Domingo 31 de julio de 2011
DIRECTORIO DE DOCUMENTOS EDITADOS EN JULIO de 2011
CIENCIAS DE LA HERENCIA VERSIÓN 1
INFORMACIÓN CALIFICADA PARA PACIENTES Y SUS FAMILIAS
GRUPO DE BLOGS SALUD EQUITATIVA
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▲ CIENCIAS DE LA HERENCIA
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▲ CIENCIAS MÉDICAS NEWS
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▲ GESTIÓN EN SALUD PÚBLICA
Consultas acumuladas desde enero 2009 a la fecha: 1.249.397
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1. España: 321.697 [25,7 %]
2. México: 236.487 [18,9 %]
3. Argentina: 142.284 [11,4 %]
4. Colombia: 104.353 [8,4 %]
5. Perú: 86.205 [6,9 %]
6. Chile: 69.918 [5,6 %]
7. Venezuela: 65.315 [5,2 %]
8. Ecuador: 40.816 [3,3 %]
9. E.E.U.U: 38.784 [3,1 %]
10. Bolivia: 23.416 [1,9 %]
El resto: 120.122 [9,6 %]
Total: 1.249.397 [100,0 %]
Total de consultas: 1.249.397 [Muchas GRACIAS! a todo el universo de habla hispana que nos confía sus consultas]
Documentos del mes de JULIO 2011: 642
Documentos acumulados en 2011: 4.464
Documentos publicados acumulados desde enero 2009: 13.261
MUESTRA ESTADÍSTICA de un día: (al 31 de JULIO de 2011)
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España 2.578
México 1.784
Argentina 1.575
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Chile 669
Venezuela 661
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Alemania 482
Ecuador 379
Google indica que, en un tercio del lapso monitoreado por Motigo, registran ►
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Archivo del blog
▼ 2011 (4464)
▼ julio (642)
1.- Un mundo distraído · ELPAÍS.com
2.- Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar? ...
3.- Google ya es parte de tu memoria · ELPAÍS.com
4.- ¿Quiere saber cuánto le queda? · ELPAÍS.com
5.- Más información, menos conocimiento · ELPAÍS.com
6.- Preocupa la sensibilidad al gluten - lanacion.com ...
7.- Crece la alergia a los alimentos - lanacion.com
8.- Science Report - www.cedepap.tv
9.- Nuevas Cirugías para Glaucoma / Tin Aung, Ph.D. ...
10.- Técnicas Quirúrgicas en Diverticulosis / David E. ...
11.- Rehabilitación Física de EPOC en el Hogar / José ...
12.- Nuevos insights en Esquizofrenia / Anthony A. Gra...
13.- Diagnósticos más precisos mirando el interior de l...
14.- El diagnóstico no invasivo se afianza en fibrosis ...
15.- Un nuevo gen hallado en el perro, asociado a la ep...
16.- Neuronas serotoninérgicas, pista en muerte súbita ...
17.- Una nueva alternativa a la pérdida de eficacia de ...
18.- Concluye el primer ensayo piloto español en X frág...
19.- Controlar los factores de riesgo cardiovascular, c...
20.- El aumento de masa muscular puede disminuir el rie...
21.- Primer cateterismo en estenosis aórtica fetal - Di...
22.- Sufrir un traumatismo cerebral aumenta el riesgo d...
23.- El consumo de fructosa incrementa el riesgo de pad...
24.- INECO - Instituto de Neurología Cognitiva ►Martes ...
25.- INECO - Instituto de Neurología Cognitiva ► Martes...
26.- INECO - Instituto de Neurología Cognitiva ► Marte...
27.- INECO - Instituto de Neurología Cognitiva ► Martes...
28.- Instituto de Neurología Cognitiva – INECO ► Martes...
29.- Hallan un anticuerpo contra la gripe A - lanacion....
30.- El amor, al tope de los sufrimientos - lanacion.co...
31.- La causa del Parkinson · ELPAÍS.com
32.- Las raíces tóxicas del Parkinson · ELPAÍS.com
33.- Un estudio abre la vía para usar neuroprotectores ...
34.- Hallan un anticuerpo de un paciente que neutraliza...
35.- Ratifican mutaciones de p53 en cáncer de cabeza y ...
36.- Hay acortamiento telomérico en cáncer de mama here...
37.- Controlar los factores de riesgo cardiovascular, c...
38.- El aumento de masa muscular puede disminuir el rie...
39.- Asocian los problemas de la lactancia con la depre...
40.- "Súper anticuerpo" gripe podría contribuir a vacun...
41.- Una mayor densidad de los senos podría aumentar el...
42.- Un procedimiento de desensibilización ayuda a los ...
43.- Aumentan las tasas de hepatitis entre usuarios de ...
44.- Un dispositivo implantable podría aliviar la hiper...
45.- FDA NOTICIAS > La FDA aclara información sobre los...
46.- Lesión que no afecte cabeza puede alterar capacida...
47.- La menopausia no aumenta el riesgo de diabetes, ha...
48.- Una nueva prueba podría ayudar a detectar el cánce...
49.- Simulación confirma pacientes EPOC necesitan oxíge...
50.- Recomiendan que los análisis de sangre no se hagan...
51.- Una técnica de neuroimagen permite visualizar la p...
52.- Adelgazar más de 1 kilo por semana perjudica el co...
53.- Convierten células de piel humana en células cereb...
54.- ALCER ► El 10% de la población española presenta e...
55.- Cuando la menopausia llega mucho antes que lo espe...
56.- La agencia europea desmonta la publicidad de produ...
57.- Los ganglios pasan a un segundo plano | Cáncer | e...
58.- Un indicador de la aparición precoz del cáncer de ...
59.- Células madre para tratar la esclerosis múltiple |...
60.- El estrés materno en el embarazo causa ansiedad en...
61.- El gen PHGDH se asocia al cáncer de mama de recept...
62.- Las progestinas pueden modular los efectos de prot...
63.- Investigadores de la UCV analizan si los líquenes ...
64.- HIDRATACIÓN en MAYORES :: El Médico Interactivo, D...
65.- Un nuevo tratamiento psicológico puede ayudar a la...
66.- La tecnología actual no es eficaz en la detección ...
67.- El cáncer de piel se puede prevenir mediante terap...
68.- El tratamiento previo al trasplante renal ofrece m...
69.- enfermedad de Alzheimer :: El Médico Interactivo, ...
70.- Una transferencia genética horizontal reciente dio...
71.- Los síndromes que provoca el gen FMR1 son desconoc...
72.- La personalización obliga a más estudios de poblac...
73.- El abuso de la metanfetamina podría aumentar el ri...
74.- Investigadores hallan tres genes relacionados con ...
75.- Los antecedentes familiares podrían predecir el at...
76.- Más niños consumen comida para llevar rica en calo...
77.- Relacionan ciertos antidepresivos con las caídas e...
78.- Cáncer mamario es más letal afroamericanas y se de...
79.- Mareos después de traumatismo de cabeza indican un...
80.- La actividad leve protege el cerebro - lanacion.co...
81.- Preparar al paciente para evitar el rechazo al riñ...
82.- El reto de la hepatitis en el mundo | Sida y Hepat...
83.- Novedades - Ineco - Instituto de Neurología Cognit...
84.- Problemas y pérdida de la visión: MedlinePlus en e...
85.- Pierde eficacia el tratamiento habitual de la Leis...
86.- El seguimiento telefónico mejora significativament...
87.- El programa “Stent for Life” podría evitar alreded...
88.- Síndrome X Frágil :: El Médico Interactivo, Diario...
89.- Tratan la obesidad a través del sensor cerebral de...
90.- Desarrollan una nueva terapia para el síndrome de ...
91.- programa “Stent for Life” :: El Médico Interactivo...
92.- Asocian mutaciones genéticas con el cáncer de esóf...
93.- Los genes juegan un mayor papel en ataques al cora...
94.- Aumentan los casos de melanoma por una inadecuada ...
95.- La tasa de problemas crónicos en niños con bajo pe...
96.- Al menos el 40% de los médicos incumple las direct...
97.- Según el tejido, Spry2 actúa incitando o frenando ...
98.- El origen del síndrome de Proteo se halla en 'AKT1...
99.- El déficit de memoria de los mayores podría revert...
100.- La vía molecular Shh explica la diferenciación de ...
101.- Bloquear el receptor IL-7, estrategia potencial pa...
102.- Una técnica de trasplante hepático amplía un 20% l...
103.- El tiempo de detección de la espondiloartritis es ...
104.- La enfermedad reumática, más cerca cada vez de la ...
105.- Las terapias para frenar el envejecimiento no exis...
106.- Amy Winehouse - DiarioMedico.com
107.- Una prueba sanguínea podría predecir mejor el ries...
108.- Las 'anfetas' aumentan el riesgo de sufrir Parkins...
109.- EL SÍNDROME DE NORUEGA ► Miedo, culpa y cólera, la...
110.- El paisaje mundial de la depresión | Neurociencia ...
111.- La delfinoterapia en niños con autismo se postula ...
112.- Una investigación española determina que el biocid...
113.- Alternativa a trastuzumab en cáncer de mama HER2+ ...
114.- España muestra una firma patológica diferenciada e...
115.- Cautela con la reducción intensiva de glucemia - D...
116.- La detección de metástasis oculta en ganglio centi...
117.- Mutaciones en 'MSR1', 'ASCCI' y 'CTHRC1' influyen ...
118.- La inhibición del EGFR frena el crecimiento tumora...
119.- La susceptibilidad a padecer un ictus es menos her...
120.- El alcohol afecta al desarrollo neuronal en la ado...
121.- Identifican los mecanismos celulares de la lesión ...
122.- insuficiencia renal en niños :: El Médico Interact...
123.- Angioedema hereditario, aún desconocido para el mé...
124.- Investigadores del IDIBELL consiguen que células t...
125.- La preparación es clave cuando los niños con asma ...
126.- La vacuna contra la varicela podría eliminar las m...
127.- Los atletas adolescentes están en mayor riesgo de ...
128.- Muchos médicos ignoran las directrices para las pr...
129.- Un anticoagulante podría causar sangrado grave sin...
130.- FDA investiga papayas en nuevo brote de salmonella...
131.- Bebidas azucaradas alteran glucosa y lípidos; caus...
132.- El ecobroncoscopio permite un diagnóstico tumoral ...
133.- neurología, sueño, recuerdos
134.- La práctica de deporte adaptado mejora la función ...
135.- Los factores de crecimiento pueden emplearse en fr...
136.- Prescribir ejercicio físico es una herramienta ter...
137.- "Para mejorar su capacidad de pensar, muévase" - D...
138.- Diabetes y depresión, obligadas a entenderse - Dia...
139.- La quimioterapia pierde eficacia como tratamiento ...
140.- El beneficio de los fármacos para la esclerosis es...
141.- Diabetes no reduce seguridad y efectividad de la b...
142.- A mejor control de síntomas del reflujo, mayor rie...
143.- Cáncer de ojo: MedlinePlus en español
144.- Los líquidos por vía intravenosa pueden reducir la...
145.- SHE - JANOes - Mujeres con VIH ayudarán a las reci...
146.- Identifican los mecanismos de la lesión cerebral t...
147.- BMR ► IntraMed - Artículos - Enfoques para el cont...
148.- CHAGAS ►IntraMed - Artículos - Tratamiento para la...
149.- Más efectivas armas contra la retinopatía - lanaci...
150.- Los diabéticos llegan tarde al tratamiento - lanac...
151.- Actualidad En portada - Oscar Giménez - Hepatitis ...
152.- La aterosclerosis puede conducir a deficiencias co...
153.- "¿Detener la infección? Las perspectivas no son na...
154.- Un ensayo en VIH revela datos a largo plazo en muj...
155.- Se necesitan más estudios para concretar la exposi...
156.- Conducir bajo la influencia de las drogas - InfoFa...
157.- Mujer: Conserve su salud a cualquier edad
158.- Hombre: Conserve su salud a cualquier edad
159.- Con doulas, otra forma de dar a luz - lanacion.com...
160.- Actualidad Entrevistas - Carla Nieto - Hay evidenc...
161.- Actualidad Entrevistas - Dr Rafael Esteban Mur - J...
162.- El seguimiento telefónico mejora la adherencia al ...
163.- Descubren microRNA capaces de controlar un oncogén...
164.- Opinión Editorial - Xavier Forns - Día Mundial de ...
165.- Actualidad Entrevistas - Oscar Gimenez - Los cient...
166.- Opinión A fondo - Josep M Tormos - Neurorrehabilit...
167.- ¿Fallos en la interpretación de los 'electros' de ...
168.- En la cima de la Esclerosis Múltiple | Neurocienci...
169.- Conocer las bases séptima y octava de ADN permitir...
170.- Hallan un marcador pronóstico de hemorragia cerebr...
171.- La cirugía y el bótox son las opciones preferidas ...
172.- Pocas terapias efectivas en cánceres secuenciados ...
173.- Hallado un mecanismo clave en el ataque de las bac...
174.- OPTIMISMO :: El Médico Interactivo, Diario Electró...
175.- Jardinería en el cerebro :: El Médico Interactivo,...
176.- Año Internacional de la Mujer Científica :: El Méd...
177.- neoplasia intraepitelial cervical - En mujeres jóv...
178.- IDIBELL - Instituto de Investigación Biomèdica de ...
179.- FATIGA AL VOLANTE - Carla Nieto Madrid - La fatiga...
180.- Bajo nivel "alfabetismo en salud" influye en biene...
181.- Una encuesta internacional muestra que muchos teme...
182.- Un estudio afirma que los bebés prematuros están e...
183.- Los soldados que regresan de Irak tienen problemas...
184.- La sangre almacenada durante demasiado tiempo podr...
185.- La distancia psicológica respecto a los problemas ...
