lunes, 12 de septiembre de 2011

El visionario del trasplante renal de donante vivo - DiarioMedico.com

A CORAZÓN ABIERTO. REMIGIO VELA NAVARRETE

El visionario del trasplante renal de donante vivo

Más de 40 años dedicado a la Urología y al trasplante renal, ámbito en el que defendió, sin tregua, el de donante vivo. El pasado año llevó a cabo el último oficial, por lo que ahora lleva una vida más tranquila como consultor activo de Urología de Capio-Fundación Jiménez Díaz, de Madrid. Sin embargo, sus actividades asistencial, investigadora y académica siguen impregnadas de la misma intensidad y vocación que cuando comenzó.

Raquel Serrano   |  13/09/2011 00:00

Remigio Vela Navarrete
Remigio Vela Navarrete,puso en marcha algunos de los primeros programas españoles de trasplante renal de donante vivo.
 
 
Sus colegas le consideran un primer espada quirúrgico. Dispone de la primera patente de un modelo de riñón artificial implantable, y una patología y un procedimiento diagnóstico llevan su nombre. Éstas son algunas de sus aportaciones a la medicina, sin contar los más de 300 trasplantes de riñón...
-De lo que no hay duda, y ahí están los datos, es que he sido un pionero del trasplante renal, de cadáver y de donante vivo. El de donante vivo es un gran escaparate donde el cirujano es el protagonista y el que arriesga todo porque tiene que hacer, según mi estrategia, la nefrectomía para extirpar el riñón al donante y practicar el trasplante al receptor, en quirófanos próximos y simultáneamente. He seguido una estrategia quirúrgica cuyos resultados, publicados en el European Urology, demuestran que nunca he perdido un donante -una tragedia que es como para cancelar un programa-, ni un órgano.

¿En qué se basa esa estrategia quirúrgica que ha sido un referente mundial en el programa de donante vivo?
-En una técnica que no habría cambiado por la laparoscópica a pesar de reconocer sus bondades, de cirugía mini-incisional, y cuya ventaja es la incisión, unos 10 centímetros, la misma que realizan los laparoscopistas para extraer el riñón. Esa incisión me sobra para extraer el riñón en un procedimiento quirúrgico de 45 minutos. La incisión no es lumbar sino anterior abdominal y su virtud es que la herida puede desplazarse hacia un lado y otro mientras que las lumbotomías -que nunca practiqué- obligan a trabajar en un punto fijo. En mi serie jamás ha habido un incidente con el donante.
  • El inicio del programa de trasplante de los años 70 fue un camino duro, lleno de noches en blanco y todo 'gratis et amore'

¿Recuerda su primer trasplante renal de cadáver?
-Lo hicimos en la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, en 1964. Por supuesto, con nocturnidad y alevosía, porque entonces se trataba de un programa totalmente criticado. Había gente que no sólo creía que ése no era el camino del tratamiento de la insuficiencia renal (IR) sino que, además, lo criticaba duramente, incluso por la vía penal, en España y en otros países europeos. Pero un grupo teníamos fe en ello porque estábamos en quirófano experimental haciendo trasplante renal en perros. De hecho, le definen como el primer investigador de trasplante por su tesis doctoral, publicada en 1965, y que es un modelo de la actual investigación traslacional en España.-La tesis está basada en la experiencia de más de 200 trasplantes renales en animales con los que se emplearon todas las técnicas quirúrgicas posibles buscando soluciones para lo que era el reto de aquel momento: evitar el rechazo del riñón. Así empezamos también a utilizar la primera farmacología. De todas formas, desde el enfoque de la cirugía todo se ignoraba, era una auténtica aventura quirúrgica. Mi tesis recibió una beca del CSIC, en los años 64-65, que valió otra beca March para la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Siempre ha sido muy estudioso, con constante inquietud por lo nuevo...
-Me reconozco como investigador, pero no es mérito mío sino de quien era mi tutor en aquel momento: José Parra Lázaro, duque de Tarancón, internista de la Jiménez Díaz interesado en la IR y que aprendió a hacer cirugía del trasplante renal experimental. Colaboré con él como cirujano y con otros como Paco Álvarez, inventor de una válvula cardiaca, la válvula de Álvarez. Era un mundo de entusiasmo por novedades como la cirugía cardiaca extracorpórea que acababa de empezar. En esta casa comenzó de la mano de Gregorio Rábago cuyo grupo, junto con otras personas entre las que me incluyo, era el que hacía los trasplantes como acto quirúrgico. Parra diseñaba los programas, que eran de una extrema complejidad y seriedad, y cuyos datos están publicados entre 1964 y 1965 en los Anales de la Academia de Ciencias de Nueva York.

