martes, 18 de octubre de 2011

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Amordosis

18 OCT 2011 12:59
Jesús de la Gándara
Jesús de la Gándara
Jesús J. de la Gándara, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital General Yagüe de Burgos, analiza la salud mental de los ciudadanos de hoy en día, siempre con un toque de actualidad

La amordosis es una enfermedad mental con dos manifestaciones principales: la neurosis obsesiva amorosa y la dependencia emocional inevitable. La primera hace que te vuelvas lelo, neurasténico y psicótico; la segunda hace que no puedas vivir sin la dosis diaria de la droga.
El Mundo

Se trata de una enfermedad grave, aunque transitoria; incómoda, pero tolerada; leve pero insoportable; liberadora pero atenazante; creativa pero reiterativa; generosa pero posesiva; apetecida pero adictógena, insufrible pero liviana; alegre pero severa; común pero exclusiva, etc. Esta patología la sienten los que la sufren, pero la padecen todos los que conviven con los afectados.

Todos -y todas- la hemos sufrido, sufrimos o sufriremos; no hay raza, sexo ni edad que se libre de ella. ¡Y pobre el que nunca haya enfermado o enferme!, qué penuria emocional la suya.

Yo -lo confieso- la he sufrido muchas veces, o al menos eso me parecía. Pero ahora ya estoy curado, o al menos eso creo. Aunque a veces pienso que con frecuencia recaigo en sus abismos, tenazas y miserias. ¿A ti también te pasa, verdad? De hecho, hay científicos que aseguran que este mal puede durar muchos años, aunque la mayoría opina que es un trastorno mental transitorio, que dura poco, se cura solo y casi nunca deja secuelas. ¡Qué bonito, verdad!

Aunque seguro que te preguntarás, y con razón, ¿a qué viene hablar de esta tontuna en estos tiempos tan ingratos y peligrosos?

Pues es bien sencillo. Se debe a que esta mañana, como tantas otras, harto de despertarme oyendo palabros económicos que no entiendo, amenazas de agencias financieras que no conozco, declaraciones de supuestos expertos incapaces de arreglar nada o promesas de politicastros embaucadores que sólo tratan de ocultar sus incompetencias, he tratado de distraerme del barullo y me he inventado esta bonita palabra: “Amordosis”, dosis de amor, neurosis de amor… qué liviandad insustancial, qué distracción tan inocente y barata.

Luego he pensado que tal vez a esas personas tan sesudamente concentradas en la crisis, con sus severas inteligencias abstrusas, lo que les pasa es que están enfermas de amordosis y por eso parecen tan lelas, tan inútiles, tan reiterativas y tan severas. Quizá podamos achacarle a esa enfermedad sus idiocias inoperantes. Lo que no he logrado colegir es con quienes pueden sentirse amordóticas, como no sea consigo mismas.

Aunque, bien pensado, me temo que no, que esas personas son de las que nunca enferman de amordosis, lo suyo es más grave, más crónico, más contagioso y más peligroso para los demás.

Por eso yo prefiero sufrir de amordosis todavía, o quizá siempre, y tú también, ¿verdad?

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