martes, 5 de octubre de 2010

Nobel al padre de la fecundación in vitro - lanacion.com

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Premio de Medicina / Una distinción que llegó después de 32 años
Nobel al padre de la fecundación in vitro
El británico Robert Edwards desarrolló, junto con Patrick Steptoe, la técnica que permite concebir fuera del cuerpo de la mujer

Martes 5 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
Nora Bär
LA NACION

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Nobel al padre de la fecundación in vitro
Robert Edwards, con dos chicos nacidos gracias a su técnica. Foto ARCHIVO APVer mas fotos


Después de haber intentado concebir durante nueve años sin éxito, el 25 de julio de 1978, 13 minutos antes de la medianoche, Lesley y John Brown se convirtieron en los felices padres de una niña que nació por cesárea y pesó 2,608 kg.

Nada de esto merecería publicarse en un diario... si no fuera porque Louise Joy Brown fue la primera beba de la historia concebida fuera del organismo femenino, con la técnica de fertilización in vitro (FIV).

El médico que lo hizo posible fue el doctor Robert Edwards, de la Universidad de Cambridge. Ahora, tras una inusual demora de treinta y dos años, el Instituto Karolinska acaba de concederle el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2010 por haber desarrollado la técnica de fecundación in vitro, que iluminó los procesos de la fertilidad humana, revolucionó los tratamientos y abrió la puerta a una inimaginable cascada de avances científicos.

La noticia despertó innumerables muestras de admiración en la Argentina, donde muchos especialistas en fertilidad asistida conocieron a Edwards personalmente. "Hace mucho que tendría que haberse reconocido con este galardón la inmensa tarea de Robert Edwards -comenta Santiago Brugo Olmedo, director médico del Instituto Seremas y uno de los pioneros de la fertilidad asistida en el país-. La creación de la fertilización in vitro fue un hito, algo que conmocionó a la medicina, produjo un shock y generó mucha controversia."

"Edwards es una persona brillante, sensible y sencilla -agrega el doctor Sergio Papier, director del Centro de Ginecología y Reproducción (Cegyr)-. Un visionario que con la fecundación in vitro marcó un antes y un después en la historia de la fertilidad humana."

Aunque hoy es tan rutinario que no parece haber nada extraordinario en el procedimiento que ya permitió la gestación de más de cuatro millones de bebes en todo el mundo, cuando Edwards comenzó a contemplar la posibilidad de ayudar a parejas con problemas para concebir fertilizando los óvulos maternos fuera del organismo y luego reimplantando los embriones en el útero, no se sabía mucho sobre el complejo proceso de la fertilización.

Corrían los años 50 y no sólo se desconocía cómo y cuándo obtener ovocitos aptos, sino que además la perspectiva de reemplazar el proceso natural por una manipulación de laboratorio despertaba una encendida controversia.

Edwards había investigado en animales durante décadas, pero imitar lo que la naturaleza había "sintonizado" a lo largo de millones de años presentaba dificultades mayúsculas. Para asegurarse una provisión constante de óvulos, se contactó con Patrick Steptoe, el inventor de la laparoscopia, una técnica que permitía visualizar el tracto reproductivo femenino a través de un endoscopio insertado por el ombligo. Steptoe había demostrado que con este método podría aspirar ovocitos en el momento preciso del ciclo menstrual.

Pero pronto ambos médicos tuvieron que enfrentar obstáculos de otro tipo: en 1971, el Concejo Británico de Investigación Médica decidió no seguir respaldando sus estudios. Tuvieron que buscar financiación privada y soportar una enorme cantidad de críticas.

A comienzos de los años setenta, Edwards y Steptoe (que falleció en 1988) comenzaron a transferir los primeros embriones. Después de más de 100 intentos que condujeron a embarazos fallidos y obligaron a introducir cambios en la estimulación hormonal que les aplicaban a las mujeres, el nacimiento de Louise Brown fue no sólo un acontecimiento histórico, sino el comienzo de una nueva era en la reproducción humana.

