Dres. Tice JA, Kanaya A, Hue T y colaboradores SIIC Archives of Internal Medicine 166(22):2469-2477, Dic 2006 | ||
Introducción y objetivos Según lo observado en diferentes estudios de cohortes, existen distintos marcadores individuales de mortalidad; no obstante, los estudios sobre la contribución conjunta de la enfermedad y discapacidad sobre la mortalidad son escasos. Los índices validados de riesgo de mortalidad frecuentemente evalúan un grupo determinado de factores de riesgo, entre otras limitaciones. El objetivo del presente estudio fue analizar la importancia y contribución relativa de diferentes factores derivados de múltiples dominios sobre el riesgo de muerte de las mujeres menopáusicas que viven en la comunidad. Pacientes y métodos Participaron 17 748 mujeres posmenopáusicas de 55 a 80 años, incluidas en el Fracture Intervention Trial sobre prevención de la osteoporosis. Todas recibieron cuestionarios para evaluar datos demográficos, hábitos de salud y antecedentes clínicos y reproductivos. Además, se aplicó el 20 Item Short Form Health Survey, la Center for Epidemiological Studies Depression Scale, la Framingham Physical Activity Scale y un cuestionario sobre los hábitos alimenticios. Se midió la presión arterial, el peso, la altura, el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura y cadera. El índice cintura-cadera se empleó para evaluar la distribución de la grasa corporal. Por último, se evaluó la fuerza de la mano dominante, la densidad mineral ósea y se aplicó el Up and Go Test. En cuanto a la mortalidad, se valoró la fecha y causa de muerte mediante la utilización del National Death Index. Resultados La media de edad inicial de las participantes fue 68 años; el 95.3% eran blancas. Se registraron 1 886 muertes durante los 9 años de seguimiento. Las principales causas de muerte fueron las enfermedades cardiovasculares y las neoplasias. Los factores asociados de manera positiva con la mortalidad fueron edad, hipertensión, diabetes mellitus, enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, cáncer de mama, ausencia de terapia de reemplazo hormonal, pérdida ponderal reciente, estado de salud deficiente, tabaquismo, bajo índice de masa corporal, índice cintura-cadera aumentado, hipertensión arterial, frecuencia cardíaca elevada, resultados prolongados en el Up and Go Test y pérdida de fuerza manual. Además, la mortalidad fue más elevada entre las mujeres que no consumían alcohol y entre aquellas que consumían más de 60 bebidas alcohólicas por mes. El riesgo relativo de muerte fue 5.2 para las mujeres de 80 años o más en comparación con las participantes de 55 a 59 años. Se observó aumento de la mortalidad a los 5 años del 33%. El riesgo relativo de muerte para las mujeres con antecedentes de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y cáncer de mama fue 1.4, 1.6 y 1.9, respectivamente. Los factores de riesgo potencialmente modificables fueron el tabaquismo, el índice cintura-cadera y la presión arterial sistólica. El consumo moderado de alcohol se asoció con mortalidad inferior. Asimismo, el funcionamiento físico determinado mediante el Up and Go Test se asoció fuertemente con la mortalidad. El peso más bajo que el normal y el índice de masa corporal elevado se asociaron de manera positiva con la mortalidad. No obstante, al incluir el índice cintura-cadera en el análisis, el índice de masa corporal tuvo una relación inversa con la mortalidad. La densidad mineral ósea no se asoció con la mortalidad y la educación se relacionó de manera inversa. El nivel de actividad física resultante de la aplicación de la Framingham Activity Scale y de la evaluación de la cantidad de cuadras caminadas por día no resultó ser un factor de riesgo significativo al tener en cuenta otras determinaciones de esta actividad. El nivel de depresión y las características reproductivas no fueron factores de riesgo significativos. La mortalidad pronosticada a los 9 años para las mujeres con el mayor nivel de riesgo fue casi 18 veces superior a la de aquellas con bajo riesgo de mortalidad. Discusión De acuerdo con los resultados del presente estudio, la edad y el nivel de tabaquismo fueron los factores más fuertemente asociados con el riesgo de muerte. Muchos de los factores de riesgo identificados como el tabaquismo, el consumo de alcohol, el nivel de actividad física, la obesidad, la frecuencia cardíaca y la presión arterial fueron potencialmente modificables. El tabaquismo es el factor de riesgo de muerte modificable más importante, aun entre las mujeres mayores. Las intervenciones destinadas a disminuir el tabaquismo se incluyen entre las más costo-efectivas. Según lo hallado en el presente estudio, el 25.2% de todas las muertes por neoplasias se asociaron con cáncer de pulmón. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica se relacionó con el 61.4% de las muertes debidas a enfermedades respiratorias; asimismo, la cardiopatía isquémica fue la causa del 35.9% de todas las muertes de origen cardiovascular. La mortalidad total se asoció fuertemente con el nivel de tabaquismo inicial. Según los resultados del presente estudio y de trabajos previos, el ejercicio puede mejorar la longevidad. Entre sus beneficios se mencionaron la prevención de la diabetes, la disminución de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, el aumento de la fuerza y destreza física y la disminución de la obesidad central. La asociación entre el índice de masa corporal y la mortalidad resultó incierta. Según los resultados, las mujeres más obesas presentaron mayor riesgo de mortalidad, aunque al incluir otros factores de confusión y de riesgo, el aumento de la obesidad se asoció con disminución de la mortalidad. La obesidad central se asociaría de manera más consistente con la enfermedad cardiovascular y la mortalidad. Las mujeres con índice de masa corporal más bajo que el normal presentaron riesgo elevado de muerte. En cuanto a la terapia de reemplazo hormonal, si bien se propuso que las usuarias son más saludables, en estudios aleatorizados no se halló una disminución de la mortalidad en mujeres que recibían esta terapia. Previamente se informó que la densidad mineral ósea baja se asocia con mayor mortalidad, lo cual no coincide con los resultados del presente estudio. Asimismo, las mujeres con osteoporosis tienen riesgo elevado de muerte. La educación se relacionó de manera inversa con la mortalidad; no obstante, al tener en cuenta factores relacionados con el estilo de vida, la asociación desapareció por completo. Según los autores, las diferencias del estado de salud asociadas con el menor nivel educativo podrían disminuirse mediante la implementación de campañas de salud pública para la prevención del tabaquismo, la disminución del consumo de alcohol y la realización de ejercicio físico. Existen determinaciones simples que pueden ser aplicadas en la mayoría de las pacientes y permiten clasificar a las mujeres posmenopáusicas según el riesgo de muerte. El tabaquismo, la obesidad central, la presión arterial y el funcionamiento físico son factores de riesgo de mortalidad modificables. Las intervenciones destinadas a la mejoría de estos factores pueden disminuir la mortalidad de las mujeres mayores. Son necesarios estudios adicionales al respecto que permitan confirmar estos datos, concluyen los autores. |
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