La depresión se asocia a mayor mortalidad por insuficiencia cardiaca
Barcelona (02/09/2014) - Redacción
• En el marco del ESC Congress 2014 se presenta un estudio llevado a cabo en Alemania que concluye que casi un 30 por ciento de los pacientes con IC tiene depresión; de éstos, un 26,9 por ciento fallece a causa de la enfermedad cardiovascular subyacente a los 18 meses de seguimiento, hallazgo que confirma el mal pronóstico de un diagnóstico de depresión en pacientes con IC
• Los expertos apuntan a que las unidades multidisciplinares de IC con enfermeras, psiquiatras y psicólogos son el camino para diagnosticar y tratar correctamente a estos pacientes
Los pacientes que sufren insuficiencia cardiaca (IC) y además presentan un estado de ánimo depresivo tienen peor pronóstico y más probabilidad de morir a causa de la enfermedad cardiaca, especialmente aquellos que tienen un historial de depresión y que no reciben tratamiento farmacológico.
Estas son las conclusiones a las que llegan los autores alemanes que han presentado un estudio en el marco del ESC Congress 2014 que se desarrolla desde el pasado sábado y hasta el próximo viernes en Fira de Barcelona (recinto Gran Vía).
Los investigadores analizaron a 864 pacientes con IC para determinar la relación entre la enfermedad cardiovascular y la depresión así como la prevalencia de muerte en cada subgrupo de pacientes. El 29 por ciento de los pacientes sufría depresión mientras que un 71 por ciento no presentaba cuadros depresivos.
Tras el análisis de los datos se determinó que murió el 26,9 por ciento de los pacientes que presentaban un cuadro depresivo, en cambio sólo falleció el 13,6 por ciento de los que no sufrían depresión.
El Dr. Nicolás Manito, presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología y jefe de Sección del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Bellvitge, afirma que "existen varios motivos por los cuales la enfermedad cardiovascular puede relacionarse con estados depresivos. En primer lugar, la insuficiencia cardiaca es una enfermedad inflamatoria con gran hiperactividad neurohormonal en la que se produce una liberación de sustancias proinflamatorias las cuales pueden desencadenar a nivel cerebral trastornos que favorecen estados depresivos".
"En segundo lugar", añade, los propios fármacos para la IC, especialmente los que bloquean la actividad adrenérgica como los betabloqueantes, facilitan la aparición de síntomas depresivos. Y en último lugar, existe un importante componente psicológico a causa de la alteración y la pérdida de calidad de vida provocada por la enfermedad".
Escaso diagnóstico
Los investigadores han llegado a la conclusión de que la depresión es frecuente entre los pacientes de IC, poco diagnosticada y raramente tratada. El Dr. Nicolás Manito insiste en que "a menudo es complicado determinar qué pacientes sufren un cuadro depresivo. Es por ello que es imprescindible que existan especialistas que ayuden a diferenciar la parte exclusivamente física de la enfermedad cardíaca de los aspectos psicológicos. Por suerte, y cada vez más, se crean equipos multidisciplinares de insuficiencia cardíaca que incluyen enfermeras, psicólogos y psiquiatras que ayudan a detectar, dar soporte psicológico y tratar la depresión".
Por último, el Dr. Manito recalca que, "hasta la fecha, la depresión así como otros aspectos psicológicos no han sido contemplados en el tratamiento del paciente con IC. Además, cabe destacar que es muy importante que el enfermo cumpla correctamente el tratamiento prescrito, tomando la medicación, llevando a cabo un cambio de hábitos y acudiendo periódicamente a los controles clínicos que se le han indicado. Son precisamente los pacientes con depresión los que dejan de tomar la medicación con más frecuencia o acuden menos a los controles programados".
"Por ello, es imprescindible detectar y tratar adecuadamente la patología", y añade que, "el corazón debe ser tratado como el centro de una enfermedad que puede afectar a muchos órganos y que, desgraciadamente, hoy es una de las epidemias del siglo XXI. Por otro lado, la depresión también es otra epidemia del siglo XXI y esta relación entre ambas enfermedades pone en evidencia la necesidades de unidades multidisciplinares para el manejo de estos enfermos", añade.
Temperatura ambiental y recuperación neurológica tras el infarto
Durante el ESC Congress 2014 también se han dado a conocer otros estudios relacionados con la reanimación cardiopulmonar (RCP), entre ellos el que se ha realizado colaborativamente entre distintas universidades y centros de Japón[i] y según el cual existe una relación directa entre la temperatura ambiental en el momento en que una persona padece un paro cardiaco y la evolución neurológica de estos pacientes.
El estudio 'Ambient temperature at the onset of out-of-hospital cardiac arrest affects neurological outcome after one month' ha analizado a más de 240.000 pacientes mayores de 18 años que sufrieron un paro cardiaco entre enero de 2005 y diciembre de 2010. Así, se estudió si los factores ambientales como la temperatura ambiental, la presión atmosférica, la humedad y las horas de luz solar obtenidas de la Agencia Meteorológica Estatal en la hora en la que se produjo el paro cardiaco influían en el estado neurológico del paciente a los 30 días de haber sufrido un paro cardiaco.
Tras el análisis de los datos, los investigadores observaron que los pacientes que sufrían el paro cardiaco a una temperatura ambiental mayor, es decir cuando hace más calor, tenían un mejor estado neurológico transcurrido un mes del paro cardiaco.
El Dr. Manel Sabaté, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona, recalca que "aunque estos hallazgos relacionan la temperatura y la recuperación neuronal, los autores consideran que es necesario desarrollar más estudios prospectivos para determinar exactamente cómo influye la temperatura ambiental en la temperatura del propio cuerpo y la recuperación neurológica de los pacientes que sobreviven al paro cardiaco".
Estudios anteriores ya apuntaban la existencia de una variación elevada de muertes por infarto agudo de miocardio (IAM) según la estación del año en la que se producen. 'Dilaveris et at.' analizaron las muertes por IAM durante el 2001 en la ciudad de Atenas y observaron que las muertes en invierno eran un 31,8 por ciento superiores que las producidas en verano. Por su parte, otro estudio publicado en 'Journal of the American College' y llevado a cabo en Minnesota concluía que existe un aumento de más de un 16 por ciento del riesgo de padecer muerte súbita cardiaca en invierno.
El Dr. Sabaté explica que "normalmente ocurren más paros cardiacos en invierno. Una de las explicaciones a este hecho es que el frío es vasoconstrictor y puede facilitar la obstrucción de las arterias desencadenando la angina de pecho o el infarto. Es más, existe un tipo de angina relacionada directamente con el frío llamada angina a frigore ya que, con el frío, el paciente tiene dolor de pecho y luego, tras entrar en calor, este dolor desaparece. Por el contrario, en verano el infarto suele ir más relacionado con la bajada de la presión arterial y la deshidratación. Así, los desencadenantes de los infartos son diferentes según la época del año", y recalca que "numéricamente se dan con menos frecuencia en verano".
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2012 hubo en España un total de 17.644 defunciones por infarto de miocardio. De éstas, el 40 por ciento (7.083) se produjo en los meses de invierno (de diciembre a marzo), mientras que en verano (de junio a setiembre) se produjo tan sólo un 28 por ciento (4.975).
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