186.- La 'cúpula de calor' sigue ahogando a EE. UU.: Med...
187.- Expertos advierten que los mayores están en mayor ...
188.- El mayor grupo de obstetras y ginecólogos respalda...
189.- Deterioro cognitivo leve: MedlinePlus en español
190.- OMS | La OMS previene contra el uso de las pruebas...
191.- Descubierto un adulterante en la cocaína que debil...
192.- Europa restringe el uso de una vacuna contra la gr...
193.- Agotados en verano | | elmundo.es
194.- Resuelven uno de los enigmas de la infertilidad ma...
195.- hepatitis C crónica con genotipo 1 :: El Médico In...
196.- infertilidad masculina :: El Médico Interactivo, D...
197.- microRNAs capaces de controlar un oncogén clave en...
198.- INSUFICIENCIA VENOSA :: El Médico Interactivo, Dia...
199.- MAPA GENÉTICO :: El Médico Interactivo, Diario Ele...
200.- La regeneración de una piel para toda la vida - Di...
201.- La hiperlaxitud articular se asocia al riesgo de s...
202.- El llamado 'oro líquido' es un zumo natural que ay...
203.- Las células pluripotenciales de las arterias aumen...
204.- La estenosis de la carótida interna predice el rie...
205.- El aceite de oliva reduce en todos los casos el ri...
206.- Test para detectar cáncer de colon hereditario ser...
207.- Expertos identifican gen que promueve crecimiento ...
208.- Cambios en instrucciones de resucitación mejoran s...
209.- ¿Determina su personalidad si tendrá sobrepeso?: M...
210.- Un estudio halla que el Alzheimer heredado se pued...
211.- Los conteos de calorías de los restaurantes podría...
212.- El 'síndrome del corazón roto' podría afectar a má...
213.- Dejar de tomar una aspirina diaria aumenta el ries...
214.- IntraMed - Noticias médicas - El ejercicio podría ...
215.- ASMA [13-19] IntraMed - Artículos - Todo sobre Asm...
216.- ASMA [7-12] IntraMed - Artículos - Todo sobre Asm...
217.- ASMA [1 a 6] ► IntraMed - Artículos - Todo sobre ...
218.- CONSCIENCIA ► IntraMed - Artículos - Conciencia y ...
219.- Una mutación genética explica parte de la esterili...
220.- La biodisponibilidad de traza, mejor en la leche m...
221.- La albúmina en orina se asocia a mal control de la...
222.- La miocardiopatía por estrés afecta a un sector má...
223.- Una triple perspectiva de la cardiología - DiarioM...
224.- Consiguen revertir en cerdos la insuficiencia card...
225.- La TAR reduce el riesgo de contagio un 96% y fomen...
226.- La inhibición de las vías de Notch y Wnt para leuc...
227.- El abordaje de la infección en mujeres es específi...
228.- El nicho celular puede ser una diana terapéutica e...
229.- El intercambio continuado de ADN, clave en la evol...
230.- La felicidad tiene un papel protector de la salud ...
231.- El tropismo viral puede servir para predecir la re...
232.- Fármacos antirretrovirales, asociados a deficienci...
233.- La prevención está fallando porque la población no...
234.- Cuando la cintura crece, lo mismo sucede con el ri...
235.- Es más probable que los especialistas detecten un ...
236.- Relacionan el humo de segunda mano con la pérdida ...
237.- Muchos fármacos para psicosis del Parkinson no est...
238.- La FDA desvela las vacunas contra la gripe para la...
239.- Un controversial fármaco para el colesterol podría...
240.- La mayoría de los españoles querría saber si tiene...
241.- El fármaco antisida atazanavir presenta la misma e...
242.- Una técnica pionera de trasplante hepático increme...
243.- Una nueva técnica aumenta los posibles trasplantes...
244.- Desarrollan una nueva superficie para el cultivo d...
245.- Las mallas pélvicas para la incontinencia conlleva...
246.- Entre el 5 y el 10% de las cardiopatías tiene la h...
247.- Más pruebas de que un tratamiento temprano puede e...
248.- Estudio evalúa resucitación con oxígeno en bebés p...
249.- Caída resistencia insulina explica respuesta a ter...
250.- Identifican complicaciones de quimioterapia para r...
251.- Los prematuros muy pequeños reciben mercurio en tr...
252.- Cambiar el estilo de vida beneficia a pacientes co...
253.- EEUU revisa guías de autopsias para detectar el Al...
254.- Caídas, test visuales permitirían detectar tempran...
255.- Salud mental: MedlinePlus en español
256.- Los niveles de autoestima varían según la edad y l...
257.- NCI lanza portal internacional de estudios clínico...
258.- Medicamento contra la diabetes puede aumentar el r...
259.- Posible riesgo cardiaco asociado a fármaco para de...
260.- Curso intensivo de imaginología para investigadore...
261.- La combinación perfecta en la búsqueda del origen ...
262.- El XMRV y las enfermedades humanas: preguntas y re...
263.- el uso de teléfonos celulares y el riesgo de cánce...
264.- El exemestano reduce considerablemente el riesgo d...
265.- Servicio de gestión de pacientes redujo el incumpl...
266.- Fármaco en fase experimental reduce tumores en sar...
267.- Método de detección del cáncer de ovario no conduc...
268.- Dosis alta de metotrexato aumenta la supervivencia...
269.- Nuevas terapias ofrecen valiosas opciones para pac...
270.- Estudios científicos respaldan nuevas advertencias...
271.- Embarazo ectópico: MedlinePlus en español
272.- Avances en infertilidad masculina - lanacion.com ...
273.- Soja o leche para tener la tensión a raya | Nutric...
274.- Los 14 días del 'preembrión' sólo son una mera con...
275.- ¿La adrenalina ayuda en la supervivencia a un ataq...
276.- Complejo Mycobacterium Avium (MAC) | aidsinfonet.o...
277.- La platismectomía mejora la rigidez crónica del cu...
278.- En trasplantados, individualizar la dieta mejora e...
279.- Inducir tolerancia oral a leche de vaca en bebés e...
280.- Más riesgo en el tubo neural por las sustancias qu...
281.- Evitar el desajuste HLA-DR parece ser beneficioso ...
282.- Las cinasas p387 y 8 colaboran en el desarrollo em...
283.- Una molécula de adhesión está implicada en el desa...
284.- Seguimiento en próstata con poca carga tumoral - D...
285.- El cáncer de verdaderos intervalos, más agresivo -...
286.- Trastuzumab y QT añaden vida en mama con metástasi...
287.- La radioembolización mejora la supervivencia en he...
288.- Medicina complementaria: experiencias vitales - Di...
289.- Conducir bajo la influencia de las drogas - InfoFa...
290.- Mil formas de sustituir un riñón | Corazón | elmun...
291.- Neurociencia social (entrevista a John Cacioppo) -...
292.- IntraMed - Noticias médicas - La fobia al médico
293.- IntraMed - Artículos - Televisión, diabetes y enfe...
294.- Fracturas vertebrales - IntraMed - Artículos - Fra...
295.- La utilización de genéricos para el VIH pone en ri...
296.- La vida en la ciudad nos ha cambiado el cuerpo - L...
297.- El enigma de los sueños - lanacion.com
298.- Relacionan la alteración de un gen con el cáncer d...
299.- Las mujeres que rebasan los 40 años presentan más ...
300.- Lesiones y enfermedades del tobillo: MedlinePlus e...
301.- Células madre: MedlinePlus en español
302.- Dermatitis herpetiforme: MedlinePlus enciclopedia ...
303.- Aritos de piel de cebolla | Nutrición | elmundo.es...
304.- Antes de viajar al extrajero, revise si está vacun...
305.- Los adultos con Down tienen consulta propia - Diar...
306.- Niveles bajos de cHDL, ligados a patología cardiov...
307.- El pliegue subescapular, factor preciso de desnutr...
308.- Amplían el grupo de anticuerpos conocidos contra e...
309.- La inteligencia ambiental dispersa la frontera ent...
310.- Un compuesto mata células tumorales al inhibir su ...
311.- Asocian humo de segunda mano con problemas de cond...
312.- ¿Tomar té y café reduce el riesgo de portar una su...
313.- Lactancia exclusiva de madres con VIH reduce probl...
314.- ¿Un problema en los vasos sanguíneos causa esclero...
315.- Los afroamericanos en geriátricos corren más riesg...
316.- Concretan cómo afecta a la LMA la proteína AML1-ET...
317.- Las mallas pélvicas para la incontinencia podrían ...
318.- Exploran el misterio de los placebos: MedlinePlus
319.- La manipulación cromosómica 'in vivo' permite real...
320.- Un ensayo IIa estudia el primer fármaco neuroprote...
321.- Autoestima: un edificio en construcción - lanacion...
322.- Con frecuencia, las lesiones de piel se diagnostic...
323.- Los apoyos de tobillo podrían proteger a los jóven...
324.- desarrollo renal prenatal :: El Médico Interactivo...
325.- Detectan un nuevo adenovirus que infecta tanto a h...
326.- Desarrollan una técnica para reescribir el genoma ...
327.- El sobrepeso aumenta considerablemente las posibil...
328.- MIGRACIÓN CELULAR :: El Médico Interactivo, Diario...
329.- Federación Española de Cáncer de Mama :: El Médico...
330.- mecanismos neuronales detrás del reconocimiento de...
331.- Investigan las células ependimarias :: El Médico I...
332.- El 33% de las personas con cáncer usa terapias com...
333.- El inmunógeno G1 ofrece protección frente a más de...
334.- Dos microARN pueden convertir un fibroblasto en ne...
335.- Un diagnóstico erróneo de las picaduras de araña r...
336.- Las terapias para asmáticos necesitan evaluaciones...
337.- Recuperan la función respiratoria en ratones que h...
338.- Los gases del diesel suponen un riesgo para el cor...
339.- Descubren que la vía de síntesis de la serina es b...
340.- La cirugía radioguiada con yodo 131 elimina el cán...
341.- Ejercicio tras cirugía bariátrica mejora metabolis...
342.- cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) - La terapi...
343.- Descubren una técnica de desfibrilación indolora -...
344.- Niños responden mejor a tratamiento temprano de "o...
345.- Nuevos cánceres en la familia podrían exigir test ...
346.- La anestesia general podría provocar hemorragia en...
347.- Medicinas contra el sida previenen la infección: e...
348.- Densidad ósea se normaliza en pacientes con VIH ba...
349.- Estudio asocia un componente del teflón con la art...
350.- La vacuna contra la 'gripe porcina' podría resulta...
351.- Cuando el enemigo es la comida ► Alergia alimentar...
352.- Tratan de localizar en el cerebro humano la fuente...
353.- La utilización de genéricos para el VIH pone en ri...
354.- Presentado el estudio más ambicioso de nutrición y...
355.- IntraMed - Artículos - Serie IntraMed: "Control de...
356.- IntraMed - Artículos - Sepsis y permeabilidad endo...
357.- IntraMed - Artículos - Proteína C activada en la s...
358.- IntraMed - Artículos - ¿Es el empeoramiento de la ...
359.- Más de 1.400 microbios viven en nuestro ombligo | ...
360.- El sueño de regenerar la médula | Neurociencia | e...
361.- Descubren que un tipo de mutaciones genéticas son ...
362.- Conociendo a los 'e-pacientes' - DiarioMedico.com
363.- Medidas específicas para el cáncer heredofamiliar ...
364.- El 80% de las cirugías se resuelven mediante técni...
365.- La exposición al humo de carbón incrementa el ries...
366.- linagliptina - Presentan un fármaco contra la diab...
367.- ASMA - JANOes - La ansiedad y la depresión en el e...
368.- La criopreservación de ovocitos propicia que el po...
369.- EPOC - JANOes - La identificación del paciente con...
370.- hipertensos resistentes - JANOes - La medición de ...
371.- colesterol HDL - JANOes - El déficit de colesterol...
372.- Descubren la función cicatrizante de los pericitos...
373.- e- Boletín DROGAS Y MEDICAMENTOS || Sistema de Inf...
374.- SANGRADO DEL INTESTINO DELGADO: CAUSAS, DIAGNÓSTIC...
375.- Factores de riesgo del autismo siguen siendo esqui...
376.- Tomografías pueden ser poco confiables en el cánce...
377.- Suplementos vitamina D podrían no dar protección c...
378.- Expertos detectan "efecto placebo" en tratamiento ...
379.- Un estudio sugiere que las mujeres mayores están e...
380.- Un estudio halla que el potasio mejora la salud de...
381.- Relacionan la apnea del sueño con trastornos de lo...
382.- En los vecindarios, la comida rápida reina, inform...
383.- Las alergias por contacto se asocian con menores t...
384.- El cumplimiento de las directrices para la angiopl...
385.- Las ventajas de controlar la hipertensión desde ca...
386.- Diagnosticar cataratas con el móvil | Tecnología M...
387.- Después de 30 años, estudian una nueva droga contr...
388.- La infección subaguda ósea suele responder a antib...
389.- La pérdida de movilidad tras cirugía de rodilla pu...
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domingo, 31 de julio de 2011
Un mundo distraído · ELPAÍS.com
Un mundo distraído · ELPAÍS.com: "ENTREVISTA: EN PORTADA
Un mundo distraído
La tercera parte de la población mundial ya es 'internauta'. La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro 'Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?' El experto advierte de que se 'está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma'.