Volviendo la vista atrás, ¿cómo era aquel niño extremeño que nació en Salvaleón en 1937?
-Era el niño más trasto que ha pasado por el pueblo. Hasta los 7 años viví en el campo, con algunas visitas a Salvaleón, y no fui a la escuela hasta entonces. Crecí absolutamente salvaje. Eso sí, aprendí a montar a caballo, en burro, a perderme por la noche... Después me metieron interno en el colegio de los jesuitas de San José, en Villafranca de los Barros, y ahí se destrozó mi proyecto. Como mi intención era que me echaran, recuerdo que me puse a blasfemar a gritos.. ¡Imagínelo en un colegio de jesuitas! Lo hicieron muy bien. Cursé todo el bachillerato en Villafranca y pasé de ser el último de la clase a príncipe del colegio, una dignidad que había entre los jesuitas.
  • España es el único país de Europa en el que el trasplante renal está en manos de urólogos. Eso se debe al esfuerzo que hizo mi generación en los años 60

En su familia no hay tradición médica. ¿Fue la enfermedad y muerte de su madre la que marcó el camino?
-Mi familia es ganadera y agricultora. Efectivamente, el detonante pudo ser la enfermedad de mi madre, que pertenecía a esa generación de reumáticos extremeños, que había muchos, en los que las cardiopatías eran muy comunes. Mi vocación inicial era haber hecho Cardiología o Medicina Interna. Insisto en que tener buenos maestros, buenos tutores, es esencial para el futuro y yo he tenido la enorme suerte de haber estado en las mejores manos. De entre ellas, fundamentalmente, las de Carlos Jiménez Díaz.

Fue quien le seleccionó, de entre 20 alumnos, en quinto de carrera, para un proyecto docente en la entonces Clínica de la Concepción...
-Jiménez Díaz tenía un don especial para entusiasmar sobre cualquier tema médico a sus alumnos. El proceso educativo que se organizó en la Clínica de la Concepción era, sin duda alguna y con toda rotundidad, la mejor escuela de Medicina de Europa, en comparación con experiencias que tuve ya entonces en otros centros europeos y norteamericanos. Otro gran maestro, Luis Cifuentes, le encaminó hacia la Urología.-Sí. Era un hombre de una altura científica sorprendente. Cuando urólogos españoles publicaban en la revista de su especialidad, Cifuentes publicaba, al mismo tiempo, en Nature y en Science trabajos absolutamente innovadores sobre la práctica médica y quirúrgica.
  • Espléndido. Tanto en el terreno del trasplante como en el nuevo modelo de asistencia urológica y para los que hay que estar preparado
¿Por qué siempre ha hecho una firme apuesta por el injerto de donante vivo?
-Los primeros trasplantes renales fueron los de vivo, porque como no sabíamos cómo controlar el rechazo había que buscar la consanguinidad. El primer trasplante que funcionó maravillosamente fue uno realizado entre gemelos univitelinos, en Boston, Estados Unidos, en los que la histocompatibilidad era total. Sin embargo, el protagonista de este éxito no es el trasplante sino el donante, y no por razones de generosidad, que las hay, sino por el riesgo que asume: ¿quién cubre los gastos de asistencia al donante?, ¿qué pasa si tiene la misma enfermedad que su hermano? Ante este temor y esa crítica, se busca el camino del trasplante de cadáver, así como la promoción de la farmacoterapia del rechazo, que era de un efecto inmunológico muy reducido.

¿Cómo vivieron el inicio del programa de donante vivo y qué opina de los actuales programas de donación cruzada, en cadena o buen samaritano?
-En la Jiménez Díaz se opta por el de donante vivo porque ya existe una mejor farmacología, pero sobre todo por la consanguinidad. En 1968 comenzamos a hacer este trasplante; unos años antes habían comenzado los estudios en histocompatibilidad. En la UCLA estuve con el profesor Terasaki, que llevó a cabo el primer banco de histocompatibilidad junto con Jean Dausset, premio Nobel de Medicina en 1980 por descubrir el antígeno leucocitario, y amigo mío. Nuestro equipo ha ensayado todas las modalidades. Entre nuestros primeros trasplantes de vivo tuvimos un sacerdote, un good samaritan, que se empeñó en dar su riñón, y otro voluntario, que no tenían ninguna afinidad. Después de una revisión psiquiátrica -en aquella época no había que pasar por el juez-, se utilizaron como donantes y con un gran éxito. Luego entraron en el programa la consanguinidad, la familiaridad. He hecho trasplantes, hace unos quince años y con buenos resultados, el mismo día de San Valentín, en dos años consecutivos. En uno de ellos, el marido le donó el riñón a la mujer, y en otro, la mujer al marido. Esta apasionante aventura en la FJD se llevó a cabo con la colaboración de nefrólogos como Hernando, Botello y Rodicio, y urólogos como Carlos Alférez; en resumen, de todo el equipo.

