lunes, 3 de abril de 2017

Un endocrinólogo con perfil traslacional - DiarioMedico.com

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LECCIONES APRENDIDAS. RAMÓN GOMIS.

Un endocrinólogo con perfil traslacional

Ramón Gomis, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps), habla de su vida y su trayectoria profesional.
Karla Islas Pieck. Barcelona | karla.islas@diariomedico.com   |  03/04/2017 00:00
 
 

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Ramón Gomis
Ramón Gomis. (DM)
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Nacido en Reus (Tarragona) en 1946, se licenció en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1972 y cuatro años más tarde se especializó en endocrinología y nutrición. Después de doctorarse cursó un posgrado en la Universidad Libre de Bruselas y, al volver, fue nombrado médico adjunto en el Hospital Clínico de Barcelona, en el que ha ocupado varios cargos, entre ellos el de jefe de la Sección de Diabetes y el de jefe del Servicio de Endocrinología.
En 2008 fue nombrado director de la Fundación Clínic para la Investigación Biomédica y actualmente dirige el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps), donde está a punto de jubilarse.
  • "Siempre he tenido una visión social de la Medicina. Por eso no me he dedicado a la privada, siempre he estado en la pública"
PREGUNTA. ¿Por qué estudió Medicina?
RESPUESTA.
 En realidad tenía muchas dudas. Me interesaba la ciencia biológica en un sentido estricto, pero también las humanidades, sobre todo la literatura. Me gustaba la biología, pero en aquel momento era muy descriptiva y no veía una prospección. Además, me faltaba el vínculo con las personas. Me pareció que la Medicina compendiaba ambos aspectos.
No fue porque ni mi padre fuera médico o porque tuviera un entorno familiar que pesara. Tampoco tenía muy claro desde el principio que yo quería estudiar Medicina. Lo que pensaba es que, si no me iban bien los estudios, me gustaba mucho la vida rural, por esta relación entre la naturaleza y el hombre.
P. Un gran cambio...
R.
 Siempre he tenido una visión social de la Medicina y por eso nunca me he dedicado a la privada, siempre he estado en la pública. Creo que uno puede tener distintos modelos políticos y sociales, pero el acceso a la sanidad y a la enseñanza tienen que ser universales. A partir de ahí, podemos buscar todos los modelos posibles.
P. ¿Qué es lo que más le ha marcado en su carrera?
R.
 Darme cuenta de que las personas no son un adjetivo asociado a una enfermedad, como 'diabético'. Son individuos que perciben la enfermedad de formas distintas. En los últimos años se ha avanzado mucho en la sistematización de los procedimientos y los protocolos, pero la visión de la enfermedad es individual y esto a mí me ha enriquecido mucho porque es lo que establece un diálogo entre la persona que padece una enfermedad y el propio médico. Y es cuando te das cuenta también de tus limitaciones conceptuales, porque hay algunos paradigmas que sustentamos en la práctica clínica y que pueden ser objeto de revisión.
  • "El gran desarrollo de la física transforma de forma espectacular la Medicina a finales del siglo XIX y principios del XX"
P. ¿Por ejemplo?
R.
 Cuando uno tiene una proyección de muchos años se da cuenta de que algunas prácticas que hacía hace años ahora han quedado obsoletas.
P. ¿Cómo ha visto cambiar la Medicina en estos años?
R.
 El desarrollo de la física transforma de forma espectacular la Medicina a finales del siglo XIX y principios del XX. Nosotros tenemos hoy en día TC, resonancia magnética, ecografía, cirugía robótica... todo viene de la física. La biología ha hecho un gran cambio a finales del siglo XX, pero quizá el impacto de la biología en la práctica clínica aparece en el siglo XXI.
P. ¿Y en su campo?
R.
 Creo que lo que más ha cambiado en estos años es la prevención de las complicaciones. Cuando yo me inicié en esta especialidad veíamos una gran cantidad de amputaciones, cegueras, insuficiencia renal terminal... El descubrimiento de la hemoglobina glicada y del control metabólico han sido extraordinariamente potentes. Ha disminuido mucho la morbilidad y la mortalidad asociada a la diabetes y, en gran medida, ha sido por la implicación de los pacientes en su propio control. No todos los cambios son tecnológicos; algunos cambios muy potentes son culturales, que son los que permanecen en el tiempo.
  • "La gestión me ha dado una gran satisfacción y creo que será más útil que los pequeños hallazgos que hubiera podido hacer"
P. Pero sigue aumentando la epidemia de obesidad...
R.
 La sociedad ha hecho unos cambios enormes, sobre todo en el estilo de vida. El trabajo es menos físico. Los desplazamientos, más cortos. La nutrición ha cambiado muchísimo. Hoy en día muchos de los eventos sociales están protagonizados por la comida. Tenemos que empezar por educar a los niños en la escuela sobre la alimentación. Yo he colaborado mucho con la Fundación Alicia y con distintos cocineros. Es algo que quiero continuar en el futuro.
P. ¿Por qué decidió irse a Bruselas?
R.
 En aquellos años (1982-1984) se tomó una decisión en el Hospital Clínico, que impulsó fundamentalmente Joan Rodés (entonces director del centro), y que consistía en estimular a los médicos a través de unas ayudas para que los propios médicos, con una parte de nuestro salario que poníamos a un lado, pudiéramos disfrutar de un año sabático para dedicarlo a formación. Fui uno de los primeros que tuve esta opción.
P. ¿Qué aprendió en esa etapa?
