Lunes 14 de enero de 2013 | Publicado en edición impresa
Opinión
Jóvenes con audición de viejos
El oído externo y el oído medio transmiten el sonido hasta el oído interno o cóclea. Éste tiene la forma de un caracol y en su interior hay unas células que se unen a las fibras iniciales del nervio auditivo. De estas células con cilios o "pelos" disponemos de una cantidad determinada al nacer y no se reproducen cuando se va reduciendo su número por el paso de los años o por factores externos o internos que los lesionan.
El ser humano fue dotado de un sofisticado sistema auditivo para oír los ruidos de la naturaleza, y a sus habitantes, que están constituidos básicamente por frecuencias graves y con intensidades que usualmente no pasan de 90 dB.
El hombre ha creado máquinas e instrumentos que generan tonos agudos y a altísima intensidad (¡150 dB o más!). La estructura más lábil del sistema auditivo es la cóclea y uno de los elementos que más la agreden es la alta intensidad del sonido.
La lesión coclear por el sonido denominada "trauma acústico" o "sordera por el ruido" pasó en las últimas décadas de ser una afección profesional, en trabajadores expuestos a alta intensidad de ruidos, a una que se observa diariamente en los adolescentes y los niños que consultan por sordera y/o zumbidos permanentes.
Concurrir a "boliches" y recitales, participar en bandas u oír música con equipos como el iPod, que generan y entregan hasta 140dB directamente al oído por el auricular, está produciendo tantas lesiones cocleares y sorderas que cada vez es mayor el número de integrantes de la "generación de jóvenes con audición de viejos"..
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