El anuncio del nacimiento causó conmoción en todo el mundo. "La adorable Louise", tituló el Daily Mail. "Nació en Londres el primer bebe de probeta; es niña", informó La Nacion. Y, en la página siguiente, agregó: "Rechazo teológico al experimento". "Esto atenta contra el orden natural, y la Iglesia lo desaprueba -afirmaba el padre Domingo Basso, prior de los dominicos-. Una cosa es ayudar a la naturaleza y otra muy distinta es suplirla."

Ocho años más tarde, un equipo formado por los doctores Roberto Nicholson, Nicolás Neuspiller, Roberto Coco y Santiago Brugo Olmedo trajo la fertilización in vitro a la Argentina. "En 1985 realizamos el primer ciclo de pacientes. Increíblemente, la primera, una mujer tucumana que llevaba diez años intentando concebir un bebe, se embarazó en ese primer intento y tuvo mellizos en 1986", recordó Brugo Olmedo.

"Roberto Nicholson era mi jefe del Hospital de Clínicas -dice Nicolás Neuspiller, director de Fecunditas-. Había visto algo sobre FIV en Dublín, y yo le dije: ¡Lo quiero hacer!"

Neuspiller viajó a aprender la técnica en Barcelona y, junto con sus colegas, que estaban inaugurando el Cegyr, comenzaron los primeros ensayos. "Empezamos con unos casos, pero teníamos problemas con los medios de cultivo -agrega-. Finalmente, de los diez primeros casos logramos tres embarazos, quiere decir que tuvimos un 30% de éxito, cuando mundialmente se llegaba al 20%. ¡Nos sentíamos Gardel!"

El 11 de septiembre de 2001, a Neuspiller le tocó vivir una insólita situación con el ahora laureado Robert Edwards. "Estábamos alojados en el mismo hotel con motivo de una reunión científica en Nueva York -recuerda-. Era el desayuno y de repente se corta una presentación: acababa de pasar el segundo avión que se estrelló contra las Torres Gemelas. Estábamos a unas quince cuadras. Hicimos un grupito con Edwards, un médico canadiense, y yo, y tuvimos que pasar una semana recluidos. Allí, él nos maravilló por su humildad, su don de gentes. Mientras preparaba cócteles, nos contó toda la historia del desarrollo de la fecundación in vitro..."
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Robert G. Edwards, creador de la fertilización in vitro, Premio Nobel de Medicina
Manipular el inicio de la vida
Guillermo Jaim Etcheverry
Para LA NACION

Martes 5 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

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Manipular el inicio de la vida
Un joven Robert G. Edwards explica a la prensa la técnica de fecundación in vitro, en 1978. Foto EFE

"Queremos informar que una de nuestras pacientes, una mujer casada sin hijos de 30 años, dio a luz sin problemas y mediante una intervención cesárea realizada el 25 de julio de 1978 a una niña normal que pesó 2700 gramos." En poco más de 300 palabras, los doctores Patrick Steptoe y Robert G. Edwards comunicaban, el 12 de agosto de 1978, en la prestigiosa revista médica británica The Lancet , el nacimiento de la primera criatura humana producto de la obtención de un óvulo de la madre, su fertilización fuera del organismo con un espermatozoide -en una cápsula de Petri, a pesar de que se popularizó el nombre de "bebe de probeta"- y la reimplantación del embrión en el útero materno 60 horas después.

El Premio Nobel en Fisiología o Medicina acaba de reconocer este año al fisiólogo Robert Geoffrey Edwards, uno de los responsables del nacimiento de la niña, Louise Joy Brown, hoy madre de un hijo. Patrick Steptoe, que compartió con Edwards ese hito fundamental de la medicina moderna, murió en 1988, a los 75 años. La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo, que otorga el premio, destacó que "las investigaciones de Robert G. Edwards han transformado por completo el campo de la medicina reproductiva, y en la actualidad más de cuatro millones de niños han nacido gracias al descubrimiento de la fertilización in vitro (FIV), un avance que implica un cambio en el paradigma médico que ha permitido tratar diversos tipos de infertilidad".