BÁRBARA CELIS 29/01/2011
El correo electrónico parpadea con un mensaje inquietante: 'Twitter te echa de menos. ¿No tienes curiosidad por saber las muchas cosas que te estás perdiendo? ¡Vuelve!'. Ocurre cuando uno deja de entrar asiduamente en la red social: es una anomalía, no cumplir con la norma no escrita de ser un voraz consumidor de twitters hace saltar las alarmas de la empresa, que en su intento por parecer más y más humana, como la mayoría de las herramientas que pueblan nuestra vida digital, nos habla con una cercanía y una calidez que solo puede o enamorarte o indignarte. Nicholas Carr se ríe al escuchar la preocupación de la periodista ante la llegada de este mensaje a su buzón de correo. 'Yo no he parado de recibirlos desde el día que suspendí mis cuentas en Facebook y Twitter. No me salí de estas redes sociales porque no me interesen. Al contrario, creo que son muy prácticas, incluso fascinantes, pero precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme'. Y esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital, y que según Carr es inherente a las nuevas tecnologías, es sobre la que este autor que fue director del Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace casi dos décadas nos alerta en su tercer libro, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus).
'Aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro'
Cuando Carr (1959) se percató, hace unos años, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se había convertido en una ardua tarea precisamente para alguien licenciado en Literatura que se había dejado mecer toda su vida por ella, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook. Su búsqueda de respuestas le llevó a escribir Superficiales... (antes publicó los polémicos El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google y Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?), 'una oda al tipo de pensamiento que encarna el libro y una llamada de atención respecto a lo que está en juego: el pensamiento lineal, profundo, que incita al pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario. La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan'. Apoyándose en múltiples estudios científicos que avalan su teoría y remontándose a la célebre frase de Marshall McLuhan 'el medio es el mensaje', Carr ahonda en cómo las tecnologías han ido transformando las formas de pensamiento de la sociedad: la creación de la cartografía, del reloj y la más definitiva, la imprenta. Ahora, más de quinientos años después, le ha llegado el turno al efecto Internet.
Pero no hay que equivocarse: Carr no defiende el conservadurismo cultural. Él mismo es un usuario compulsivo de la web y prueba de ello es que no puede evitar despertar a su ordenador durante una breve pausa en la entrevista. Descubierto in fraganti por la periodista, esboza una tímida sonrisa, '¡lo confieso, me has cazado!'. Su oficina está en su residencia, una casa sobre las Montañas Rocosas, en las afueras de Boulder (Colorado), rodeada de pinares y silencio, con ciervos que atraviesan las sinuosas carreteras y la portentosa naturaleza estadounidense como principal acompañante.
PREGUNTA. Su libro ha levantado críticas entre periodistas como Nick Bilton, responsable del blog de tecnología Bits de The New York Times, quien defiende que es mucho más natural para el ser humano diversificar la atención que concentrarla en una sola cosa.
RESPUESTA. Más primitivo o más natural no significa mejor. Leer libros probablemente sea menos natural, pero ¿por qué va a ser peor? Hemos tenido que entrenarnos para conseguirlo, pero a cambio alcanzamos una valiosa capacidad de utilización de nuestra mente que no existía cuando teníamos que estar constantemente alerta ante el exterior muchos siglos atrás. Quizás no debamos volver a ese estado primitivo si eso nos hace perder formas de pensamiento más profundo.
P. Internet invita a moverse constantemente entre contenidos, pero precisamente por eso ofrece una cantidad de información inmensa. Hace apenas dos décadas hubiera sido impensable.
R. Es cierto y eso es muy valioso, pero Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Lo que yo defiendo en mi libro es que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes.
P. ¿Pero, en última instancia, cómo utilizamos la web no es una elección personal?
R. Lo es y no lo es. Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en tu trabajo tus colegas te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. La tecnología, como ocurrió con el reloj o la cartografía, no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.
P. En su libro habla de lo que perdemos y aunque mencione lo que ganamos apenas toca el tema de las redes sociales y cómo gracias a ellas tenemos una herramienta valiosísima para compartir información.
R. Es verdad, la capacidad de compartir se ha multiplicado aunque antes también lo hacíamos. Lo que ocurre con Internet es que la escala, a todos los niveles, se dispara. Y sin duda hay cosas muy positivas. La Red nos permite mostrar nuestras creaciones, compartir nuestros pensamientos, estar en contacto con los amigos y hasta nos ofrece oportunidades laborales. No hay que olvidar que la única razón por la que Internet y las nuevas tecnologías están teniendo tanto efecto en nuestra forma de pensar es porque son útiles, entretenidas y divertidas. Si no lo fueran no nos sentiríamos tan atraídos por ellas y no tendrían efecto sobre nuestra forma de pensar. En el fondo, nadie nos obliga a utilizarlas.
P. Sin embargo, a través de su libro usted parece sugerir que las nuevas tecnologías merman nuestra libertad como individuos...
R. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades. Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la gran pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambio de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos esa parece ser la tendencia, y si continúa siendo así la gente asumirá y aceptará que siempre están siendo observados y dejándose empujar más y más aún hacia la sociedad de consumo en detrimento de beneficios menos mensurables que van unidos a la privacidad.
P. Entonces... ¿nos dirigimos hacia una sociedad tipo Gran Hermano?
R. Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo. No obstante, creo que la tensión entre la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control nunca se va a resolver. Podemos hablar con libertad total, organizarnos, trabajar de forma colectiva, incluso crear grupos como Anonymous pero, al mismo tiempo, Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.
P. Wikipedia es un buen ejemplo de colaboración a gran escala impensable antes de Internet. Acaba de cumplir diez años...
R. Wikipedia encierra una contradicción muy clara que reproduce esa tensión inherente a Internet. Comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien. Aparte, no hay duda de su utilidad y creo que ha ganado en calidad y fiabilidad en los últimos años.
P. ¿Y qué opina de proyectos como Google Books? En su libro no parece muy optimista al respecto...
R. Las ventajas de disponer de todos los libros online son innegables. Pero mi preocupación es cómo la tecnología nos incita a leer esos libros. Es diferente el acceso que la forma de uso. Google piensa en función de snippets, pequeños fragmentos de información. No le interesa que permanezcamos horas en la misma página porque pierde toda esa información que le damos sobre nosotros cuando navegamos. Cuando vas a Google Books aparecen iconos y links sobre los que pinchar, el libro deja de serlo para convertirse en otra web. Creo que es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. Ya lo estamos viendo con la aparición de vídeos y otros tipos de media en las propias páginas de Google Books. Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables, atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores. Yo creo que aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro.
P. ¿Cuánto falta para eso?
R. Creo que tardará entre cinco y diez años.
P. Pero aparatos como el Kindle permiten leer muy a gusto y sin distracciones...
R. Es cierto, pero sabemos que en el mundo de las nuevas tecnologías los fabricantes compiten entre ellos y siempre aspiran a ofrecer más que el otro, así que no creo que tarden mucho en hacerlos más y más sofisticados, y por tanto con mayores distracciones.
P. El economista Max Otte afirma que pese a la cantidad de información disponible, estamos más desinformados que nunca y eso está contribuyendo a acercarnos a una forma de neofeudalismo que está destruyendo las clases medias. ¿Está de acuerdo?
R. Hasta cierto punto, sí. Cuando observas cómo el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Es un tema que toqué en mi libro El gran interruptor. El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se está revirtiendo claramente.
P. Internet también ha creado un nuevo fenómeno, el de las microcelebridades. Todos podemos hacer publicidad de nosotros mismos y hay quien lo persigue con ahínco. ¿Qué le parece esa nueva obsesión por el yo instigado por las nuevas tecnologías?
R. Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.
P. ¿Hay alguna receta para salvarnos'?
R. Mi interés como escritor es describir un fenómeno complejo, no hacer libros de autoayuda. En mi opinión, nos estamos dirigiendo hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más. Yo simplemente me limito a alertar sobre la dirección que estamos tomando y sobre lo que estamos sacrificando al sumergirnos en el mundo digital. Un primer paso para escapar es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que no hay marcha atrás.
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Un mundo distraído
La tercera parte de la población mundial ya es 'internauta'. La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro 'Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?' El experto advierte de que se 'está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma'.
BÁRBARA CELIS 29/01/2011
El correo electrónico parpadea con un mensaje inquietante: 'Twitter te echa de menos. ¿No tienes curiosidad por saber las muchas cosas que te estás perdiendo? ¡Vuelve!'. Ocurre cuando uno deja de entrar asiduamente en la red social: es una anomalía, no cumplir con la norma no escrita de ser un voraz consumidor de twitters hace saltar las alarmas de la empresa, que en su intento por parecer más y más humana, como la mayoría de las herramientas que pueblan nuestra vida digital, nos habla con una cercanía y una calidez que solo puede o enamorarte o indignarte. Nicholas Carr se ríe al escuchar la preocupación de la periodista ante la llegada de este mensaje a su buzón de correo. 'Yo no he parado de recibirlos desde el día que suspendí mis cuentas en Facebook y Twitter. No me salí de estas redes sociales porque no me interesen. Al contrario, creo que son muy prácticas, incluso fascinantes, pero precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme'. Y esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital, y que según Carr es inherente a las nuevas tecnologías, es sobre la que este autor que fue director del Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace casi dos décadas nos alerta en su tercer libro, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus).
'Aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro'
Cuando Carr (1959) se percató, hace unos años, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se había convertido en una ardua tarea precisamente para alguien licenciado en Literatura que se había dejado mecer toda su vida por ella, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook. Su búsqueda de respuestas le llevó a escribir Superficiales... (antes publicó los polémicos El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google y Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?), 'una oda al tipo de pensamiento que encarna el libro y una llamada de atención respecto a lo que está en juego: el pensamiento lineal, profundo, que incita al pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario. La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan'. Apoyándose en múltiples estudios científicos que avalan su teoría y remontándose a la célebre frase de Marshall McLuhan 'el medio es el mensaje', Carr ahonda en cómo las tecnologías han ido transformando las formas de pensamiento de la sociedad: la creación de la cartografía, del reloj y la más definitiva, la imprenta. Ahora, más de quinientos años después, le ha llegado el turno al efecto Internet.
Pero no hay que equivocarse: Carr no defiende el conservadurismo cultural. Él mismo es un usuario compulsivo de la web y prueba de ello es que no puede evitar despertar a su ordenador durante una breve pausa en la entrevista. Descubierto in fraganti por la periodista, esboza una tímida sonrisa, '¡lo confieso, me has cazado!'. Su oficina está en su residencia, una casa sobre las Montañas Rocosas, en las afueras de Boulder (Colorado), rodeada de pinares y silencio, con ciervos que atraviesan las sinuosas carreteras y la portentosa naturaleza estadounidense como principal acompañante.
PREGUNTA. Su libro ha levantado críticas entre periodistas como Nick Bilton, responsable del blog de tecnología Bits de The New York Times, quien defiende que es mucho más natural para el ser humano diversificar la atención que concentrarla en una sola cosa.
RESPUESTA. Más primitivo o más natural no significa mejor. Leer libros probablemente sea menos natural, pero ¿por qué va a ser peor? Hemos tenido que entrenarnos para conseguirlo, pero a cambio alcanzamos una valiosa capacidad de utilización de nuestra mente que no existía cuando teníamos que estar constantemente alerta ante el exterior muchos siglos atrás. Quizás no debamos volver a ese estado primitivo si eso nos hace perder formas de pensamiento más profundo.
P. Internet invita a moverse constantemente entre contenidos, pero precisamente por eso ofrece una cantidad de información inmensa. Hace apenas dos décadas hubiera sido impensable.
R. Es cierto y eso es muy valioso, pero Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Lo que yo defiendo en mi libro es que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes.
P. ¿Pero, en última instancia, cómo utilizamos la web no es una elección personal?
R. Lo es y no lo es. Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en tu trabajo tus colegas te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. La tecnología, como ocurrió con el reloj o la cartografía, no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.
P. En su libro habla de lo que perdemos y aunque mencione lo que ganamos apenas toca el tema de las redes sociales y cómo gracias a ellas tenemos una herramienta valiosísima para compartir información.
R. Es verdad, la capacidad de compartir se ha multiplicado aunque antes también lo hacíamos. Lo que ocurre con Internet es que la escala, a todos los niveles, se dispara. Y sin duda hay cosas muy positivas. La Red nos permite mostrar nuestras creaciones, compartir nuestros pensamientos, estar en contacto con los amigos y hasta nos ofrece oportunidades laborales. No hay que olvidar que la única razón por la que Internet y las nuevas tecnologías están teniendo tanto efecto en nuestra forma de pensar es porque son útiles, entretenidas y divertidas. Si no lo fueran no nos sentiríamos tan atraídos por ellas y no tendrían efecto sobre nuestra forma de pensar. En el fondo, nadie nos obliga a utilizarlas.
P. Sin embargo, a través de su libro usted parece sugerir que las nuevas tecnologías merman nuestra libertad como individuos...
R. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades. Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la gran pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambio de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos esa parece ser la tendencia, y si continúa siendo así la gente asumirá y aceptará que siempre están siendo observados y dejándose empujar más y más aún hacia la sociedad de consumo en detrimento de beneficios menos mensurables que van unidos a la privacidad.
P. Entonces... ¿nos dirigimos hacia una sociedad tipo Gran Hermano?
R. Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo. No obstante, creo que la tensión entre la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control nunca se va a resolver. Podemos hablar con libertad total, organizarnos, trabajar de forma colectiva, incluso crear grupos como Anonymous pero, al mismo tiempo, Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.
P. Wikipedia es un buen ejemplo de colaboración a gran escala impensable antes de Internet. Acaba de cumplir diez años...
R. Wikipedia encierra una contradicción muy clara que reproduce esa tensión inherente a Internet. Comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien. Aparte, no hay duda de su utilidad y creo que ha ganado en calidad y fiabilidad en los últimos años.
