Más de 12.000 psiquiatras en Buenos Aires - 17.09.2011 - lanacion.com : Entrevista con el doctor Nestor Marchant
Más de 12.000 psiquiatras en Buenos Aires
Participarán del congreso mundial de esa especialidad, que comienza mañana y que por primera vez se realiza en el país
Por Gabriela Navarra | Para LA NACION
A partir de mañana, y hasta el jueves, transcurrirá en Buenos Aires una reunión jamás realizada aquí: el Congreso Mundial de Psiquiatría, que se organiza cada tres años. Asistirán 12.000 psiquiatras de todo el mundo, aunque la cifra final podría trepar a 15.000.
"Es imposible trazar un mapa mundial de la problemática en psiquiatría -dijo el doctor Néstor Marchant, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) e integrante del Comité Supervisor del Congreso-. Cada país tiene sus problemas. Pero la situación es siempre delicada, porque los gobiernos no ayudan."
-El programa del congreso es vasto. ¿Cuánto de nuevo hay?
-El tema central de la psiquiatría es siempre el mismo: la locura. Pero vamos dividiéndola en subespecialidades. Aunque los libros de hace 20 años describían las enfermedades mejor que ahora. Hoy la gente vive rápido, se impone todo desde la resolución económica. Antes al ataque de pánico le decíamos crisis aguda de angustia y había mucho menos. También antes existía el estrés, pero hoy mucho más, vivimos a un ritmo intenso, se trabaja todo el día, se descuida la familia, los hijos?
-La locura, como usted la llamó, ¿sigue siendo incurable?
-Las enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia, que afecta a cerca del 1% de la población, pueden ser controlada y las familias educadas para convivir con el psicótico. Y eso es un gran adelanto, que tiene que ver con la farmacología moderna. Pero no tienen cura.
-Una discusión eterna es si las personas con enfermedad mental deberían ser recluidas en manicomios?
-Lo ideal serían hospitales más chicos, para que el paciente vuelva con su familia una vez pasadas las crisis. Pero para hacer eso hay que tener una estructura acorde. Y hay familias que no quieren recibir al enfermo en la casa, porque produce mucho descontrol. En la Argentina más de la mitad de los hospitales psiquiátricos son crónicos porque no hay dónde mandar a los pacientes. Los jueces nos obligan a tenerlos internados, y no existen casas de medio camino ni colonias adonde se los pueda mandar.
-Otro tema de gran preocupación son las adicciones. ¿Qué postura tienen desde la psiquiatría?
-Nadie pone un peso para tratar a los drogadictos: existen los mismos recursos que hace diez años. Los jueces los terminan internando en el Moyano y el Borda, y en la mezcla del psicótico con el adicto el que pierde es el psicótico: el adicto utiliza al esquizofrénico, más abúlico por su enfermedad. Hoy se habla mucho del paco, pero nadie hace nada. Y si un psiquiatra quiere internar a un adicto al paco según la nueva ley de salud mental le tiene que preguntar al paciente: ¡tiene que dar su consentimiento alguien a quien le funciona medio cerebro! Los crímenes brutales que vemos en general son cometidos por adictos. He sido médico forense, conozco el problema. Ahora cualquiera agarra un revólver, no tienen cerebro, no tienen freno inhibitorio.
-¿Y se puede recuperar un adicto de esa magnitud?
-Se puede. Muchos salen adelante, vale la pena. Pero no hay lugar donde tratarlos. No hay intención de los gobiernos ni ministros de Salud de ayudar a la gente que tiene problemas de drogadicción. El paco es algo muy grave porque los pacientes terminan muy mal. Se habla mucho, pero ¿a quién se le ocurrió tener una colonia? Hay que poner plata y más vale ponerla para hacer propaganda. Y en las adicciones hay que mencionar también al alcohol, que es la puerta de ingreso a otras.
-Usted es un hombre que ha trabajado mucho con el padecimiento psíquico. ¿Es optimista?
-Veo que estamos cada vez más solos. Tenemos muchas distracciones, pero eso no disminuye nuestra soledad. Las parejas se llevan mal, los hijos se crían como pueden. Podemos llegar a tenerlo todo, pero no tenemos lo básico. Vivimos un mundo ficticio. La gente no conversa, comemos y miramos la televisión, programas ridículos, insoportables. Es un caldo de cultivo para la enfermedad mental.
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