Vía de estudio de anestesia
El veneno de serpiente causa dolor debido a la toxina MitTx
Nature publica hoy un estudio, coordinado por David Julius, profesor en el Departamento de Fisiología,de la Universidad de California en San Francisco, que aporta una explicación a ese efecto, de la que además se podrían derivar implicaciones médicas en el tratamiento del dolor.
Redacción | 17/11/2011 00:00
Es sabido que el veneno de algunas serpientes es doloroso. En concreto, el de Micrurus tener tener, vulgarmente conocida como serpiente coral de Texas, origina un dolor intenso y persistente; sin embargo, hasta ahora se desconocía la causa de este efecto. Nature publica hoy un estudio, coordinado por David Julius, profesor en el Departamento de Fisiología,de la Universidad de California en San Francisco, que aporta una explicación a ese efecto, de la que además se podrían derivar implicaciones médicas en el tratamiento del dolor.
El trabajo ha descubierto que el dolor asociado a este veneno está provocado por determinados compuestos y por el papel de un canal iónico concreto, aquél donde actúa la toxina llamada MitTx, que sería la responsable de la sensación del dolor.
El equipo de Julius ha detectado el compuesto que existe en el veneno de la serpiente coral de Texas que activa las neuronas sensoriales. Estos investigadores han observado que la toxina parte de un complejo de dos tipos de enzimas que, individualmente, no producen respuesta al dolor.
Al probarla en ratones, la toxina MitTx origina un comportamiento que está relacionado con la sensación dolorosa, causado por la activación de un determinado canal de ácido de detección de iones, ASIC1, que actúa en las fibras nerviosas.La contribución de este canal en particular en la percepción del dolor ha resultado inesperada para los investigadores, pues los estudios que se habían realizado hasta ahora sobre ASIC en el algia estaban centrados en otros miembros de la misma familia de canales iónicos.
Los resultados abren así expectativas sobre nuevos candidatos a dianas terapéuticas a partir de la identificación de componentes clave de las vías de señalización del dolor.
(Nature 2011; 479: 410-14).
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