P. ¿Y qué opina de proyectos como Google Books? En su libro no parece muy optimista al respecto...
R. Las ventajas de disponer de todos los libros online son innegables. Pero mi preocupación es cómo la tecnología nos incita a leer esos libros. Es diferente el acceso que la forma de uso. Google piensa en función de snippets, pequeños fragmentos de información. No le interesa que permanezcamos horas en la misma página porque pierde toda esa información que le damos sobre nosotros cuando navegamos. Cuando vas a Google Books aparecen iconos y links sobre los que pinchar, el libro deja de serlo para convertirse en otra web. Creo que es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. Ya lo estamos viendo con la aparición de vídeos y otros tipos de media en las propias páginas de Google Books. Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables, atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores. Yo creo que aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro.
P. ¿Cuánto falta para eso?
R. Creo que tardará entre cinco y diez años.
P. Pero aparatos como el Kindle permiten leer muy a gusto y sin distracciones...
R. Es cierto, pero sabemos que en el mundo de las nuevas tecnologías los fabricantes compiten entre ellos y siempre aspiran a ofrecer más que el otro, así que no creo que tarden mucho en hacerlos más y más sofisticados, y por tanto con mayores distracciones.
P. El economista Max Otte afirma que pese a la cantidad de información disponible, estamos más desinformados que nunca y eso está contribuyendo a acercarnos a una forma de neofeudalismo que está destruyendo las clases medias. ¿Está de acuerdo?
R. Hasta cierto punto, sí. Cuando observas cómo el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Es un tema que toqué en mi libro El gran interruptor. El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se está revirtiendo claramente.
P. Internet también ha creado un nuevo fenómeno, el de las microcelebridades. Todos podemos hacer publicidad de nosotros mismos y hay quien lo persigue con ahínco. ¿Qué le parece esa nueva obsesión por el yo instigado por las nuevas tecnologías?
R. Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.
P. ¿Hay alguna receta para salvarnos'?
R. Mi interés como escritor es describir un fenómeno complejo, no hacer libros de autoayuda. En mi opinión, nos estamos dirigiendo hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más. Yo simplemente me limito a alertar sobre la dirección que estamos tomando y sobre lo que estamos sacrificando al sumergirnos en el mundo digital. Un primer paso para escapar es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que no hay marcha atrás.
www.nicholasgcarr.com
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Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar? · ELPAÍS.com
Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar? · ELPAÍS.com: "REPORTAJE
Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?
La lectura en horizontal, a saltos rápidos y muy variados se ha extendido - ¿Puede la Red estar reeducando nuestro cerebro?
ABEL GRAU 10/10/2008
Internet ya es para muchos el mayor canal de información. Cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, ver vídeos y escuchar música, consultar enciclopedias, mapas, conversar por teléfono y escribir blogs. En definitiva, la Red filtra gran parte de nuestro acceso a la realidad. El cerebro humano se adapta a cada nuevo cambio e Internet supone uno sin precedentes. ¿Cuál va a ser su influencia? Los expertos están divididos. Para unos, podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad. Para otros, la tecnología se combinará en un futuro próximo con el cerebro para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.
Enfrentarse a textos largos es ya un problema para algunos expertos
El cambio en la búsqueda de conocimiento afecta a todas las edades
Uno de los más recientes en plantear el debate ha sido el ensayista estadounidense Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y asesor de la Enciclopedia británica. Asegura que ya no piensa como antes. Le sucede sobre todo cuando lee. Antes se sumergía en un libro y era capaz de zamparse páginas y páginas hora tras hora. Pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer. 'La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo', señala Carr en el provocador artículo Is Google making us stupid? (¿Está Google volviéndonos tontos?), publicado en la revista The Atlantic. Carr achaca su desorientación a una razón principal: el uso prolongado de Internet. Está convencido de que la Red, como el resto de medios de comunicación, no es inocua. '[Los medios] Suministran el material del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensar', insiste.
'Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación', advierte Carr, a través del correo electrónico. 'Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar readiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones', añade. 'Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo'.
El planteamiento de Carr ha suscitado cierto debate en foros especializados, como en la revista científica online Edge.org, y de hecho no es descabellado. Los neurólogos sostienen que todas las actividades mentales influyen a un nivel biológico en el cerebro; es decir, en el establecimiento de las conexiones neuronales, la compleja red eléctrica en la que se forman los pensamientos. 'El cerebro evolucionó para encontrar pautas. Si la información se presenta en una forma determinada, el cerebro aprenderá esa estructura', detalla desde Londres Beau Lotto, profesor de neurociencia en el University College de Londres. Y añade una precisión: 'Luego habría que ver si el cerebro aplica esa estructura en el modo de comportarse frente a otras circunstancias; no tiene por qué ser así necesariamente, pero es perfectamente posible'.
Lo que queda por ver es si esta influencia va a ser negativa, como vaticina Carr, o si va a ser el primer paso para integrar la tecnología en el cuerpo humano y ampliar las capacidades del cerebro, como predice el inventor y experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil. 'Nuestras primeras herramientas ampliaron nuestro alcance físico, y ahora extienden nuestro alcance mental. Nuestros cerebros advierten de que no necesitan dedicar un esfuerzo mental (y neuronal) a aquellas tareas que podemos dejar a las máquinas', razona Kurzweil desde Nueva Jersey. Y cita un ejemplo: 'Nos hemos vuelto menos capaces de realizar operaciones aritméticas desde que las calculadoras lo hacen por nosotros hace ya muchas décadas. Ahora confiamos en Google como un amplificador de nuestra memoria, así que de hecho recordamos peor las cosas que sin él. Pero eso no es un problema porque no tenemos por qué prescindir de Google. De hecho, estas herramientas se están volviendo más ubicuas, y están disponibles todo el tiempo'.
Oponer cerebro y tecnología es un enfoque erróneo, según coincide con Kurzweil el profesor JohnMcEneaney, del Departamento de Lectura y Artes lingüísticas de la Universidad de Oakland (EE UU). 'Creo que la tecnología es una expresión directa de nuestra cognición', discurre McEneaney. 'Las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros cráneos. Las herramientas definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo'.
Carr insiste en que esta influencia será mucho mayor a medida que aumente el uso de Internet. Se trata de un fenómeno incipiente que la neurología y la psicología tendrán que abordar a fondo, pero de momento un informe pionero sobre hábitos de búsqueda de información en Internet, dirigido por expertos del University College de Londres (UCL), indica que podríamos hallarnos en medio de un gran cambio de la capacidad humana para leer y pensar.
El estudio observó el comportamiento de los usuarios de dos páginas web de investigación, uno de la British Library y otro del Joint Information Systems Comittee (JISC), un consorcio educativo estatal que proporciona acceso a periódicos y libros electrónicos, entre otros recursos. Al recopilar los registros, los investigadores advirtieron que los usuarios 'echaban vistazos' a la información, en vez de detenerse en ella. Saltaban de un artículo a otro, y no solían volver atrás. Leían una o dos páginas en cada fuente y clicaban a otra. Solían dedicar una media de cuatro minutos por libro electrónico y ocho minutos por periódico electrónico. 'Está claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional; de hecho, hay indicios de que surgen nuevas formas de lectura a medida que los usuarios echan vistazos horizontalmente a través de títulos, páginas y resúmenes en busca de satisfacciones inmediatas', constata el documento. 'Casi parece que se conectan a la Red para evitar leer al modo tradicional'.
Los expertos inciden en que se trata de un cambio vertiginoso. 'La Red ha provocado que la gente se comporte de una manera bastante diferente con respecto a la información. Esto podría parecer contradictorio con las ideas aceptadas de la biología y la psicología evolutivas de que el comportamiento humano básico no cambia de manera súbita', señala desde Londres el profesor David Nicholas, de la Facultad de Información, Archivos y Bibliotecas del UCL. 'Hay un consenso general en que nunca habíamos visto un cambio a esta escala y rapidez, así que éste podría muy bien ser el caso [de un cambio repentino]', añade, citando su ensayo Digital consumers.
Se trata de una transformación sin precedentes porque es un nuevo medio con el potencial de incluir a todos los demás. 'Nunca un sistema de comunicaciones ha jugado tantos papeles en nuestras vidas ?o ejercido semejante influencia sobre nuestros pensamientos? como Internet hace hoy', incide Carr. 'Aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha prestado poca atención a cómo nos está reprogramando exactamente'.
Esta alteración de las maneras de buscar información y de leer no sólo afectaría a los más jóvenes, a los que se les supone mayor número de horas conectado, sino a individuos de todas las edades. 'Lo mismo les ha sucedido a maestros, profesores y médicos de cabecera. Todo el mundo muestra un comportamiento de saltos y lecturas por encima', precisa el informe.
Carr insiste en que una de las cuestiones clave es el modo de lectura 'superficial' que va ganando terreno. 'En los tranquilos espacios abiertos por la lectura de un libro, sostenida y sin distracciones, o por cualquier otro acto de contemplación, establecemos nuestras propias asociaciones, extraemos nuestras propias inferencias y analogías, y damos luz a nuestras propias ideas'. El problema es que al impedir la lectura profunda se impide el pensamiento profundo, ya que uno es indistinguible del otro, según escribe Maryanne Wolf, investigadora de la lectura y el lenguaje de la Tufts University (EE UU) y autora de Cómo aprendemos a leer (Ediciones B). Su preocupación es que 'la información sin guía pueda crear un espejismo de conocimiento y, por ello, restrinja los largos, difíciles y cruciales procesos de pensamiento que llevan al conocimiento auténtico', señala Wolf desde Boston.
Más allá de las advertencias sobre los hipotéticos efectos de Internet sobre la cognición, científicos como Kurzweil dan la bienvenida a esta influencia: 'Cuanto más confiamos en la parte no biológica (es decir, las máquinas) de nuestra inteligencia, la parte biológica trabaja menos, pero la combinación total aumenta su inteligencia'. Otros discrepan de esta predicción. La mayor dependencia de la Red conllevaría que el usuario se vuelva vago y, entre otras costumbres adquiridas, confíe completamente en los motores de búsqueda como si fueran el grial. 'Lo utilizan como una muleta', señala el profesor Nicholas, que recela de que esa herramienta sirva para liberar al cerebro de las tareas de búsqueda para poder emplearse en otras.
Carr va más allá y asegura que el tipo de lectura 'vistazo' beneficia a las empresas. 'Sus ingresos aumentan a medida que pasamos más tiempo conectados y que aumentamos el número de páginas y de los elementos de información que vemos', razona. 'Las empresas tienen un gran interés económico en que aumentemos la velocidad de nuestra ingesta de información', añade. 'Eso no significa que deliberadamente quieran que perdamos la capacidad de concentración y contemplación: es sólo un efecto colateral de su modelo de negocio'.
Otros expertos matizan bastante el pronóstico de Carr. El experto en tecnología Edward Tenner, autor de Our own devices: how technology remake humanity (Nuestros propios dispositivos: cómo la tecnología rehace a la humanidad), se suma a la crítica de Carr pero añade que no tiene por qué ser irreversible. 'Coincido con la preocupación por el uso superficial de Internet, pero lo considero como un problema cultural reversible a través de una mejor enseñanza y un mejor software de búsqueda, y no como una deformación neurológica', explica desde Nueva Jersey (EE UU). 'Sucede como con la gente que está acostumbrada a los coches y a las tumbonas pero entiende la importancia de hacer ejercicio'.
En definitiva, científicos como Kurzweil destacan el potencial de Internet como herramienta de conocimiento. 'La Red ofrece la oportunidad de albergar toda la computación, el conocimiento y la comunicación que hay. Al final, excederá ampliamente la capacidad de la inteligencia humana biológica. Y concluye: 'Una vez que las máquinas puedan hacer todo lo que hacen los humanos, será una conjunción poderosa porque se combinará con los modos en los que las máquinas ya son superiores. Pero nos mezclaremos con esta tecnología para hacernos más inteligentes'.
Usuario de 'corta y pega'
Un informe pionero del University College de Londres sobre hábitos de búsqueda de información en Internet distingue mitos y realidades sobre el uso que hacen los jóvenes. Una de las ideas que subyace en todas las conclusiones es que la destreza digital no equivale a destreza informativa, es decir, a saber cómo buscar información y transformarla en conocimiento.
1. Los usuarios jóvenes no suelen comprender bien sus necesidades informativas y por tanto les resulta difícil desarrollar estrategias de búsqueda efectivas.
2. Tienen un mapa mental poco sofisticado de lo que es Internet. No logran entender que se trata de una colección de recursos en red procedentes de diferentes fuentes. Así, los motores de búsqueda, ya sean Yahoo! o Google, se convierten en la primera marca que asocian con Internet.
3. Son en general más competentes con la tecnología que la generación anterior, aunque los adultos se ponen rápidamente al día. Emplean, sin embargo, menos aplicaciones digitales de lo que se cree.
4. Prefieren sistemas interactivos y le dan la espalda al consumo pasivo de información. Prefieren la visual sobre la textual.
5. Son la generación del corta y pega. Abundan los casos de plagios de diversas fuentes en los trabajos encargados.
6. Prefieren, como los adultos, la información despiezada, en vez de textos completos.
7. No son expertos buscadores.
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Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?
La lectura en horizontal, a saltos rápidos y muy variados se ha extendido - ¿Puede la Red estar reeducando nuestro cerebro?
ABEL GRAU 10/10/2008
Internet ya es para muchos el mayor canal de información. Cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, ver vídeos y escuchar música, consultar enciclopedias, mapas, conversar por teléfono y escribir blogs. En definitiva, la Red filtra gran parte de nuestro acceso a la realidad. El cerebro humano se adapta a cada nuevo cambio e Internet supone uno sin precedentes. ¿Cuál va a ser su influencia? Los expertos están divididos. Para unos, podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad. Para otros, la tecnología se combinará en un futuro próximo con el cerebro para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.
