Isabel Gallardo Ponce. Madrid | igallardo@diariomedico.com | 10/04/2017 00:00
El consumo per cápita de lácteos en la población española se ha reducido en más de un 25 por ciento entre 2000 y 2016. Según ha explicado a DM María José Ciudad Cabañas, profesora del Departamento de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, a propósito de su participación en las XX Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica, celebradas en Madrid, "este descenso es alarmante". El cambio en el consumo se debe, según Ciudad y Félix Bermejo Pareja, jefe emérito del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, a campañas más bien tendenciosas, a un incremento de las intolerancias, a modas y a un aumento de la ingesta de bebidas vegetales, pero sobre todo a ideas erróneas del efecto de la leche en la salud y a un supuesto impacto sobre el desarrollo de los factores de riesgo cardiovascular.
Según varios estudios realizados enlos últimos años, esa asociación no se produce. Es más, los nutrientes y los componentes de la leche pueden reducir hasta un 18-20 por ciento los factores de riesgo que producen las enfermedades cardiovasculares.
Así, el aumento en la ingesta de las bebidas vegetales, "mal llamadas leches vegetales porque los códigos alimenticios -e internacionales- sólo admiten como leche aquel producto obtenido a partir del ordeño", supera el consumo de la leche animal.
Ante la creencia popular de que la leche está sólo destinada a los mamíferos en crecimiento, Bermejo ha recordado que la leche de mamíferos no es un alimento comparable a las bebidas vegetales, que son un nutriente. "La leche tiene otras capacidades funcionales que no tienen que ver con las alimenticias. Tiene microARN, que modifica la actividad de los genes, además de hormonas asociadas a los lípidos. La leche activa hormonas que favorecen el crecimiento. La evidencia científica es firme: la leche no sólo alimenta sino que tiene capacidades funcionales, endocrinas y genéticas que favorecen el desarrollo".
Ciudad ha recordado que la leche contiene hidratos de carbono, vitamina D, calcio, potasio y ácidos grasos, de los cuales en torno al 60-70 por ciento son de cadena corta y no afectan a los niveles de colesterol. Además, los ácidos grasos trans se caracterizan por incrementar los niveles del colesterol HDL y APo A1 y no modifican tampoco la relación total del colesterol.
Asimismo, y ante la controversia levantada sobre el contenido de aceite de palma en muchos productos alimenticios, Ciudad ha comentado que la leche contiene "concentraciones mínimas de aceite de palma, que no producen esos efectos que se le atribuyen".
Deterioro cognitivo
Bermejo ha realizado una revisión sistemática en bases de datos biomédicas para evaluar la relación entre la ingesta de leche bovina y bebidas vegetales y la prevención del deterioro cognitivo. Según él, no existen evidencias lo suficientemente firmes para sustentar que la leche bovina es un factor de protección del deterioro cognitivo -leve, demencia o enfermedad de Alzheimer-, pero los datos de cohortes indican que existen bases biológicas plausibles para realizar más investigaciones al respecto, sobre todo en el ámbito del Alzheimer y en países occidentales, que confirmen los datos japoneses existentes.
Según Ciudad, los médicos deben hacer campañas preventivas e informar a los pacientes evitando los sesgos de información que existen en la sociedad y se difunden por las redes, y contando para ello con los medios de comunicación y las propias redes.
"Hay que hacer prevención y divulgación para que el profesional se documente atendiendo a los estudios científicos, pero también en el medio universitario para transmitir los resultados a los alumnos". Al mismo tiempo, desde primaria el facultativo puede transmitir la información correcta a la población. Siempre sin olvidar que "nos movemos cíclicamente y por modas. Hasta hace un tiempo la moda fue la dieta mediterránea, después la vegetariana y ahora la vegana", ha concluido Ciudad.
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