En busca de la 'bola de cristal' del embarazo
Una mujer embarazada en Argentina. | Stringer
Cuando una pareja o una mujer acuden a un centro de reproducción asistida en busca de ayuda para tener hijos se enfrentan a unos fríos porcentajes que pueden determinar el curso de su vida. Alrededor de un 50% de las fecundaciones in vitro (FIV) acaban con el nacimiento del deseado bebé. Pero, hasta ahora, nadie puede asegurar a los pacientes que el tratamiento se vaya a efectuar con éxito. Lo que se preguntan los expertos (y las personas con infertilidad) es: ¿llegará el día en que pueda saber con seguridad si la ciencia podrá ayudarme a tener hijos?
Sobre este asunto versó una de las mesas del 2º Encuentro 360 grados en fertilidad, celebrado recientemente en Barcelona. Con el título 'Nuevas perspectivas en reproducción asistida: biomarcadores ¿realidad o ficción?', los especialistas moderados por el director del Departamento de Obstetricia, Ginecología y Medicina de la Reproducción en Salud de la Mujer Dexeus, Pere Barri, debatieron sobre los avances en este campo, con una conclusión: todavía hay mucho hueco para la innovación y esa bola de cristal a la que la medicina reproductiva aspira podría acabar llegando en unos años.
Barri explica a ELMUNDO.es que, en la actualidad, los únicos biomarcadores que se aplican de forma habitual en la práctica clínica son parámetros físicos "que dan una información muy importante". Sin embargo, señala, en fase de investigación, existen ya varias pruebas o tests, con distintos grados de eficacia, que podrían dar la vuelta a la medicina de la reproducción. "El futuro está muy abierto", enfatiza.
Pero, ¿qué datos son los que permiten en la práctica, si no predecir, al menos hacerse una idea de las posibilidades de éxito de una terapia de reproducción asistida (TRA)? Según Barri, la edad, especialmente la de la mujer, pero también la masculina, tienen "mucho peso para la respuesta al tratamiento". También el índice de masa corporal de la mujer. "Si está por encima de 30 (lo que se considera obesidad) o por debajo de 15 (delgadez extrema), habrá problemas", apunta el experto.
También las pruebas diagnósticas "como una simple ecografía folicular" pueden ofrecer mucha información. "Hay que estudiar cuántos folículos antrales [pequeñas esferas llenas de líquido que contienen un óvulo inmaduro] hay en reposo; menos de siete en un ciclo natural o más de 25 no es algo bueno", comenta el ginecólogo.
En el 'top 1' de esas pruebas, los famosos análisis genéticos, que analizan si existen mutaciones para "las 250 enfermedades más prevalentes". Como explica el doctor Barri, estas pruebas ya llevan años vendiéndose, pero no están "científicamente contrastadas". Algunas de ellas, y por eso su mención en esta mesa redonda, prometen también averiguar el riesgo de pasar enfermedades a la futura descendencia.
Una prueba muy novedosa que Barri sí considera que ha demostrado eficacia es el estudio de receptores de la hormona FESH "para saber si la mujer va a responder al tratamiento de estimulación ovárica y va a necesitar más o menos dosis. Esta prueba podría servir para individualizar el tratamiento, pero lo ideal sería utilizarla sobre los marcadores clásicos", apunta. Sin embargo, aunque el test "está validado", el especialista reconoce que es complejo y caro. "No es coste efectivo", añade.
Otro estudio similar, ya en la clínica, es el estudio de fragmentación de ADN del esperma. "Es clínicamente cuestionable, porque no se sabe si unos malos resultados [que el ADN del esperma demuestre estar muy fragmentado] se traducen en menos posibilidades de concebir", comenta.
Uno de las pruebas más prometedoras, "que aún ha de validarse" es la que mide la expresión génica endometrial "para saber si el endometrio es o no receptivo al embrión que se va a implantar. Sería interesante aplicarla de forma selectiva, en un escenario en el que tengamos más de cinco o seis embriones y ninguno haya implantado", reflexiona el experto. En cualquier caso, este test aún no está validado como para implantarse en la sanidad pública "aunque existen dos o tres que ya se utilizan a título experimental". El Instituto Dexeus y el IVI, entre otros centros españoles, van a realizar ensayos utilizando este test.
Una de las utilidades que podría tener esta prueba es la decisión de implantar los embriones en un determinado momento u otro, que podría variar en días o incluso indicar que es mejor congelar los embriones e implantarlos en otro ciclo.