Enfrentarse a textos largos es ya un problema para algunos expertos
El cambio en la búsqueda de conocimiento afecta a todas las edades
Uno de los más recientes en plantear el debate ha sido el ensayista estadounidense Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y asesor de la Enciclopedia británica. Asegura que ya no piensa como antes. Le sucede sobre todo cuando lee. Antes se sumergía en un libro y era capaz de zamparse páginas y páginas hora tras hora. Pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer. 'La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo', señala Carr en el provocador artículo Is Google making us stupid? (¿Está Google volviéndonos tontos?), publicado en la revista The Atlantic. Carr achaca su desorientación a una razón principal: el uso prolongado de Internet. Está convencido de que la Red, como el resto de medios de comunicación, no es inocua. '[Los medios] Suministran el material del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensar', insiste.
'Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación', advierte Carr, a través del correo electrónico. 'Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar readiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones', añade. 'Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo'.
El planteamiento de Carr ha suscitado cierto debate en foros especializados, como en la revista científica online Edge.org, y de hecho no es descabellado. Los neurólogos sostienen que todas las actividades mentales influyen a un nivel biológico en el cerebro; es decir, en el establecimiento de las conexiones neuronales, la compleja red eléctrica en la que se forman los pensamientos. 'El cerebro evolucionó para encontrar pautas. Si la información se presenta en una forma determinada, el cerebro aprenderá esa estructura', detalla desde Londres Beau Lotto, profesor de neurociencia en el University College de Londres. Y añade una precisión: 'Luego habría que ver si el cerebro aplica esa estructura en el modo de comportarse frente a otras circunstancias; no tiene por qué ser así necesariamente, pero es perfectamente posible'.
Lo que queda por ver es si esta influencia va a ser negativa, como vaticina Carr, o si va a ser el primer paso para integrar la tecnología en el cuerpo humano y ampliar las capacidades del cerebro, como predice el inventor y experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil. 'Nuestras primeras herramientas ampliaron nuestro alcance físico, y ahora extienden nuestro alcance mental. Nuestros cerebros advierten de que no necesitan dedicar un esfuerzo mental (y neuronal) a aquellas tareas que podemos dejar a las máquinas', razona Kurzweil desde Nueva Jersey. Y cita un ejemplo: 'Nos hemos vuelto menos capaces de realizar operaciones aritméticas desde que las calculadoras lo hacen por nosotros hace ya muchas décadas. Ahora confiamos en Google como un amplificador de nuestra memoria, así que de hecho recordamos peor las cosas que sin él. Pero eso no es un problema porque no tenemos por qué prescindir de Google. De hecho, estas herramientas se están volviendo más ubicuas, y están disponibles todo el tiempo'.
Oponer cerebro y tecnología es un enfoque erróneo, según coincide con Kurzweil el profesor JohnMcEneaney, del Departamento de Lectura y Artes lingüísticas de la Universidad de Oakland (EE UU). 'Creo que la tecnología es una expresión directa de nuestra cognición', discurre McEneaney. 'Las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros cráneos. Las herramientas definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo'.
Carr insiste en que esta influencia será mucho mayor a medida que aumente el uso de Internet. Se trata de un fenómeno incipiente que la neurología y la psicología tendrán que abordar a fondo, pero de momento un informe pionero sobre hábitos de búsqueda de información en Internet, dirigido por expertos del University College de Londres (UCL), indica que podríamos hallarnos en medio de un gran cambio de la capacidad humana para leer y pensar.
El estudio observó el comportamiento de los usuarios de dos páginas web de investigación, uno de la British Library y otro del Joint Information Systems Comittee (JISC), un consorcio educativo estatal que proporciona acceso a periódicos y libros electrónicos, entre otros recursos. Al recopilar los registros, los investigadores advirtieron que los usuarios 'echaban vistazos' a la información, en vez de detenerse en ella. Saltaban de un artículo a otro, y no solían volver atrás. Leían una o dos páginas en cada fuente y clicaban a otra. Solían dedicar una media de cuatro minutos por libro electrónico y ocho minutos por periódico electrónico. 'Está claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional; de hecho, hay indicios de que surgen nuevas formas de lectura a medida que los usuarios echan vistazos horizontalmente a través de títulos, páginas y resúmenes en busca de satisfacciones inmediatas', constata el documento. 'Casi parece que se conectan a la Red para evitar leer al modo tradicional'.
Los expertos inciden en que se trata de un cambio vertiginoso. 'La Red ha provocado que la gente se comporte de una manera bastante diferente con respecto a la información. Esto podría parecer contradictorio con las ideas aceptadas de la biología y la psicología evolutivas de que el comportamiento humano básico no cambia de manera súbita', señala desde Londres el profesor David Nicholas, de la Facultad de Información, Archivos y Bibliotecas del UCL. 'Hay un consenso general en que nunca habíamos visto un cambio a esta escala y rapidez, así que éste podría muy bien ser el caso [de un cambio repentino]', añade, citando su ensayo Digital consumers.
Se trata de una transformación sin precedentes porque es un nuevo medio con el potencial de incluir a todos los demás. 'Nunca un sistema de comunicaciones ha jugado tantos papeles en nuestras vidas ?o ejercido semejante influencia sobre nuestros pensamientos? como Internet hace hoy', incide Carr. 'Aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha prestado poca atención a cómo nos está reprogramando exactamente'.
Esta alteración de las maneras de buscar información y de leer no sólo afectaría a los más jóvenes, a los que se les supone mayor número de horas conectado, sino a individuos de todas las edades. 'Lo mismo les ha sucedido a maestros, profesores y médicos de cabecera. Todo el mundo muestra un comportamiento de saltos y lecturas por encima', precisa el informe.
Carr insiste en que una de las cuestiones clave es el modo de lectura 'superficial' que va ganando terreno. 'En los tranquilos espacios abiertos por la lectura de un libro, sostenida y sin distracciones, o por cualquier otro acto de contemplación, establecemos nuestras propias asociaciones, extraemos nuestras propias inferencias y analogías, y damos luz a nuestras propias ideas'. El problema es que al impedir la lectura profunda se impide el pensamiento profundo, ya que uno es indistinguible del otro, según escribe Maryanne Wolf, investigadora de la lectura y el lenguaje de la Tufts University (EE UU) y autora de Cómo aprendemos a leer (Ediciones B). Su preocupación es que 'la información sin guía pueda crear un espejismo de conocimiento y, por ello, restrinja los largos, difíciles y cruciales procesos de pensamiento que llevan al conocimiento auténtico', señala Wolf desde Boston.
Más allá de las advertencias sobre los hipotéticos efectos de Internet sobre la cognición, científicos como Kurzweil dan la bienvenida a esta influencia: 'Cuanto más confiamos en la parte no biológica (es decir, las máquinas) de nuestra inteligencia, la parte biológica trabaja menos, pero la combinación total aumenta su inteligencia'. Otros discrepan de esta predicción. La mayor dependencia de la Red conllevaría que el usuario se vuelva vago y, entre otras costumbres adquiridas, confíe completamente en los motores de búsqueda como si fueran el grial. 'Lo utilizan como una muleta', señala el profesor Nicholas, que recela de que esa herramienta sirva para liberar al cerebro de las tareas de búsqueda para poder emplearse en otras.
Carr va más allá y asegura que el tipo de lectura 'vistazo' beneficia a las empresas. 'Sus ingresos aumentan a medida que pasamos más tiempo conectados y que aumentamos el número de páginas y de los elementos de información que vemos', razona. 'Las empresas tienen un gran interés económico en que aumentemos la velocidad de nuestra ingesta de información', añade. 'Eso no significa que deliberadamente quieran que perdamos la capacidad de concentración y contemplación: es sólo un efecto colateral de su modelo de negocio'.
Otros expertos matizan bastante el pronóstico de Carr. El experto en tecnología Edward Tenner, autor de Our own devices: how technology remake humanity (Nuestros propios dispositivos: cómo la tecnología rehace a la humanidad), se suma a la crítica de Carr pero añade que no tiene por qué ser irreversible. 'Coincido con la preocupación por el uso superficial de Internet, pero lo considero como un problema cultural reversible a través de una mejor enseñanza y un mejor software de búsqueda, y no como una deformación neurológica', explica desde Nueva Jersey (EE UU). 'Sucede como con la gente que está acostumbrada a los coches y a las tumbonas pero entiende la importancia de hacer ejercicio'.
En definitiva, científicos como Kurzweil destacan el potencial de Internet como herramienta de conocimiento. 'La Red ofrece la oportunidad de albergar toda la computación, el conocimiento y la comunicación que hay. Al final, excederá ampliamente la capacidad de la inteligencia humana biológica. Y concluye: 'Una vez que las máquinas puedan hacer todo lo que hacen los humanos, será una conjunción poderosa porque se combinará con los modos en los que las máquinas ya son superiores. Pero nos mezclaremos con esta tecnología para hacernos más inteligentes'.
Usuario de 'corta y pega'
Un informe pionero del University College de Londres sobre hábitos de búsqueda de información en Internet distingue mitos y realidades sobre el uso que hacen los jóvenes. Una de las ideas que subyace en todas las conclusiones es que la destreza digital no equivale a destreza informativa, es decir, a saber cómo buscar información y transformarla en conocimiento.
1. Los usuarios jóvenes no suelen comprender bien sus necesidades informativas y por tanto les resulta difícil desarrollar estrategias de búsqueda efectivas.
2. Tienen un mapa mental poco sofisticado de lo que es Internet. No logran entender que se trata de una colección de recursos en red procedentes de diferentes fuentes. Así, los motores de búsqueda, ya sean Yahoo! o Google, se convierten en la primera marca que asocian con Internet.
3. Son en general más competentes con la tecnología que la generación anterior, aunque los adultos se ponen rápidamente al día. Emplean, sin embargo, menos aplicaciones digitales de lo que se cree.
4. Prefieren sistemas interactivos y le dan la espalda al consumo pasivo de información. Prefieren la visual sobre la textual.
5. Son la generación del corta y pega. Abundan los casos de plagios de diversas fuentes en los trabajos encargados.
6. Prefieren, como los adultos, la información despiezada, en vez de textos completos.
7. No son expertos buscadores.
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Google ya es parte de tu memoria · ELPAÍS.com
Google ya es parte de tu memoria · ELPAÍS.com: "REPORTAJE: Vida&artes
Google ya es parte de tu memoria
El uso de las nuevas tecnologías altera la forma de recordar y aprender - El impacto llega a las conexiones neuronales
EMILIO DE BENITO 31/07/2011
Los psicólogos lo llaman ya el efecto Google: la alteración en el proceso de aprendizaje y en el desarrollo que se produce cuando una persona -niños, jóvenes o adultos- tiene a golpe de clic las nuevas tecnologías. Si ya hubo que hacer un esfuerzo hace 40 años para explicar que saber multiplicar seguía siendo útil aunque existieran calculadoras, la memoria es la siguiente capacidad que se arriesga al desuso. Porque, ¿para qué aprenderse las capitales del mundo cuando Internet las da actualizadas en milésimas de segundo?
Los taxistas de Londres tienen más desarrollado el hipocampo
Las nuevas técnicas de imagen permiten ver las modificaciones
La plasticidad del cerebro es clave para adaptarse a las innovaciones
Las calculadoras cambiaron el modo de enfrentarse a las matemáticas
Se maneja mucha más información, y eso puede desbordarnos
En vez de recordar algo, el esfuerzo está en acordarse de dónde hallarlo
Los estímulos pueden beneficiar a los alumnos con interés
Hay que reorganizar las prioridades de la atención
Esta nueva manera de enfrentarse a los conocimientos no es ni siquiera consciente. Cuatro experimentos publicados en la revista Science el 15 de julio demuestran que las personas están utilizando ya Internet como una extensión de la propia memoria. En los ensayos se pidió a los voluntarios (estudiantes de las universidades estadounidenses de Harvard, Columbia y Wisconsin-Madison) que prestaran atención a una serie de informaciones típicas de revistas de curiosidades, como que el ojo de las ostras es mayor que su cerebro. Al escucharlas, tenían la opción de teclearlas para incluirlas en un fichero del ordenador. Y ahí estaba el truco. En los distintos experimentos había varias posibilidades: que los datos se guardaran, o que el voluntario recibiera la información de que iban a ser borrados. También había casos en que los datos iban a un archivo fácilmente accesible, o a otro más complicado de encontrar. Luego se les preguntaba qué recordaban.
El resultado es contundente: los que creían que iban a poder consultar fácilmente el ordenador no se habían tomado la molestia de aprenderse los datos, y los que pensaban que la información se había borrado se acordaban mejor. En medio estaban los que pensaban que podrían acceder al contenido de la prueba, pero de una manera más trabajosa.
No hace falta ser estudiante para haber experimentado este cambio en el uso de la memoria. Hace 20 años, las personas memorizaban muchos más números de teléfonos que ahora, por ejemplo. Con las nuevas tecnologías, como los aparatos programables y otros adminículos, esa capacidad se ha perdido. 'Los estudiantes usan Internet como una memoria externa', afirma Betsy Sparrow, una de las autoras del trabajo. '¿Pero es eso malo? Yo creo que no', añade Roddy Roediger, de la Universidad de Washington en San Luis (Misuri).
Bueno o malo, el cambio es patente. O, mejor, habría que decir que el impacto de Internet en nuestra manera de aprender es bueno y, a la vez, malo. La psicóloga clínica Beatriz Azagra lo explica así: 'Las nuevas tecnologías sirven para desarrollar actitudes y que los alumnos se interesen por otras cosas. La tecnología se las presenta de una manera más atractiva que el Larousse', afirma esta profesora del máster de Psicoterapia Psicoanalítica de la Universidad Complutense de Madrid. 'Pero a veces eso va en detrimento del esfuerzo', añade.
