jueves, 16 de marzo de 2017

Las células madre engendran curaciones pero también fraudes - DiarioMedico.com

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CASOS OPUESTOS

Las células madre engendran curaciones pero también fraudes

Tres mujeres han quedado ciegas tras recibir una "terapia" con células madre en una clínica de Florida. El caso se publica en NEJM, junto al de otra paciente en Japón donde las células iPS han frenado su degeneración macular.
S.M.B | soniamb@diariomedico.com   |  15/03/2017 22:01
 
 

Dos casos que se publican esta semana en The New England Journal of Medicine (NEJM) ilustran los extremos a los que puede llevar la aplicación de terapias innovadoras: en uno de ellos, un supuesto "tratamiento" con células madre dejó ciegas a tres pacientes con degeneración macular asociada a la edad (DMAE) en una clínica de Florida, en Estados Unidos; en el otro, un grupo de médicos japoneses, del prestigioso Centro Riken de Biología del Desarrollo, detuvo la pérdida de visión de otra paciente también con DMAE, gracias al injerto de capas de epitelio pigmentario retiniano obtenidas a partir de células de pluripotencialidad inducida (iPS). Es la cara y la cruz de lo que la población entiende, de forma laxa, como terapias con células madre, un término que puede aludir a situaciones bien diferentes.
En el caso de Florida, las mujeres de entre 72 y 88 años tenían DMAE con una visión que oscilaba de 20/30 a 20/200. Ahora, expone el autor que recopila este caso, Thomas Albini, profesor de Oftalmología en la Universidad de Miami, es muy improbable que estas pacientes recuperen la visión.
El "tratamiento", administrado en un centro del que no se da el nombre, utilizó células madre adultas obtenidas del tejido adiposo (del abdomen) de las pacientes. Las células se inyectaron en el cuerpo vítreo de los dos ojos. Un dato alarmante, dice Albini, puesto que lo normal cuando se realiza un abordaje experimental es efectuarlo en uno de los ojos para observar los resultados. Otros datos sospechosos fueron que las pacientes pagaron 5.000 dólares por entrar en el estudio, aunque el consentimiento informado que firmaron no indicaba que participaban en un ensayo. No obstante, el estudio estaba registrado en la base de datos estadounidense ClinicalTrials.gov, que incluye investigación sostenida con fondos públicos y privados. Puesto que las células madre adultas son tejido autólogo "mínimamente tratado", la FDA no regula su uso como en el caso de un medicamento.
A la semana de la intervención, experimentaron pérdida de visión, desprendimiento de retina y hemorragia. Las células inyectadas se diferenciaron en fibroblastos implicados en la cicatrización tisular.
Y el caso opuesto
Junto a este abordaje irregular, NEJM presenta un caso opuesto: el de un grupo de médicos del Laboratorio de Regeneración Retiniana del Centro Riken y de la Universidad de Kioto, entre ellos Shinya Yamanaka, artífice de las células iPS, que han demostrado la eficacia en la degeneración macular del injerto de células del epitelio pigmentario de la retina derivadas a su vez de iPS. Estas últimas se obtuvieron de la piel de la paciente, de 77 años, con DMAE. Un año después de este injerto intravítreo, su visión se estabilizó y no se registraron efectos secundarios.
Los investigadores japoneses han llevado a cabo este estudio con gran cautela, hasta el punto de que se han abstenido de inyectar las células iPS en una segunda paciente, tras caracterizar en detalle su perfil molecular, y no tener totales garantías sobre su integridad genómica.
"Este hecho es muy ilustrativo de lo que es una investigación bien hecha", dice preguntado por DM Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB): "El estudio japonés se ha llevado a cabo con una sola paciente, tras años previos de investigación, con mucha cautela y una inversión importante, y se suspendió en la segunda paciente que tenían prevista al comprobar que no superaba los controles de seguridad". Frente a ello, el caso de Florida ejemplifica una oferta de supuestos tratamientos, que no tienen el debido contraste científico y que proliferan al abrigo de cierto vacío legal. "Como las células autólogas en principio no resultaban nocivas, su uso se ha extendido fuera del ámbito investigador, pero olvidando que todo procedimiento, por pequeño que sea, implica un riesgo para el paciente. Esos casos nos muestran claramente que además, no solo no resultan inocuas, sino que mal utilizadas pueden ser dañinas. Aún hace falta investigación y establecer los controles adecuados en los ensayos"
Cuestión legal
Esos controles están bien establecidos en el caso de las células madre alogénicas, pero cuando se tratan de células adultas obtenidas de los propios pacientes, la legislación no es tan estricta.
Como recuerda en un editorial al respecto, también en NEJM, George Q. Daley, oncohematólogo del Hospital Infantil de Boston, tanto en Estados Unidos como en Japón, hay cierta flexibilidad en la aplicación de las terapias celulares. En Japón, se ha revisado recientemente su marco regulador para que los productos que se enmarcan dentro de la llamada medicina regenerativa puedan comercializarse sobre la base de evidencias preliminares de seguridad y con márgenes reducidos de eficacia terapéutica. En Estados Unidos, la agencia reguladora FDA no le va a la zaga y con la última designación de "terapia avanzada regenerativa" también se intenta facilitar el desarrollo y la rápida aprobación de estos tratamientos.
Lo cierto es que en los últimos años, las terapias basadas en células madre -adultas y autólogas- han proliferado en centros privados, con indicaciones que van de la diabetes al Alzheimer, y todo ello sin haber demostrado científicamente su eficacia.
Pero la ciencia en rigor sigue otros derroteros. La investigación clínica con células madre en España se rige por la Ley 14/2007, de Investigación biomédica, recuerda a DM Fernando Abellán, abogado experto en Derecho Sanitario. "Para estos supuestos, se requiere además del informe favorable del Comité de Ética de la Investigación que corresponda al centro donde se vaya a desarrollar el proyecto, un informe previo y favorable de la Comisión de Garantías para la Donación y Utilización de Células y Tejidos Humanos (ver art. 35.1.d), que depende del Instituto Carlos III, y la aprobación de la administración competente". Por tanto, si estas comisiones hacen bien su trabajo, "deberían existir garantías suficientes para los sujetos de la investigación (pacientes): estar bien evaluada la relación riesgo-beneficio de la investigación, los seguros económicos para el caso de daños y cuidados los aspectos éticos, que impiden que se cobre por participar en el ensayo".
Asimismo, apunta que estas terapias no son medicamentos y que la normativa sobre ensayos clínicos con medicamentos solo se aplica (de manera complementaria) cuando las investigaciones con muestras biológicas o líneas celulares incorporan también el estudio de un fármaco en particular.

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