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Pastillas contra la hepatitis C
- Los duros tratamientos con interferón podrían tener los días contados
- Dos prometedoras terapias orales prometen una mejor tolerancia
Hoy en día, el tratamiento estándar contra la hepatitis C se basa en interferón, un fármaco que ha de inyectarse periódicamente y que se asocia con numerosos efectos secundarios.
Los dolores de cabeza, cansancio, nerviosismo, insomnio, irritabilidad o depresión que sufren frecuentemente los pacientes dificultan en muchos casos el cumplimiento de la terapia y hacen que enfermos y especialistas lleven tiempo esperando una alternativa más tolerable.
Este anhelo podría estar cerca, a juzgar por los resultados de dos investigaciones financiadas por la industria farmacéutica que publica 'The New England Journal of Medicine'. Sus datos, aún preliminares, muestran muy buenos resultados en cuanto a efectividad, seguridad y tolerancia de dos antivirales directos que se administrarían por vía oral.
Se trata de sofosbuvir, desarrollado por Gilead, y el cóctel de Abbott que combina los fármacos denominados ABT-450/r y ABT-333. Ambos tratamientos deben administrarse junto a otro medicamento ya conocido por los pacientes con hepatitis C, rivabirina, que suele administrarse junto a interferón.
"Estas investigaciones traen fantásticas noticias. Abren la puerta definitiva a los tratamientos orales y ofrecen la prueba de concepto necesaria de que se puede curar la hepatitis C sin interferón", se felicita Rafael Esteban, jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona.
De la misma opinión se muestra Ricardo Moreno, jefe del Servicio de Digestivo en el Hospital de la Princesa de Madrid y catedrático de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. "Supone un avance impresionante que, si sigue demostrando su utilidad, mandará a la terapia actual al baúl de los recuerdos", subraya.
Las nuevas opciones, que deben iniciar estudios definitivos en fase III, plantean un horizonte lleno de ventajas para el paciente, señalan los especialistas.
Por otro lado, las pastillas también permiten acortar los tiempos de la terapia (de los 11 meses que puede durar el tratamiento con interferón la promesa es pasar a 3) y son útiles en pacientes graves que, hasta ahora, no podían beneficiarse de los tratamientos inyectables.
"Es el caso de los enfermos con cirrosis que presentan una enfermedad hepática descompensada. En estos casos, interferón empeoraba la situación, pero los nuevos fármacos sí serán útiles", señala, por su parte, Moreno.
Esto se debe a que, al contrario que interferón, que actúa estimulando a las defensas para que ataquen al virus, las terapias en camino sí que 'pelean' directamente contra la infección.
En concreto, estos inhibidores de la proteasa y la polimerasa, impiden que el virus se replique, frenando así su multiplicación.
"Es como si hasta ahora hubiésemos estado dando medios a la policía y a partir de ahora pudiéramos tener un arma propia con la que defendernos", resume Moreno.
En nuestro país, hay unas 800.000 personas infectadas por el virus de la hepatitis C, aproximadamente un 70% de las cuales necesita o necesitará (porque muchos desconocen la infección) tratamiento para 'librarse' del virus.
En los últimos años ha disminuido mucho el número de nuevos casos, al extremarse las precauciones para reducir el riesgo de contagio y haberse reducido significativamente el consumo de drogas por vía endovenosa.
Los dolores de cabeza, cansancio, nerviosismo, insomnio, irritabilidad o depresión que sufren frecuentemente los pacientes dificultan en muchos casos el cumplimiento de la terapia y hacen que enfermos y especialistas lleven tiempo esperando una alternativa más tolerable.
Este anhelo podría estar cerca, a juzgar por los resultados de dos investigaciones financiadas por la industria farmacéutica que publica 'The New England Journal of Medicine'. Sus datos, aún preliminares, muestran muy buenos resultados en cuanto a efectividad, seguridad y tolerancia de dos antivirales directos que se administrarían por vía oral.
Se trata de sofosbuvir, desarrollado por Gilead, y el cóctel de Abbott que combina los fármacos denominados ABT-450/r y ABT-333. Ambos tratamientos deben administrarse junto a otro medicamento ya conocido por los pacientes con hepatitis C, rivabirina, que suele administrarse junto a interferón.
"Estas investigaciones traen fantásticas noticias. Abren la puerta definitiva a los tratamientos orales y ofrecen la prueba de concepto necesaria de que se puede curar la hepatitis C sin interferón", se felicita Rafael Esteban, jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona.
De la misma opinión se muestra Ricardo Moreno, jefe del Servicio de Digestivo en el Hospital de la Princesa de Madrid y catedrático de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. "Supone un avance impresionante que, si sigue demostrando su utilidad, mandará a la terapia actual al baúl de los recuerdos", subraya.
Las nuevas opciones, que deben iniciar estudios definitivos en fase III, plantean un horizonte lleno de ventajas para el paciente, señalan los especialistas.
Beneficios
Además de eliminar los problemas secundarios severos y las molestias del 'pinchazo' frecuente, apunta Esteban, estos fármacos "ofrecen una curación del orden del 90% en ambos casos" independientemente del genotipo del virus. Hasta ahora la 'versión' 1 del virus de la hepatitis C respondía peor a los tratamientos que otros de sus hermanos, como los subtipos 2 y 3, pero las terapias orales parecen solventar mejor esta cuestión, añade Esteban.Por otro lado, las pastillas también permiten acortar los tiempos de la terapia (de los 11 meses que puede durar el tratamiento con interferón la promesa es pasar a 3) y son útiles en pacientes graves que, hasta ahora, no podían beneficiarse de los tratamientos inyectables.
"Es el caso de los enfermos con cirrosis que presentan una enfermedad hepática descompensada. En estos casos, interferón empeoraba la situación, pero los nuevos fármacos sí serán útiles", señala, por su parte, Moreno.
Esto se debe a que, al contrario que interferón, que actúa estimulando a las defensas para que ataquen al virus, las terapias en camino sí que 'pelean' directamente contra la infección.
En concreto, estos inhibidores de la proteasa y la polimerasa, impiden que el virus se replique, frenando así su multiplicación.
"Es como si hasta ahora hubiésemos estado dando medios a la policía y a partir de ahora pudiéramos tener un arma propia con la que defendernos", resume Moreno.
Confirmación
"Estamos muy ilusionados. Ahora hay que ver si se cumplen las expectativas y si el precio de los fármacos es asequible", añade Esteban.En nuestro país, hay unas 800.000 personas infectadas por el virus de la hepatitis C, aproximadamente un 70% de las cuales necesita o necesitará (porque muchos desconocen la infección) tratamiento para 'librarse' del virus.
En los últimos años ha disminuido mucho el número de nuevos casos, al extremarse las precauciones para reducir el riesgo de contagio y haberse reducido significativamente el consumo de drogas por vía endovenosa.
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