INFORME MUNDIAL
Un informe mundial sitúa a la enfermedad renal crónica en España en el 13%
El "mapa mundial" de la enfermedad renal crónica (ERC) advierte de la necesidad de avanzar en la prevención y detección precoz de lo que se considera una epidemia silenciosa.
Redacción. Madrid | 24/04/2017 14:29
María Dolores del Pino, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología (SEN). (SEN)
Un nuevo informe mundial, The Global Kidney Health Atlas, que se acaba de presentar en el Congreso Mundial de Nefrología, que se está celebrando en México D. F. hasta mañana, coincidiendo con su publicación en JAMA, ha constatado las grandes deficiencias en la prevención y atención de las patologías renales tanto en países desarrollados como en los que están en vías desarrollo. Con este motivo, y fruto también de este informe, se publica también en The Lancet un protocolo de actuación para mejorar la atención de esta patología.
Un de cada diez personas en todo el mundo padece insuficiencia renal crónica (ERC), pero nueve de cada diez no son conscientes de ello, según las estimaciones de las sociedades científicas. En España, la prevalencia de la enfermedad renal crónica es del 13 por ciento.
Entre los países con ingresos altos, Arabia Saudí y Bélgica tienen la prevalencia estimada de ERC más alta (24 por ciento), seguidos por Polonia (18 por ciento), Alemania (17 por ciento), Reino Unido y Singapur (16 por ciento). Noruega y Países Bajos tienen la prevalencia más baja con un 5 por ciento. En Estados Unidos, la prevalencia se estima en un 14 por ciento, mientras que en Canadá y Australia es del 13 por ciento, al igual que en España. A nivel mundial, la prevalencia estimada de la ERC varía del 7 por ciento en Asia Meridional al 8 por ciento en África hasta el 11 por ciento en América del Norte y el 12 por ciento, en Europa, Oriente Medio, Asia Oriental y América Latina.
Se estima que cada año muere un millón de personas por insuficiencia renal no tratada. Además, las personas que padecen ERC son hasta 20 veces más propensas de fallecer por otras causas (sobre todo por enfermedades cardiovasculares) antes de que lleguen a recibir diálisis o un trasplante.
"Ser diagnosticado de ERC no significa que se necesite un trasplante o diálisis, pero es indicativo de que se está en riesgo de más problemas de salud, incluidas enfermedades del corazón, derrames cerebrales e infecciones" apunta Adeera Levin, presidenta de la ISN, responsable del informe, y profesora de Medicina en la Universidad de British Columbia, en Vancouver (Canadá). "Los pacientes en las primeras fases de la ERC pueden ser tratados con medicamentos, dieta y ejercicio para reducir la presión arterial y mantener así una buena calidad de vida. Por lo tanto, es fundamental que en todos los países se mejoren las tasas de diagnóstico y los tratamientos. Sin embargo, nuestro informe muestra que, tanto en países pobres como ricos, muchos gobiernos no están haciendo de la enfermedad renal una prioridad, lo que conlleva a unos costes enormes a la hora de tratar pacientes con insuficiencia renal terminal, junto con el efecto devastador para estos y sus familiares", explica Levin.
Para María Dolores del Pino, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), aunque ciertamente "hemos mejorado en los últimos años en los protocolos de diagnóstico y tratamiento de la enfermedad para evitar llegar a estadios avanzados y necesitar diálisis o trasplante, los esfuerzos realizados no son suficientes, los pacientes nos llegan con la función renal ya muy deteriorada en muchos casos. Es fundamental, y en ello estamos trabajando con las sociedades científicas de atención primaria, el papel del médico de AP en la detección precoz de la patología renal, sobre todo en grupos claramente de riesgo: diabetes, obesidad, enfermedad cardiovascular, fumadores, mayores de 60 años".
"Se trata de hacer mucha más prevención y detección precoz en población con factores de riesgo -continúa Del Pino-, pero también de hacer ver a la población general que los riñones tienen que durarnos toda la vida y que igual que nos preocupamos por el nivel de colesterol, y tomamos medidas para su control, tenemos que medir también el nivel de salud de nuestros riñones y evitar aquellos hábitos más perjudiciales para la misma". Para revertir esta situación, la SEN ha puesto en marcha recientemente "Código Riñón", una iniciativa presentada a las Comisiones de Salud del Congreso y del Senado, para lograr una acción decidida de concienciación y prevención de decisores públicos y profesionales en torno a la salud renal.
El informe destaca la poca prioridad que se ha prestado a la salud renal en muchos entornos, a pesar de los evidentes vínculos negativos para la salud y el elevado coste de los tratamientos en los estadios avanzados de la enfermedad, como la diálisis y el trasplante. Por ejemplo, aunque sólo de 1 a 2 personas de cada 1.000 en países con rentas altas recibe diálisis o trasplante, estos tratamientos suponen del 2 al 3 por ciento del presupuesto total en salud de estos países. Es el caso de un país como España, por ejemplo, donde supone el 4 por ciento del coste de la atención especializada. En general, el coste medio por paciente del tratamiento renal sustitutivo es seis veces superior al del tratamiento VIH y 24 veces superior a la EPOC y el asma.
Aunque los países desarrollados son los que más gastan en diálisis y trasplantes, sólo 1 de cada 3 países de rentas altas considera la ERC como una prioridad, comparado con 2 de cada 3 países en vías de desarrollo. En Europa Occidental, por ejemplo, España está junto a Reino Unido y Francia, entre los únicos países que consideran la ERC como una prioridad sanitaria. "De hecho en nuestro país -señala María Dolores del Pino- se ha elaborado un Documento Marco sobre la Enfermedad Renal Crónica, desarrollado conjuntamente con el Ministerio, que sin duda es un buena base para el trabajo que tenemos por delante para frenar esta epidemia, pero sobre el que necesitamos avanzar con urgencia en su puesta en marcha".
En cuanto a los recursos y profesionales dedicados a la Nefrología, el informe destaca los países con mejores ratios a nivel mundial, entre los que se incluye España, con el mejor ratio de Europa Occidental (35 nefrólogos por millón de personas), y el séptimo a nivel mundial. Lituania, Taiwán y Japón se sitúan como las tres naciones con mejor ratio de personal sanitario (entre 60 y 70 por millón) dedicado a la atención y tratamiento de la ERC.
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