Interesado desde la década de 1950, durante su formación en la Universidad de Edimburgo, Escocia, en el estudio de la infertilidad -condición que afecta a más del 10% de las parejas-, Edwards, nacido en Manchester, Inglaterra, en 1925, advirtió que una posible alternativa era intentar la fertilización fuera del organismo, es decir, in vitro . Fue así que se dedicó a investigar el control que ejercen las hormonas sobre la maduración de las células germinales femeninas, así como sobre el proceso de la ovulación. Demostró que los ovocitos humanos podían madurar fuera del organismo y ser fertilizados por un espermatozoide en esas condiciones. También fue el primero en demostrar que los ovocitos así fertilizados originaban embriones en sus primeros estadios. Cuando observó bajo el microscopio que se ponía en marcha la maquinaria de la vida, exclamó: "¡Asombroso! Supe entonces que todo un campo se abría ante mis ojos".

En 1935, experimentos realizados inicialmente por Gregory Pincus en Estados Unidos en ovocitos de conejo, luego continuados por otros investigadores, habían demostrado la posibilidad de realizar la FIV bajo ciertas condiciones. Pero las dificultades que planteaba el complejo proceso de fertilización en los seres humanos dificultaron los avances hasta comienzos de la década de 1960. Como es habitual, diversos hallazgos independientes allanaron el camino para lograr la FIV. Entre ellos, cabe citar la capacidad de controlar el proceso de maduración del ovocito; la obtención de ovocitos en un estado de maduración en el que resultara posible su FIV; la posibilidad de activar los espermatozoides in vitro así como de definir las condiciones que facilitaran la fertilización y el desarrollo embrionario inicial, y, finalmente, el desarrollo de un método que posibilitara transferir los embriones en sus estadios iniciales al útero de la madre.

Durante varios años, Edwards intentó establecer las condiciones que permitieran activar los ovocitos en reposo fuera del organismo. En 1965 sus esfuerzos se vieron recompensados cuando descubrió que los ovocitos humanos, a diferencia de lo sostenido hasta entonces, requerían 24 horas de incubación fuera del organismo para comenzar su proceso de maduración, etapa imprescindible para intentar la fertilización. El siguiente desafío era, precisamente, encontrar las condiciones que la promovieran. Adaptando los resultados obtenidos por uno de sus estudiantes, Barry Bavister, que trabajaba con esperma de hamster, Edwards demostró en 1969 que los espermatozoides humanos activados podían promover la fertilización de ovocitos humanos madurados in vitro . Estaban dadas, pues, las condiciones básicas para intentar el desarrollo de un procedimiento destinado a tratar la infertilidad.

Sin embargo, hasta ese momento sólo se lograba que el ovocito se dividiera una vez, dando origen a dos células. Pensando que eso podía deberse al tiempo transcurrido fuera del organismo hasta conseguir su maduración, Edwards decidió usar ovocitos que la hubieran completado en el ovario. Pensó que si se los obtenía inmediatamente antes de la ovulación los ovocitos podrían ser fertilizados habiendo alcanzado un mayor desarrollo. Fue entonces cuando, para resolver problemas técnicos que se presentaban para la obtención de ovocitos -desde 1963 trabajaba en la Universidad de Cambridge, de la que es actualmente profesor emérito-, reparó en un nuevo método, la laparoscopia, desarrollada entre otros por el ginecólogo Patrick Steptoe en el Oldham General Hospital, que permitía aspirar ovocitos desde el ovario. Ambos demostraron en 1970 que era posible recuperar ovocitos maduros inmediatamente antes de la ovulación de mujeres infértiles tratadas con hormonas apropiadas.

Esos ovocitos, fertilizados in vitro, podían dar origen a embriones humanos de ocho células, un hallazgo fundamental que luego fue ampliado al obtener embriones de más células. Al cabo de mucho esfuerzo destinado a ajustar la dosis de hormonas, puesto que interferían con el desarrollo posterior, en 1976 lograron el primer embarazo, que, por un defecto de implantación, no progresó. Recién en 1977 resolvieron los problemas, iniciándose una nueva era con el nacimiento de Louise, a las 23.47 del 25 de julio de 1978. "Nos decían de todo -recuerda Edwards-. Inmorales, poco éticos, deshumanizados." Era explicable: por primera vez el ser humano era capaz de manipular su propia concepción.

