ENTREVISTA
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Andrés Lozano
'Ya hay voluntarios dispuestos a que les pongamos electrodos para mejorar su memoria'
Este español es pionero en estimulación cerebral. | Sergio Enríquez
- Aunque no es ético, la sociedad tendrá que plantearse este tipo de opciones
¿En qué confía más para seguir ampliando el conocimiento del cerebro, en las pruebas de imagen, en la genética...?
Muchas veces los grandes descubrimientos han sido una cuestión de azar. Por ejemplo, una vez, tratando con electrodos a un paciente con obesidad, encontramos una región capaz de mejorar su memoria. Cuando vas a un sitio nuevo del cerebro, se revelan nuevos circuitos neuronales y puedes descubrir cosas que nunca imaginaste.
¿Dónde está el límite de la estimulación cerebral? ¿Podremos tratar cualquier cosa con electrodos?
Todas las enfermedades psiquiátricas y neuronales tienen una base de circuitos cerebrales alterados; pero también lo tienen la memoria, la alegría, la tristeza, la inteligencia... Por ejemplo, ya tenemos dos voluntarios dispuestos a que les pongamos electrodos para mejorar su memoria. Eso no es ético hoy por hoy, pero es algo que la sociedad se va a tener que plantear; esa especie de 'neurocirugía cosmética'. Los implantes de pecho, por ejemplo, estaban reservados hace unos años para casos de cáncer, mientras que ahora es una cirugía muy común. Las cosas cambian con el tiempo y en el caso del cerebro tendremos que afrontar ese debate en el futuro.
¿Ha avanzado mucho el conocimiento del cerebro? ¿Cuánto nos queda por conocer?
Aún no conocemos cómo funciona la memoria, cuál es la base anatómica de la conciencia, cómo se puede grabar información en el cerebro... Todavía hay cosas completamente misteriosas, muchas regiones del cerebro que no sabemos exactamente qué están haciendo, por qué se han desarrollado tanto en el ser humano en comparación con los animales, dónde residen las funciones más desarrolladas, como la empatía, la ambición, la justicia...
¿Cómo reaccionan los pacientes antes de que empiece a operar su cerebro?
Hay que tener en cuenta que hacemos cirugías para patologías ya bien establecidas, como el Parkinson [con 100.000 pacientes ya tratados en todo el mundo]. Cuando vamos a nuevas dianas, operamos a pacientes que han probado sin éxito todo tipo de tratamientos, que tienen enfermedades resistentes a las terapias convencionales, y están al borde de la muerte. Son muy valientes cuando aceptan ser los primeros en el mundo a quienes colocamos electrodos con una nueva finalidad.
Después de 50 años viviendo en Canadá, ¿qué relación mantiene con España?
Tenemos varias colaboraciones en España y hay médicos españoles que vienen a Toronto a formarse en la técnica de la estimulación cerebral profunda; y esta cirugía ya se usa de rutina en hospitales españoles para tratar el Parkinson. En cambio, su uso en patologías psiquiátricas, como la depresión, está menos extendido aquí.
¿Cómo se ve la crisis desde Toronto?
La crisis en España es bastante preocupante porque la investigación no está avanzanado al ritmo que uno quisiera por falta de recursos. Pero yo creo que hay que invertir en esto por varias razones, y una de ellas es económica. Por ejemplo, si usted tiene a un paciente de 30 años con depresión, metido en su casa sin salir, cobrando una pensión, le está costando dinero al gobierno. En cambio, si con los electrodos logras convertir a esta persona en alguien que está trabajando y pagando impuestos... yo creo que incluso desde el punto de vista económico, hay que invertir en ciencia.
¿Hubiese podido usted hacer en España lo que hace en Canadá?
No sé si todo lo que hago lo hubiese podido hacer, pero la curiosidad es algo intrínseco, y supongo que la hubiese tenido en cualquier sitio. En España hay científicos fantásticos.
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