viernes, 30 de diciembre de 2011

Los trastornos alimentarios pueden perdurar mucho más allá de la adolescencia: MedlinePlus

Los trastornos alimentarios pueden perdurar mucho más allá de la adolescencia

Los expertos hallan que los estreses de la adultez con frecuencia provocan problemas persistentes

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Traducido del inglés: jueves, 29 de diciembre, 2011 HealthDay Logo
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MIÉRCOLES, 28 de diciembre (HealthDay News) -- Por lo general, se cree que los trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia son enfermedades de mujeres y hombres jóvenes. Pero los investigadores hallan que los demonios personales que provocan un trastorno alimentario en un joven podrían persistir en la adultez.

Cada vez más personas de mediana edad y mayores buscan recibir tratamiento por problemas alimentarios que comenzaron en su juventud y que se han reactivado debido a estrés adulto o crisis personales.

"Algunas realmente tenían trastornos alimentarios" cuando eran más jóvenes y "otras tenían aspectos de un trastorno alimentario pero nunca fueron tratadas del todo", señaló el Dr. Ed Tyson, especialista en trastornos alimentarios de Austin, Texas. "Entonces, algo sucede en una etapa posterior de la vida que les estresa hasta el punto en que el trastorno alimentario emerge".

El Centro Renfrew, que administra varias clínicas de trastornos alimentarios en EE. UU., ha observado un aumento de 42 por ciento en las clientas de mediana edad desde 2001, señaló Holly Grishkat, directora principal de operaciones clínicas de la región noreste del centro.

Los patrones alimentarios malsanos adoptados en la adolescencia con frecuencia continúan en la adultez, según un estudio de la Universidad de Minnesota que aparece en la revista Journal of the American Dietetic Association. El estudio, que siguió a 2,287 niños mientras se convertían en adultos jóvenes, halló que más de la mitad de las niñas tenía patrones alimentarios malsanos que persistieron hasta mediados a finales de la veintena.

Ese fue el caso de Alison Smela, de 49 años, que vive en el área de Chicago. Cuando tenía doce años, le dieron un plan de control de peso para el verano, porque se consideró que tenía sobrepeso. Smela comentó que volvió a la escuela más delgada, y la gente lo notó con aprobación.

"Me prestaban mucha atención, y me gustó", comentó. "Equiparé perder peso con obtener atención".
Controlar lo que comía también ayudaba a Smela a sentirse mejor cuando las cosas se ponían difíciles.
"Cuando la vida se dificultaba, siempre sabía que podía controlar la balanza", señaló.

Pero a medida que tuvo más éxito profesional, su anorexia se salió de control. Lo mismo sucedió con su abundante consumo de alcohol.

"Mientras más presión y más títulos tenía, no manejaba las presiones del trabajo y de la vida de forma sana", aseguró.

Tyson señaló que los trastornos alimentarios pueden ser muy devastadores para los cuerpos de mediana edad, dado que la osteoporosis, los desequilibrios químicos y otros problemas de salud surgen con mayor facilidad y tienen un impacto aún más duradero sobre la salud.

"Los cuerpos mayores no tienen la plasticidad de los más jóvenes", explicó. "No pueden tolerar los estreses y riesgos".

Cuando Smela cumplió los 40, decidió recibir tratamiento para su alcoholismo, dijo. Ahora, lleva sobria casi una década. Pero su trastorno alimentario no recibió tratamiento, aunque sabía que tenía un problema.

"Supuse que el alcoholismo era más aceptable para la sociedad a mi edad", dijo. "Sufrir de un trastorno alimentario no lo era".

Esta percepción no es rara entre las personas de mediana edad que sufren de un trastorno alimentario, aseguró Tyson.

"Se sienten más raros porque son mayores", planteó. "Creen que es algo propio de los jóvenes, no de ellos. Hay cierta vergüenza asociada".

Diane Butrym, una mujer de 50 años de Schenectady, Nueva York, dijo que esas inquietudes son justificadas, pero que hay que superarlas. Cuando Butrym acudió al Centro Renfrew para tratamiento hace ocho años, se sentía incómoda ante la presencia de las mujeres más jóvenes que se enfrentaban al mismo problema que tenía, recordó.

"Uno de los padres me preguntó si no era un poco demasiado vieja para que me pasara esto", recuerda Butrym, quien sigue luchando con su trastorno alimentario. "Me avergonzó mucho. Es algo realmente difícil de superar".

Los problemas específicos a los que se enfrentan las personas de mediana edad con trastornos alimentarios impulsaron al Centro Renfrew a crear un programa de tratamiento separado específicamente diseñado para sus necesidades, comentó Grishkat.

"Las mujeres mayores tienden a convertirse en madres para las más jóvenes, y a cuidar a las mujeres más jóvenes del grupo, en lugar de cuidar de sí mismas", dijo Grishkat. "La otra cosa que hemos notado es que las mujeres mayores tienen una tendencia a no participar ni decir nada, porque sienten vergüenza. Creen que deberían ser modelos de rol para las más jóvenes".

Los motivos de que alguien busque ayuda para un trastorno alimentario en la mediana edad varían. Para Smela, que tenía 46 años cuando acudió al Centro Renfrew por primera vez, se trató de su reflejo, comentó.

"El verano antes de ir a tratamiento, comencé a tener atisbos de mi figura en un espejo o reflejo, y me asustó", dijo. "Vi mi cuerpo como un todo, y me asustó".

Las personas que creen que sufren de un trastorno alimentario deben buscar ayuda, sin importar su edad, enfatizaron Grishkat y Tyson. Hable con un médico, comuníquese con el Centro Renfrew u otros centros similares, o póngase en contacto con la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios (National Eating
Disorders Association), sugirieron ambos expertos.

El tratamiento es particularmente vital si la persona tiene hijos, aunque el tratamiento le separe temporalmente de las responsabilidades de casa, señaló Tyson.

"Sufrir de un trastorno alimentario hace que sus hijos tengan un riesgo de 12 a 15 veces mayor de sufrir de un trastorno alimentario", advirtió. "Deben trabajar y mejorar, o sus hijos podrían estar en riesgo".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Ed Tyson, M.D., Austin, Texas; Holly Grishkat, Ph.D., senior director, clinical operations, northeast region, Renfrew Center; Alison Smela, Chicago; Diane Butrym, Schenectady, N.Y.
HealthDay
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