"Nadie nos dijo la verdad"
Víctimas españolas de las prótesis mamarias defectuosas se asocian para exigir responsabilidades - Los médicos cifran entre 8.000 y 12.000 las portadoras
Emy Mignone pasó por el quirófano para aumentarse y elevarse el pecho en 2006. Diez meses antes había dado a luz a su hijo y tenía cierto complejo de que el pecho se le había quedado flácido. Esta mujer de 40 años y origen italiano cuenta que acudió a una de las clínicas más famosas de Valencia a operarse. Pagó más de 6.000 euros por la intervención y las prótesis de silicona, las PIP, fabricadas por la compañía francesa Poly Implant Prothese. "Me dijeron que eran de las mejores del mercado", asegura. Poco después de la operación empezó a encontrarse mal. Tenía fiebre, dolor en el pecho y en los brazos. "Un dolor que llegaba a la espalda", relata. Acudió entonces al cirujano que la operó y le dio medicación para el dolor. La estuvo tomando más de cuatro años. En enero de 2011, en la ducha, se descubrió un bulto en el pecho. Acudió al médico de cabecera, que le mandó pruebas y ecografías. Estas revelaron que una de las prótesis estaba rota. Debía quitárselas de inmediato.
Mignone es una de las entre 8.000 y 12.000 mujeres que, según la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (Secpre) llevan prótesis mamarias PIP. Aunque el Ministerio de Sanidad asegura que es complicado dar una cifra. Los implantes se retiraron del mercado en mayo de 2010 tras una alerta sanitaria de Francia que informaba de que algunos de ellos se habían fabricado con gel de silicona industrial, no apto y diez veces más barato que el que el fabricante había declarado. Las prótesis, informó Sanidad en ese momento, podían romperse. Ahora, más de un año después, Francia ha pedido a todas las mujeres portadoras de las PIP que vuelvan al quirófano para quitárselas. Mientras, en España las autoridades solo recomiendan revisiones constantes. Una medida que las mujeres afectadas tildan de ridícula.
"Las autoridades que permitieron la venta de los implantes defectuosos deberían responder ahora legal y económicamente por el daño causado", reclama Eva Giménez. Por eso, esta valenciana de 37 años -que tuvo que extirparse las prótesis PIP hace un año- y otras mujeres a quienes los implantes no han cesado de causarles problemas han creado una asociación para emprender acciones legales contra los responsables que les intervinieron con las fraudulentas PIP. "Desde el sistema de vigilancia sanitaria hasta los cirujanos. Todos deben responder", dice Giménez.
"Yo no me operé en un trastero, sino en una clínica de supuesto prestigio y ahora lo estoy pagando con mi salud", denuncia. Giménez se aumentó el pecho en 2007. Unos 15 días después empezó un calvario de dolores, infecciones y secuelas que aún dura hoy. En noviembre de 2010 el mismo cirujano que le había implantado las prótesis tuvo que extraerse las de urgencia. "Me dijo que llevaban rotas ocho meses. Pero hasta entonces, a pesar de que había ido mil veces a verle, nunca mencionó la alerta sanitaria vigente sobre las roturas", critica. Además, explica, tuvo que afrontar el coste de la nueva operación.
A pesar de esto, el sistema inmunológico de Giménez había quedado tan afectado por las prótesis PIP que su cuerpo rechazó las segundas que le pusieron. Y también tuvo que quitárselas. Hasta hace unos meses, más recuperada pero afectada psicológicamente, no pudo volver a reconstruirse el pecho. Esta última vez pasó por el quirófano de Jaume Serra, cirujano plástico miembro de la Secpre y una de las voces más críticas con la actuación de Sanidad en este escándalo.
Serra alertó a las autoridades a principios del año pasado de que las prótesis de Poly Implant Prothese estaban dando muchos problemas de rotura. Informó varias veces por escrito tanto a la consejería de Sanidad de Valencia -donde ejerce- como al Ministerio. "Nadie hace nada. Tampoco hay notificaciones en el sistema de alerta de problemas con las PIP, algo rarísimo, porque los casos se están produciendo", dice.
Serra critica que Sanidad no tomase medidas entonces. También que solo después de recibir la alerta francesa enviase una recomendación a las mujeres de que se revisaran. "Una recomendación, además, que muchas desconocen incluso hoy. Porque sus cirujanos no la han notificado", dice.