Y es que 'las nuevas tecnologías pueden ayudar a conseguir objetivos, y son un buen soporte en el proceso del aprendizaje', admite Azagra, pero 'no se puede sustituir la relación con el profesor'. 'Está bien que se use la memoria para otras cosas, y eso está ahí, pero luego vemos a los niños perdidos porque no saben cuál es la capital que están visitando'.
Centrándose en los niños -un campo que Azagra ha trabajo ampliamente- 'es difícil controlar el acceso' a las nuevas tecnologías, pero 'a veces hay tantos estímulos que el niño se pierde', dice. 'Su presencia es inevitable, pero tiene que estar de acuerdo con lo que el niño pueda asimilar'. Y, sobre todo, apunta que 'no se debe perder el valor de la palabra'. 'A veces los niños -y los que no lo son tanto- están tan acostumbrados a encontrar todo en Internet que a la hora de expresar un conflicto no saben hacerlo', afirma la psicóloga clínica.
Haya o no cambios funcionales, lo que está claro es que con las nuevas tecnologías se ven afectados aspectos del aprendizaje y el comportamiento. Por ejemplo, la psicóloga clínica Esther Legorgeu indica cuatro aspectos en los que ella cree que se está produciendo un perjuicio. 'El interés por los textos escritos y la capacidad de comprensión están empeorando', afirma. También cree que la 'capacidad de imaginación está disminuyendo, porque las nuevas tecnologías lo dan todo hecho. Más que inventar, lo que ahora se hace es planificar la búsqueda de la información. Al leer en un papel hay que hacer un esfuerzo para relacionar lo escrito con lo que se sabe. Ahora esas relaciones están ya en la pantalla', dice.
Esta situación implica una segunda merma: el decrecimiento del esfuerzo mental. 'En todo proceso de aprendizaje hay dos tipos de memoria, la de trabajo, que se usa para obtener datos con los que razonar y obtener conclusiones, y otra a largo plazo, donde almacenamos conceptos por si en un futuro nos son útiles', dice la psicóloga. 'Todo esto se ve afectado por las nuevas tecnologías -es precisamente lo estudiado por el efecto Google-, y almacenamos menos. Es parecido a lo que pasó con el cálculo mental cuando llegaron las calculadoras'.
Un tercer aspecto que se ve perjudicado es 'la atención a lo verbal'. 'Acostumbrados a una información tan rica como la puede dar Internet, los alumnos encuentran una exposición oral menos interesante, menos atractiva, porque es menos interactiva', afirma Legorgeu. Esto tiene un impacto claro en la enseñanza: 'Los profesores lo tienen más difícil, porque niños y adolescentes están sobreestimulados'.
Pero no todo es negativo. La psicóloga cree que las nuevas tecnologías fomentan 'el autoaprendizaje'. 'Cuando alguien está motivado, le cuesta menos profundizar', indica. En este sentido, afirma que se 'aprovecha de una información más global, porque hay mucha más, y eso es bueno'. Por último, hay otro aspecto claro: 'Hay un desarrollo de la memoria visual'.
El impacto del uso de las nuevas tecnologías es tan grande que incluso hay quien se plantea que pudiera llegar a afectar al cerebro, que se ha demostrado que es un órgano con una gran plasticidad que acaba de formarse en la adolescencia (por eso los menores que beben, por ejemplo, tienen más problemas de pérdida de memoria inmediata cuando son adultos y beben, de no recordar cómo acabó la borrachera). Aunque hay dudas, porque una cosa es que, debido al uso de nuevos aparatos o posibilidades, el cerebro actúe de una manera nueva, y otra, muy distinta, que haya cambios morfológicos. Eso es lo que opina el psicobiólogo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Ricardo Pellón. 'No creo que haya un cambio, y si lo hay, va a ser muy lento. Es muy pronto que se pueda hablar de conexiones neurológicas específicas', afirma Pellón.
'Lo que sí que hay es una modificación de los comportamientos, de las prácticas. En la UNED, donde damos las clases virtualmente, las nuevas tecnologías nos han venido muy bien, pero al final los contenidos son los mismos. Al final, la estructura no es tan diferente', dice Pellón.
Lo que está claro es que la incorporación masiva de estas nuevas tecnologías supone una mejora, aunque también un esfuerzo de adaptación. 'Piense en el teléfono o las calculadoras. Seguro que supusieron un salto tremendo, como toda la tecnología reciente puede suponer un cambio de hábitos, pero no en el ser de la persona. No creo que las técnicas de imagen reflejen todavía una modificación, me sorprendería', concluye el psicobiólogo.
Sin embargo, el cerebro tiene que adaptarse a manejar nuevos aparatos. Al disponer de nuevos recursos, para bien o, según los más pesimistas, para mal, el ser humano, vago por naturaleza, puede abandonar habilidades (el caso del cálculo mental hace unos años con las calculadoras o el de la memoria y este nuevo efecto Google ahora). Y eso tiene un reflejo en el cerebro.
La psicóloga clínica especialista en infanto-juvenil Esther Legorgeu ilustra este hecho con un ejemplo: 'Se han hecho estudios con taxistas en Londres y se ha visto que después de un tiempo desarrollan el hipocampo, que es la zona que está relacionada con la orientación y la planificación'.
Como explica el jefe de Neuroimagen de la Fundación Centro de Investigación en Enfermedades Neurológicas (CIEN), Juan Álvarez-Linera, la clave de todo este asunto está en la plasticidad del cerebro. 'Siempre se había pensado que era un órgano muy estático, aunque ya Ramón y Cajal opinaba lo contrario. Ahora, con las técnicas de resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía se ha visto que, por el contrario, es un órgano terriblemente plástico', afirma el neurorradiólogo.
Por eso Legorgeu cree que 'como todos los cambios influyen en el cerebro, las nuevas tecnologías también, igual que en el desarrollo cognitivo'. 'Que sea más o menos depende del uso, claro', matiza. Aunque, de momento al menos, 'solo se pueden demostrar cambios cuando hay un uso intensivo'.
'El cerebro es como un ordenador muy sofisticado, que puede estar cambiando continuamente el software', afirma Álvarez-Linera. A nivel funcional esto se traduce en que cambian las conexiones neuronales. Pero 'también hay cambios estructurales, que afectarían al hardware, a medida que se utiliza de una manera o de otra'. De hecho, 'con las técnicas de imagen funcional vemos que el cerebro está continuamente cambiando sus conexiones', explica el médico. 'De alguna manera, en un entrenamiento intensivo es como si se estuvieran produciendo continuamente actualizaciones del software'.
Al combinar esta capacidad de adaptación del cerebro con las nuevas tecnologías -que suponen un uso diferente de las capacidades cerebrales a las que se empleaban hasta ahora- se ve que 'el entrenamiento y los hábitos producen cambios en el cerebro, y al revés'. 'Es el eterno debate: la función crea el órgano y también el órgano condiciona la función, las dos cosas son ciertas', señala el neurorradiólogo, quien también es jefe de Neuroimagen del Ruber Internacional. 'A pequeña escala, esto se está probando ya con muchas habilidades', añade.
Uno de los campos que más se han estudiado es el de qué pasa en el cerebro mientras se está entrenando con un videojuego. 'Estas actividades implican diferentes habilidades, entre ellas la memoria, y se ha visto que después de un entrenamiento intensivo hay cambios funcionales y estructurales'. Esto quiere decir que 'para que haya cambios, el entrenamiento es fundamental', afirma.
No se trata de un ejercicio teórico. Porque el efecto de la diferente estimulación que recibe el cerebro por Internet y otras innovaciones 'lo estamos pudiendo probar con las nuevas tecnologías de imagen avanzada', añade el neurorradiólogo.
Un caso claro del efecto del uso del cerebro demostrado en la clínica es la llamada reserva cognitiva. Esta capacidad se ha visto que es importante en pacientes con enfermedad de alzhéimer, indica Álvarez-Linera. 'Las personas sometidas a un entrenamiento cerebral prolongado, como el trabajo intelectual, tardan más tiempo en desarrollar el deterioro propio de la enfermedad. De alguna manera, tienen como un colchón, la enfermedad tarda más tiempo en dar la cara, ya que tienen más recursos para compensar esos déficits'.
Todo esto tiene un impacto en la vida cotidiana. 'Desde que llegaron los móviles ya nadie se acuerda del número de teléfono de nadie', pone el médico como ejemplo. 'Y esa falta de entrenamiento específico tiene su efecto en la memoria, aunque no tiene por qué ser necesariamente negativo, porque esa pérdida de la capacidad para recordar números se compensa con la memoria para saber dónde y cómo los tenemos que ir a buscar', indica.
En el caso de los niños o los adolescentes el impacto es, si cabe, aún mayor. 'Un chico de 15 años maneja mucha más información hoy día que uno de su misma edad de hace 50. Y para ello tiene que desarrollar otro tipo de habilidades que también implican a la memoria, como es la gestión de la información (más que saberlo todo, saber como acceder de forma rápida y eficiente a los datos)', explica Álvarez-Linera.
Y esta situación enlaza con el llamado efecto Google y el impacto que puede tener sobre la memoria el uso de las nuevas tecnologías. 'Obviamente hay cosas que ganar y otras que perder'. Lo que hay que hacer entonces es tomar medidas para que los beneficios sean superiores a los perjuicios. Para ello, la primera recomendación del neurorradiólogo es 'mantener en forma el cerebro, pero no con ejercicios pasivos o repetitivos. No es bueno dedicarse a tareas monótonas, lo mejor es tener una actividad cerebral variada', afirma.
Esto incluye trabajar otros tipos de memoria, como la de procedimientos y no olvidar el ejercicio físico, que sabemos que contribuye a mejorar las conexiones cerebrales. 'Hay actividades, como el golf o la música, que funcionan bien, porque aparte del ejercicio físico hay que acordarse de las posturas, los movimientos'.
Al final, Álvarez-Linera resume que, independientemente del uso de las tecnologías o no, lo que hay que hacer es 'darle vidilla al cerebro'.
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Google ya es parte de tu memoria
El uso de las nuevas tecnologías altera la forma de recordar y aprender - El impacto llega a las conexiones neuronales
EMILIO DE BENITO 31/07/2011
Los psicólogos lo llaman ya el efecto Google: la alteración en el proceso de aprendizaje y en el desarrollo que se produce cuando una persona -niños, jóvenes o adultos- tiene a golpe de clic las nuevas tecnologías. Si ya hubo que hacer un esfuerzo hace 40 años para explicar que saber multiplicar seguía siendo útil aunque existieran calculadoras, la memoria es la siguiente capacidad que se arriesga al desuso. Porque, ¿para qué aprenderse las capitales del mundo cuando Internet las da actualizadas en milésimas de segundo?
Los taxistas de Londres tienen más desarrollado el hipocampo
Las nuevas técnicas de imagen permiten ver las modificaciones
La plasticidad del cerebro es clave para adaptarse a las innovaciones
Las calculadoras cambiaron el modo de enfrentarse a las matemáticas
Se maneja mucha más información, y eso puede desbordarnos
En vez de recordar algo, el esfuerzo está en acordarse de dónde hallarlo
Los estímulos pueden beneficiar a los alumnos con interés
Hay que reorganizar las prioridades de la atención
Esta nueva manera de enfrentarse a los conocimientos no es ni siquiera consciente. Cuatro experimentos publicados en la revista Science el 15 de julio demuestran que las personas están utilizando ya Internet como una extensión de la propia memoria. En los ensayos se pidió a los voluntarios (estudiantes de las universidades estadounidenses de Harvard, Columbia y Wisconsin-Madison) que prestaran atención a una serie de informaciones típicas de revistas de curiosidades, como que el ojo de las ostras es mayor que su cerebro. Al escucharlas, tenían la opción de teclearlas para incluirlas en un fichero del ordenador. Y ahí estaba el truco. En los distintos experimentos había varias posibilidades: que los datos se guardaran, o que el voluntario recibiera la información de que iban a ser borrados. También había casos en que los datos iban a un archivo fácilmente accesible, o a otro más complicado de encontrar. Luego se les preguntaba qué recordaban.
El resultado es contundente: los que creían que iban a poder consultar fácilmente el ordenador no se habían tomado la molestia de aprenderse los datos, y los que pensaban que la información se había borrado se acordaban mejor. En medio estaban los que pensaban que podrían acceder al contenido de la prueba, pero de una manera más trabajosa.
No hace falta ser estudiante para haber experimentado este cambio en el uso de la memoria. Hace 20 años, las personas memorizaban muchos más números de teléfonos que ahora, por ejemplo. Con las nuevas tecnologías, como los aparatos programables y otros adminículos, esa capacidad se ha perdido. 'Los estudiantes usan Internet como una memoria externa', afirma Betsy Sparrow, una de las autoras del trabajo. '¿Pero es eso malo? Yo creo que no', añade Roddy Roediger, de la Universidad de Washington en San Luis (Misuri).
Bueno o malo, el cambio es patente. O, mejor, habría que decir que el impacto de Internet en nuestra manera de aprender es bueno y, a la vez, malo. La psicóloga clínica Beatriz Azagra lo explica así: 'Las nuevas tecnologías sirven para desarrollar actitudes y que los alumnos se interesen por otras cosas. La tecnología se las presenta de una manera más atractiva que el Larousse', afirma esta profesora del máster de Psicoterapia Psicoanalítica de la Universidad Complutense de Madrid. 'Pero a veces eso va en detrimento del esfuerzo', añade.
Y es que 'las nuevas tecnologías pueden ayudar a conseguir objetivos, y son un buen soporte en el proceso del aprendizaje', admite Azagra, pero 'no se puede sustituir la relación con el profesor'. 'Está bien que se use la memoria para otras cosas, y eso está ahí, pero luego vemos a los niños perdidos porque no saben cuál es la capital que están visitando'.