El acontecimiento tuvo enorme repercusión en el mundo entero y se plantearon encendidas discusiones en todos los terrenos posibles. Pero era evidente que no habría marcha atrás, ya que se había cruzado una frontera que parecía inconquistable. Estos procedimientos han avanzado de una manera vertiginosa, ya que cada vez es mayor el conocimiento en torno a los mecanismos básicos de estos complejos procesos biológicos que son rápidamente transferidos a la clínica. Tanto en la Clínica Bourn Hall, que Edwards y Steptoe fundaron en Cambridge, primer centro mundial dedicado a la FIV, como en centenares de instituciones en todo el mundo, estos métodos se fueron perfeccionando y se confirmó su seguridad, ya que los niños nacidos en estas condiciones tuvieron un desarrollo normal y se reprodujeron sin problemas. Edwards recuerda la emoción de Steptoe, seriamente enfermo, cuando le comentó que en su clínica ya habían nacido 1000 bebes en ocho años.

El mismo Edwards advirtió desde el comienzo los problemas éticos que rodeaban a la FIV y publicó un trabajo, junto con el abogado David Sharpe, sobre los desafíos que plantearía en el futuro la medicina reproductiva. Eso no evitó que el método despertara incredulidad entre sus colegas y oposición de iglesias, gobiernos y distintos medios de prensa. Como sucede en la historia de la ciencia, es éste otro ejemplo del enfrentamiento entre innovadores y conservadores. Es conocido el hecho de que los organismos oficiales que sostienen la ciencia en Gran Bretaña negaron todo apoyo a esas investigaciones, que continuaron con aportes privados, una historia que ha sido cuidadosamente analizada.

La metodología desarrollada por Edwards tiene también implicancias para los avances actuales en el campo de las células madre y del cáncer. Como cita la Asamblea Nobel, "retrospectivamente, es sorprendente que Edwards no sólo pudiera responder a las críticas permanentes que se hacían a la FIV sino que también haya continuado sin detenerse en la prosecución de su visión científica". Efectivamente, Edwards enfrentó numerosos obstáculos científicos, culturales y éticos durante su carrera. Encaró los dilemas morales con prudente reflexión y los científicos, con espíritu creativo y dedicación. Gracias a ello, hoy el 2-3% de los recién nacidos en muchos países ha sido concebido con el auxilio de las técnicas de FIV, que influyeron así en la vida de millones de personas infértiles a quienes han dado la oportunidad única de procrear. © LA NACION
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Un método que en la Argentina hizo posibles 15.000 nacimientos
Cada día nacen cinco chicos por fecundación in vitro; el agradecimiento de las madres

Martes 5 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

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Un método que en la Argentina hizo posibles 15.000 nacimientos
Eliana y Pablo Delaporte, primeros bebes argentinos de probeta. Foto GENTILEZA LA GACETA, DE TUCUMANVer mas fotos

Loreley Gaffoglio
LA NACION

"Nada más justo que reconocer a la ciencia y a la investigación capaz de dar vida. ¿Cómo se le puede agradecer a alguien que creó el método que nos permitió a miles de mujeres ser madres?", apunta Eliana Delaporte, la mujer tucumana que el 7 de febrero de 1986, mediante la primera fecundación in vitro realizada en el país, tuvo a los mellizos Pablo y Eliana, hoy estudiantes universitarios de 24 años.

Fue el doctor Roberto Nicholson, junto a su equipo del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción, quien entonces logró esa proeza, nacida del método creado por el embriólogo Robert Edwards y el ginecólogo Patrick Steptoe.

"En esa época se transferían 7 u 8 embriones; hoy bregamos por implantar sólo uno", señaló Roberto Nicholson (h), que recuerda aquella histórica punción por laparoscopia que fue capaz de crear vida.

Desde 1986, en la Argentina han nacido cerca de 15.000 niños por ese mismo método. Se estima que entre el 10 y el 15% de las parejas padecen infertilidad. Cada año, los 32 centros especializados de todo el país realizan 6000 tratamientos de fertilización de alta complejidad. "El resultado se traduce en 1850 nacimientos por año; es decir que cinco chicos nacen en el país cada día gracias a esta tecnología", señala Stella Lancuba, del Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva (Cimer).