R.
 Decidí ir a un centro de biología celular y para mí eso fue muy importante. Primero, por la humildad. Yo entonces tenía una carrera más o menos brillante como médico, llegué allá y realmente tenía un manejo del laboratorio muy deficiente. Tuve que aprender que había un campo en el que yo era muy débil. Además, esa experiencia me dio una visión del lenguaje de los básicos y cómo eso podía aplicarse a la clínica. Eso me sirvió mucho para desarrollar una línea de investigación en biología celular, en islotes pancreáticos y su aplicación al trasplante, en investigar cuál es el problema de la célula beta en la diabetes... Al estar entre los clínicos y los básicos, me dio esta doble visión tan enriquecedora y es lo que me ha permitido estar al frente de un centro de investigación traslacional.
P. Le cambió la vida...
R.
 Si. Para mí fue una etapa fantástica; además, tuve un director de postdoc muy bueno, Malés, que es un científico de primera línea en Bruselas. Sin duda esta etapa marcó un antes y un después en mi carrera. Yo regresé de Bruselas decidido a montar un laboratorio de investigación y a impulsar la investigación traslacional y al llegar tuve todo el apoyo de Rodés.
P. ¿Cómo era su relación con él?
R.
 Muy buena. Fuimos grandes amigos y colaboramos en muchas cosas. Para mí Joan Rodés era un visionario y además una persona muy generosa. A pesar de que nos llevábamos algunos años de diferencia y de que para mí era el referente y el maestro en muchas cosas, también tengo que decir que era alguien capaz de establecer un diálogo. Ha sido una relación extraordinaria. Su pérdida ha sido algo muy doloroso.
P. Ahora que está próximo a jubilarse, ¿qué balance haría de su carrera?
R.
 Creo que en la vida siempre vas tomando decisiones que van marcando el camino. Cuando yo estudié, todos queríamos ser internistas. Opté por un campo más limitado y eso me ha permitido conocerlo bien. Me especialicé no sólo en endocrinología, sino también en diabetes. Eso creo que ha sido, visto a lo largo del tiempo, muy positivo. Otra cosa importante para mí ha sido implicarme en los últimos años en la gestión. Es cierto que esto me ha limitado durante algunos años para profundizar más en el campo científico, pero en cambio esta visión de servicio de ir delante de un proyecto -en este caso impulsado por Rodés- me ha dado una gran satisfacción porque creo que es algo que será tanto o más útil que los pequeños descubrimientos que yo hubiera podido hacer en la ciencia. Y nunca he dejado la docencia. Me han ofrecido no dar clases por una temporada y no he querido. Para mí el contacto con los alumnos es fundamental.
P. ¿Qué actividades quiere mantener?
R.
 Creo que donde puedo implicarme más es en el desarrollo de proyectos estratégicos específicos. He creado un living lab en relación al estilo de vida donde he incorporado a gente de sectores distintos -con el apoyo de la Fundación AstraZeneca- y ahora estoy buscando soporte para otro tipo de actividades para la formación de niños en escuelas. Creo que hice una fase muy clínica, otra muy investigadora, otra de gestión de la ciencia y ahora toca la difusión, que es donde creo que puedo aportar más; independientemente de que pueda colaborar con el hospital o instituto con una actividad estratégica.
P. ¿Qué aficiones tiene fuera del hospital?
R.
 Hay una parte de mi tiempo que la he dedicado a la literatura y el teatro. Eso no pienso dejarlo. La ciudad de Reus (Tarragona), en el momento en que me eduqué en el contexto franquista, era más liberal. Allá tuve contacto con personas con una ideología diferente a la establecida en la época y eso me permitió ser un poco rebelde y empezar actividades ahí, que era un entorno menos estricto en un momento de censura y otras prácticas dictatoriales.
Allá montamos un grupo de teatro independiente, La Tartana, que en realidad era más que un grupo de teatro. Ahí difundíamos actividades que en aquel momento eran muy rompedoras. En ese proyecto tuve de mano derecha a Lluís Pasqual, que luego ha sido un director importante en el mundo del teatro y tuve contacto con otra gente muy buena en aquella época, personas que han evolucionado en otros campos muy competitivos. Pero en un momento determinado ya no pude seguir con aquella actividad, porque era incompatible con mi actividad profesional y me refugié en la escritura. Tenía una cierta habilidad para escribir y lo que hice fue dedicarme a escribir algunos textos.
P. Si no hubiera sido médico, ¿qué le hubiera gustado ser?
R.
 Quizá la agronomía. La vida en el campo y el contacto con la naturaleza es la otra visión que seguramente me habría satisfecho más. Pero creo que eso sólo hubiera podido ocurrir si no hubiera pasado los estándares de calidad para optar a Medicina y es probable que entonces hubiera renunciado a la vida universitaria. Pero no me habría refugiado en el comercio o los servicios, sino en algo más cercano a mí. Quizá hubiera sido campesino.

Una anécdota

En su juventud fundó el grupo de teatro independiente La Tartana, en Reus (Tarragona). Asistió al Instituto de Estudios Catalanes, donde hizo amistad con destacados personajes del mundo de las letras como Rosa Cabré, Terenci Moix, Montserrat Roig, Josep Maria Benet i Jornet y Baltasar Porcel, entre otros. Ha escrito varias obras de teatro; la primera de ellas recibió un premio de la crítica. Actualmente es presidente del Patronato de la Fundación Teatre Lliure (teatro libre).

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