PUBLICADO EN 'REVISTA ESPAÑOLA DE CARDIOLOGÍA'
Más de la mitad de las muertes súbitas se producen en el hogar
JANO.es · 25 mayo 2016 10:52
Un estudio realizado a partir del análisis de 4.072 pacientes andaluces con diagnóstico de muerte súbita cardíaca entre 2008 y 2012 muestra que el 65% de fue declarado fallecido y el 10% sobrevivió a la parada con un buen estado neurológico.
Un estudio publicado recientemente en Revista Española de Cardiología (REC) muestra que más de la mitad de las muertes súbitas cardíacas, un 58,6%, se producen en el domicilio, lo que afecta negativamente al pronóstico final. En los últimos años, la muerte súbita ha tenido una gran presencia mediática a causa de los casos de deportistas célebres. Sin embargo, este nuevo trabajo destaca que el grueso de los casos de muerte súbita tiene lugar en los hogares. Esta variable se relaciona con un peor pronóstico final, ya que aumenta la proporción de paradas cardiorrespiratorias (PCR) no presenciadas. El Dr. Fernando Rosell, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), explica que, “en consecuencia, el intervalo de intervención entre la detección de la parada y la llegada de los equipos de emergencias es mayor, a la vez que se reduce la aplicación de técnicas de reanimación previas”.
El estudio publicado en Revista Española de Cardiología (REC) se basa en los resultados del Registro Andaluz de Parada Cardiorrespiratoria Extrahospitalaria, realizado entre 2008 y 2012, y que incluyó a 4.072 pacientes con diagnóstico de muerte súbita cardíaca, de los que casi tres cuartas partes fueron hombres (72,6%). La incidencia estimada fue de 14,6 eventos por 100.000 habitantes y año, y de los casos estudiados, el 65,4% fue declarado fallecido y un 10,2% sobrevivió a la PCR con buen resultado neurológico. La mayor supervivencia se relacionó con un ritmo inicial desfibrilable, PCR presenciada e intervenciones previas a la llegada del equipo de emergencias, y con la realización de intervencionismo coronario percutáneo como parte de los cuidados pos-resucitación.
El estudio también pone de manifiesto que, a pesar de la importante proporción de paradas presenciadas, sólo uno de cada 5 afectados recibió soporte vital básico realizado a cargo de testigos, lo que condiciona el pronóstico final. También cabe destacar que el uso de desfibriladores automáticos fue escaso, a pesar de que un 25% de los casos tenía ritmos iniciales desfibrilables.
La fase previa a la llegada de los equipos de emergencia ha demostrado ser crítica para la supervivencia, y es por tanto el área donde deben centrarse los esfuerzos de mejora. El inicio de la atención en los primeros ocho minutos se relaciona con una mayor probabilidad de llegar a ingresar en el hospital, y cada minuto que pasa disminuye en un 10% la probabilidad de supervivencia. Según el Dr. Rosell, “hay un punto de no retorno a partir del cual los cardiólogos podemos mantener, pero no mejorar. Dependemos mucho de que se haya mantenido el flujo sanguíneo, mediante masaje cardíaco y, en el mejor de los casos, que se haya podido realizar una desfibrilación. Por eso es importante implicar y educar a la sociedad, porque la única manera de mejorar la atención a la muerte súbita es mediante la formación del primer interviniente y mediante el acceso público a desfibriladores”.
La muerte súbita cardíaca afecta en Europa en torno a 400.000 personas al año, de las que sobreviven menos del 10%. Su principal causa es la fibrilación ventricular, una arritmia que provoca que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir. La consecuencia es la pérdida de pulso y, en pocos segundos, del conocimiento y de la capacidad de respirar. Si no recibe atención inmediata, la persona afectada muere al cabo de minutos.
Cuando el paciente consigue llegar con vida al hospital, el intervencionismo coronario percutáneo ha demostrado ser una medida de gran impacto para la recuperación. Por ello, es importante la identificación de un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST como causa de la parada, y la derivación del paciente a los servicios de emergencias del centro específico.