¿Cómo era el ambiente médico clínico de la época?
-Aquellas primeras nefrectomías fueron muy criticadas por la Organización Médica Colegial.

De hecho, algunos miembros de la Real Academia de Medicina afirmaron que el injerto de riñón de donante vivo era una utopía e incluso pidieron que se desautorizara...
-Sí, sí. Eso pasó en España en los años 60. Con el de cadáver se era más tolerante, porque decían: "Pobrecillos, pierden el pelo". Y es que, hasta que se encontró la vía farmacológica de la inmunoterapia, estos pacientes se sometían a radiaciones totales. El programa de trasplante ha sido un camino duro, lleno de noches en blanco, más de dos paquetes al día de tabaco, una amenaza de tuberculosis que me tuvo de baja casi tres meses... y todo gratis et amore. El éxito de muchos programas de la sanidad española de esos años estaba basado en la generosidad de los médicos.

¿Echa de menos esa faceta?
-Sí, se echa de menos. Pero no es culpa de los médicos sino de un sistema que los ha convertido en funcionarios... En aquella época se luchaba por el prestigio personal, que también se lograba, pero había otra forma de entrega a la medicina. Era más humanizada en el sentido de que había más trato, más convivencia con el enfermo; algunos de ellos eran como miembros de tu familia.

¿Qué supone la aparición de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) en todo este entramado?
-La ONT fue una gran invención para organizar el programa de cadáver, que era por el que había apostado el país. Un programa de cadáver necesita una organización y una disciplina de trabajo importantes y un soporte económico extraordinario. Tanto, que se decía que el trasplante vivo era el de los países pobres y el de cadáver el de los ricos. En aquel momento, por razones políticas y por generosidad popular, se convirtió en una referencia para el Ministerio de Sanidad, nacional e internacionalmente; apostó económicamente y no puso limitaciones, al contrario que en otros países.

¿Por qué decidió quedarse en España habiendo estado en centros internacionales?
-Tuve opción de quedarme en California, donde me reconocían el título de médico y de urólogo. Sin embargo, la diferencia entre la UCLA y la FJD de aquellos años, con Carlos Jiménez Díaz, era mínima. Incluso la investigación animal era más fácil desarrollarla en Madrid. Luego había un segundo factor: mi mujer Jacqueline, que era francesa y con la que me casé en esos años, prefería Madrid.

¿Cuál es su mayor satisfacción?
-Confirmar que todos los proyectos en los que me embarqué han sido un éxito, concretamente el programa de trasplante. Además, como urólogo y porque tengo un enorme respeto a la urología, a la que he dedicado mucho tiempo como institución y como especialidad, me satisface que España sea el único país de Europa en el que los urólogos llevan a cabo la totalidad del trasplante renal. Eso se debe al extraordinario esfuerzo que hizo mi generación en los años 60.

¿Cómo pronostica un peso pesado de la especialidad el futuro del trasplante?
-Espléndido. Hay dos argumentos para creer en el programa de trasplante: es la manera más económica de enfrentarse a la insuficiencia renal; aunque sólo sea por esa razón economicista tan importante en este momento. Además, la farmacología del rechazo ha progresado extraordinariamente. Para los urólogos, un mensaje: la urología va a cambiar de escenario y de personajes. La carga asistencial aumentará por la mayor longevidad de la población y tendrá una visión integrada del enfermo. Ello supondrá un nuevo modelo de asistencia urológica para la que hay que estar preparado. De hecho, yo ya estoy promocionándolo.

