la familia es una pieza clave en la enfermedad
El TCA no es un 'capricho de niñas'
La perfección, la delgadez y el miedo a ganar peso son algunas de las líneas de pensamiento de las pacientes con trastornos de la conducta alimentaria (TCA), una patología psiquiátrica con repercusión física en la que influyen factores genéticos y ambientales. Ni es una patología inventada ni una moda entre las niñas; puede poner en peligro la vida de las pacientes y debe abordarse precozmente para evitar su comorbilidad con otros trastornos físicos y psíquicos, y su cronicidad. La familia ha de ser una pieza clave del abordaje psicosocial.
Isabel Gallardo Ponce | 08/10/2012 00:00
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son patologías mentales con repercusión física de etiología multifactorial y casi exclusivos de la población femenina en una proporción de 9 mujeres por cada varón. La prevalencia es del 1 por ciento de anorexia nerviosa restrictiva y entre 3-5 de bulimia. "Los hombres muestran más preocupación estética con un perfil más vigoréxico y se centran en hábitos saludables. Suelen ser trastornos complicados asociados con otros de personalidad", ha explicado a DM Marina Díaz Marsá, responsable de la Unidad de TCA del Instituto de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Puesto que uno de los criterios diagnósticos en la anorexia es la amenorrea, la detección en varones se complica. Montserrat Graell, del Hospital Niño Jesús de Madrid y presidenta de la Sociedad Española de Trastornos de la Conducta Alimentaria, ha añadido que la amenorrea eleva la probabilidad de "desarrollar osteoporosis precoz y fracturas. No obstante, este riesgo se da no sólo en mujeres, sino también en hombres".
La paciente anoréxica es perfeccionista, rígida, obsesiva, con un alto rendimiento académico pero sin habilidades sociales para afrontar la madurez o proyectos vitales, mientras que la bulímica muestra inestabilidad afectiva y comorbilidad con otras conductas impulsivas, ha dicho Díaz.
Modalidades clínicas
En ambas predomina la fobia a ganar peso, un ideal de cuerpo perfecto y delgado que termina por poner en peligro su vida. Sin embargo, las complicaciones médicas no suelen ser causa de la mortalidad, no frecuente pero posible, de los TCA, sino los trastornos psiquiátricos.
Aunque todos los TCA empiezan con una dieta, la persona anoréxica consigue iniciarla y perseverar en ella, mientras que en la bulímica el ansia por la comida es más fuerte y lleva a romper la dieta, con un sentimiento de vergüenza y desesperación que les impele a deshacerse de lo ingerido.
Por su parte, la diabulimia aparece en niñas con diabetes tipo 1 que modifican la dosis de insulina para perder peso. "Sólo por ser diabético y chica hay un riesgo de padecer un TCA entre 4 y 5 veces más alto. Se considera que es un facilitador del trastorno", ha dicho Graell. Por ello, en el Niño Jesús, realizan grupos de educación con diabetes para ayudarles a aceptar y manejar la patología. "En la infancia es más fácil que manejen su tratamiento, pero al entrar en la adolescencia no respetar las normas es una forma de rebeldía. A veces, en vez de desarrollar una anorexia restrictiva, aparece una bulimia, donde comen en grandes cantidades, transgreden horarios, beben alcohol...".
La drunkorexia consiste en sustituir las calorías de la alimentación por alcohol. Según Graell, este consumo y el de tóxicos puede ser una forma evolutiva del trastorno, y convertirse en una complicación añadida, que podría ser transitoria para volver a la clínica habitual de restricción o atracón. "En una bulimia que debuta en la adolescencia, si el tratamiento no tiene éxito se añaden problemas de impulsividad, de consumo de alcohol y drogas, de conductas cleptómanas, sexuales, autolesivas... Algunos de estos pacientes complejos terminan por presentar anomalías de la personalidad".
Además, cada vez se registran más casos completos en edades prepuberales -entre los 10 y los 12 años- que requieren intervenciones rápidas y directas, y se relacionan con problemas del estado de ánimo que se expresan corporalmente.
