xliv congreso de medicina psicosomática
La crisis y el estrés elevan los cuadros psicopatológicos
por Carmen Cáceres. Sevilla | 11/11/2011 00:00
"La crisis económica está afectando a la integridad de las personas de tal forma que, además de transmitir inquietud y riesgo, puede acabar en desesperanza -la peor consecuencia que puede ocasionar porque conlleva la pérdida de las ganas de vivir, una anorexia vital-", ha explicado Manuel Álvarez Romero, presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática.
Según los últimos datos presentados en el XLIV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, celebrado en Teruel, "el número de consultas de atención médica y psicoterapéutica ha crecido en torno a un 12 por ciento en los dos últimos años y la frecuencia de visitas al psiquiatra por síndromes ansioso-depresivos ha aumentado un 10 por ciento". Los procesos que aparecen con mayor frecuencia son "las crisis de pánico y las depresiones recidivantes por la sobrecarga vivida -falta de ingresos económicos, ruina, paro y temor al futuro-".
Desesperanza
El estado de algunas personas es de "desesperanza racional, que se retroalimenta con la vivencia negativa día tras día de los datos que recibe. De esta forma, se da un progresivo gasto de neurotransmisores que generan un saldo negativo en las redes neuronales y da lugar a cuadros psicopatológicos especialmente depresivos".
Una de las novedosas técnicas que "estamos utilizando en las consultas, que enseña a controlar y eliminar el estrés así como a observar y medir los progresos del entrenamiento del corazón en tiempo real, es la coherencia cardiaca, cuyos resultados están siendo muy eficaces, sobre todo cuando se combina con un apoyo de psicoterapia cognitivo conductual".
Las enfermedades contemporáneas -las derivadas del estrés y del distrés, los TDAH y los relacionados con la cultura alimentaria-, así como la tendencia al protocolo clínico y las perspectivas del dolor y del sufrimiento, hacen que sean difíciles de tratar y "se ven con cierto desconcierto por parte de la sociedad y de muchos profesionales". Sin embargo, en muchos pacientes, los síntomas con los que se manifiesta su enfermedad son reflejo de un sufrimiento psíquico, emocional, depresivo o ansioso, y es preciso tenerlos en cuenta para hacer el diagnóstico y personalizar la terapia.
Álvarez ha señalado que toda patología que implique factores genéticos, culturales o psicológicos necesita un abordaje multidisciplinar desde la medicina psicosomática. "Seamos conscientes de que el paciente experimenta, refiere y sabe que algo le pasa. A veces le dicen que no es nada, pero la psicosomática se ocupa de eso que le ocurre al paciente".
Tratamiento
En los casos depresivos se realiza "una contención del sufrimiento del paciente, ayudándole a afrontar el daño real que existe y a rechazar el que no existe pero que está viviendo como real y le supone un estrés añadido". Por lo general, estos enfermos requieren alguna medicación -ansiolíticos, antidepresivos y estabilizadores del ánimo- "para recuperar el desgaste y así aprender a evitar las sobrecargas, capear los obstáculos, buscar diversas formas de relajación y los apoyos necesarios, ya que esta situación de sentimiento de inferioridad, culpa, impotencia y baja autoestima llevan a que la persona no busque ayuda".
No obstante, la crisis puede dar lugar "a la resiliencia, que es la capacidad para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves". En estas ocasiones la crisis se convierte en una ocasión de enriquecimiento personal y, desde el punto de vista del equilibrio psico-emocional, los pacientes comprueban que salen mejor de como entraron. En definitiva, "es fundamental que estos enfermos tengan un pensamiento positivo para emprender proyectos que los saquen de esa situación y un entrenamiento que consiga evitar el bloqueo consecuente al estrés de la crisis. Deben entrenarse para reaccionar bien en situaciones estresantes".
Según los últimos datos presentados en el XLIV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, celebrado en Teruel, "el número de consultas de atención médica y psicoterapéutica ha crecido en torno a un 12 por ciento en los dos últimos años y la frecuencia de visitas al psiquiatra por síndromes ansioso-depresivos ha aumentado un 10 por ciento". Los procesos que aparecen con mayor frecuencia son "las crisis de pánico y las depresiones recidivantes por la sobrecarga vivida -falta de ingresos económicos, ruina, paro y temor al futuro-".
Desesperanza
El estado de algunas personas es de "desesperanza racional, que se retroalimenta con la vivencia negativa día tras día de los datos que recibe. De esta forma, se da un progresivo gasto de neurotransmisores que generan un saldo negativo en las redes neuronales y da lugar a cuadros psicopatológicos especialmente depresivos".
Una de las novedosas técnicas que "estamos utilizando en las consultas, que enseña a controlar y eliminar el estrés así como a observar y medir los progresos del entrenamiento del corazón en tiempo real, es la coherencia cardiaca, cuyos resultados están siendo muy eficaces, sobre todo cuando se combina con un apoyo de psicoterapia cognitivo conductual".
Las enfermedades contemporáneas -las derivadas del estrés y del distrés, los TDAH y los relacionados con la cultura alimentaria-, así como la tendencia al protocolo clínico y las perspectivas del dolor y del sufrimiento, hacen que sean difíciles de tratar y "se ven con cierto desconcierto por parte de la sociedad y de muchos profesionales". Sin embargo, en muchos pacientes, los síntomas con los que se manifiesta su enfermedad son reflejo de un sufrimiento psíquico, emocional, depresivo o ansioso, y es preciso tenerlos en cuenta para hacer el diagnóstico y personalizar la terapia.
Álvarez ha señalado que toda patología que implique factores genéticos, culturales o psicológicos necesita un abordaje multidisciplinar desde la medicina psicosomática. "Seamos conscientes de que el paciente experimenta, refiere y sabe que algo le pasa. A veces le dicen que no es nada, pero la psicosomática se ocupa de eso que le ocurre al paciente".
Tratamiento
En los casos depresivos se realiza "una contención del sufrimiento del paciente, ayudándole a afrontar el daño real que existe y a rechazar el que no existe pero que está viviendo como real y le supone un estrés añadido". Por lo general, estos enfermos requieren alguna medicación -ansiolíticos, antidepresivos y estabilizadores del ánimo- "para recuperar el desgaste y así aprender a evitar las sobrecargas, capear los obstáculos, buscar diversas formas de relajación y los apoyos necesarios, ya que esta situación de sentimiento de inferioridad, culpa, impotencia y baja autoestima llevan a que la persona no busque ayuda".
No obstante, la crisis puede dar lugar "a la resiliencia, que es la capacidad para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves". En estas ocasiones la crisis se convierte en una ocasión de enriquecimiento personal y, desde el punto de vista del equilibrio psico-emocional, los pacientes comprueban que salen mejor de como entraron. En definitiva, "es fundamental que estos enfermos tengan un pensamiento positivo para emprender proyectos que los saquen de esa situación y un entrenamiento que consiga evitar el bloqueo consecuente al estrés de la crisis. Deben entrenarse para reaccionar bien en situaciones estresantes".
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