Redacción. Madrid | 11/12/2017 11:18
La Clínica Universidad de Navarra ha incorporado una nueva técnica para tratar la estenosis carotídea o estrechamiento de las arterias carótidas, de forma más segura y cómoda para el paciente. Una alternativa a los métodos utilizados hasta ahora que solo se realiza en otros cinco centros hospitalarios europeos. La Clínica va a desarrollarla en sus dos sedes, Pamplona y Madrid, en los quirófanos híbridos de los que dispone en cada una.
Las arterias carótidas se sitúan en el cuello y son los principales vasos que nutren de sangre el cerebro, por lo que cualquier contratiempo en estas arterias cobra mayor riesgo. Precisamente, la estenosis carotídea es un estrechamiento del vaso por la acumulación de placa ateroesclerótica. Cuando esa placa se rompe y se desprende, puede viajar a zonas del cerebro y comprometer su nutrición, provocando disfunción o muerte de neuronas que den lugar a un ictus. Se estima que la prevalencia de esta enfermedad es del 0,5 por ciento en personas menores de 50 años y de hasta el 10 por ciento en mayores de 80.
Opción segura al abordaje tradicional
Esta nueva técnica, denominada revascularización transcarotídea (TCAR), se puede aplicar como alternativa a la cirugía abierta convencional en la base del cuello, la endarterectomía carotídea, y al stent carotídeo mediante punción femoral. "La revascularización transcarotídea se realiza con anestesia local a través de una pequeña incisión en la base del cuello, donde se controla la arteria carótida común. A través de un introductor especialmente diseñado, y un dispositivo de reversión de flujo sanguíneo, se realiza la colocación del stent", explica Ignacio Leal, cirujano vascular y desarrollador de esta técnica, que forma parte del equipo de la sede de Madrid.
La mayor ventaja de esta técnica es que reinvierte el flujo sanguíneo. Al manipular la placa durante cualquier intervención es posible que se desprendan fragmentos que viajan por la carótida hasta el cerebro, lo que puede provocar ictus postoperatorios. Sin embargo, esta nueva técnica utiliza un dispositivo que invierte el flujo de sangre en la arteria carótida, aspirando los posibles fragmentos desprendidos y reteniéndolos en un filtro, evitando así la posibilidad de sufrir infartos cerebrales perioperatorios. "Con esta nueva técnica no cruzamos el arco aórtico y protegemos el cerebro. Nos ofrece ventajas para el paciente, tanto en seguridad como en comodidad, ya que es mínimamente invasiva, y para nosotros mismos, ya que la tasa de complicaciones es menor", aclara Lukasz Grochowicz, especialista del Servicio de Cirugía Vascular de la Clínica Universidad de Navarra.
No sustituye a otras técnicas
La incorporación de esta técnica no significa la sustitución de los métodos empleados hasta ahora, ya que cada paciente será estudiado para ver cuál es su mejor opción de tratamiento. Sin embargo, este método localizado y mínimamente invasivo ha sido utilizado en más de 2.000 pacientes en todo el mundo con excelentes resultados. La cirugía convencional, la endarterectomía carotídea, es empleada en el 90 por ciento de los casos, pero se trata de una cirugía en abierto que incluye riesgos asociados. "Es una cirugía madura, lleva casi cien años realizándose y todos los cirujanos vasculares sabemos utilizarla. Pero hay que hacer una incisión mayor en el cuello, una zona con nervios importantes que pueden lesionarse hasta en el 3 por ciento de los casos según estudios. Además, necesita anestesia general", admite Leal. Mientras que con el stent con acceso femoral no presenta estas limitaciones pero se asocia a un mayor riesgo de sufrir ictus postoperatorios.
Menor tasa de ictus perioperatorio
Estados Unidos es el país que más realiza esta técnica, pese a que ha sido desarrollada en España. La Administración Americana de Alimentación y Medicamentos (FDA) aprobó este método a raíz del estudio Roadster realizado a más de 200 pacientes. "La tasa de ictus perioperatorio fue la más baja jamás publicada en un estudio con stent carotídeo: 1.4 por ciento. Es absolutamente comparable con la tasa de ictus de la endarterectomía, que es de 2.3 por ciento", reconoce Leal y añade que "el estudio se realizó con pacientes de alto riesgo".
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