Redacción. Madrid | 17/04/2017 17:00
"Estos resultados son un cambio paradigmático, porque muestran que células diferentes a los linfocitos T pueden servir como reservorio para el VIH", dice Jenna Honeycutt, autora principal del trabajo. "El hecho de que los macrófagos infectados por el VIH puedan persistir significa que cualquier posible intervención terapéutica para erradicar el virus podría tener como objetivo dos tipos muy distintos de células".
Utilizando un modelo de ratón humanizado para tener solo células de linaje mieloide (MoM) y carecer de linfocitos T, Garcia y su equipo demostraron que la TAR suprime de forma rotunda la replicación del VIH en los macrófagos tisulares. Sin embargo, cuando se interrumpió el tratamiento, se observó un rebote viral en un tercio de los animales. Este hecho es consistente con el establecimiento de infección persistente en los macrófagos tisulares.
"Es el primer trabajo que demuestra que los macrófagos tisulares pueden estar infectados y que responden a la terapia antirretroviral", afirma Honeycutt. "Además, demostramos que los macrófagos infectados pueden persistir a pesar de la TAR, y lo más importante, que pueden reiniciar y mantener la infección después de la interrupción de la terapia, incluso en ausencia de células T, el principal objetivo de infección por VIH".
Ahora que estos investigadores han comprobado que el VIH persiste en los macrófagos, el siguiente paso es determinar qué regula esa persistencia, en qué lugares del organismo se produce, durante el tratamiento del VIH, y cómo responden a eventuales intervenciones terapéuticas dirigidas a erradicar virus.
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