La expresión génica de las células de la granulosa, que indicaría la calidad de los óvulos, es otra de esas técnicas que se acercan a la ciencia ficción y que, sin embargo, están más cerca de la realidad de lo que podría parecer. Es algo similar a las incubadoras ya existentes que permiten analizar los embriones en formación cada muy poco tiempo. "El futuro está muy abierto", concluye Barri.
Sobre este asunto versó una de las mesas del 2º Encuentro 360 grados en fertilidad, celebrado recientemente en Barcelona. Con el título 'Nuevas perspectivas en reproducción asistida: biomarcadores ¿realidad o ficción?', los especialistas moderados por el director del Departamento de Obstetricia, Ginecología y Medicina de la Reproducción en Salud de la Mujer Dexeus, Pere Barri, debatieron sobre los avances en este campo, con una conclusión: todavía hay mucho hueco para la innovación y esa bola de cristal a la que la medicina reproductiva aspira podría acabar llegando en unos años.
Barri explica a ELMUNDO.es que, en la actualidad, los únicos biomarcadores que se aplican de forma habitual en la práctica clínica son parámetros físicos "que dan una información muy importante". Sin embargo, señala, en fase de investigación, existen ya varias pruebas o tests, con distintos grados de eficacia, que podrían dar la vuelta a la medicina de la reproducción. "El futuro está muy abierto", enfatiza.
Pero, ¿qué datos son los que permiten en la práctica, si no predecir, al menos hacerse una idea de las posibilidades de éxito de una terapia de reproducción asistida (TRA)? Según Barri, la edad, especialmente la de la mujer, pero también la masculina, tienen "mucho peso para la respuesta al tratamiento". También el índice de masa corporal de la mujer. "Si está por encima de 30 (lo que se considera obesidad) o por debajo de 15 (delgadez extrema), habrá problemas", apunta el experto.
También las pruebas diagnósticas "como una simple ecografía folicular" pueden ofrecer mucha información. "Hay que estudiar cuántos folículos antrales [pequeñas esferas llenas de líquido que contienen un óvulo inmaduro] hay en reposo; menos de siete en un ciclo natural o más de 25 no es algo bueno", comenta el ginecólogo.
Pruebas con polémica
Además de estos parámetros, que ya se estudian habitualmente, existen algunos tests cuya eficacia y, sobre todo, rentabilidad (coste – eficacia) están aún por determinar. Aún así, se ofrecen a los pacientes, aunque no sólo en las clínicas de reproducción asistida.En el 'top 1' de esas pruebas, los famosos análisis genéticos, que analizan si existen mutaciones para "las 250 enfermedades más prevalentes". Como explica el doctor Barri, estas pruebas ya llevan años vendiéndose, pero no están "científicamente contrastadas". Algunas de ellas, y por eso su mención en esta mesa redonda, prometen también averiguar el riesgo de pasar enfermedades a la futura descendencia.
Una prueba muy novedosa que Barri sí considera que ha demostrado eficacia es el estudio de receptores de la hormona FESH "para saber si la mujer va a responder al tratamiento de estimulación ovárica y va a necesitar más o menos dosis. Esta prueba podría servir para individualizar el tratamiento, pero lo ideal sería utilizarla sobre los marcadores clásicos", apunta. Sin embargo, aunque el test "está validado", el especialista reconoce que es complejo y caro. "No es coste efectivo", añade.
Otro estudio similar, ya en la clínica, es el estudio de fragmentación de ADN del esperma. "Es clínicamente cuestionable, porque no se sabe si unos malos resultados [que el ADN del esperma demuestre estar muy fragmentado] se traducen en menos posibilidades de concebir", comenta.
Uno de las pruebas más prometedoras, "que aún ha de validarse" es la que mide la expresión génica endometrial "para saber si el endometrio es o no receptivo al embrión que se va a implantar. Sería interesante aplicarla de forma selectiva, en un escenario en el que tengamos más de cinco o seis embriones y ninguno haya implantado", reflexiona el experto. En cualquier caso, este test aún no está validado como para implantarse en la sanidad pública "aunque existen dos o tres que ya se utilizan a título experimental". El Instituto Dexeus y el IVI, entre otros centros españoles, van a realizar ensayos utilizando este test.
Una de las utilidades que podría tener esta prueba es la decisión de implantar los embriones en un determinado momento u otro, que podría variar en días o incluso indicar que es mejor congelar los embriones e implantarlos en otro ciclo.
La expresión génica de las células de la granulosa, que indicaría la calidad de los óvulos, es otra de esas técnicas que se acercan a la ciencia ficción y que, sin embargo, están más cerca de la realidad de lo que podría parecer. Es algo similar a las incubadoras ya existentes que permiten analizar los embriones en formación cada muy poco tiempo. "El futuro está muy abierto", concluye Barri.
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