Redacción. Madrid | 12/04/2017 20:00
Dos estudios que aparecen esta semana en
Science Translational Medicine concluyen que la terapia antiangiogénica y la inmunoterapia pueden sumar sus efectos beneficiosos frente al cáncer.
Las terapias antiangiogénicas han demostrado mejorar la calidad de vida de algunos pacientes con cáncer, pero son tratamientos que no aumentan de forma significativa la supervivencia, ni tampoco evitan las recaídas en la enfermedad. Además del bloqueo de la angiogénesis tumoral, otra terapia oncológica prometedora es la inhibición de las moléculas que actúan como punto de control inmunológico (checkpoint), conocida como inmunoterapia. Esta ha demostrado ser muy exitosa, aunque solo en un reducido grupo de pacientes. Su administración combinada podría hacerlas más beneficiosas.
Eso indaga
uno de estos trabajos, el encabezado por Elizabeth Allen, del Centro para Biología del Cáncer en Lovaina, donde se muestra que las terapias antiangiogénicas alteran los vasos sanguíneos en modelos murinos de cáncer pancreático y de mama, frenando el desarrollo de masas malignas mediante la infiltración de células inmunitarias protectoras, a pesar de que en respuesta a los tratamientos, los
tumores se vuelven más "inmunosupresores". Sin embargo, al administrar primero la inmunoterapia (un inhibidor del ligando de PD-1, anti-PD-L1) y después bloquear la angiogénesis tumoral, se conseguían reducciones en el tamaño de los tumores y un aumento del tiempo de supervivencia general de los animales, en comparación con los que recibieron solo uno de estos tipos de tratamiento.
Por otra parte,
en el estudio con Martina Schmittnaegel, de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne, como primera firmante, se presentan los datos sobre un
anticuerpo antiangiogénico dual que se combina con un inmunoterápico. El denominado A2V se diseñó para actuar sobre el mismo objetivo del bevacizumab (el primer fármaco antiangiogénico aprobado para uso clínico) y además cubre la diana del nesvacumab (
un fármaco que el año pasado mostró actividad antitumoral preliminar en un pequeño estudio en fase I). El A2V previno el crecimiento tumoral y obtuvo beneficios en cuanto a supervivencia en modelos roedores que incluían diferentes tipos de cánceres de mama, de páncreas, melanomas y adenocarcinomas colorrectales.
Además, también moduló los vasos sanguíneos del tumor, apoyando los hallazgos del estudio de Allen, al provocar que el tumor acentuara su acción inmunosupresora. Y al añadir inhibidores de PD-1 a ese régimen terapéutico, se constató una mejor capacidad de las células inmunitarias para penetrar en los tumores en algunos de los modelos animales. Los autores de ambos estudios dicen que sus hallazgos subrayan el beneficio clínico potencial de desarrollar terapias combinadas para el cáncer.
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