En 2012, el Parlamento Europeo declaró la muerte súbita problema prioritario de salud pública en la Unión Europea. “La muerte súbita es muy difícil de prever. Es importante evitar los factores de riesgo cardiovascular, pero la muerte súbita suele darse en personas relativamente jóvenes, que, en muchos casos, no han tenido síntomas previos de enfermedad cardiovascular. Por ello, debemos fortalecer la respuesta ante el evento, pero falta formación en la sociedad. La reanimación cardiopulmonar debería enseñarse en las escuelas, para que más ciudadanos se atrevan a actuar ante una parada cardiorrespiratoria. Por otra parte, la instalación de desfibriladores automáticos está lejos de ser la deseada”, concluye el Dr. Rosell.
A este respecto, la Sociedad Española de Cardiología reclama la integración de las técnicas de reanimación cardiopulmonar en el currículum educativo, así como la mayor implantación de desfibriladores automáticos externos (DAE) en los lugares públicos.
El estudio publicado en Revista Española de Cardiología (REC) se basa en los resultados del Registro Andaluz de Parada Cardiorrespiratoria Extrahospitalaria, realizado entre 2008 y 2012, y que incluyó a 4.072 pacientes con diagnóstico de muerte súbita cardíaca, de los que casi tres cuartas partes fueron hombres (72,6%). La incidencia estimada fue de 14,6 eventos por 100.000 habitantes y año, y de los casos estudiados, el 65,4% fue declarado fallecido y un 10,2% sobrevivió a la PCR con buen resultado neurológico. La mayor supervivencia se relacionó con un ritmo inicial desfibrilable, PCR presenciada e intervenciones previas a la llegada del equipo de emergencias, y con la realización de intervencionismo coronario percutáneo como parte de los cuidados pos-resucitación.
El estudio también pone de manifiesto que, a pesar de la importante proporción de paradas presenciadas, sólo uno de cada 5 afectados recibió soporte vital básico realizado a cargo de testigos, lo que condiciona el pronóstico final. También cabe destacar que el uso de desfibriladores automáticos fue escaso, a pesar de que un 25% de los casos tenía ritmos iniciales desfibrilables.
La fase previa a la llegada de los equipos de emergencia ha demostrado ser crítica para la supervivencia, y es por tanto el área donde deben centrarse los esfuerzos de mejora. El inicio de la atención en los primeros ocho minutos se relaciona con una mayor probabilidad de llegar a ingresar en el hospital, y cada minuto que pasa disminuye en un 10% la probabilidad de supervivencia. Según el Dr. Rosell, “hay un punto de no retorno a partir del cual los cardiólogos podemos mantener, pero no mejorar. Dependemos mucho de que se haya mantenido el flujo sanguíneo, mediante masaje cardíaco y, en el mejor de los casos, que se haya podido realizar una desfibrilación. Por eso es importante implicar y educar a la sociedad, porque la única manera de mejorar la atención a la muerte súbita es mediante la formación del primer interviniente y mediante el acceso público a desfibriladores”.
La muerte súbita cardíaca afecta en Europa en torno a 400.000 personas al año, de las que sobreviven menos del 10%. Su principal causa es la fibrilación ventricular, una arritmia que provoca que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir. La consecuencia es la pérdida de pulso y, en pocos segundos, del conocimiento y de la capacidad de respirar. Si no recibe atención inmediata, la persona afectada muere al cabo de minutos.
Cuando el paciente consigue llegar con vida al hospital, el intervencionismo coronario percutáneo ha demostrado ser una medida de gran impacto para la recuperación. Por ello, es importante la identificación de un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST como causa de la parada, y la derivación del paciente a los servicios de emergencias del centro específico.
En 2012, el Parlamento Europeo declaró la muerte súbita problema prioritario de salud pública en la Unión Europea. “La muerte súbita es muy difícil de prever. Es importante evitar los factores de riesgo cardiovascular, pero la muerte súbita suele darse en personas relativamente jóvenes, que, en muchos casos, no han tenido síntomas previos de enfermedad cardiovascular. Por ello, debemos fortalecer la respuesta ante el evento, pero falta formación en la sociedad. La reanimación cardiopulmonar debería enseñarse en las escuelas, para que más ciudadanos se atrevan a actuar ante una parada cardiorrespiratoria. Por otra parte, la instalación de desfibriladores automáticos está lejos de ser la deseada”, concluye el Dr. Rosell.
A este respecto, la Sociedad Española de Cardiología reclama la integración de las técnicas de reanimación cardiopulmonar en el currículum educativo, así como la mayor implantación de desfibriladores automáticos externos (DAE) en los lugares públicos.
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