fármacos de cualquier clase por lo general se prueban primero en adultos, para ayudar a proteger a los niños de los efectos tóxicos de las terapias experimentales. Las preocupaciones de seguridad, más unos recursos limitados y otros problemas, pueden hacer que el avance sea lento.
"En pediatría, debemos tener muchísimo cuidado al priorizar lo que evaluamos", comentó Maris.
En algunas áreas de la oncología ha habido unos éxitos inmensos. Un ejemplo importante es un cáncer de la sangre, la leucemia linfoblástica aguda (LLA), el tipo de cáncer más común en los niños. A principios de los 60, apenas alrededor del 4 por ciento de los niños de EE. UU. diagnosticados de LLA seguían con vida cinco años más tarde. Ahora, esa cifra supera el 90 por ciento.
En general, la tasa de supervivencia a cinco años de todos los cánceres pediátricos combinados ha aumentado de alrededor del 60 por ciento a mediados de los años 70 a más del 80 por ciento en años recientes, según el instituto del cáncer.
Sin embargo, señaló Downing, ese cáncer sigue acabando con las vidas de más niños menores de 15 años que ninguna otra enfermedad. Y ciertos tipos continúan siendo resistentes a todo lo que los médicos intentan.
"Hay un subgrupo de cánceres en que simplemente no hemos logrado avances", lamentó Maris.
Un ejemplo es un tumor del tronco cerebral llamado glioma pontino, una "enfermedad terrible", señaló Downing, que generalmente acaba con la vida en un plazo de un año.
Otro ejemplo es el neuroblastoma, un cáncer del tejido nervioso de varias partes del cuerpo, que por lo general surge antes de los 5 años de edad. Muchos más niños sobreviven a la enfermedad que antes, pero las probabilidades dependen en parte de la edad del niño.
Los bebés menores de un año tienen una tasa de curación alta, y alrededor del 90 por ciento siguen con vida cinco años más tarde. Esa cifra baja al 68 por ciento entre el año y los cuatro años de edad, según el instituto oncológico.
La biología del neuroblastoma del niño también es clave. "Antes pensábamos que todos los neuroblastomas eran iguales", comentó Maris. "No lo son".
Maris y colaboradores hallaron que unas mutaciones en un gen llamado ALK subyacen a una forma rara de neuroblastoma que se da en familias.
Un medicamento oral para el cáncer, que ya se ha evaluado y aprobado para ciertos casos de cáncer de pulmón en los adultos, se dirige al ALK. En ensayos iniciales, el fármaco, llamado crizotinib, condujo a remisiones en niños que sufrían de esa forma rara de neuroblastoma y en niños con un tipo agresivo y poco común de linfoma.
En el St. Jude, Downing y colaboradores están trabajando en un proyecto para "decodificar" los genomas de más de 600 niños con cáncer, intentando comprender mejor los orígenes genéticos de varios tumores. Hallaron mutaciones genéticas específicas en ciertos gliomas, neuroblastomas y unos subtipos raros de leucemia, que esperan que algún día lleven a unos mejores tratamientos.
Pero incluso en los cánceres altamente curables, como la LLA, se necesitan unos tratamientos más seguros. La quimioterapia, la radioterapia y otros tratamientos utilizados para combatir el cáncer de los niños pueden tener efectos secundarios desafortunados años más tarde, entre ellos otros cánceres y daños en el corazón y en los pulmones.
"Cuando se trata de niños, una cura no es suficiente", dijo Maris.
Tanto Maris como Downing apuntaron que una mejor financiación es una necesidad vital. "Necesitamos defensoría a nivel legislativo para asegurar que los cánceres pediátricos no sean discriminados de manera no intencionada", planteó Maris.
El respaldo público, que incluye donaciones a las fundaciones que respaldan la investigación en el cáncer pediátrico, también puede ayudar, aseguró Downing. "Esto no se logrará sin el apoyo del público general", advirtió.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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