Desvelan una causa de la resistencia a la quimioterapia en cánceres de mama y ovario
ABCSALUD
Última revisión miércoles 19 de junio de 2013 Se estima que entre un 5 y un 10% de los cánceres de mama y ovario son familiares, es decir, se deben a mutaciones heredadas de los progenitores en genes como BRCA1 o BRCA2. En las pacientes con estas mutaciones, los inhibidores de PARP, que se encuentran en fase clínica, han mostrado resultados esperanzadores, lo que les convierte en una nueva vía de tratamiento personalizado y alternativo a la terapia estándar. No obstante, los últimos estudios indican que una fracción de las pacientes genera resistencias al fármaco y, por consiguiente, dejan de responder al nuevo tratamiento.
Una investigación en la que ha participado el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), junto a investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU, describe las causas que explican por qué tumores con mutaciones en BRCA1 o BRCA2 dejan de responder a las drogas inhibidoras de PARP. «Los inhibidores de PARP son tóxicos solo en tumores que tienen fallos en los mecanismos de reparación del ADN, como los que tienen mutaciones en BRCA1 y 2», aclara María Nieto-Soler, investigadora del equipo que dirige Óscar Fernández-Capetillo.
Según los autores, el problema surge cuando los tumores, además de tener mutaciones en BRCA1 o BRCA2, presentan también mutaciones secundarias en otras proteínas, como 53BP1 o PTIP, cuya función es la de limitar la reparación del ADN. En estos casos, las mutaciones se compensan entre sí, las células tumorales recuperan la capacidad de reparar su ADN y la droga deja de ser efectiva.
«Este es uno de los primeros trabajos en los que se demuestra que mutaciones secundarias pueden volver insensibles a los tumores frente a tratamientos específicos como son, en este caso, los inhibidores de PARP», explica Fernández-Capetillo.
Tests diagnósticos
Cuando los investigadores compararon los tratamientos entre sí, observaron que el tratamiento estándar con cisplatino era más eficiente que la terapia personalizada en aquellos tumores con mutaciones en BRCA1 o BRCA2 que también presentaban mutaciones en 53BP1 o PTIP. «Estos datos indican que solo las pacientes con mutaciones en BRCA1 o BRCA2, pero no en los genes secundarios que hemos descrito, serían candidatas a una terapia personalizada efectiva con los inhibidores de PARP», explica Fernández-Capetillo.
El experto concluye: «Nuestros resultados sugieren que habría que evaluar los genes 53BP1 y PTIP en las pacientes con cáncer de mama u ovario familiar con deficiencias en los genes BRCA antes de decidir su tratamiento».
En este contexto, los científicos pretenden alertar a los profesionales de la medicina personalizada respecto a que, además de la búsqueda de marcadores de sensibilidad a nuevos fármacos, el reto engloba también la investigación de marcadores secundarios que confieren resistencias. Para ellos, el objetivo sería lograr una mejora sustancial en los tratamientos.
Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.
Una investigación en la que ha participado el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), junto a investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU, describe las causas que explican por qué tumores con mutaciones en BRCA1 o BRCA2 dejan de responder a las drogas inhibidoras de PARP. «Los inhibidores de PARP son tóxicos solo en tumores que tienen fallos en los mecanismos de reparación del ADN, como los que tienen mutaciones en BRCA1 y 2», aclara María Nieto-Soler, investigadora del equipo que dirige Óscar Fernández-Capetillo.
Según los autores, el problema surge cuando los tumores, además de tener mutaciones en BRCA1 o BRCA2, presentan también mutaciones secundarias en otras proteínas, como 53BP1 o PTIP, cuya función es la de limitar la reparación del ADN. En estos casos, las mutaciones se compensan entre sí, las células tumorales recuperan la capacidad de reparar su ADN y la droga deja de ser efectiva.
«Este es uno de los primeros trabajos en los que se demuestra que mutaciones secundarias pueden volver insensibles a los tumores frente a tratamientos específicos como son, en este caso, los inhibidores de PARP», explica Fernández-Capetillo.
Tests diagnósticos
Cuando los investigadores compararon los tratamientos entre sí, observaron que el tratamiento estándar con cisplatino era más eficiente que la terapia personalizada en aquellos tumores con mutaciones en BRCA1 o BRCA2 que también presentaban mutaciones en 53BP1 o PTIP. «Estos datos indican que solo las pacientes con mutaciones en BRCA1 o BRCA2, pero no en los genes secundarios que hemos descrito, serían candidatas a una terapia personalizada efectiva con los inhibidores de PARP», explica Fernández-Capetillo.
El experto concluye: «Nuestros resultados sugieren que habría que evaluar los genes 53BP1 y PTIP en las pacientes con cáncer de mama u ovario familiar con deficiencias en los genes BRCA antes de decidir su tratamiento».
En este contexto, los científicos pretenden alertar a los profesionales de la medicina personalizada respecto a que, además de la búsqueda de marcadores de sensibilidad a nuevos fármacos, el reto engloba también la investigación de marcadores secundarios que confieren resistencias. Para ellos, el objetivo sería lograr una mejora sustancial en los tratamientos.
nota
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