SALUD Medidas de prevención
Nuevos datos científicos apoyan la 'tasa refresco' para reducir la obesidad
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Incrementar el precio de las bebidas azucaradas da resultados
A principios de este año, la Real Academia de Médicos de Reino Unido propuso una serie de medidas para hacer frente a la creciente epidemia de obesidad que vive el país. Entre ellas, destacaba especialmente una: la implantación de un impuesto específico sobre las bebidas azucaradas.
Incrementar el precio de estos refrescos en un 20%, señaló Terence Stephenson, presidente de la institución, "impulsaría a la gente a beber otras cosas más saludables" y contribuiría a reducir significativamente el problema del sobrepeso.
Enseguida, la Asociación Británica de Refrescos y distintas federaciones de la industria alimentaria rechazaron la medida y la tacharon de poco útil. El debate ya estaba servido.
Transcurridos unos meses, un estudio publicado en la revista 'British Medical Journal' vuelve a apoyar la argumentación de los médicos con datos. El trabajo, dirigido por investigadores de la Universidad de Oxford, realiza una estimación del impacto que tendría la propuesta tasa sobre los refrescos. Y concluye que, aunque "no puede considerarse una panacea", la medida sí es efectiva en la lucha contra la obesidad.
En concreto, el trabajo -que ha realizado un modelo teniendo en cuenta el precio de las bebidas, las calorías que contienen y el consumo habitual, entre otras variables- señala que una tasa del 20% en los refrescos azucarados contribuiría a reducir en un 1,3% las cifras de obesidad y un 0,9% las de sobrepeso.
Aunque la reducción parezca modesta, señalan los investigadores en el trabajo, da muestra de su alcance cuando se traduce en números concretos: si se implantase la medida, habría 180.000 británicos obesos menos y se reducirían en 285.000 personas las cifras de sobrepeso.
El impacto sería especialmente alto entre los menores de 30 años, quienes más refrescos consumen en el país. Además, subrayan, su efecto sería independiente del nivel de ingresos económicos de la población.
"Nuestros datos señalan que este impuesto puede proporcionar una contribución muy útil a una estrategia multifactorial para combatir la obesidad y otras enfermedades relacionadas con la dieta", apuntan los científicos, quienes subrayan que los 276 millones de libras (326 millones de euros) que podrían recaudarse con la medida podrían usarse para incrementar los fondos del sistema nacional de salud en estos momentos de crisis o directamente para "subvencionar alimentos beneficiosos para la salud, como la fruta y la verdura".
Para Jason P. Block, especialista en prevención de la obesidad de la Universidad de Harvard (EEUU) y autor de un comentario que acompaña al estudio en la revista médica, este trabajo "aporta evidencias de que una tasa del 20% sobre las bebidas azucaradas puede funcionar".
Otra cosa, añade, es que que las autoridades estén dispuestas a ponerla en marcha. Los países que han dado un paso adelante en este sentido, como Francia, sólo han establecido tasas menores del 10%, lo que, según Block, no ha demostrado tener ningún impacto sobre las cifras de obesidad. "Necesitamos que más países implemente tasas altas y midan los resultados", reclama en la revista médica.
Coincide con su punto de vista Miguel Ángel Martínez, investigador del CIBERobn y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, para quien "es inevitable que tarde o temprano llegue a implantarse un impuesto sobre las bebidas azucaradas".
"Hay muchísimas evidencias de los efectos que estas bebidas tienen sobre la obesidad y otros problemas, como la diabetes, la hipertensión, el síndrome metabólico o la hipertensión", subraya. Y añade: "En la lucha contra la obesidad la educación es fundamental, pero esta debe ir acompañada de medidas estructurales, como los impuestos, que a largo plazo son más últiles para conseguir cambios en los hábitos de vida".
Según su opinión, si estas iniciativas sólo se han puesto en marcha de manera tímida en un pequeño grupo de países es, en gran parte, debido a la presión de "una industria muy poderosa que está muy bien asesorada desde el punto de vista del marketing y la publicidad".
Para José María Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica de la Universidad de Tufts (EEUU), investigador y colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y director científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA), las tasas sobre las bebidas azucaradas no son, en cambio, el camino a seguir en la prevención de la obesidad.
"Si después de varias décadas y miles de millones de euros dedicados a la investigación sobre obesidad, la mejor 'tirita' que encontramos para aliviar el problema es poner impuestos sobre el consumo de ciertos alimentos o bebidas, algo realmente no está funcionando", indica.
Además, añade, "las bebidas azucaradas pueden llegar a alcanzar precios muy bajos, por lo que añadir un 20% a esos precios no supondría un gran impedimento a la hora de seguir con el consumo habitual".
"Como investigador, me gusta sacar conclusiones basadas en datos sólidos, validados y reproducibles. Los modelos de futuro, como el presentado en el 'British Medical Journal' para disminuir el problema de la obesidad mediante impuestos, son ciertamente elegantes, indicativos, pero tremendamente subjetivos y son sólo eso: modelos", subraya.
