MOTIVOS Y MOTIVACIONES
¿Hay dos tipos de fumadores?
por Antoni Gual | 13/10/2011 17:23
La entrada en vigor de la reformada ley del tabaco hizo verter ríos de tinta en la prensa, y la verdad es que de tanto leer, me han dado ganas de escribir.
Pero volviendo a la opinión publicada, que no debe confundirse con la opinión pública, me ha sorprendido la importante cantidad de opiniones críticas con la nueva ley, y la 'solidez' de los argumentos utilizados. Así, hay quien se queja de las consecuencias económicas negativas, sin tener en cuenta que todos los estudios coste-beneficio realizados hasta la fecha demuestran sin lugar a dudas que los costes del tabaquismo superan los supuestos beneficios, ello sin mencionar que los costes los soportamos entre todos y los beneficios son sólo para unos pocos.
Otros, más cínicos, se quejan en nombre de la libertad. Y digo cínicos porque los que defienden su libertad de fumar se han pasado la vida haciéndonos tragar su humo sin preocuparse por la libertad de nuestros pulmones.
Un tercer grupo se queja de que se les margina como si fuesen drogadictos. Santa inocencia. ¿Es que acaso no cumplen todos los criterios para el diagnóstico de un síndrome de dependencia a la nicotina? ¿No es eso una adicción? Es cierto que el drogadicto que intenta superar su adicción merece todo el respeto y apoyo social, pero no es menos cierto que el adicto que desea seguirse drogando entra lenta e inevitablemente en la vía de la exclusión social.
Entiendo que es enojoso encontrarse a la intemperie con un cigarrillo en los dedos y pasando frío pero, en vez de enojarse con los demás por ese 'destierro' momentáneo, bien se podrían preguntar qué pueden hacer ellos para cambiar su situación.
Esta mañana, sobre las ocho, al acercarme al hospital observé con cierto asombro cómo un colega de unos 35 años permanecía en los jardines cercanos, con la bata en las manos y fumando un pitillo. No sé si este colega aconseja a sus pacientes fumadores que abandonen el hábito, quizás no tanto como debería, pero la verdad es que la imagen resultaba un tanto penosa. Me gustaría pensar que cuando lleve muchos días repitiendo esta conducta, igual se le ocurrirá pensar que fumar a la intemperie a las ocho de la mañana muy normal no es, y quizás eso le ayude a replantearse su hábito.
Algún listillo estará pensando que con el buen tiempo debe resultar incluso agradable el pitillo matutino en el parque. Probablemente, aunque casi sin darnos cuenta pronto llegará el invierno. El tiempo pasa tan rápido que antes de que nos demos cuenta el debate sobre el tabaco ya nos parecerá anacrónico. ¿Recuerdan aquellos tiempos en que fumar en el ascensor o en la consulta parecían conductas normales?
- Algunos fumadores se quejan de que la ley los margina como si fueran drogadictos. ¿Acaso no cumplen todos los criterios?
Pero volviendo a la opinión publicada, que no debe confundirse con la opinión pública, me ha sorprendido la importante cantidad de opiniones críticas con la nueva ley, y la 'solidez' de los argumentos utilizados. Así, hay quien se queja de las consecuencias económicas negativas, sin tener en cuenta que todos los estudios coste-beneficio realizados hasta la fecha demuestran sin lugar a dudas que los costes del tabaquismo superan los supuestos beneficios, ello sin mencionar que los costes los soportamos entre todos y los beneficios son sólo para unos pocos.
Otros, más cínicos, se quejan en nombre de la libertad. Y digo cínicos porque los que defienden su libertad de fumar se han pasado la vida haciéndonos tragar su humo sin preocuparse por la libertad de nuestros pulmones.
Un tercer grupo se queja de que se les margina como si fuesen drogadictos. Santa inocencia. ¿Es que acaso no cumplen todos los criterios para el diagnóstico de un síndrome de dependencia a la nicotina? ¿No es eso una adicción? Es cierto que el drogadicto que intenta superar su adicción merece todo el respeto y apoyo social, pero no es menos cierto que el adicto que desea seguirse drogando entra lenta e inevitablemente en la vía de la exclusión social.
- ¿Recuerdan aquellos tiempos en que fumar en el ascensor o en la consulta parecían conductas normales?
Entiendo que es enojoso encontrarse a la intemperie con un cigarrillo en los dedos y pasando frío pero, en vez de enojarse con los demás por ese 'destierro' momentáneo, bien se podrían preguntar qué pueden hacer ellos para cambiar su situación.
Esta mañana, sobre las ocho, al acercarme al hospital observé con cierto asombro cómo un colega de unos 35 años permanecía en los jardines cercanos, con la bata en las manos y fumando un pitillo. No sé si este colega aconseja a sus pacientes fumadores que abandonen el hábito, quizás no tanto como debería, pero la verdad es que la imagen resultaba un tanto penosa. Me gustaría pensar que cuando lleve muchos días repitiendo esta conducta, igual se le ocurrirá pensar que fumar a la intemperie a las ocho de la mañana muy normal no es, y quizás eso le ayude a replantearse su hábito.
Algún listillo estará pensando que con el buen tiempo debe resultar incluso agradable el pitillo matutino en el parque. Probablemente, aunque casi sin darnos cuenta pronto llegará el invierno. El tiempo pasa tan rápido que antes de que nos demos cuenta el debate sobre el tabaco ya nos parecerá anacrónico. ¿Recuerdan aquellos tiempos en que fumar en el ascensor o en la consulta parecían conductas normales?
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