Centrándose en los niños -un campo que Azagra ha trabajo ampliamente- 'es difícil controlar el acceso' a las nuevas tecnologías, pero 'a veces hay tantos estímulos que el niño se pierde', dice. 'Su presencia es inevitable, pero tiene que estar de acuerdo con lo que el niño pueda asimilar'. Y, sobre todo, apunta que 'no se debe perder el valor de la palabra'. 'A veces los niños -y los que no lo son tanto- están tan acostumbrados a encontrar todo en Internet que a la hora de expresar un conflicto no saben hacerlo', afirma la psicóloga clínica.
Haya o no cambios funcionales, lo que está claro es que con las nuevas tecnologías se ven afectados aspectos del aprendizaje y el comportamiento. Por ejemplo, la psicóloga clínica Esther Legorgeu indica cuatro aspectos en los que ella cree que se está produciendo un perjuicio. 'El interés por los textos escritos y la capacidad de comprensión están empeorando', afirma. También cree que la 'capacidad de imaginación está disminuyendo, porque las nuevas tecnologías lo dan todo hecho. Más que inventar, lo que ahora se hace es planificar la búsqueda de la información. Al leer en un papel hay que hacer un esfuerzo para relacionar lo escrito con lo que se sabe. Ahora esas relaciones están ya en la pantalla', dice.
Esta situación implica una segunda merma: el decrecimiento del esfuerzo mental. 'En todo proceso de aprendizaje hay dos tipos de memoria, la de trabajo, que se usa para obtener datos con los que razonar y obtener conclusiones, y otra a largo plazo, donde almacenamos conceptos por si en un futuro nos son útiles', dice la psicóloga. 'Todo esto se ve afectado por las nuevas tecnologías -es precisamente lo estudiado por el efecto Google-, y almacenamos menos. Es parecido a lo que pasó con el cálculo mental cuando llegaron las calculadoras'.
Un tercer aspecto que se ve perjudicado es 'la atención a lo verbal'. 'Acostumbrados a una información tan rica como la puede dar Internet, los alumnos encuentran una exposición oral menos interesante, menos atractiva, porque es menos interactiva', afirma Legorgeu. Esto tiene un impacto claro en la enseñanza: 'Los profesores lo tienen más difícil, porque niños y adolescentes están sobreestimulados'.
Pero no todo es negativo. La psicóloga cree que las nuevas tecnologías fomentan 'el autoaprendizaje'. 'Cuando alguien está motivado, le cuesta menos profundizar', indica. En este sentido, afirma que se 'aprovecha de una información más global, porque hay mucha más, y eso es bueno'. Por último, hay otro aspecto claro: 'Hay un desarrollo de la memoria visual'.
El impacto del uso de las nuevas tecnologías es tan grande que incluso hay quien se plantea que pudiera llegar a afectar al cerebro, que se ha demostrado que es un órgano con una gran plasticidad que acaba de formarse en la adolescencia (por eso los menores que beben, por ejemplo, tienen más problemas de pérdida de memoria inmediata cuando son adultos y beben, de no recordar cómo acabó la borrachera). Aunque hay dudas, porque una cosa es que, debido al uso de nuevos aparatos o posibilidades, el cerebro actúe de una manera nueva, y otra, muy distinta, que haya cambios morfológicos. Eso es lo que opina el psicobiólogo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Ricardo Pellón. 'No creo que haya un cambio, y si lo hay, va a ser muy lento. Es muy pronto que se pueda hablar de conexiones neurológicas específicas', afirma Pellón.
'Lo que sí que hay es una modificación de los comportamientos, de las prácticas. En la UNED, donde damos las clases virtualmente, las nuevas tecnologías nos han venido muy bien, pero al final los contenidos son los mismos. Al final, la estructura no es tan diferente', dice Pellón.
Lo que está claro es que la incorporación masiva de estas nuevas tecnologías supone una mejora, aunque también un esfuerzo de adaptación. 'Piense en el teléfono o las calculadoras. Seguro que supusieron un salto tremendo, como toda la tecnología reciente puede suponer un cambio de hábitos, pero no en el ser de la persona. No creo que las técnicas de imagen reflejen todavía una modificación, me sorprendería', concluye el psicobiólogo.
Sin embargo, el cerebro tiene que adaptarse a manejar nuevos aparatos. Al disponer de nuevos recursos, para bien o, según los más pesimistas, para mal, el ser humano, vago por naturaleza, puede abandonar habilidades (el caso del cálculo mental hace unos años con las calculadoras o el de la memoria y este nuevo efecto Google ahora). Y eso tiene un reflejo en el cerebro.
La psicóloga clínica especialista en infanto-juvenil Esther Legorgeu ilustra este hecho con un ejemplo: 'Se han hecho estudios con taxistas en Londres y se ha visto que después de un tiempo desarrollan el hipocampo, que es la zona que está relacionada con la orientación y la planificación'.
Como explica el jefe de Neuroimagen de la Fundación Centro de Investigación en Enfermedades Neurológicas (CIEN), Juan Álvarez-Linera, la clave de todo este asunto está en la plasticidad del cerebro. 'Siempre se había pensado que era un órgano muy estático, aunque ya Ramón y Cajal opinaba lo contrario. Ahora, con las técnicas de resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía se ha visto que, por el contrario, es un órgano terriblemente plástico', afirma el neurorradiólogo.
Por eso Legorgeu cree que 'como todos los cambios influyen en el cerebro, las nuevas tecnologías también, igual que en el desarrollo cognitivo'. 'Que sea más o menos depende del uso, claro', matiza. Aunque, de momento al menos, 'solo se pueden demostrar cambios cuando hay un uso intensivo'.
'El cerebro es como un ordenador muy sofisticado, que puede estar cambiando continuamente el software', afirma Álvarez-Linera. A nivel funcional esto se traduce en que cambian las conexiones neuronales. Pero 'también hay cambios estructurales, que afectarían al hardware, a medida que se utiliza de una manera o de otra'. De hecho, 'con las técnicas de imagen funcional vemos que el cerebro está continuamente cambiando sus conexiones', explica el médico. 'De alguna manera, en un entrenamiento intensivo es como si se estuvieran produciendo continuamente actualizaciones del software'.
Al combinar esta capacidad de adaptación del cerebro con las nuevas tecnologías -que suponen un uso diferente de las capacidades cerebrales a las que se empleaban hasta ahora- se ve que 'el entrenamiento y los hábitos producen cambios en el cerebro, y al revés'. 'Es el eterno debate: la función crea el órgano y también el órgano condiciona la función, las dos cosas son ciertas', señala el neurorradiólogo, quien también es jefe de Neuroimagen del Ruber Internacional. 'A pequeña escala, esto se está probando ya con muchas habilidades', añade.
Uno de los campos que más se han estudiado es el de qué pasa en el cerebro mientras se está entrenando con un videojuego. 'Estas actividades implican diferentes habilidades, entre ellas la memoria, y se ha visto que después de un entrenamiento intensivo hay cambios funcionales y estructurales'. Esto quiere decir que 'para que haya cambios, el entrenamiento es fundamental', afirma.
No se trata de un ejercicio teórico. Porque el efecto de la diferente estimulación que recibe el cerebro por Internet y otras innovaciones 'lo estamos pudiendo probar con las nuevas tecnologías de imagen avanzada', añade el neurorradiólogo.
Un caso claro del efecto del uso del cerebro demostrado en la clínica es la llamada reserva cognitiva. Esta capacidad se ha visto que es importante en pacientes con enfermedad de alzhéimer, indica Álvarez-Linera. 'Las personas sometidas a un entrenamiento cerebral prolongado, como el trabajo intelectual, tardan más tiempo en desarrollar el deterioro propio de la enfermedad. De alguna manera, tienen como un colchón, la enfermedad tarda más tiempo en dar la cara, ya que tienen más recursos para compensar esos déficits'.
Todo esto tiene un impacto en la vida cotidiana. 'Desde que llegaron los móviles ya nadie se acuerda del número de teléfono de nadie', pone el médico como ejemplo. 'Y esa falta de entrenamiento específico tiene su efecto en la memoria, aunque no tiene por qué ser necesariamente negativo, porque esa pérdida de la capacidad para recordar números se compensa con la memoria para saber dónde y cómo los tenemos que ir a buscar', indica.
En el caso de los niños o los adolescentes el impacto es, si cabe, aún mayor. 'Un chico de 15 años maneja mucha más información hoy día que uno de su misma edad de hace 50. Y para ello tiene que desarrollar otro tipo de habilidades que también implican a la memoria, como es la gestión de la información (más que saberlo todo, saber como acceder de forma rápida y eficiente a los datos)', explica Álvarez-Linera.
Y esta situación enlaza con el llamado efecto Google y el impacto que puede tener sobre la memoria el uso de las nuevas tecnologías. 'Obviamente hay cosas que ganar y otras que perder'. Lo que hay que hacer entonces es tomar medidas para que los beneficios sean superiores a los perjuicios. Para ello, la primera recomendación del neurorradiólogo es 'mantener en forma el cerebro, pero no con ejercicios pasivos o repetitivos. No es bueno dedicarse a tareas monótonas, lo mejor es tener una actividad cerebral variada', afirma.
Esto incluye trabajar otros tipos de memoria, como la de procedimientos y no olvidar el ejercicio físico, que sabemos que contribuye a mejorar las conexiones cerebrales. 'Hay actividades, como el golf o la música, que funcionan bien, porque aparte del ejercicio físico hay que acordarse de las posturas, los movimientos'.
Al final, Álvarez-Linera resume que, independientemente del uso de las tecnologías o no, lo que hay que hacer es 'darle vidilla al cerebro'.
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¿Quiere saber cuánto le queda? · ELPAÍS.com
¿Quiere saber cuánto le queda? · ELPAÍS.com: "REPORTAJE: AVANCES CIENTÍFICOS
¿Quiere saber cuánto le queda?
Un test desarrollado por la científica María Blasco se postula para medir la 'edad biológica'. Algunos dudan de su utilidad, para otros es el futuro. En todo caso, plantea una cuestión crucial
MÓNICA SALOMONE 31/07/2011
Cuánto está cada uno dispuesto a saber de sí mismo? La biología molecular ha sacado esta pregunta del terreno del psicoanálisis. Quien decida leer su ADN conocerá el propio riesgo de padecer cáncer, alzhéimer y otra decena de enfermedades -eso sí, la fiabilidad dependerá de quién haga e interprete la prueba-. La investigación de lo que ocurre en las células ha generado un nuevo test: una prueba que mide la edad biológica. Basta una muestra de sangre para saber si se es más viejo o joven de lo que dice el DNI. ¿Frivolidad? ¿El gancho publicitario de la última terapia mágica antiedad? La comunidad científica no duda de su seriedad, aunque algunos investigadores sí de su utilidad. Para unos es una puerta a la medicina del futuro; para otros, un producto salido prematuramente de los laboratorios. Hagamos la prueba.
Blasco: 'Sabemos que las personas con los telómeros más cortos tienen más riesgo de padecer ciertas enfermedades'
La propuesta llega hace unas semanas de María Blasco, recién nombrada directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y cofundadora de Life Length -compañía que ofrece el test y de la que también son socios la Fundación Botín y la consultora Matlin Associates-. Creada en diciembre pasado, Life Length necesita aumentar su base de datos; si participo, puedo conocer el grado de envejecimiento de mi organismo. ¿Quiero a mis 41 años?
Una búsqueda en Internet da con una noticia de The Independent: 'El test de 400 libras [cerca de 450 euros] que te dice cuánto vivirás'. También la revista Science ha hablado de ella recogiendo la opinión de Jerry Shay, del Southwestern Medical Center en Dallas (EE UU) y asesor de Life Length; el test se basa en 'el mejor biomarcador de envejecimiento hoy disponible'. Tal vez por eso él ha decidido no hacérselo.
Lo primero es aclarar qué dice de verdad el test. O, mejor, qué no dice: lo que te queda de vida. 'Hay conexiones con la mortalidad, sí, pero es absurdo decir que esto te dirá la duración de tu vida', insistía Elizabeth Blackburn, premio Nobel de Medicina en 2009, en Nature. Blackburn es cofundadora de Telome Health, la otra empresa -estadounidense- que ofrece un test similar, aunque menos preciso, que el de Life Length.
De acuerdo. Adelante con mi test. En el fondo, lo que me importa es: cuando sepa mi edad real, ¿qué hago con el dato? Las 500 personas ya analizadas por Life Length se habrán planteado lo mismo. Y lo que está claro es que esas preguntas no impiden que crezca la demanda. Life Length tiene ya peticiones 'para al menos otras 1.000 pruebas, de más de 40 países, que están en espera porque el laboratorio está a tope', dice Steve Matlin, su director ejecutivo. Compañías farmacéuticas y de cosmética también quieren usar el test en el desarrollo de sus productos. Según Blackburn, Telome Health tiene igualmente exceso de peticiones.
Ahora bien, que mucha gente pida una prueba no significa que la comunidad científica esté de acuerdo con su valor. Entre otros, Carol Greider, que recibió el Nobel con Blackburn, opina que aún no se sabe lo bastante como para que la información que proporciona sea útil. Y ha estado tan implicada como Blackburn y Blasco en desarrollar la ciencia que ha dado lugar a todo esto.
Uno de los hallazgos más sorprendentes de la biología de las últimas décadas -que dio el Nobel a Blackburn, Greider y a Jack Szostack- es una enzima que parecía controlar el reloj biológico de la célula. La enzima se llama telomerasa. Actúa sobre los telómeros, unos capuchones que recubren los extremos de los cromosomas. Todas las pruebas de envejecimiento nacen de la aún joven ciencia de los telómeros.
