EVALUADO EN 300 MAYORES ENTRE 70-85 AÑOS
El test 'Up ando Go' es fiable para calibrar la fragilidad de los ancianos
El test Up and Go resulta fiable para evaluar el equilibrio y la marcha de los ancianos, y conocer así la fragilidad de estos, según los resultados de una tesis doctoral realizada por Carolina Mir, médico de familia, que ha contado con la evaluación de 300 pacientes de AP entre 70 y 85 años.
Enrique Mezquita. Valencia | dmredaccion@diariomedico.com | 19/04/2017 09:00
Carolina Mir, médico de familia del Centro de Salud Fuensanta-Departamento de Salud Valencia Hospital General. (Enrique Mezquita)
Los ancianos frágiles, definidos como aquellos que tienen una disminución de las reservas fisiológicas y un mayor riesgo de declinar, presentan más posibilidades de caídas, hospitalización, pérdida de autonomía, fracturas y muerte que el resto. La identificación de la situación de fragilidad para implantar medidas de prevención es de vital interés, sobre todo en aquellas personas que, a pesar de su comorbilidad, no presentan ninguna condición que determine ese déficit funcional que le va a llevar a sufrir un evento adverso de salud. En este contexto, una tesis doctoral de Carolina Mir, médico de familia del Centro de Salud Fuensanta-Departamento de Salud Valencia Hospital General, ha revelado que el test up and go (levántate y anda), una prueba diseñada para cuantificar la movilidad y la capacidad funcional de los pacientes ancianos y que se correlaciona con el resultado de otras pruebas que evalúan el equilibrio y la marcha, resulta fiable y válida para identificar la fragilidad de los ancianos.
Para realizar su tesis, que ha obtenido sobresaliente cumlaude con mención a premio extraordinario, Mir ha evaluado la utilidad del test up and go en la detección del anciano frágil en casi 300 individuos de entre 70-85 años que acudieron a la consulta de atención primaria autónomos y la valoración del gasto sanitario de estos pacientes en el nivel primario. Se evaluó a los participantes "estando sentado en una silla con la espalda apoyada en el respaldo y los brazos en los de la silla, ponerse de pie, caminar 3 metros, darse la vuelta y volver a caminar otros 3 metros en dirección a la silla y volver a sentarse". El tiempo necesario para la realización de la prueba está relacionado con la capacidad funcional del paciente.
"Los ancianos capaces de realizar la prueba en menos de 20 segundos se ha demostrado que son independientes para las actividades de la vida diaria y los que superan este valor son dependientes. A su vez, se consideran ancianos sin limitación funcional aquellos que realizan la prueba en menos de 10 segundos y se consideran frágiles los que tardan entre 10-20 segundos". La elección de este test se ha basado es una buena prueba de discriminación del deterioro funcional y, por tanto, del estado de fragilidad en los ancianos, aunque con mayor utilidad en las mujeres. Además, destaca por su fácil realización, ya que no requiere de personal experto que la evalúe, y puede ser útil también en el seguimiento de los cambios clínicos en el tiempo. En el trabajo concreto, se implantó el cribado en tres consultas diferentes de un centro de salud de la periferia de Valencia, y en todas ellas se disponía del espacio suficiente para realizar el recorrido, sin obstáculos, que requiere la realización de la prueba. Además, el test se pudo integrar en una visita normal, "realizándose de forma aleatoria a los pacientes que estaban citados en el día y que firmaban el consentimiento informado, ocupando como máximo 20 segundos, ya que si tardaba más era considerado como dependiente y excluido de la investigación".
Edad y sexo
Según Mir, la edad y el sexo fueron los principales factores de riesgo de fragilidad. "En el análisis de regresión la edad y el sexo fueron los factores de riesgo clave de nuestra investigación, de tal forma que las mujeres tienen 4,5 veces más riesgo de fragilidad que los hombres de ser frágiles, y que por cada año que cumplen el riesgo de fragilidad aumenta un 21 por ciento", ha dicho Mir.
Según Mir, la edad y el sexo fueron los principales factores de riesgo de fragilidad. "En el análisis de regresión la edad y el sexo fueron los factores de riesgo clave de nuestra investigación, de tal forma que las mujeres tienen 4,5 veces más riesgo de fragilidad que los hombres de ser frágiles, y que por cada año que cumplen el riesgo de fragilidad aumenta un 21 por ciento", ha dicho Mir.
- Al analizar el riesgo de fragilidad por realizar ejercicio físico se observó un efecto protector en los pacientes activos frente a los sedentarios
Además, el ejercicio físico fue el único factor protector: "Al analizar en nuestra investigación el riesgo de fragilidad por realizar ejercicio físico, se observó un efecto protector de los pacientes activos frente a los sedentarios, en el análisis crudo; y este resultado se mantuvo tras ajustar por factores de riesgo de fragilidad (edad, sexo, escala de riesgo social Gijón, número de fármacos, con quien vive, escala abreviada de Charlson, calidad de vida psíquica percibida del SF-36 y consumo de benzodiacepinas y/o hipnóticos)". Las caídas fueron el principal evento adverso asociado a los pacientes clasificados como frágiles por el test up and go.
Coste económico de la fragilidad
La tesis de Mir, dirigida por Francisco Antón García, coordinador del Centro de Salud de Fuensanta y José Vicente Sorlí Guerola, profesor ayudante doctor del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, también ha permitido confirmar el papel del test up and go a la hora de definir el coste de la fragilidad. En concreto, se estima en más de 3.000 euros al año por anciano frágil, calculando el gasto de los pacientes clasificados así por el test en fármacos crónicos y coste de la frecuentación a atención primaria, especializada y de urgencias durante un año de seguimiento.
La tesis de Mir, dirigida por Francisco Antón García, coordinador del Centro de Salud de Fuensanta y José Vicente Sorlí Guerola, profesor ayudante doctor del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, también ha permitido confirmar el papel del test up and go a la hora de definir el coste de la fragilidad. En concreto, se estima en más de 3.000 euros al año por anciano frágil, calculando el gasto de los pacientes clasificados así por el test en fármacos crónicos y coste de la frecuentación a atención primaria, especializada y de urgencias durante un año de seguimiento.
Ante esta perspectiva, el incremento del gasto sanitario que supone la fragilidad debe estimular a la creación de estrategias basadas en el ejercicio físico para su contención, sobre todo en tiempos de crisis. La posibilidad de tener una prueba fácil de implementar en atención primaria que identifique a los pacientes frágiles, permite insistir más en los mismos en medidas que retrasen al máximo su deterioro funcional y su riesgo de dependencia a corto plazo. En este escenario, es fundamental desarrollar y apoyarse en medidas y programas que estimulen el ejercicio físico y el control de la polimedicación en este colectivo. Esta investigación llevada a cabo en el entorno de atención primaria es la antesala de otros proyectos de investigación basados en la prevención de la fragilidad mediante la incentivación del ejercicio físico, como es el proyecto ACTIVA, por el cual Carolina Mir recibió el premio Dr. López-Trigo 2016, que convoca el General de Valencia. Este enfoque se basa en la formación de pacientes como monitores, para que posteriormente puedan impartir cursos de ejercicio físico a otros pacientes, que tengan beneficios tanto a nivel físico como a nivel psicológico, intelectual y de relaciones sociales.
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