Representantes de asociaciones científicas y expertos del Ministerio de Salud aseveraron que la Argentina garantiza la seguridad de las transfusiones de sangre, de acuerdo a lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero llamaron a que la donación sea voluntaria y periódica.
Aseguraron que de esta manera se reducen los riesgos de contagio. Así lo manifestaron los asistentes a una reunión que la cartera sanitaria nacional organizó en su sede para analizar junto a las sociedades científicas la metodología de selección de donantes.
“La seguridad transfusional en el país depende de tres pilares establecidos por la OMS, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la comunidad científica especializada en esta materia, que son contar con un 100% de donantes de sangre voluntarios y habituales provenientes de poblaciones de bajo riesgo; poseer programas de buenas prácticas de producción que aseguren la calidad de los componentes de la sangre elaborados y monitorear el uso adecuado de los componentes transfundidos”, explicó el subsecretario de Políticas, Regulación y Fiscalización del Ministerio de Salud, Andrés Leibovich.
En Latinoamérica sólo un 36% de los donantes de sangre son voluntarios y el índice de donaciones por cada mil habitantes está muy por debajo de lo óptimo, mientras que en Argentina este indicador está creciendo año a año.
Sin embargo, Leibovich precisó que aún “no se ha superado el 50%, que es la meta establecida para los países de la región”.
“Los datos estadísticos recogidos por OPS demuestran que, alcanzado dicho nivel de donaciones voluntarias, se reduce el número de VIH-Sida detectado en los donantes de sangre de 280 cada 100.000 donaciones a 28. Un comportamiento similar se observa con el resto de las infecciones transmisibles por sangre”, añadió.
Junto al funcionario estuvieron la coordinadora general del Plan Nacional de Sangre de la cartera sanitaria, Mabel Maschio, y el titular de la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual, Carlos Falistoco.
De la jornada también participaron representantes de la Sociedad Argentina de Infectología, la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología y el Centro Nacional de Referencia para el Sida de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Por su parte, Maschio expresó que “la seguridad transfusional es mucho más que aplicar técnicas de biología molecular”.
Indicó que “hablar de las virtudes de las técnicas de ácidos nucleicos, conocidas como NAT, en el tamizaje de infecciones en donantes de sangre para la detección de los virus de VIH, Hepatitis B y C, puede llegar a confundir a la población”.
“Expertos en la materia manifiestan que la intervención más efectiva para mejorar la seguridad transfusional en nuestra región es eliminar rápidamente el modelo de donación de sangre de reposición y ocasional, generalizada en la mayoría de los países, desarrollando programas para educar y convocar a personas sanas como donantes regulares, trabajando en el convencimiento de que donen al menos dos veces al año”, puntualizó la funcionaria.
Según Maschio, “este cambio genera no sólo un impacto altamente significativo en la calidad de la sangre y sus componentes. También aumenta la disponibilidad de los mismos, permitiendo garantizar que toda necesidad será cubierta oportunamente, sin la necesidad de pedidos solidarios de urgencia que deban realizar los familiares de los pacientes”.
La responsable del Plan de Sangre puso como ejemplo el crecimiento de donantes voluntarios registrado en el país el año pasado, que alcanzó el 26% y estuvo acompañado de un alza del 35% en el número total de donantes.
“Las nuevas técnicas, cuya aplicación analítica reduce ciertamente el lapso en que las infecciones recientes pueden no detectarse, llamado periodo de ventana.
Es de aproximadamente seis días en el caso del virus VIH y 30 días en el virus de la Hepatitis C, y no reemplazan la necesidad de tener donantes educados, completamente voluntarios y de realizar una estricta selección predonación con el objetivo de que aquellos que donen lo hagan considerando responsablemente el riesgo al que han estado expuestos, ya que el período de ventana sigue existiendo aún con pruebas NAT”, agregó.
En este sentido, la funcionaria explicó que implementar la técnica NAT “requiere una logística e infraestructura de la red de sangre que permita la derivación de muestras a unos pocos laboratorios, que son los encargados de desarrollarlas”.
Precisó que por ser la Argentina un país con grandes distancias y “todavía con una gran dispersión de bancos de sangre”, sería inviable su aplicación actual en todo el territorio sin afectar la disponibilidad de los componentes que se requieren para salvar la vida de los pacientes”.
“Ninguna prueba que se realice da la precisión requerida si no se realiza bajo un programa de garantía de la calidad. Es por ello que los máximos responsables de la salud han priorizado estas líneas de acción y por lo tanto las técnicas de NAT no sólo no son obligatorias en nuestro país, sino que tampoco lo son en ninguna nación de la región”, remarcó Maschio.
Por su parte, Oscar Torres, miembro de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología, expresó que “en los criterios de selección del donante de sangre, Argentina está al nivel de los estándares internacionales”.
Agregó que encuentros como el realizado hoy “apuntan a mejorar la calidad de vida tanto del donante como del receptor”.
Alejandra Monticelli, de la Sociedad Argentina de Infectología, precisó que “es sumamente importante que desde el Ministerio de Salud nos convoquen a este tipo de reuniones porque cada sociedad científica puede aportar desde su especialidad para actualizar las metodologías adoptadas en las transfusiones de sangre”.
De igual manera, Horacio Salomón, del Centro Nacional de Referencia de Sida de la UBA, enunció que “debemos agotar recursos para prevenir el contagio de infecciones por sangre y por eso la transfusión segura es una garantía que Argentina sostiene bajo los métodos propuestos por los organismos internacionales de salud”.
Requisitos para donar
Para donar sangre los únicos requisitos son: tener entre 18 y 65 años; pesar más de 50 kilogramos; pasar una entrevista médica; no haberse realizado tatuajes o piercing en el último año y no haber tenido relaciones sexuales de riesgo en el último año.
