Redacción. Madrid | 19/06/2017 17:00
En torno a
un 30 por ciento de la población mundial está actualmente expuesta a un calor potencialmente mortal 20 días al año y el riesgo se incrementará sustancialmente por el fracaso en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Son las conclusiones de un estudio que se publica en la edición online de
Nature Climate Change.
Los autores del trabajo, dirigido por Camilo Mora, de la Universidad de Hawái (Estados Unidos), hicieron un análisis global de las olas de calor documentadas durante los últimos 30 años para identificar las condiciones climáticas asociadas con un aumento de la mortalidad y, a continuación, cuantificaron las condiciones climatológicas actuales y futuras que propician esa letalidad en todo el mundo.
La revisión de la literatura científica entre 1980 y 2014 arrojó un saldo de 783 olas de calor letales en 164 ciudades de 36 países. Estos datos permitieron establecer el umbral a partir del cual la temperatura media y la humedad relativa se vuelven mortales, lo que lleva a los investigadores a predecir que hacia 2100 hasta un 74 por ciento de la población humana podría estar expuesta a un calor potencialmente letal si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan creciendo al ritmo actual. El porcentaje se situaría en el 48 por ciento en el caso de que se logren reducir drásticamente las emisiones.
Más que eventos puntuales
Aunque con frecuencia se mencionan las olas de calor letales como una consecuencia clave del cambio climático, con informes que hacen referencia a crisis puntales como las de Chicago en 1995, París en 2003 o Moscú en 2010, el nuevo estudio plantea que los eventos letales debidos al calor ya se están produciendo de forma frecuente en muchas ciudades del planeta.
Los autores comentan que, a pesar de que se sobreentiende que las latitudes más altas experimentarán un mayor calentamiento, sus resultados indican que las áreas tropicales húmedas estarán expuestas a más días de calor letal.
Por otro lado, apuntan que las consecuencias de la exposición al calor extremo podrían exacerbarse como consecuencia del envejecimiento poblacional y el incremento de la urbanización.
"Se nos acaban las opciones", concluye Mora. "En lo que se refiere a las olas de calor, nuestras alternativas actuales se sitúan entre lo malo y lo terrible. Multitud de personas en todo el mundo ya están pagando el precio y, aunque los modelos ya sugieren que esta situación va a continuar, podría ser mucho peor si las emisiones no se reducen considerablemente". El experto recuerda que el organismo humano "solo puede funcionar correctamente en un rango muy estrecho de temperaturas corporales en torno a los 37 grados centígrados".
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