viernes, 15 de noviembre de 2013

Los desorbitados precios, y no la demanda, subyacen al aumento masivo en el gasto sanitario de EE. UU.: MedlinePlus

Los desorbitados precios, y no la demanda, subyacen al aumento masivo en el gasto sanitario de EE. UU.: MedlinePlus

 

Los desorbitados precios, y no la demanda, subyacen al aumento masivo en el gasto sanitario de EE. UU.

Una importante encuesta de las tendencias en la atención sanitaria de EE. UU. trae sorpresas

Traducido del inglés: miércoles, 13 de noviembre, 2013
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MARTES, 12 de noviembre (HealthDay News) -- Al contrario de la creencia popular, el principal motivo del aumento en el gasto sanitario de EE. UU. no es una población que envejece ni la demanda de los pacientes, sino los crecientes costos de los fármacos, procedimientos y atención hospitalaria, halla un estudio reciente.
Los investigadores hallaron que desde 2000, esos aumentos anuales en los precios han explicado el 91 por ciento del aumento en el gasto nacional en atención sanitaria, que totalizó 2.7 billones de dólares en 2011.
"Fue sorprendente", comentó el investigador líder, el Dr. Hamilton Moses, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore. Anotó que con frecuencia la gente apunta al envejecimiento de la población, o a que los médicos indican demasiadas pruebas o tratamientos, como los principales factores del desorbitado gasto en atención sanitaria.
"Creo que el origen de esa idea errónea proviene de que el tema se ha politizado", advirtió Moses, quien también es presidente del Alerion Institute, una firma de asesoría con sede en Virginia.
El nuevo estudio, que aparece en la edición del 13 de noviembre de la revista Journal of the American Medical Association, constituye un intento de añadir más datos reales al debate.
En el clima político actual, lamentó Moses, "las discusiones racionales basadas en información válida" son difíciles de encontrar.
"Pero el hecho es que gastamos más en atención sanitaria que otros países desarrollados, y EE. UU. sigue quedándose atrás en los resultados", advirtió.
Moses dijo que un ejemplo es la esperanza de vida. Está mejorando en EE. UU., pero no tan rápido como en otros países desarrollados.
El motivo de esos peores resultados no está del todo claro, y es probable que sea complejo, anotó Moses. Pero, comentó, la moraleja es que "los pacientes de EE. UU. deberían demandar un grado mucho más alto de servicio del que reciben".
Para el estudio, el equipo de Moses analizó una variedad de fuentes públicas de datos para observar las tendencias en el gasto sanitario a partir de 1980.
Lo que hallaron contradice algunas creencias convencionales. En primer lugar, los aumentos en los precios han producido el aumento en los costos en atención sanitaria desde 2000. Los precios de los medicamentos y los dispositivos han aumentado en alrededor del 4 por ciento al año, en promedio. Los cargos hospitalarios han experimentado un aumento similar. Mientras tanto, los costos administrativos (lo que médicos y hospitales gastan para obtener pagos de las aseguradoras y los pacientes) han aumentado un mínimo del 6 por ciento cada año.
Y las "fuerzas del mercado" no tienen nada que ver. "Los pacientes nunca ven el 90 por ciento de esos costos", apuntó Moses, e incluso los médicos podrían no saber cuánto cuesta un tratamiento. Respecto a los dispositivos médicos, como los dispositivos cardiacos implantables, por ejemplo, los hospitales firman acuerdos de confidencialidad con los fabricantes que les impiden compartir la información sobre los precios, y saber si están obteniendo un buen trato o no.
Otro hallazgo podría sorprender a muchos pacientes: los estadounidenses han estado pagando una parte cada vez más pequeña de su atención médica con el paso del tiempo.
En 2011, los consumidores pagaron el 11 por ciento de los costos nacionales en atención de salud (en la forma de primas de seguro, copagos y otros gastos). Esto fue un descenso respecto al 23 por ciento en 1980.
Y aunque hay mucho de qué preocuparse por los miembros de la generación de la postguerra que envejecen y sobrecargan al sistema de atención sanitaria, ahora mismo los adultos mayores no son los que están llevando dicho sistema a la quiebra. Las afecciones crónicas entre las personas menores de 65 años (que incluyen enfermedades cardiacas, hipertensión y dolor de espalda, entre muchas otras cosas) explican dos tercios de los costos de la atención sanitaria, halló el estudio.
"Las enfermedades crónicas son un problema de todos, no solo de los mayores", comentó Moses. Añadió que, para el público general, se trata de otro recordatorio para que siga un estilo de vida saludable que reduzca las probabilidades de contraer problemas comunes de salud como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes.
Pero nadie cree que unas dietas sanas y el ejercicio arreglarán el problema de la atención sanitaria en EE. UU. Todavía está por verse si la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio conllevará una mejora, apuntó Moses.
El Dr. Joshua Sharfstein, secretario del departamento de salud de Maryland, dijo que quizá sí. La ley da a los estados más flexibilidad para hallar "formas innovadoras" de reducir los costos, según Sharfstein, coautor de un editorial publicado con el estudio.
En Maryland, apuntó Sharfstein, una comisión independiente ha determinado los precios hospitalarios desde los 70. Y ahora su estado trabaja en un plan que evitaría que los gastos hospitalarios crezcan con mayor rapidez que la economía. También tiene el propósito de reducir los incentivos para que los hospitales realicen más procedimientos, y en lugar de ello recompensarles por una mejor calidad en la atención.
"Tenemos que pasar a los incentivos por eficiencia", planteó Sharfstein.
Controlar los costos de la atención sanitaria para que no crezcan más que la economía debería ser una meta nacional, según el Dr. Ezekiel Emanuel, catedrático de ética médica y políticas de salud de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.
"Requiere que nos esforcemos. Requiere que replanteemos el sistema actual", señaló Emanuel, quien también escribió un comentario en la misma edición de la revista. Pero, añadió, sería "factible" asegurar que el gasto sanitario por persona no aumente más que el producto bruto interno.
Junto con Maryland, apuntó Emanuel, Massachusetts y Arkansas han adoptado planes para reducir costos con una meta parecida. Comentó que para que esto suceda a nivel nacional "primero las personas tienen que estar de acuerdo con que es una meta valiosa".
¿Cómo podría suceder? Emanuel dijo que una forma sería reducir el nivel de atención que se suministra en los hospitales, y cambiarlo a ámbitos mucho menos costosos, como los hogares de las personas.
Esa meta tiene un precedente. Durante unos años en los 90, anotó Emanuel, el gasto en atención sanitaria de EE. UU. creció aproximadamente al mismo ritmo que la economía. Esto sucedió cuando los planes de gestión de la atención controlaron los gastos durante un breve periodo. Pero la falta de satisfacción de médicos y pacientes con las restricciones de la atención gestionada, como las autorizaciones previas para las pruebas y tratamientos, condujo a un "contragolpe", lamentó Emanuel.
Pero cree que desde entonces se han aprendido ciertas lecciones, y ahora se sabe más sobre dónde implementar controles esenciales para los costos. "No creo que tuviéramos el mismo tipo de contragolpe", planteó Emanuel.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Hamilton Moses III, M.D., adjunct professor, neurology, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore; Joshua Sharfstein, M.D., secretary, Maryland Department of Health and Mental Hygiene; Ezekiel Emanuel, M.D., Ph.D., chair, medical ethics and health policy, University of Pennsylvania School of Medicine, Philadelphia; Nov. 13, 2013, Journal of the American Medical Association
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