martes, 26 de junio de 2012

Iniciativa para detectar cuatro sigilosas enfermedades hepáticas - 26.06.2012 - lanacion.com  

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Salud

Martes 26 de junio de 2012 | Publicado en edición impresa
Salud / Dos semanas de chequeos gratuitos en el Hospital Muñiz

Iniciativa para detectar cuatro sigilosas enfermedades hepáticas

Por Nora Bär | LA NACION
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Hugo Fainboim, realizando un elastograma. Foto: Graciela Calabrese
Las cuatro enfermedades hepáticas más frecuentes en la población -las hepatitis B y C crónicas, y la esteatosis hepática (grasa en el hígado) por obesidad o ingesta excesiva de alcohol- son sigilosas como la crecida de la marea y sólo dan señales cuando su avance deteriora el hígado hasta un punto en que pueden poner en riesgo la vida del paciente.

Lo singular del caso, y lo que inquieta a los médicos, es que las cuatro son controlables. La hepatitis C incluso puede llegar a curarse...

"Sabemos mucho de estos trastornos, pero con frecuencia no podemos llegar a aplicarlo porque la consulta es tardía -lamenta el doctor Hugo Fainboim, jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Muñiz-. Por eso queremos llegar a la comunidad para que se sepa que todos podemos padecerlas sin darnos cuenta y que, tomados a tiempo, estos trastornos tienen tratamiento."

Las cuatro condiciones desembocan en la fibrosis, un proceso que distorsiona la estructura del órgano. Ssi se interviene precozmente, puede revertirse, pero si se las deja avanzar, desembocan en la cirrosis en forma asintomática.

Fainboim y su equipo iniciaron ayer una campaña que se prolongará hasta el 6 de julio y durante la cual intentarán detectar estos casos silenciosos con una batería de exámenes muy específicos. Realizados en alrededor de tres horas, permitirán trazar un diagnóstico certero y actuar en consecuencia.

Los interesados deben asistir entre las ocho y las 14, con ayuno de doce horas, a la entrada principal del hospital (Uspallata 2272), donde personal identificado con remeras alusivas los acompañará hasta la Sala 4. Allí, tras una entrevista con el médico y después de firmar un consentimiento informado, se les practicará un control completo que incluye análisis para detectar los virus B y C, hepatograma y medición de insulina en la sangre. También se les tomará una ecografía y un elastograma hepático.

Este último es un estudio que mide la dureza del hígado o, en la jerga médica, la fibrosis hepática. Lo hace emitiendo ondas que se desplazan más rápido o más lento de acuerdo con la rigidez del tejido que encuentran a su paso. En ciertos casos, puede reemplazar a la biopsia.

"Contamos con inmunizaciones tanto para la hepatitis A como para la B -cuenta el especialista-. En el caso de la primera, desde que se implantó el plan de vacunación disminuyeron abruptamente los casos, tanto en niños como en adultos, y prácticamente se redujeron a cero los trasplantes de hígado por esa causa. En cuanto a la segunda, a pesar de la vacuna, seguimos viendo muchísimos casos agudos y también portadores crónicos, porque la población todavía no está totalmente cubierta. Esta se da obligatoriamente en recién nacidos, pero el grueso del contagio es sexual, por lo que la infección aparece después de los 13 o 14 años."

Aunque no hay cifras locales, se calcula que en la Argentina entre un 20 y un 30% de la población adulta tiene "hígado graso" (o esteatosis hepática). Es por el crecimiento del sobrepeso y la obesidad (especialmente la localizada en el abdomen o central), la vida sedentaria, los bajos niveles de colesterol "bueno" (HDL) y la resistencia a la insulina, una constelación de factores de riesgo conocido como síndrome metabólico.

"Normalmente, el hígado pesa alrededor de un kilo y medio -explica Fainboim-. En las esteatosis, el único síntoma que uno puede advertir es que siente un peso en un costado. Cuando viene un paciente, y dice: «Tengo un peso acá», ya se piensa en la esteatosis hepática. Pero los síntomas importantes aparecen cuando la enfermedad está muy avanzada. Con cirrosis [etapa final de la fibrosis], la persona puede adquirir un color amarillo o desarrollar várices esofágicas, por ejemplo. Es importante destacar que la grasa en el hígado tiene dos efectos: por un lado, provoca fibrosis y, por otro, los lípidos que salen del órgano tienen mayor poder aterogénico [mayor tendencia a depositarse en las arterias]. Por eso, tener hígado graso es un factor más de riesgo cardiovascular."

Tampoco existen precisiones acerca del número de pacientes afectados por las hepatitis B y C, pero se calcula que entre un 2 y un 3% de los argentinos debe ser portadores del virus C (alrededor de 800.000 personas), y que puede haber unos 400.000 portadores crónicos de hepatitis B.

Ambas se transmiten como el VIH: por vía perinatal (de madre embarazada al hijo recién nacido), sexual o parenteral (por la sangre y derivados).


Alcohol e hígado, sociedad mal avenida
Es sabido que un consumo excesivo y crónico de bebidas alcohólicas conduce a la cirrosis, una enfermedad degenerativa que culmina en la insuficiencia hepática. Pero lo que no es tan conocido es que no es necesario llegar a tanto para causarle daño al hígado. Según el doctor Hugo Fainboim, hepatólogo del Hospital Muñiz, "hay una gran diferencia entre la cantidad de alcohol que puede embriagarnos, o hacernos perder el control, y la que lesiona al hígado. Son suficientes 60 gramos diarios de alcohol, la cantidad que uno ingiere con medio litro de vino, para que el órgano empiece a acusar el golpe".

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