Lola G. G., otra de las afectadas, se siente desprotegida. Esta asesora fiscal y financiera en paro pasó por el quirófano en octubre para que le retiraran las prótesis PIP que se había puesto en 2001. Se operó por un complejo que no le dejaba ser extrovertida y terminó con problemas de salud que le han causado infecciones y quistes. "He pasado por un calvario. Si el sistema de control y notificación hubiera funcionado como debería nos hubiéramos evitado años de sufrimiento. Decían que todo funcionaba bien y estábamos destrozadas por dentro. Alguien debe responder por ello".
Mignone es una de las entre 8.000 y 12.000 mujeres que, según la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (Secpre) llevan prótesis mamarias PIP. Aunque el Ministerio de Sanidad asegura que es complicado dar una cifra. Los implantes se retiraron del mercado en mayo de 2010 tras una alerta sanitaria de Francia que informaba de que algunos de ellos se habían fabricado con gel de silicona industrial, no apto y diez veces más barato que el que el fabricante había declarado. Las prótesis, informó Sanidad en ese momento, podían romperse. Ahora, más de un año después, Francia ha pedido a todas las mujeres portadoras de las PIP que vuelvan al quirófano para quitárselas. Mientras, en España las autoridades solo recomiendan revisiones constantes. Una medida que las mujeres afectadas tildan de ridícula.
"Las autoridades que permitieron la venta de los implantes defectuosos deberían responder ahora legal y económicamente por el daño causado", reclama Eva Giménez. Por eso, esta valenciana de 37 años -que tuvo que extirparse las prótesis PIP hace un año- y otras mujeres a quienes los implantes no han cesado de causarles problemas han creado una asociación para emprender acciones legales contra los responsables que les intervinieron con las fraudulentas PIP. "Desde el sistema de vigilancia sanitaria hasta los cirujanos. Todos deben responder", dice Giménez.
"Yo no me operé en un trastero, sino en una clínica de supuesto prestigio y ahora lo estoy pagando con mi salud", denuncia. Giménez se aumentó el pecho en 2007. Unos 15 días después empezó un calvario de dolores, infecciones y secuelas que aún dura hoy. En noviembre de 2010 el mismo cirujano que le había implantado las prótesis tuvo que extraerse las de urgencia. "Me dijo que llevaban rotas ocho meses. Pero hasta entonces, a pesar de que había ido mil veces a verle, nunca mencionó la alerta sanitaria vigente sobre las roturas", critica. Además, explica, tuvo que afrontar el coste de la nueva operación.
A pesar de esto, el sistema inmunológico de Giménez había quedado tan afectado por las prótesis PIP que su cuerpo rechazó las segundas que le pusieron. Y también tuvo que quitárselas. Hasta hace unos meses, más recuperada pero afectada psicológicamente, no pudo volver a reconstruirse el pecho. Esta última vez pasó por el quirófano de Jaume Serra, cirujano plástico miembro de la Secpre y una de las voces más críticas con la actuación de Sanidad en este escándalo.
Serra alertó a las autoridades a principios del año pasado de que las prótesis de Poly Implant Prothese estaban dando muchos problemas de rotura. Informó varias veces por escrito tanto a la consejería de Sanidad de Valencia -donde ejerce- como al Ministerio. "Nadie hace nada. Tampoco hay notificaciones en el sistema de alerta de problemas con las PIP, algo rarísimo, porque los casos se están produciendo", dice.
Serra critica que Sanidad no tomase medidas entonces. También que solo después de recibir la alerta francesa enviase una recomendación a las mujeres de que se revisaran. "Una recomendación, además, que muchas desconocen incluso hoy. Porque sus cirujanos no la han notificado", dice.
Lola G. G., otra de las afectadas, se siente desprotegida. Esta asesora fiscal y financiera en paro pasó por el quirófano en octubre para que le retiraran las prótesis PIP que se había puesto en 2001. Se operó por un complejo que no le dejaba ser extrovertida y terminó con problemas de salud que le han causado infecciones y quistes. "He pasado por un calvario. Si el sistema de control y notificación hubiera funcionado como debería nos hubiéramos evitado años de sufrimiento. Decían que todo funcionaba bien y estábamos destrozadas por dentro. Alguien debe responder por ello".
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