Abordaje nutricional
Desde hace cuatro años un equipo multidisciplinar y experimentado de la Unidad de TCA del Hospital Ramón y Cajal se hace cargo de las pacientes ingresadas. Isabel Zamarrón, endocrinóloga, ha explicado que en este abordaje se cuenta con la ventaja de que la paciente ha aceptado su patología y quiere curarse. Por eso se le muestran los resultados de su estudio nutricional: "Primero deben darse cuenta de hasta dónde ha llegado el grado de deterioro físico, orgánico y biológico sin que tuvieran conciencia de ello. Después se les hace un estudio de gasto energético basal" para qué conozcan cómo deben alimentarse, además de realizar terapia familiar sobre nutrición. Una vez que interiorizan los conceptos, es más fácil enseñarles hábitos saludables.
Puesto que uno de los criterios diagnósticos en la anorexia es la amenorrea, la detección en varones se complica. Montserrat Graell, del Hospital Niño Jesús de Madrid y presidenta de la Sociedad Española de Trastornos de la Conducta Alimentaria, ha añadido que la amenorrea eleva la probabilidad de "desarrollar osteoporosis precoz y fracturas. No obstante, este riesgo se da no sólo en mujeres, sino también en hombres".
- 1 % de la población femenina sufre anorexia, y del 3 al 5 bulimia. La proporción es de 9 mujeres por cada hombre
La paciente anoréxica es perfeccionista, rígida, obsesiva, con un alto rendimiento académico pero sin habilidades sociales para afrontar la madurez o proyectos vitales, mientras que la bulímica muestra inestabilidad afectiva y comorbilidad con otras conductas impulsivas, ha dicho Díaz.
- 6% de la población femenina puede llegar a padecer cuadros incompletos de trastornos de la conducta alimentaria
Modalidades clínicas
En ambas predomina la fobia a ganar peso, un ideal de cuerpo perfecto y delgado que termina por poner en peligro su vida. Sin embargo, las complicaciones médicas no suelen ser causa de la mortalidad, no frecuente pero posible, de los TCA, sino los trastornos psiquiátricos.
Aunque todos los TCA empiezan con una dieta, la persona anoréxica consigue iniciarla y perseverar en ella, mientras que en la bulímica el ansia por la comida es más fuerte y lleva a romper la dieta, con un sentimiento de vergüenza y desesperación que les impele a deshacerse de lo ingerido.
- 45% de las pacientes con anorexia llegan a la remisión total, el 30% se recupera parcialmente y el 20% se cronifica
Por su parte, la diabulimia aparece en niñas con diabetes tipo 1 que modifican la dosis de insulina para perder peso. "Sólo por ser diabético y chica hay un riesgo de padecer un TCA entre 4 y 5 veces más alto. Se considera que es un facilitador del trastorno", ha dicho Graell. Por ello, en el Niño Jesús, realizan grupos de educación con diabetes para ayudarles a aceptar y manejar la patología. "En la infancia es más fácil que manejen su tratamiento, pero al entrar en la adolescencia no respetar las normas es una forma de rebeldía. A veces, en vez de desarrollar una anorexia restrictiva, aparece una bulimia, donde comen en grandes cantidades, transgreden horarios, beben alcohol...".
La drunkorexia consiste en sustituir las calorías de la alimentación por alcohol. Según Graell, este consumo y el de tóxicos puede ser una forma evolutiva del trastorno, y convertirse en una complicación añadida, que podría ser transitoria para volver a la clínica habitual de restricción o atracón. "En una bulimia que debuta en la adolescencia, si el tratamiento no tiene éxito se añaden problemas de impulsividad, de consumo de alcohol y drogas, de conductas cleptómanas, sexuales, autolesivas... Algunos de estos pacientes complejos terminan por presentar anomalías de la personalidad".
Además, cada vez se registran más casos completos en edades prepuberales -entre los 10 y los 12 años- que requieren intervenciones rápidas y directas, y se relacionan con problemas del estado de ánimo que se expresan corporalmente.
Abordaje nutricional
Desde hace cuatro años un equipo multidisciplinar y experimentado de la Unidad de TCA del Hospital Ramón y Cajal se hace cargo de las pacientes ingresadas. Isabel Zamarrón, endocrinóloga, ha explicado que en este abordaje se cuenta con la ventaja de que la paciente ha aceptado su patología y quiere curarse. Por eso se le muestran los resultados de su estudio nutricional: "Primero deben darse cuenta de hasta dónde ha llegado el grado de deterioro físico, orgánico y biológico sin que tuvieran conciencia de ello. Después se les hace un estudio de gasto energético basal" para qué conozcan cómo deben alimentarse, además de realizar terapia familiar sobre nutrición. Una vez que interiorizan los conceptos, es más fácil enseñarles hábitos saludables.
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