Para entender de qué va hay que hacer zoom en el interior de las células, ir a su núcleo, y en él, a los cromosomas. Cada célula -excepto las germinales- tiene 23 pares de cromosomas, que contienen el ADN. Los telómeros ejercen una función protectora: evitar que las puntas de los cromosomas se deshilachen cada vez que la célula se divide. Ahora bien, con cada división los telómeros se acortan, y eso es lo que da fundamento a la prueba. Cuando el acortamiento alcanza un punto crítico, la célula deja de dividirse.
Los científicos creen que eso es lo que pasa en el envejecimiento. 'Sabemos que las personas con los telómeros más cortos tienen más riesgo de padecer determinadas enfermedades', explica Blasco. El acortamiento se asocia a enfermedades cardiovasculares, diabetes y alzhéimer, entre otras. 'No implica que vayan a morir dentro de X años, pero sí se ha visto que tienen un riesgo significativamente más alto de desarrollar estas enfermedades'.
Si los telómeros apuntan a que hay algo mal, pero no el qué, ni cómo arreglarlo, ¿qué se hace? Hoy no hay ningún fármaco que alargue los telómeros -aunque sí una píldora, la TA65, que se vende en Estados Unidos como complemento nutricional y que supuestamente activa la telomerasa-. Pero Blasco cita publicaciones que asocian el tabaquismo, la obesidad y el estrés con los telómeros cortos. También hay trabajos que sugieren que con un cambio de vida es posible volver a tener telómeros largos.
Para explicar la utilidad de la prueba, Blasco la compara con la del colesterol hace 30 años: entonces estaba claro que era malo tenerlo alto, pero no por qué exactamente; tampoco había fármacos para controlarlo, pero se sabía que mejoraba con un estilo de vida sano. 'Con los telómeros estamos en esa misma fase', dice Blasco. Ella está convencida de que hacerse la prueba 'puede ser un revulsivo para llevar una vida más saludable'. Esto, asegura, fue su principal motivación a la hora de cofundar Life Length.
'Hacía años que tenía la idea de crear una empresa a partir de las técnicas desarrolladas en mi laboratorio', explica. Al publicarse las técnicas en cuestión -cuenta Blasco- empezaron a llegar peticiones de otros investigadores y también de compañías, desde las interesadas en buscar fármacos antiedad hasta empresas de cosmética que querían medir el efecto de sus productos en los telómeros. 'Pero mi laboratorio es de descubrimiento, no es para dar servicio; estoy convencida de que esto lo debe hacer una empresa'.
Así, el CNIO concede a Life Length la licencia para explotar comercialmente la tecnología y obtiene las regalías que se generen. 'El CNIO solo puede beneficiarse', dice Blasco. Life Length también alquila equipamiento al centro. La compañía espera ampliar capital en otoño y asociarse con laboratorios capaces de asumir una demanda que esperan alta.
Hoy su prueba cuesta casi 500 euros, pero la mayoría de quienes se la han hecho no han tenido que pagarlos. La razón está en la propia validez del test. El resultado se basa en la comparación de los telómeros de cada persona con los de la población, por lo que Life Length necesita construirse una base de datos que servirá también para hacer investigación. Por eso, todos los que nos hemos hecho su prueba hemos respondido un extenso cuestionario no solo sobre fumar o hacer ejercicio; también sobre estado anímico y actividad sexual: 'Cuando tengamos miles de muestras podremos profundizar en la relación entre longitud de los telómeros y variables de historia personal y estilo de vida', dice Matlin.
Para algunos investigadores es precisamente este aspecto estadístico lo que resta valor al test. Hoy por hoy se desconoce la relación causa / efecto. 'Algunos de estos estudios dan resultados poco claros', declara en Science el experto en cáncer Alan Meeker, de la Johns Hopkins University School of Medicine (Baltimore, EE UU). Greider tiene aún más dudas: 'Hoy no está claro cuál es la mejor forma de determinar la longitud de los telómeros, y qué dice exactamente esta medida para el 99% de la gente'.
Sea prematuro o no el test de edad biológica, la medida de los telómeros puede convertirse en un dato más sobre uno mismo que habrá que aprender a procesar. El psicólogo estadounidense Steven Pinker, autor de reflexiones sobre el poder de la genética a la hora de determinar el comportamiento humano, ha escrito que 'para bien o para mal, la gente querrá saber qué hay en sus genomas', impulsada por la intuición de que 'las cosas vivas albergan cierta sustancia oculta que determina sus poderes'. Pero cuando Pinker hizo que su genoma fuera secuenciado no quiso saber si contenía la variante del gen que multiplica por 15 el riesgo de desarrollar alzhéimer.A todo esto, yo tengo 24 años (biológicos), según el test.
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¿Quiere saber cuánto le queda?
Un test desarrollado por la científica María Blasco se postula para medir la 'edad biológica'. Algunos dudan de su utilidad, para otros es el futuro. En todo caso, plantea una cuestión crucial
MÓNICA SALOMONE 31/07/2011
Cuánto está cada uno dispuesto a saber de sí mismo? La biología molecular ha sacado esta pregunta del terreno del psicoanálisis. Quien decida leer su ADN conocerá el propio riesgo de padecer cáncer, alzhéimer y otra decena de enfermedades -eso sí, la fiabilidad dependerá de quién haga e interprete la prueba-. La investigación de lo que ocurre en las células ha generado un nuevo test: una prueba que mide la edad biológica. Basta una muestra de sangre para saber si se es más viejo o joven de lo que dice el DNI. ¿Frivolidad? ¿El gancho publicitario de la última terapia mágica antiedad? La comunidad científica no duda de su seriedad, aunque algunos investigadores sí de su utilidad. Para unos es una puerta a la medicina del futuro; para otros, un producto salido prematuramente de los laboratorios. Hagamos la prueba.
Blasco: 'Sabemos que las personas con los telómeros más cortos tienen más riesgo de padecer ciertas enfermedades'
La propuesta llega hace unas semanas de María Blasco, recién nombrada directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y cofundadora de Life Length -compañía que ofrece el test y de la que también son socios la Fundación Botín y la consultora Matlin Associates-. Creada en diciembre pasado, Life Length necesita aumentar su base de datos; si participo, puedo conocer el grado de envejecimiento de mi organismo. ¿Quiero a mis 41 años?
Una búsqueda en Internet da con una noticia de The Independent: 'El test de 400 libras [cerca de 450 euros] que te dice cuánto vivirás'. También la revista Science ha hablado de ella recogiendo la opinión de Jerry Shay, del Southwestern Medical Center en Dallas (EE UU) y asesor de Life Length; el test se basa en 'el mejor biomarcador de envejecimiento hoy disponible'. Tal vez por eso él ha decidido no hacérselo.
Lo primero es aclarar qué dice de verdad el test. O, mejor, qué no dice: lo que te queda de vida. 'Hay conexiones con la mortalidad, sí, pero es absurdo decir que esto te dirá la duración de tu vida', insistía Elizabeth Blackburn, premio Nobel de Medicina en 2009, en Nature. Blackburn es cofundadora de Telome Health, la otra empresa -estadounidense- que ofrece un test similar, aunque menos preciso, que el de Life Length.
De acuerdo. Adelante con mi test. En el fondo, lo que me importa es: cuando sepa mi edad real, ¿qué hago con el dato? Las 500 personas ya analizadas por Life Length se habrán planteado lo mismo. Y lo que está claro es que esas preguntas no impiden que crezca la demanda. Life Length tiene ya peticiones 'para al menos otras 1.000 pruebas, de más de 40 países, que están en espera porque el laboratorio está a tope', dice Steve Matlin, su director ejecutivo. Compañías farmacéuticas y de cosmética también quieren usar el test en el desarrollo de sus productos. Según Blackburn, Telome Health tiene igualmente exceso de peticiones.
Ahora bien, que mucha gente pida una prueba no significa que la comunidad científica esté de acuerdo con su valor. Entre otros, Carol Greider, que recibió el Nobel con Blackburn, opina que aún no se sabe lo bastante como para que la información que proporciona sea útil. Y ha estado tan implicada como Blackburn y Blasco en desarrollar la ciencia que ha dado lugar a todo esto.
Uno de los hallazgos más sorprendentes de la biología de las últimas décadas -que dio el Nobel a Blackburn, Greider y a Jack Szostack- es una enzima que parecía controlar el reloj biológico de la célula. La enzima se llama telomerasa. Actúa sobre los telómeros, unos capuchones que recubren los extremos de los cromosomas. Todas las pruebas de envejecimiento nacen de la aún joven ciencia de los telómeros.
Para entender de qué va hay que hacer zoom en el interior de las células, ir a su núcleo, y en él, a los cromosomas. Cada célula -excepto las germinales- tiene 23 pares de cromosomas, que contienen el ADN. Los telómeros ejercen una función protectora: evitar que las puntas de los cromosomas se deshilachen cada vez que la célula se divide. Ahora bien, con cada división los telómeros se acortan, y eso es lo que da fundamento a la prueba. Cuando el acortamiento alcanza un punto crítico, la célula deja de dividirse.
Los científicos creen que eso es lo que pasa en el envejecimiento. 'Sabemos que las personas con los telómeros más cortos tienen más riesgo de padecer determinadas enfermedades', explica Blasco. El acortamiento se asocia a enfermedades cardiovasculares, diabetes y alzhéimer, entre otras. 'No implica que vayan a morir dentro de X años, pero sí se ha visto que tienen un riesgo significativamente más alto de desarrollar estas enfermedades'.
Si los telómeros apuntan a que hay algo mal, pero no el qué, ni cómo arreglarlo, ¿qué se hace? Hoy no hay ningún fármaco que alargue los telómeros -aunque sí una píldora, la TA65, que se vende en Estados Unidos como complemento nutricional y que supuestamente activa la telomerasa-. Pero Blasco cita publicaciones que asocian el tabaquismo, la obesidad y el estrés con los telómeros cortos. También hay trabajos que sugieren que con un cambio de vida es posible volver a tener telómeros largos.
Para explicar la utilidad de la prueba, Blasco la compara con la del colesterol hace 30 años: entonces estaba claro que era malo tenerlo alto, pero no por qué exactamente; tampoco había fármacos para controlarlo, pero se sabía que mejoraba con un estilo de vida sano. 'Con los telómeros estamos en esa misma fase', dice Blasco. Ella está convencida de que hacerse la prueba 'puede ser un revulsivo para llevar una vida más saludable'. Esto, asegura, fue su principal motivación a la hora de cofundar Life Length.
'Hacía años que tenía la idea de crear una empresa a partir de las técnicas desarrolladas en mi laboratorio', explica. Al publicarse las técnicas en cuestión -cuenta Blasco- empezaron a llegar peticiones de otros investigadores y también de compañías, desde las interesadas en buscar fármacos antiedad hasta empresas de cosmética que querían medir el efecto de sus productos en los telómeros. 'Pero mi laboratorio es de descubrimiento, no es para dar servicio; estoy convencida de que esto lo debe hacer una empresa'.
Así, el CNIO concede a Life Length la licencia para explotar comercialmente la tecnología y obtiene las regalías que se generen. 'El CNIO solo puede beneficiarse', dice Blasco. Life Length también alquila equipamiento al centro. La compañía espera ampliar capital en otoño y asociarse con laboratorios capaces de asumir una demanda que esperan alta.
Hoy su prueba cuesta casi 500 euros, pero la mayoría de quienes se la han hecho no han tenido que pagarlos. La razón está en la propia validez del test. El resultado se basa en la comparación de los telómeros de cada persona con los de la población, por lo que Life Length necesita construirse una base de datos que servirá también para hacer investigación. Por eso, todos los que nos hemos hecho su prueba hemos respondido un extenso cuestionario no solo sobre fumar o hacer ejercicio; también sobre estado anímico y actividad sexual: 'Cuando tengamos miles de muestras podremos profundizar en la relación entre longitud de los telómeros y variables de historia personal y estilo de vida', dice Matlin.
Para algunos investigadores es precisamente este aspecto estadístico lo que resta valor al test. Hoy por hoy se desconoce la relación causa / efecto. 'Algunos de estos estudios dan resultados poco claros', declara en Science el experto en cáncer Alan Meeker, de la Johns Hopkins University School of Medicine (Baltimore, EE UU). Greider tiene aún más dudas: 'Hoy no está claro cuál es la mejor forma de determinar la longitud de los telómeros, y qué dice exactamente esta medida para el 99% de la gente'.
Sea prematuro o no el test de edad biológica, la medida de los telómeros puede convertirse en un dato más sobre uno mismo que habrá que aprender a procesar. El psicólogo estadounidense Steven Pinker, autor de reflexiones sobre el poder de la genética a la hora de determinar el comportamiento humano, ha escrito que 'para bien o para mal, la gente querrá saber qué hay en sus genomas', impulsada por la intuición de que 'las cosas vivas albergan cierta sustancia oculta que determina sus poderes'. Pero cuando Pinker hizo que su genoma fuera secuenciado no quiso saber si contenía la variante del gen que multiplica por 15 el riesgo de desarrollar alzhéimer.A todo esto, yo tengo 24 años (biológicos), según el test.
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Más información, menos conocimiento · ELPAÍS.com: "TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA
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PIEDRA DE TOQUE. La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros
MARIO VARGAS LLOSA 31/07/2011
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo cognitivo
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: 'Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo'.
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la 'inteligencia artificial' que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado 'la mejor y más grande biblioteca del mundo'? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: 'Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos'. Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para 'informarse'. Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: 'Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros'.
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce 'la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos'. En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la 'inteligencia artificial' es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2011. © Mario Vargas Llosa, 2011.
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PIEDRA DE TOQUE. La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros
MARIO VARGAS LLOSA 31/07/2011
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo cognitivo
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: 'Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo'.
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la 'inteligencia artificial' que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado 'la mejor y más grande biblioteca del mundo'? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: 'Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos'. Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para 'informarse'. Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: 'Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros'.
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce 'la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos'. En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la 'inteligencia artificial' es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
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