Madres agradecidas

Marina Rodríguez, de 37 años, diabética y con serios problemas de hipotiroidismo, es desde hace un año mamá de los mellizos Josefina y Manuel gracias a la fecundación in vitro (FIV). "¡El de Edwards es un reconocimiento tardío! -dice-. La gente que no pasa por lo que yo pasé no se da cuenta de que dar vida es, en realidad, como un milagro. Pensar que si a este genio no se le hubiese dado por seguir investigando con lo que tenía entre manos, yo jamás hubiera podido ser mamá."

Marina explica la importancia de que la infertilidad sea entendida y reconocida como una enfermedad para que un sinfín de mujeres sin recursos también puedan acceder a esos métodos dentro de los planes primarios de salud.

"El reconocimiento a Edwards es maravilloso. Pero lo que a mí este señor me dio no tiene parangón", apunta Cecilia Izquierdo, mamá de María Eugenia y Carolina López Izquierdo, mellizas de tres meses.

"Logré mi gran anhelo de ser mamá una semana antes de cumplir 43 años, y luego de once inseminaciones fallidas, un tratamiento de alta complejidad sin éxito, sucesivas depresiones y frustraciones, y hasta la resignación de que sólo podría ser tía. La gente no tiene idea de lo que es querer ser madre y no poder serlo. Y tampoco sabe que uno no encuentra las palabras para agradecer cuando, finalmente, lo logra", explica Cecilia, con sencillez y sentimiento.

A su lado, su marido, Andrés López, acaba de enterarse de que el Nobel de Medicina le correspondió este año al científico que le allanó el camino a la procreación. "En parte, le debo a este hombre mi felicidad", dice Andrés, que tanto como su mujer anima a todas aquellas parejas que todavía no han tenido éxito a que sigan intentándolo.

ANTECEDENTES

Los pioneros

* El 7 de febrero de 1986 nacieron los mellizos Pablo y Eliana Delaporte. El doctor Roberto Nicholson y sus colegas Nicolás Neuspiller, Roberto Coco y Santiago Brugo Olmedo fueron pioneros en aplicar con éxito la fecundación in vitro en la Argentina.

6000 tratamientos

* Se realizan cada año en el país, con unos 1850 nacimientos. Se cree que entre el 10 y el 15% de las parejas sufren infertilidad.

Distintas técnicas

* La fecundación in vitro (FIV) es la técnica a partir de la cual nacen otros tratamientos, como la transferencia de gametos intratubárica (Gift) o la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (Icsi).
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Premio de Medicina / Un logro no exento de polémica
Una técnica que abrió la puerta a más avances
Células embrionarias y manipulación genética

Martes 5 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


Según los especialistas, hoy día la mayoría de los problemas de fertilidad pueden resolverse con la técnica creada por Robert Edwards o posteriores innovaciones desarrolladas a partir de ésta.

"La tasa de embarazos con óvulos propios depende de los centros, pero en el nuestro alcanza el 45%, y con ovodonaciones se acerca al 60%", dice el doctor Fernando Neuspiller, director médico del Instituto Universitario IVI Buenos Aires.

Aunque no hay estadísticas locales, se calcula que entre el 10 y el 15% de la población puede tener problemas de fertilidad. En las mujeres, la primera causa es la anovulación, y en los hombres, los problemas están vinculados principalmente con la cantidad y calidad de los espermatozoides.

"La fertilidad in vitro comenzó a aplicarse en pacientes que tenían las trompas de Falopio bloqueadas, cuenta el doctor Nicolás Neuspiller, de Fecunditas. Después se agregaron otras condiciones. Como veíamos que con poco semen podíamos aplicar la técnica, se empezó a tratar el factor masculino. Luego, se agregó la endometriosis. Apareció la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). Después empezamos a extraer espermatozoides directamente de los testículos... Ahora, lo más revolucionario es la vitrificación de óvulos, que le permite a la mujer guardarlos para utilizarlos posteriormente."

Con los años, los científicos comprobaron que la técnica de fertilización in vitro también abría la puerta a una cascada de nuevas aplicaciones. Por ejemplo, para utilizar células madre embrionarias en medicina regenerativa es necesario producir embriones in vitro. Del mismo modo, si alguna vez se aplica la terapia génica, que plantea la estrategia de evitar enfermedades hereditarias corrigiendo o intercambiando genes, será porque es posible crear embriones fuera del organismo de la mujer.
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