trastorno del espectro autista
Educar y motivar en TEA para poder socializar
Conexión cerebral e interacción en el mundo autista, dos vías de acción.
Isabel Gallardo Ponce | igallardo@diariomedico.com | 11/11/2013 00:00
El trastorno del espectro autista (TEA) es una de las alteraciones neurológicas más prevalentes en la infancia. Se estima que en España afecta a unos 50.000 niños, aunque no existen datos epidemiológicos, y en Estados Unidos se calcula que lo sufren uno de cada 88 niños. Dos estudios que se publican en Cell Reports apuntan que los cerebros de los niños con autismo muestran más conexiones cerebrales, y los que sufren los síntomas sociales más graves tienen más hiperconexiones. Según los investigadores de la Universidad de Stanford, en California, los resultados podrían ayudar a diseñar nuevas estrategias de terapia y de detección precoz.
El segundo trabajo, coordinado desde de la Universidad de San Diego, muestra un aumento atípico de las conexiones cerebrales contiguas en adolescentes con diagnóstico de TEA en las zonas cerebrales encargadas del control visual, lo que se asocia con la gravedad de los síntomas.
Por otro lado, un estudio del Centro Médico Beth Israel Deaconess, de Boston, y publicado en Brain Stimulation, con 28 adultos con autismo o síndrome de Asperger, confirmó que la estimulación magnética cerebral repetitiva durante 15 minutos a lo largo de 10 días mejoró significativamente las habilidades sociales y redujo la ansiedad.
Socialización familiar
El Programa Son-Rise fue creado por Barry Neil y Samahria Kaufman en 1974 para tratar el autismo grave de su hijo, cuyo pronóstico le auguraba una vida de aislamiento e incomunicación. Según ha explicado a DM Raun Kaufman, hijo de los creadores de Son-Rise y director de The Autism Treatment Center of America, el programa no promete curaciones milagrosas sino dar esperanza a los padres y herramientas para mejorar las capacidades, interacción y comunicación de los pacientes, tratándoles como si fueran capaces de recuperarse totalmente. "Mis padres trabajaron conmigo unos 3 años y medio para que fuera capaz de comunicarme y graduarme en una de las mejores universidades", dice Kaufman.
El programa va más allá del tratamiento convencional que implica conseguir que el niño aprenda comportamientos. "Más que forzarles a actuar en un mundo que no comprenden, hay que acceder al suyo y establecer una relación. Si tienen un comportamiento de repetición, debemos hacerlo con ellos. Así, los niños empiezan a interesarse por el mundo exterior y podemos mostrarles cómo funciona" para que adquieran capacidades sociales. Según Kaufman, el autismo es un trastorno social más que comportamental, y los comportamientos disruptivos son sus signos. Por eso, cuanto antes se comience mejor, aunque nunca es tarde para iniciarlo. Un trabajo publicado en Communication Disorder, que analizó durante 3 años el tratamiento Son-Rise en 6 niños, en comparación con un grupo control, asegura que mejora la participación social.
El programa ha llegado a la península de la mano de Joe Santos, fundador de la asociación Vencer Autismo, que ha organizado en Málaga, Madrid y Barcelona varias conferencias para difundirlo. "Aprendimos el programa en Estados Unidos y trabajamos con nuestra hija 32 horas a la semana durante tres años. Se trata de no imponer nada, de aceptar que su comportamiento es el mejor que pueden tener. Así terminan por abandonar automáticamente los comportamientos disruptivos. Gracias a la terapia motivacional, mejora el contacto visual, la atención, la motricidad, la comunicación verbal y no verbal, y la socialización".
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