Se puede donar sangre dos o tres veces por año y no produce ningún daño al organismo. “Sólo son necesarios controles científicos para brindarle seguridad al receptor”, informó Leibovich.
Secretaría de Comunicación Pública
“La seguridad transfusional en el país depende de tres pilares establecidos por la OMS, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la comunidad científica especializada en esta materia, que son contar con un 100% de donantes de sangre voluntarios y habituales provenientes de poblaciones de bajo riesgo; poseer programas de buenas prácticas de producción que aseguren la calidad de los componentes de la sangre elaborados y monitorear el uso adecuado de los componentes transfundidos”, explicó el subsecretario de Políticas, Regulación y Fiscalización del Ministerio de Salud, Andrés Leibovich.
En Latinoamérica sólo un 36% de los donantes de sangre son voluntarios y el índice de donaciones por cada mil habitantes está muy por debajo de lo óptimo, mientras que en Argentina este indicador está creciendo año a año.
Sin embargo, Leibovich precisó que aún “no se ha superado el 50%, que es la meta establecida para los países de la región”.
“Los datos estadísticos recogidos por OPS demuestran que, alcanzado dicho nivel de donaciones voluntarias, se reduce el número de VIH-Sida detectado en los donantes de sangre de 280 cada 100.000 donaciones a 28. Un comportamiento similar se observa con el resto de las infecciones transmisibles por sangre”, añadió.
Junto al funcionario estuvieron la coordinadora general del Plan Nacional de Sangre de la cartera sanitaria, Mabel Maschio, y el titular de la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual, Carlos Falistoco.
De la jornada también participaron representantes de la Sociedad Argentina de Infectología, la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología y el Centro Nacional de Referencia para el Sida de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Por su parte, Maschio expresó que “la seguridad transfusional es mucho más que aplicar técnicas de biología molecular”.
Indicó que “hablar de las virtudes de las técnicas de ácidos nucleicos, conocidas como NAT, en el tamizaje de infecciones en donantes de sangre para la detección de los virus de VIH, Hepatitis B y C, puede llegar a confundir a la población”.
“Expertos en la materia manifiestan que la intervención más efectiva para mejorar la seguridad transfusional en nuestra región es eliminar rápidamente el modelo de donación de sangre de reposición y ocasional, generalizada en la mayoría de los países, desarrollando programas para educar y convocar a personas sanas como donantes regulares, trabajando en el convencimiento de que donen al menos dos veces al año”, puntualizó la funcionaria.
Según Maschio, “este cambio genera no sólo un impacto altamente significativo en la calidad de la sangre y sus componentes. También aumenta la disponibilidad de los mismos, permitiendo garantizar que toda necesidad será cubierta oportunamente, sin la necesidad de pedidos solidarios de urgencia que deban realizar los familiares de los pacientes”.
La responsable del Plan de Sangre puso como ejemplo el crecimiento de donantes voluntarios registrado en el país el año pasado, que alcanzó el 26% y estuvo acompañado de un alza del 35% en el número total de donantes.
“Las nuevas técnicas, cuya aplicación analítica reduce ciertamente el lapso en que las infecciones recientes pueden no detectarse, llamado periodo de ventana.
Es de aproximadamente seis días en el caso del virus VIH y 30 días en el virus de la Hepatitis C, y no reemplazan la necesidad de tener donantes educados, completamente voluntarios y de realizar una estricta selección predonación con el objetivo de que aquellos que donen lo hagan considerando responsablemente el riesgo al que han estado expuestos, ya que el período de ventana sigue existiendo aún con pruebas NAT”, agregó.
En este sentido, la funcionaria explicó que implementar la técnica NAT “requiere una logística e infraestructura de la red de sangre que permita la derivación de muestras a unos pocos laboratorios, que son los encargados de desarrollarlas”.
Precisó que por ser la Argentina un país con grandes distancias y “todavía con una gran dispersión de bancos de sangre”, sería inviable su aplicación actual en todo el territorio sin afectar la disponibilidad de los componentes que se requieren para salvar la vida de los pacientes”.
“Ninguna prueba que se realice da la precisión requerida si no se realiza bajo un programa de garantía de la calidad. Es por ello que los máximos responsables de la salud han priorizado estas líneas de acción y por lo tanto las técnicas de NAT no sólo no son obligatorias en nuestro país, sino que tampoco lo son en ninguna nación de la región”, remarcó Maschio.
Por su parte, Oscar Torres, miembro de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología, expresó que “en los criterios de selección del donante de sangre, Argentina está al nivel de los estándares internacionales”.
Agregó que encuentros como el realizado hoy “apuntan a mejorar la calidad de vida tanto del donante como del receptor”.
Alejandra Monticelli, de la Sociedad Argentina de Infectología, precisó que “es sumamente importante que desde el Ministerio de Salud nos convoquen a este tipo de reuniones porque cada sociedad científica puede aportar desde su especialidad para actualizar las metodologías adoptadas en las transfusiones de sangre”.
De igual manera, Horacio Salomón, del Centro Nacional de Referencia de Sida de la UBA, enunció que “debemos agotar recursos para prevenir el contagio de infecciones por sangre y por eso la transfusión segura es una garantía que Argentina sostiene bajo los métodos propuestos por los organismos internacionales de salud”.
Requisitos para donar
Para donar sangre los únicos requisitos son: tener entre 18 y 65 años; pesar más de 50 kilogramos; pasar una entrevista médica; no haberse realizado tatuajes o piercing en el último año y no haber tenido relaciones sexuales de riesgo en el último año.
Se puede donar sangre dos o tres veces por año y no produce ningún daño al organismo. “Sólo son necesarios controles científicos para brindarle seguridad al receptor”, informó Leibovich.
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