El 10% de los trasplantes hepáticos en Europa en pacientes con cirrosis es por colangitis biliar primaria (PBC)
“La PBC es una enfermedad hepática crónica en la que el 90% de los pacientes son mujeres”, subrayó el profesor Hirschfield, de la Universidad de Birmingham, en la Jornada sobre esta dolencia organizada por Intercep en el Congreso Anual de la EASL celebrado en Amsterdam
Nekane Lauzirika | 24 - Abril - 2017 15:30 h.
Recientes estudios desarrollados por el profesor Gideon Hirschfield, de la Universidad de Birmingham, indican que más del 10 por ciento de los trasplantes hepáticos realizados en Europa en pacientes con cirrosis son consecuencia de la PBC. Pero si la palabra cirrosis está en nuestro vocabulario más habitual e inmediatamente lo asociamos con dolencia hepática, el acrónimo PBC nos es mucho más lejano y pocos lo relacionarían con el hígado. La colangitis biliar primaria (PBC) es una enfermedad hepática crónica que se desarrolla en adultos y que solo ha empezado a ser diagnosticada de forma específica como tal enfermedad a partir de la década de los 70.
Hirschfield, uno de los expertos mundiales en esta patología, participó en la Jornada científica: “Repensar la PBC: cómo la innovación y la colaboración modifican la evolución del paciente”, organizada por la compañía Intercept, enmarcada en el Congreso Anual de la Asociación Europea para el Estudio de hígado (EASL), que este año se ha desarrollado en Amsterdam del 19 al 23 de abril.
Estamos ante una enfermedad crónica y rara, “pero bastante común dentro de ellas”, apostilla el doctor Hirschfield, que se produce por una inflamación con obstrucción o estrechamiento de los conductos biliares encargados de transportar la bilis desde el hígado al intestino. Se denomina primaria porque la enfermedad no aparece como consecuencia de una obstrucción anterior conocida, sino probablemente por una actuación autoinmune del propio individuo. “Este atasco en la salida de los ácidos biliares hace que se acumulen en el hígado y puedan alcanzar altas concentraciones hasta llegar a ser tóxicos. Como consecuencia de esta acumulación de ácidos biliares en el hígado, en este puede aparecer inflamación, lesiones, cirrosis y otras alteraciones que podrían terminar en la necesidad de un trasplante, o en su defecto, en la muerte”, explica el profesor de la universidad de Birmingham.
Origen y causas
Aunque la causa exacta no sea plenamente conocida, la presencia de importantes alteraciones en el sistema inmunológico del paciente sugiere que la PBC tiene su origen en un proceso autoinmune. “De hecho los anticuerpos antimitocondriales –AMA– son tan correspondientes a esta enfermedad que aparecen en el 95 por ciento de los pacientes, por lo que su análisis es una prueba clave en el diagnóstico”. Además, en apoyo a esta hipótesis del origen autoinmune, está también la mayor frecuencia concomitantes en estos pacientes de otras afecciones autoinmunes como lupus eritomatoso sistémico, artritis reumatoide…, lo que hace pensar que habiendo genes comunes entre ellos, también la PBC sea de origen autoinmune. Teniendo la evidencia de esta predisposición genética, lo que sí se descarta es que sea hereditaria, aunque sí más común entre familiares, tal vez porque la epigenética también tenga su efecto, sin descartar del todo posibles acciones de agentes externos microbianos o químico-ambientales.
Diagnóstico y sintomatología
La mayoría de los pacientes son asintomáticos y lo más frecuente es que se les diagnostique porque en un análisis rutinario se les encuentra la fosfatasa alcalina (ALP) anormalmente alta junto con niveles alto de bilirrubina sérica y transaminasas junto a colesterol ligeramente elevado. “Además, si el análisis es el de una mujer de mediana edad que presenta prurito en alguna parte del cuerpo y con dolores abdominales, la sospecha de padecer PBC es más elevada”, añade Robert-Mitchell-Thain, de PBC Foundation. A veces, pueden presentar ictericia, color amarillo en la piel y en el blanco del ojo, o manchas oscuras en la piel y en ocasiones depósitos de colesterol bajo la piel.
“Desde que se protocolizó la diagnosis de esta enfermedad, la presencia de fatiga se citaba en la bibliografía como una de los posibles síntomas de la enfermedad, aunque siempre difícil de relacionar por lo inespecífico del cansancio como síntoma”, explica Mitchell-Thain. “Pero desde hace unos diez años todos los estudios citan la fatiga crónica como una clara manifestación de PBC, por lo que desde la Fundación reclamamos que en los protocolos clínicos se acepte la fatiga como diagnosis de la enfermedad“, demanda el representante de la Fundación.
