Redacción. Madrid | dmredaccion@diariomedico.com | 06/07/2017 12:15
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que la proinsulina podría constituir una nueva terapia farmacológica para luchar contra el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento. Los resultados del trabajo han sido publicados en Neuropharmacology.
Anteriores investigaciones habían demostrado que la proinsulina era un posible agente neuroprotector, efectivo en modelos de ratón con neurodegeneración de la retina. Ahora se ha estudiado por primera vez su posible papel protector frente a la inflamación cerebral, asociada al deterioro cognitivo.
Tratamiento igual a neuroprotección
Los científicos han empleado un modelo de ratón con envejecimiento precoz y Alzheimer(denominado modelo SAMP8). Los ratones SAMP8 y los SAMR1, sus controles, menos propensos al envejecimiento, fueron tratados con proinsulina cuando tenían un mes de edad.Transcurridos seis meses, observaron que las capacidades cognitivas relacionadas con el desarrollo de tareas de memoria espacial y de reconocimiento eran similares en ambos tipos de ratón, lo que, por tanto, mostraba una mejora en el ratón SAMP8. Asimismo, en el hipocampo del cerebro, la proinsulina indujo la activación de vías neuroprotectoras que redujeron la inflamación cerebral.
"Los vectores virales que contienen el gen de la proinsulina son inyectados en el músculo y dan lugar a su liberación en el torrente sanguíneo de forma sostenida, lo que permite estudiar sus efectos en el hipocampo, una de las áreas del cerebro más afectadas en pacientes con Alzheimer", explica Enrique de la Rosa, investigador del CSIC en el Centro de Investigaciones Biológicas.
"Parece demostrado que la inflamación tiene un papel importante en el deterioro cognitivo y la neurodegeneración asociados a la edad y a las enfermedades neurodegenerativas, aunque no se hayan encontrado hasta el momento tratamientos clínicamente efectivos. Los resultados de este estudio abren una posible nueva vía farmacológica", agrega Coral San Feliu, investigadora del CSIC, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona.
En la investigación han colaborado además investigadores del CiberDEM, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Politécnica de Cataluña, el Hospital Valle de Hebrón y el Idibaps, en Barcelona.
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