Un lugar de honor en la 'edad de oro' del injerto de riñón


Estuve a punto de truncar mi vocación de internista/nefrólogo para hacerme cirujano/urólogo cuando nada más acabar la carrera, roté por el Servicio de Urología de la Fundación Jiménez Díaz. Allí tuve ocasión de ver mis primeros trasplantes de riñón y hasta de tirar de valva en una operación que me pareció el no va más: un trasplante renal de vivo. Esto parece ahora el colmo de la modernidad, pero estamos hablando de 1973, ¡hace casi 40 años!De entre el gran equipo urológico de La Concha que lideraba el profesor Cifuentes, destacaba un joven adjunto: Remigio Vela. Su seguridad y su elegancia operando eran evidentes hasta para unos ojos inexpertos como los míos, pero además tenía una virtud que para mi vocación internista era si cabe más apreciada viniendo de un cirujano: estaba a la última de lo que se publicaba y tenía unos más que sólidos conocimientos de medicina. Allí aprendí algo que luego tanto he echado de menos al ver vasos renales o uréteres seccionados: el mejor cirujano (o sea, Vela) debía efectuar la extracción del riñón y luego... ya veremos quién lo pone.

Mi falta de habilidad quirúrgica o mi vocación clínica hizo que nuestras carreras siguieran caminos distintos, aunque paralelos. El ya profesor Vela Navarrete era el gran cirujano de todos conocido y, tras tener en su haber muchos cientos de trasplantes renales de todo tipo, se convirtió, junto a un reducido grupo de nefrólogos y urólogos de muy pocos hospitales, en un abanderado de la donación de vivo, haciendo una travesía del desierto en medio de una marea triunfal del trasplante de cadáver que llevó a España al primer puesto mundial en este campo. Aun reconociendo el indudable éxito de nuestro programa de donación, fueron muchas las veces que Remigio me pidió un mayor apoyo institucional a la donación de vivo.

El tiempo le ha acabado dando la razón: no hay oposición entre las dos formas de donación vivo/cadáver, sino una complementariedad. La ONT se encuentra inmersa en una decidida ofensiva a favor del donante vivo: decididamente la historia se escribe en círculos. Algún día habrá que escribir con letras muy grandes la historia de los grandísimos clínicos y cirujanos que han hecho posible en toda España la edad de oro de los trasplantes: sin duda el profesor Vela Navarrete, mi antiguo maestro y buen amigo Remigio, ocupará un lugar de honor.
Por Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes 

Saber compartido

En Madrid, Remigio Vela accedió a la cátedra de Urología de la Universidad Autónoma, con la que ha saboreado una vida académica que aún prosigue, a través de la Academia Europea. Es uno de los elegidos para adaptar el curriculum de Urología a las exigencias de Bolonia. por lo que prepara los textos urológicos para los estudiantes de Medicina de la UE.

Desde el interior


A pesar de ser buen estudiante, dicen que era muy juerguista...
"Una cosa es que siempre estuviera dispuesto a divertirme y otra, una realidad repleta de obligaciones que me impedían disfrutar de mucho: no podía ir a un partido de fútbol porque podía aparecer una urgencia. No puede imaginar la cantidad de invitaciones estupendas que no he podido aceptar por el programa de trasplante gratis et amore de los años 70. ¡Hasta me pusieron una multa de tráfico por venir a toda mecha, a las siete de la mañana, para hacer una extracción!".

La pandilla de 'La Podrida', el valor de la amistad
"El futuro de una persona depende de sus tutores, pero también de sus amigos. Un grupo de amigos que estudiábamos en la Complutense formamos una piña y, liderados por José Luis Balibrea, que era el padrino porque nos llevaba dos años, formamos La Podrida porque terminábamos siempre jugando una partida de cartas. La mayoría de esos amigos han sido profesionales muy reconocidos: Luis Resel, José Manuel San Román, Sanz Esponera, Paredero del Bosque y Alfredo Botello".

Jacqueline, su mujer, pilar del éxito de su carrera profesional
"Jacqueline ha sido todo. Curiosamente, cuando la he perdido, he reflexionado y he llegado a la conclusión de que casi todo lo que he hecho en mi vida lo hice por ella. No hubiera hecho muchas cosas sin su apoyo, su energía vital, sin su empuje y la fe que mostraba hacia todos mis proyectos, incluso cuando yo decía: ¡abandono!".

Parece frío y distante, pero...
Es un anfitrión excepcional. En la intimidad, entre su familia y amigos, se atreve con la guitarra flamenca, "pero lo mío es lo fácil: fandangos de Huelva y sevillanas".

De su formación humanista se deriva una auténtica pasión por la historia
"Sobre todo por la de mi tierra. Extremadura vivió un momento equiparable al Renacimiento artístico de Italia, pero humanístico. Con la conquista de las Indias empezó un contraste con el Nuevo Mundo y divulgó por Europa todas las nuevas incorporaciones. Me interesan todas las facetas y siento admiración por un momento histórico único que se paralizó en el siglo XVI".
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