“En los estadios más avanzados los síntomas son más visibles, como la acumulación de líquido en el abdomen (ascitis), hemorragias en el intestino o incluso encefalopatías”, añade Mitchell-Thain. Aunque a veces pueda ser necesario realizar una ecografía para descartar que la inflamación y el estrechamiento de los conductos biliares no son por presencia de cálculos, ante la sospecha de PBC el diagnóstico definitivo se consigue con un análisis de anticuerpos antimitocondriales, que dan positivo en el 95 por ciento de los pacientes de PBC.
Pacientes entre 35 y 60 años
La edad más frecuente de diagnóstico está entre los 35 y 60 años. Entre los pacientes diagnosticados el 90 por ciento son mujeres y una de cada 1.000 mujeres con edad superior a los 40 años está afectada por PBC. Además, más de la mitad de los enfermos con colangitis biliar padecen al mismo tiempo otras enfermedades autoinmunes.
Cuando es diagnosticada en estados muy iniciales de su desarrollo, el 61 por ciento de los pacientes son asintomáticos y así permanecen a menudo durante muchos años, presentando raramente manifestaciones de progresión. “Por ello, si se diagnóstica en fases iniciales suelen tener una esperanza de vida similar a la población donde viven, según sexo y edad y condiciones socio-sanitarias, pudiendo permanecer asintomáticos durante muchísimos años, incluso más de 20 después de haber sido diagnosticados”, recalcó Mitchell-Thain.
“Un análisis continuado de 4.845 pacientes registrados en la Global PBC data base durante siete años demuestra que existe una estrecha relación entre la ALP (fosfatasa alcalina), los niveles de bilirrubina y el consecuente riesgo de trasplante de hígado o incluso la muerte”, subrayó Gideon Hirschfield en la Universidad de Birmingham.
Algunos síntomas como la fatiga, o el color amarillo de la piel y del blanco del ojo puede marcar en nuestra sociedad un cierto signo de estigma al asociarlo al consumo alcohol, como así lo subrayó José Willlemse, de Dutch Liver Patients Association, quien abogó por una mayor concienciación en contra del sin estigma sobre estos pacientes.
Tratamiento de por vida
Teniendo en cuenta el alto porcentaje de asintomáticos, el tratamiento más idóneo es seguir unas pautas de vida saludables con una actividad física razonable adecuada a la edad y al estado de salud general, sin necesidad de ninguna dieta especial, excepto no consumir bebidas alcohólicas y tener cuidado con las grasas, aunque el aumento del colesterol por causa de esta enfermedad no necesite tratamiento farmacológico.
“Si aun con una dieta sana tipo mediterránea y sin consumo de alcohol, la PBC progresa, el tratamiento farmacológico específico es el ácido ursodesoxicólico (UDCA), que al ser contra una enfermedad crónica se habrá de administrar de por vida. Su toma repercute inmediatamente en la mejora de las funciones hepáticas y en un retardo de los síntomas incluso en una remisión casi total”, reconoció Gideon Hirschfield.
“Ante una enfermedad crónica como la PBC, la adherencia a los regímenes de medicación y el mantenimiento de un estilo de vida saludable son imprescindibles para mantener baja la ratio de progresión de la enfermedad”, explica Achimm Kautz, Leberhilfe Projekt gUG, añadiendo “el Big Data de los medios digitales puede contribuir decisivamente a un intercambio de la información que se está obteniendo en los diferentes centros donde se investiga sobre la PBC”.
Siendo hoy todavía una enfermedad incurable y teniendo en cuenta que un 40 por ciento de los pacientes no responde adecuadamente a los tratamientos con UDCA, es precisamente en el tratamiento farmacológico donde está el campo de investigación y tratamiento más amplio a desarrollar, para primero detener el avance de la PBC y después lograr remitir sus síntomas al máximo posible. “Considerando que en los últimos 20 años prácticamente el único tratamiento para la PBC ha sido la UDCA es urgentemente necesario una implementación de la inversión en el desarrollo de esta área“, coincidieron en señalar tanto los expertos como los miembros de las Asociaciones de pacientes.
El futuro para las personas con PBC
Al escuchar de boca del médico que se padece una enfermedad rara, crónica y autoinmune que cursa con inflamación hepática y que puede presentar síntomas de fatiga, prurito, dolor abdominal, ictericia, manchas en la piel, que se denomina colangitis biliar primaria (PBC), al paciente le pueden entrar escalofríos y hasta sensación de angustia vital. “Pero si la detección de la enfermedad es precoz, si se adoptan hábitos de vida saludable en la dieta, ejercicio físico y no se consume alcohol, combinándolo con una adherencia adecuada al tratamiento farmacológico, se está registrando un progreso esperanzador en la detección de los estados más graves de disfunción hepática y en consecuencia está aumentando la esperanza de vida de muchas personas con PBC, además con una calidad similar a la de las personas de su edad, sexo y medio social”, subrayó Lisa Brigh, de Intercep Pharmaceuticals en el camino de dar esperanza a los pacientes.
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