LIBROS | Biblioteca científica
Claves para no 'morirse de vergüenza'
'Morirse de vergüenza' / Boris Cyrulnik / Edita Debate / Año 2011 / 223 páginas / 18,90 euros
Boris Cyrulnik. | C. Chabert
Nadie puede sustraerse, en algún momento de su vida, al sentimiento de la vergüenza, pero poco se sabe del origen de esas ganas de desaparecer de la vista cuando, en una determinada circunstancia, tenemos miedo a la "mirada del otro". Descubrirlo y, a la vez, encontrar las claves para superar ese condicionante es el eje de la última obra del neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, titulada 'Morirse de vergüenza' (Debate).
Cyrulnik, prolífico divulgador del conocimiento sobre el funcionamiento de cerebro humano, hace tiempo que desarrolló el concepto de la resiliencia, que no es más que la capacidad de superar un sufrimiento extremo. En esta nueva obra, de nuevo lo retoma para explicar que 'avergonzarse' no es más que un mecanismo de defensa personal que las personas utilizan para protegerse preservando su imagen, pero que se puede desactivar cuando realmente afecta a la vida.
Desde las primeras páginas, este investigador francés y judío hace referencia a su propia historia, con ejemplos que aluden a las situaciones que vivieron los judíos encerrados en campos de concentración durante el nazismo, incapaces de reconocerse en la imagen que creían proyectar en los demás. Las víctimas de guerras y genocidios y las que sufren malos tratos son una constante a lo largo de su trabajo.
Cyrulnik explica en esta obra cómo algunos individuos logran disimular su vergüenza utilizando para ello la ambición, una ensoñación que puede llegar a ser patológica o la acción desmedida y escarba en las motivaciones de un sentimiento que sólo se manifiesta ante las personas de las que se espera un reconocimiento especial.
Portada del libro.
No está en los genes
Como en obras anteriores, el neuropsiquiatra reniega de otorgar un papel preponderante a la genética, como factor que determina esta actitud. Pese a que reconoce que las personas y los macacos con bajos niveles de un neurotransmisor (la serotonina) tienen más miedo ante una información concreta, para el autor no se puede atribuir "todo el poder" a una sola causa.Sin duda influido por su propia experiencia (sus padres murieron en el campo de concentración de Auschwitz y con sólo seis años tuvo que esconderse de los nazis para sobrevivir), considera que cierto sufrimiento físico ayuda a generar vínculos con los allegados, pero apunta que el sufrimiento moral, la humillación, genera un temor mucho menos tolerable, y por ello se esconde.
"La vergüenza es un arma que el avergonzado entrega a quien le mira", dice Cyrulnik. Y recuerda el discurso social del himen de las mujeres antes de casarse, del adulterio o del trabajo de los hombres o del racismo hacia los negros.
Al final, no ofrece conclusiones, pero sí revela cómo desenmascarar lo que se oculta detrás de esa careta del vergonzoso, para descubrir que quizás no tiene nada que ver con su propia persona.
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