jueves, 13 de octubre de 2011

Etiología del malestar ante la crisis - DiarioMedico.com

ALBERT J. JOVELL. PTE. FORO ESPAÑOL DE PACIENTES

Etiología del malestar ante la crisis

Peor que la certeza de un desenlace fatal es la incertidumbre ante lo que está por venir. La crisis económica está afectando a la sanidad, pero aún no se sabe hasta qué punto la dañará. Lo que es seguro es que los profesionales no deberían pagar sus consecuencias, ni mucho menos el eslabón más débil del sistema sanitario: el paciente.
Albert J. Jovell. Presidente del Foro Español de Pacientes   |  14/10/2011 00:00

Los pacientes sabemos por experiencia que la incertidumbre es una de las mayores causas de malestar. También lo es la percepción de injusticia. Los padres estamos acostumbrados a ver cómo nuestros hijos desde muy pequeños van interiorizando y expresando de forma asertiva la diferencia entre lo que es justo y lo que no lo es. Cuando se juntan de forma generalizada en el tiempo la incertidumbre y la percepción de injusticia nos estamos enfrentando a un gran problema. Eso es lo que está pasando en nuestra sociedad y, especialmente, en el sistema sanitario. El problema del malestar es que sus consecuencias las pagan siempre los más débiles y vulnerables. En sanidad esa vulnerabilidad la representan los pacientes, y es a ellos a quienes se ha de proteger si queremos ser protegidos cuando seamos nosotros los pacientes. No es sólo una cuestión de dignidad sino que también lo es de practicidad, sobre todo si se tiene en cuenta que uno nunca sabe cuándo a él o a una persona de su familia le va a tocar la enfermedad. En cuestiones de salud el paso del tiempo no protege sino que aumenta el riesgo de enfermar.

Nadie puede negar que el SNS se enfrenta a una doble crisis. La primera de ellas está generada por la gran disminución de ingresos económicos vía impuestos que han sufrido el Estado y las comunidades autónomas.

La segunda de ellas está promovida por el éxito del progreso científico y social, que había convertido el SNS en el mejor sistema sanitario del mundo en equidad de acceso. Cada una de estas crisis tiene un abordaje diferente, pero ambas requieren un reparto justo de los sacrificios. Para que sean eficaces, los sacrificios que implican a múltiples agentes deben consensuarse entre los afectados. A ello hay que asociarle un discurso ético que debe reconocer las incertidumbres existentes e ir más allá del pensamiento utilitarista único reinante. Las situaciones de crisis requieren diálogo, pedagogía, consenso y liderazgo. Sin estos ingredientes se estarán promoviendo sentimientos de indignación, desafección y cinismo.
  • Un médico de atención primaria o un cirujano no entienden que ellos y sus pacientes tengan que pagar la crisis generada por la incompetencia de otras profesiones y la especulación en los mercados
Cuestión de confianza
En el caso de la sanidad, la elevada confianza que tiene la población española en los profesionales y en las instituciones sanitarias públicas, muy por encima de otras profesiones y organizaciones, permite visualizar la posibilidad de consensos en cómo se pueden gestionar con mayor eficiencia los recursos sanitarios sin afectar aspectos fundamentales de la calidad de la atención sanitaria. Para ello se necesitan personas que sean capaces de tender puentes de diálogo entre políticos, profesionales y pacientes. Este diálogo vendrá facilitado por el hecho de que las administraciones públicas incorporen profesionales de prestigio en posiciones de relevancia técnica. La abdicación del discurso sanitario por parte del gobierno del Estado envía un mensaje claro a la política: los profesionales deben reconocer en las posiciones de relevancia a un miembro respetable de su comunidad. Los momentos de crisis, aparte de sacrificios, requieren compromisos. Y eso implica sentar a los mejor preparados en los puestos de decisión.

La identificación del otro como uno de los nuestros es clave para conseguir el consenso profesional en la distribución de sacrificios. Eso es así en un sector en el que lo técnico predomina sobre lo ideológico. Sin embargo, el discurso utilitarista no debe obviar importantes consideraciones que están enraizadas en el ethos de la profesión médica. Así, un médico de atención primaria que atiende más de 30 consultas al día o un cirujano en quirófano no entienden que ellos y sus pacientes tengan que pagar la crisis generada por la incompetencia de otras profesiones y la especulación en los mercados. Tampoco comprenden la diferencia salarial entre lo que ellos ganan y lo que gana un miembro de un consejo de administración de una empresa del Ibex35 cuya acción está cayendo abruptamente. ¿Es qué esos ejecutivos aportan más valor a la sociedad? ¿Es qué han estudiado y trabajado más? La incomprensión se extiende cuando se habla de recapitalizar bancos en quiebra o se insiste en la predominancia de algo tan poco democrático como los mercados en la decisión de cuándo hay que operar a un paciente. La solución para muchos profesionales es cerrar las bolsas durante seis meses y que los expertos se pongan de acuerdo con discreción y firmeza en el tratamiento que hay que seguir. Tanta neurosis obsesiva precisa de un abordaje apropiado para limitar el daño producido por la sobredosis de especulación. Eso es lo que hacen los comités de tumores cuando tienen un caso clínico complejo: se reúnen, deciden y ejecutan la decisión sin dudas.

Ver la salida
Finalmente, la adopción de sacrificios por parte de todos precisa de una cierta visualización de las puertas de salida. Cuesta entender que las acciones se centren en la austeridad en lugar de hacerlo en la creación de empleo o el hecho de que el BCE suba los intereses en lugar de bajarlos. La situación actual añade más incertidumbre a la existente, sobre todo si se tiene en cuenta que nadie sabe responder qué pasará el día después de que el contador de la hoja de cálculo se acerque a cero o el número de parados clame una revolución social. Uno que conoce esta profesión desde hace 40 años está convencido que para entonces los médicos habrán encontrado ya varias soluciones. Hay que pensar en el mañana y haber aprendido del pasado para tomar las decisiones correctas en el presente. En hacer eso bien la medicina nunca ha fallado y algunos pacientes aún podemos explicarlo.
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