"Quizás tendríamos que pensar en rutas alternativas, como por ejemplo la educación positiva y creativa para incorporar o recupear estilos de vida saludables a nuestros hábitos", concluye.
Incrementar el precio de estos refrescos en un 20%, señaló Terence Stephenson, presidente de la institución, "impulsaría a la gente a beber otras cosas más saludables" y contribuiría a reducir significativamente el problema del sobrepeso.
Enseguida, la Asociación Británica de Refrescos y distintas federaciones de la industria alimentaria rechazaron la medida y la tacharon de poco útil. El debate ya estaba servido.
Transcurridos unos meses, un estudio publicado en la revista 'British Medical Journal' vuelve a apoyar la argumentación de los médicos con datos. El trabajo, dirigido por investigadores de la Universidad de Oxford, realiza una estimación del impacto que tendría la propuesta tasa sobre los refrescos. Y concluye que, aunque "no puede considerarse una panacea", la medida sí es efectiva en la lucha contra la obesidad.
En concreto, el trabajo -que ha realizado un modelo teniendo en cuenta el precio de las bebidas, las calorías que contienen y el consumo habitual, entre otras variables- señala que una tasa del 20% en los refrescos azucarados contribuiría a reducir en un 1,3% las cifras de obesidad y un 0,9% las de sobrepeso.
Aunque la reducción parezca modesta, señalan los investigadores en el trabajo, da muestra de su alcance cuando se traduce en números concretos: si se implantase la medida, habría 180.000 británicos obesos menos y se reducirían en 285.000 personas las cifras de sobrepeso.
El impacto sería especialmente alto entre los menores de 30 años, quienes más refrescos consumen en el país. Además, subrayan, su efecto sería independiente del nivel de ingresos económicos de la población.
"Nuestros datos señalan que este impuesto puede proporcionar una contribución muy útil a una estrategia multifactorial para combatir la obesidad y otras enfermedades relacionadas con la dieta", apuntan los científicos, quienes subrayan que los 276 millones de libras (326 millones de euros) que podrían recaudarse con la medida podrían usarse para incrementar los fondos del sistema nacional de salud en estos momentos de crisis o directamente para "subvencionar alimentos beneficiosos para la salud, como la fruta y la verdura".
Para Jason P. Block, especialista en prevención de la obesidad de la Universidad de Harvard (EEUU) y autor de un comentario que acompaña al estudio en la revista médica, este trabajo "aporta evidencias de que una tasa del 20% sobre las bebidas azucaradas puede funcionar".
Otra cosa, añade, es que que las autoridades estén dispuestas a ponerla en marcha. Los países que han dado un paso adelante en este sentido, como Francia, sólo han establecido tasas menores del 10%, lo que, según Block, no ha demostrado tener ningún impacto sobre las cifras de obesidad. "Necesitamos que más países implemente tasas altas y midan los resultados", reclama en la revista médica.
Coincide con su punto de vista Miguel Ángel Martínez, investigador del CIBERobn y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, para quien "es inevitable que tarde o temprano llegue a implantarse un impuesto sobre las bebidas azucaradas".
"Hay muchísimas evidencias de los efectos que estas bebidas tienen sobre la obesidad y otros problemas, como la diabetes, la hipertensión, el síndrome metabólico o la hipertensión", subraya. Y añade: "En la lucha contra la obesidad la educación es fundamental, pero esta debe ir acompañada de medidas estructurales, como los impuestos, que a largo plazo son más últiles para conseguir cambios en los hábitos de vida".
Según su opinión, si estas iniciativas sólo se han puesto en marcha de manera tímida en un pequeño grupo de países es, en gran parte, debido a la presión de "una industria muy poderosa que está muy bien asesorada desde el punto de vista del marketing y la publicidad".
Para José María Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica de la Universidad de Tufts (EEUU), investigador y colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y director científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA), las tasas sobre las bebidas azucaradas no son, en cambio, el camino a seguir en la prevención de la obesidad.
"Si después de varias décadas y miles de millones de euros dedicados a la investigación sobre obesidad, la mejor 'tirita' que encontramos para aliviar el problema es poner impuestos sobre el consumo de ciertos alimentos o bebidas, algo realmente no está funcionando", indica.
Además, añade, "las bebidas azucaradas pueden llegar a alcanzar precios muy bajos, por lo que añadir un 20% a esos precios no supondría un gran impedimento a la hora de seguir con el consumo habitual".
"Como investigador, me gusta sacar conclusiones basadas en datos sólidos, validados y reproducibles. Los modelos de futuro, como el presentado en el 'British Medical Journal' para disminuir el problema de la obesidad mediante impuestos, son ciertamente elegantes, indicativos, pero tremendamente subjetivos y son sólo eso: modelos", subraya.
"Quizás tendríamos que pensar en rutas alternativas, como por ejemplo la educación positiva y creativa para incorporar o recupear estilos de vida saludables a nuestros hábitos", concluye.
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