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Institutos Nacionales de la Salud
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La grasa saturada podría hacer que el cerebro sea vulnerable al Alzheimer
Los investigadores dicen que un nuevo estudio de tamaño reducido muestra que la grasa reduce el nivel de un compuesto químico que mantiene el Alzheimer a raya en el organismo
Traducido del inglés: martes, 18 de junio, 2013
En un pequeño estudio publicado en línea el lunes en la revista JAMA Neurology, los investigadores hallaron que la grasa saturada de la dieta reduce los niveles en el organismo de la sustancia química apolipoproteína E, también conocida como ApoE, que ayuda a "sacar" a las proteínas beta amiloideas del cerebro.
"Las personas que tenían una dieta rica en grasas saturadas y en azúcar mostraban un cambio en la ApoE, de forma que la ApoE era menos capaz de ayudar a eliminar la amiloidea", apuntó una miembro del equipo de investigación, Suzanne Craft, profesora de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wake Forest.
Las proteínas beta amiloideas que quedan sueltas en el cerebro tienen más probabilidades de formar placas que interfieren con la función neuronal, el tipo de placas halladas en los cerebros de los pacientes de Alzheimer.
La dieta también afectó directamente la cantidad de beta amiloidea suelta hallada en el líquido cefalorraquídeo, comentó Craft. Los que tenían una dieta rica en grasa saturada mostraban unos niveles más altos de beta amiloidea en el líquido cefalorraquídeo, mientras que las personas con una dieta baja en grasas saturadas en realidad observaron un declive en esos niveles, apuntó.
"La amiloidea que no se elimina (o que no se vincula con la ApoE para ser eliminada) tiene más probabilidades de convertirse en esta forma tóxica", advirtió Craft.
En el ensayo clínico, liderado por la Dra. Angela Hanson, del Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos de Puget Sound en Seattle, participaron 20 personas mayores con una cognición normal y 27 que tenían un deterioro leve en el pensamiento, un precursor de la enfermedad de Alzheimer.
Todos los pacientes tenían casi 70 años, y se les asignó al azar a dietas que contenían la misma cantidad de calorías, pero que eran o ricas o pobres en grasas saturadas. En las dietas ricas en grasas saturadas, el 45 por ciento de la energía total provenía de las grasas, y más de una cuarta parte del total de grasa eran grasas saturadas. En las dietas bajas en grasas saturadas el 25 por ciento de la energía provenía de las grasas, mientras que las grasas saturadas conformaban menos del siete por ciento del total de grasa.
Tras apenas un mes, las dietas provocaron cambios en las cantidades de beta amiloidea y ApoE en el líquido cefalorraquídeo de los participantes, apuntaron los investigadores.
"La dieta puede realmente cambiar los niveles de estas proteínas tóxicas y de los mediadores que ayudan a eliminar a las amiloideas", señaló Craft. "Las dietas que son muy ricas en colesterol malo parecen interferir con la capacidad de la ApoE de eliminar la amiloidea".
Una experta en gerontología que redactó un editorial que acompaña al estudio en la revista, no pensó que el vínculo estaba tan claro.
Aunque el estudio mostró que la dieta puede afectar a la química cerebral, no vincula definitivamente la dieta con el riesgo de Alzheimer de una persona, comentó la Dra. Deborah Blacker, directora de la Universidad de Investigación en Gerontología del Hospital General de Massachusetts, en Boston.
"¿Es plausible decir que esto podría afectar el riesgo de presentar la patología del Alzheimer en el cerebro? No es lo que muestra", dijo Blacker, quien también trabaja en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard. "Muestra que algunos de los compuestos químicos relacionados con la patología del Alzheimer pueden cambiar en respuesta a factores de la dieta".
Sin embargo, el estudio sí ofrece un conocimiento importante sobre el valor de una buena nutrición, aseguró.
"La lección importante a partir de este estudio es que una intervención dietética puede cambiar el registro de amiloidea del cerebro en formas muy constantes y aparentemente significativas, en un periodo corto", escribió Blacker en el editorial. "¿Cambia esto la práctica clínica entre los que aconsejan a pacientes que desean evitar la demencia? Probablemente no, pero añade otra pequeña prueba a la creciente evidencia de que cuidar el corazón probablemente también sea bueno para el cerebro".
Las personas se enfocan en la dieta en términos del peso y de la salud del corazón, pero obvian el factor de que la nutrición puede ser clave también para la función cognitiva, apuntó Craft.
"La dieta es un factor muy poco apreciado en términos de la función del cerebro", señaló. "Está bien establecido para el corazón, el colesterol y la sangre, pero la dieta es esencial para un envejecimiento saludable del cerebro. Muchas de las cosas que el cerebro necesita para funcionar de forma adecuada (los ácidos grasos y ciertos aminoácidos) solo se hallan en la comida".
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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