BIOCIENCIA | Investigación preliminar
Piel artificial de telas de araña
- El hilo que fabrican los artrópodos podría ayudar a los pacientes quemados
- Potencia el crecimiento de los tejidos necesarios para realizar un trasplante
El hilo de seda del que penden las arañas posee unas propiedades físicas asombrosas: es tan fuerte como el acero y cinco veces más resistente que el Kevlar, material que se usa en los cascos o en los chalecos antibalas. Pero también tiene importantes características desde el punto de vista médico, ya que es biodegradable -el organismo lo absorbe sin problemas de toxicidad- y favorece el crecimiento celular.
Una vez cumplida su función como soporte para el cultivo de piel, el hilo de seda se degrada y quedan únicamente las células de piel implantadas. El mismo sistema se ha empleado ya con otra clase de materiales, como la silicona, el poliester, el poliglicólico o las fibrinas. "Lo ideal es que sea un producto que el organismo incorpore y sea degradable con el tiempo: el organismo lo elimina y las células de la piel quedan", detalla el doctor César Casado, jefe del servicio de Cirugía Plástica del Hospital La Paz y del Ruber Internacional en Madrid.
Hanna Wendt, ingeniera de tejidos de la Escuela Médica de Hannover (Alemania), es la principal firmante del estudio con la seda de araña, que fue publicado en la revista científica de libre acceso 'PLoS One'. Los autores consideran que la principal ventaja de la seda de araña es, precisamente, su resistencia: "Presenta propiedades mecánicas excelentes que incluso rivalizan con fibras artificiales de alta tecnología".
Los investigadores engarzaron la seda, recolectada directamente de arañas 'Nephila', sobre retículas de acero, creando una matriz tridimensional. Sobre ella se cultivaron fibroblastos y queratinocitos, células que forman, respectivamente, las dos capas de la piel: dermis y epidermis. "Guiadas por las fibras de la seda de
araña, brotaron en la malla", explica el estudio.
La seda artificial, gracias a este y otros proyectos similares, es una línea de investigación en boga, sobre todo en Estados Unidos. Pero lo cierto es que este material -en su forma natural- ha sido utilizado para curar heridas desde la Antigüedad. Se sabe, por ejemplo, que los griegos hacían cataplasmas con telas de araña para detener las hemorragias. También se le han dado usos arcaicos al margen de la medicina, como construir redes de pesca o sedales para peces pequeños.
Ahora, el reto está en poder fabricar a nivel industrial un compuesto sintético que imite las propiedades de la seda de 'Nephila', ya que, hoy en día, recolectar el material de estos arácnidos no sería viable económicamente. Potencialmente, las aplicaciones industriales de la tela de araña artificial serían numerosas, como lo son ahora las del Kevlar, material con el que podría rivalizar si llegara a fabricarse a gran escala. De hecho, se ha llegado a investigar con un compuesto de seda de araña para hacer tejidos anti-balas.
Todo ello convierte al hilo de araña, concretamente del género 'Nephila', en un medio idóneo para crear piel artificial que pueda implantarse en pacientes con quemaduras graves. El procedimiento sería el siguiente: se extraen células de la piel sana del propio paciente -si no se puede, se recurriría a un donante-, se cultivan en una malla fabricada con la seda y, cuando se tiene bastante tejido, se implanta en las zonas quemadas.
Una vez cumplida su función como soporte para el cultivo de piel, el hilo de seda se degrada y quedan únicamente las células de piel implantadas. El mismo sistema se ha empleado ya con otra clase de materiales, como la silicona, el poliester, el poliglicólico o las fibrinas. "Lo ideal es que sea un producto que el organismo incorpore y sea degradable con el tiempo: el organismo lo elimina y las células de la piel quedan", detalla el doctor César Casado, jefe del servicio de Cirugía Plástica del Hospital La Paz y del Ruber Internacional en Madrid.
Hanna Wendt, ingeniera de tejidos de la Escuela Médica de Hannover (Alemania), es la principal firmante del estudio con la seda de araña, que fue publicado en la revista científica de libre acceso 'PLoS One'. Los autores consideran que la principal ventaja de la seda de araña es, precisamente, su resistencia: "Presenta propiedades mecánicas excelentes que incluso rivalizan con fibras artificiales de alta tecnología".
Los investigadores engarzaron la seda, recolectada directamente de arañas 'Nephila', sobre retículas de acero, creando una matriz tridimensional. Sobre ella se cultivaron fibroblastos y queratinocitos, células que forman, respectivamente, las dos capas de la piel: dermis y epidermis. "Guiadas por las fibras de la seda de
araña, brotaron en la malla", explica el estudio.
Intensificar la regeneración
En primer lugar, se cultivó la primera capa de fibroblastos y se los dejó crecer durante dos semanas. Al cabo de ese tiempo, se añadió una segunda capa de queratinocitos, hasta completar un modelo de la piel humana. Los autores concluyen que las fibras de la seda "parecen ser un biomaterial prometedor para intensificar la regeneración de la piel".La seda artificial, gracias a este y otros proyectos similares, es una línea de investigación en boga, sobre todo en Estados Unidos. Pero lo cierto es que este material -en su forma natural- ha sido utilizado para curar heridas desde la Antigüedad. Se sabe, por ejemplo, que los griegos hacían cataplasmas con telas de araña para detener las hemorragias. También se le han dado usos arcaicos al margen de la medicina, como construir redes de pesca o sedales para peces pequeños.
Ahora, el reto está en poder fabricar a nivel industrial un compuesto sintético que imite las propiedades de la seda de 'Nephila', ya que, hoy en día, recolectar el material de estos arácnidos no sería viable económicamente. Potencialmente, las aplicaciones industriales de la tela de araña artificial serían numerosas, como lo son ahora las del Kevlar, material con el que podría rivalizar si llegara a fabricarse a gran escala. De hecho, se ha llegado a investigar con un compuesto de seda de araña para hacer tejidos anti-balas.
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