lunes, 4 de octubre de 2010

Nobel de MEDICINA para el padre de la fecundación 'in vitro' - DiarioMedico.com

ESPAÑA
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ROBERT G. EDWARDS, universidad de cambridge
Nobel para el padre de la fecundación 'in vitro'
El artífice de la fecundación in vitro (FIV), Robert G. Edwards, ha merecido el Premio Nobel de Medicina de 2010. Junto al fallecido Patrick Steptoe, Roberts hizo posible el primer nacimiento de un bebé probeta, Louise Brown, en 1978. Sus trabajos sobre la FIV han permitido tratar muchos casos de infertilidad, una condición que afecta a más del 10 por ciento de las parejas en todo el mundo, y transformaron la medicina reproductiva.


C. S. | R. S. | S. M. | C. F. | J.R.Z. - Lunes, 4 de Octubre de 2010 - Actualizado a las 00:00h.

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Robert G. Edwards, junto a Louise Brown y el hijo de ésta, en 2008.


En plena década de 1950, el biólogo británico Robert Edwards estaba convencido de que la fecundación in vitro podría ser útil para tratar la infertilidad. Con este objetivo trabajó sistemáticamente hasta dar con las claves de la fecundación humana y completar el primer nacimiento que arrancó en una placa de cultivo, lo que en todo el mundo se conoció como un bebé probeta, e hizo posible posible que hoy haya unos cuatro millones de nacimientos.

Hasta llegar a ese momento, Edwards recorrió un largo periplo. Otros científicos ya habían demostrado que los óvulos de ratones podían fecundarse en una placa de cultivo al añadir el esperma, para después implantar el embrión en las hembras y derivar en una gestación y nacimiento; el biólogo quería probar que esto podía trasladarse a los seres humanos.

Los trabajos iniciales de Edwards desvelaron datos clave de la reproducción, como las hormonas implicadas en la maduración del óvulo

Puesto que los ciclos humanos diferían mucho de los de los conejos, la investigación de Edwards desveló una serie de importantes descubrimientos: por un lado, clarificó cómo se producía la maduración de los óvulos, qué hormonas la regulaban y cuál era el momento en que las células sexuales femeninas podían ser fecundadas con las masculinas. También determinó las condiciones por las que el esperma activaba su capacidad de fecundación. En 1969 sus esfuerzos se vieron recompensados al lograr fecundar un óvulo humano en un tubo de ensayo.

A pesar de ese éxito, había aún flecos que resolver en la técnica: el óvulo fecundado no se desarrollaba a partir de la única división celular que se conseguía en el laboratorio. Edwards sospechaba que los óvulos que habían madurado en los ovarios antes de ser extraídos para aplicarles la FIV funcionarían mejor, así que estudió posibles vías para obtenerlos de forma segura. Así es como Edwards entró en contacto con el ginecólogo Patrick Steptoe, que era uno de los pioneros en la laparoscopia, entonces una técnica novedosa y controvertida que permitía la observación directa de los ovarios. Steptoe se sirvió de esta técnica para extraer los óvulos y Edwards llevaba a cabo las fecundaciones en placas de cultivo. Los óvulos fecundados, ahora sí, se dividían varias veces y formaban blastómeros de ocho células.

Los trabajos de Edwards y Steptoe también resultaron controvertidos en sus inicios; de hecho, sus primeros resultados, aunque prometedores, no recibieron apoyo financiero del Medical Research Council (el Ministerio de Sanidad británico). No obstante, sí hallaron el apoyo privado. La investigación se cuestionó por sus implicaciones éticas, un debate que inició el propio Edwards. Varios líderes religiosos, éticos y científicos pidieron que el proyecto se detuviera, mientras que otros lo apoyaron.

Desde que en 1978 nació la primera niña gracias a la FIV, se estima que ha hecho posible unos cuatro millones de nacimientos en todo el mundo

Los trabajos siguieron gracias a la donación privada. Los científicos pudieron determinar a partir del análisis de los niveles hormonales de un determinado paciente cuál era el mejor momento para aplicar la FIV y de esta forma maximizaron las posibilidades de éxito. En 1978, Lesley y John Brown acudieron a Edwards y Steptoe tras nueve años de intentos fallidos para tener hijos. Esta pareja entró así en la historia de la ciencia. El empleo de la FIV hizo posible el nacimiento, por cesárea y tras un embarazo a término, de una niña sana llamada Louise. Era el 25 de julio de 1978 y con esta pequeña nacía también una nueva era en la medicina reproductiva.

Edwards y Steptoe establecieron la Clínica Bourn Hall, en Cambridge, el primer centro de FIV del mundo. El ginecólogo fue su director médico hasta su muerte, en 1988, y Edwards se encargó de la investigación hasta que se retiró. Especialistas de todos los países se han formado en esta clínica, donde se continúa investigando en la optimización de las técnicas reproductivas.

85 años en el laboratorio

Robert G. Edwards nació en 1925 en Manchester, Inglaterra. Después de hace el servicio militar en la Segunda Guerra Mundial, estudió Biología en las universidades de Gales y Edimburgo; en esta última donde leyó su tesis sobre el desarrollo embrionario en 1955. Tres años más tarde se trasladó como miembro del comité científico al Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres donde inició sus trabajos sobre fertilidad humana.

En 1963, Edwards trabajó en Cambridge, primero en la universidad y después en la Clínica Bourn Hall, el primer centro del mundo donde se llevó a cabo una fecundación in vitro. Este centro lo fundó en 1980 junto con su colega Patrick Steptoe, quien murió ocho años después.

Durante muchos años fue director de investigación del centro y editor de las revistas científicas más destacadas en el área de la fecundación. En la actualidad, el galardonado es profesor emérito de la Universidad de Cambridge. Una vez más las previsiones no han fallado y el Nobel ha recaído en un investigador que ya cuenta con el Lasker. En 2001 recibió el de Investigación Médica Clínica por el desarrollo de la fecundación in vitro.


La niña española

Seis años después del nacimiento de Louise Brown, la primera niña probeta del mundo, nacía, el 12 de julio de 1984, Victoria Anna, el primer bebé español concebido mediante fecundación in vitro. Lo que actualmente es casi una metodología usual entre las parejas que no pueden concebir hijos por vía natural, constituía entonces una especie de inmersión hacia lo desconocido pero que, sin embargo, inauguró una era para el ámbito de la reproducción. El pasado 12 de julio, la primera española que venía al mundo mediante esta tecnología cumplía 25 años. En el acto en el que se celebraba dicho acontecimiento, Victoria Anna, licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, agradecía a Pedro Barri y a Anna Veiga, del Instituto Universitario Dexeus, de Barcelona, y líderes del proceso en el que participaron más de quince especialistas, la labor que realizaron, además de manifestar "sentirse muy orgullosa de representar este logro científico".
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