jueves, 15 de septiembre de 2011

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Los trastornos bipolares se esconden tras otras patologías - DiarioMedico.com: ANSIEDAD Y PSICOSIS TÓXICAS, DISFRACES COMUNES
Los trastornos bipolares se esconden tras otras patologías

La complejidad y multidimensionalidad de los trastornos bipolares entorpecen su diagnóstico, por lo que hay que realizar un abordaje completo que asegure el diagnostico diferencial, la información a la familia y concienciar al paciente de que la terapia es la vacuna de la vida normal.

Pilar Laguna. Murcia | 14/09/2011 00:00

Los trastornos bipolares (TBP) se solapan con alteraciones similares de otras patologías psiquiátricas, lo que lleva a diagnósticos tardíos -cuando no erróneos- que entorpecen el tratamiento. Una terapia ajustada al diagnóstico diferencial y a la comorbilidad de la bipolaridad hace que la mayoría de los pacientes lleven una vida normal, pero más del 50 por ciento no se diagnostican desde el principio.

"Los TBP necesitan tratamiento crónico pero no clónico". Así resume el psiquiatra Francisco Toledo, del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, el abordaje de esta enfermedad multidimensional en la que no existen reglas ni siquiera para debutar, ya que algunos pacientes comienzan por fases de manía y otros por episodios depresivos. Sus características hacen que los enfermos pasen hasta por cinco profesionales antes de llegar al diagnóstico correcto.

De cada cien pacientes, a 60 les diagnostican inicialmente una depresión; a 25, esquizofrenia y otros trastornos psicóticos; a 20, trastornos de la personalidad; a 15, abuso de sustancias, y a 10, trastornos esquizo-afectivos, según ha explicado Toledo durante el II Curso de Psiquiatría en la vida cotidiana, organizado por la Universidad Internacional del Mar y la Fundación de Estudios Médicos de Molina de Segura. Aun con cierta falta de consenso, se reconoce la necesidad de aplicar una entrevista dirigida e informar adecuadamente a los familiares, considerar la multitud de presentaciones clínicas y los estados mixtos, así como el diagnóstico diferencial con TDAH, la elevada presencia de síntomas psicóticos y la existencia de comorbilidades que pueden enturbiar su presentación.

"Se trata de ciclos bipolares que fracturan la vida del paciente, que tiene que convencerse de que la terapia mantenida es una vacuna que le permitirá vivir con normalidad". La mitad de estos trastornos derivan de alteraciones genéticas del neurodesarrollo que producen variación cíclica y recurrente, y ocasionalmente progresiva, del estado de ánimo. Pueden ser fases de manía, de depresión o mixtas; pero nunca brotes. Y entre episodios, que a veces tardan años, el paciente está completamente sano si no abandona la terapia.

Dificultades
Una dificultad añadida son los tipos: I, II, ciclotimia, trastorno esquizoafectivo, incluso los menos frecuentes III y IV, que cursan y se tratan de forma distinta. Estos trastornos nunca causan alteración permanente del ánimo ni se deben a falta de madurez o las peores adversidades. "No hay una circunstancia desencadenante, aunque sí puede haber episodios estresantes que contribuyan a la marca genética. Pero ni un divorcio, ni tener un hijo drogadicto ni circunstancias difíciles llevan a la bipolaridad". Toledo advierte que el espectro bipolar puede alterar a la afectividad, la percepción, el pensamiento, la memoria y la conciencia, mientras que los episodios depresivos repetidos pueden causar daño cognitivo.

Entre los disfraces de los TBP más frecuentes están los problemas de ansiedad, las psicosis tóxicas o los trastornos de la personalidad, pero los TBP requieren un diagnóstico longitudinal con una anamnesis restrospectiva de su historia natural. Para ello son fundamentales las referencias familiares sobre fases de eutimia, de euforia desmedida y de cuadros depresivos, puesto que el enfermo no suele tener conciencia de enfermedad psíquica. Toledo alerta de que puede caerse en un sobrediagnóstico de los TBP si sólo se considera un corte de la enfermedad, puesto que generalmente hay que seguirla entre cinco o siete años para diagnosticarla. Nada más lejos de la simplificación actual del término bipolar que ha escapado del vocabulario científico para definir a cualquier persona cambiante.

El tratamiento requiere antidepresivos y estabilizadores del ánimo, que pueden manejarse desde primaria. Los primeros se toman mientras dura el bajón y se retiran gradualmente para evitar un viraje eufórico. "Lo que nunca debe retirar el médico de familia son el litio, el valproico o los antipsicóticos atípicos, aunque el paciente diga que se encuentra muy bien, al ser los fármacos que lo estabilizan".

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