LA INFECCIÓN GRAVE OSCILA ENTRE UN 2 Y UN 20 POR CIENTO
La tecnología diagnóstica, esencial en prevención y terapia de la infección post-quirúrgica
Los nuevos métodos diagnósticos ofrecen respuestas rápidas para prevenir y tratar precoz e indivualmente infecciones postoperatorias que pueden resultar graves, así como predecir multirresistencias.
Redacción. Madrid | 05/12/2017 15:50
Emilio Bouza, primero a la izquierda, director de la jornada, con el resto de los participantes. (DM)
Los procesos quirúrgicos se complican con infecciones graves entre un 2 y un 20 por ciento de los casos, dependiendo del tipo de cirugía y de las condiciones de base del enfermo. Sin embargo, la infección post-quirúrgica puede reducirse de manera sustancial mediante la aplicación sistemática de técnicas y procedimientos. El análisis y a búsqueda de soluciones ha sido el objetivo de la jornada Controversias éticas, la infección tras cirugía: ¿consecuencia inevitable o accidente a prevenir?, organizada por la Fundación de Ciencias de la Salud en colaboración con la farmacéutica GSK.
El estado de salud, la edad del paciente y el procedimiento quirúrgico determinan el riesgo de la aparición de infecciones tras la operación. Además, el aumento de la población de riesgo que puede ahora optar por la operación gracias a los avances quirúrgicos requiere revisar la forma de establecer la tasa de infección. El uso de nuevas tecnologías, la aplicación de medidas prevención, el uso profiláctico de los antimicrobianos, las mejoras en la preparación de los pacientes y en la intervención quirúrgica han disminuido la tasa de infección tras la cirugía. Sin embargo, "cada vez estamos operando a una población con más riesgo y más anciana y, por tanto, hay una parte que es difícilmente evitable", ha señalado Emilio Bouza, patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud y director de la jornada.
Respuestas con medidas profilácticas
La tecnología diagnóstica permite confirmar o excluir patógenos claves por su importancia o multirresistenca. La rapidez de la respuesta de este tipo de tecnología, que puede oscilar entre una y cuatro horas, permite instaurar medidas profilácticas de gran importancia en la prevención y tratamiento de la infección post-quirúrgica. Esta respuesta rápida posibilita, a su vez, ajustar los tratamientos dirigidos, según Patricia Muñoz, jefe de Sección del Sistema de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que participado en el encuentro. "El mayor reto es establecer estrategias unificadas entre el laboratorio y la clínica, de manera que un resultado proporcionado por el laboratorio a las 12 de la noche se asocie inmediatamente con un ajuste en el manejo del paciente. Sabemos que el retraso en la optimización del tratamiento se correlaciona con un empeoramiento lineal del pronóstico".
Tecnológicamente, se requiere disponer de plataformas de uso sencillo que permitan su empleo, por ejemplo, a pie de cama, y trabajar con técnicas que incluyan un mayor número de patógenos multirresistentes.
Políticas de restricción
El presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud (FCS), el profesor Diego Gracia, ha instado durante su intervención a implantar políticas muy estrictas para reducir al mínimo las infecciones quirúrgicas y establecer criterios de gestión para atenderlas: "Todo esto tiene que ver con la estrategia de comunicación de efectos adversos, hoy de gran actualidad, que se conoce con el nombre de seguridad del paciente. Es un enfoque nuevo, que aún está en vías de implementación en muchos centros".
Uno de los problemas para definir nuevas estrategias, según los expertos, se centra en la dificultad de disponer de sistemas de vigilancia que tengan en cuenta todos los elementos de riesgo de infección que no dependen de la calidad de la atención recibida, y son debidos a las características del paciente, tal como su edad, y su estado de salud previo, y que en ocasiones son responsabilidad del propio paciente, como el tabaquismo, la obesidad, entre otros, según Bouza.
Ángel Asensio, jefe de Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Puerta de Hierro-Majadahonda, ha asegurado que trabajar con personal externo al servicio, entrenado en la vigilancia epidemiológica para aplicar los criterios de las definiciones estandarizadas es clave para determinar la calidad de la medición. "No existe el riesgo cero, pero si se pusieran todas las medidas conocidas en práctica el riesgo de infección podría reducirse".
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