domingo, 27 de enero de 2013

IntraMed - Artículos - Riesgo nutricional y síndrome metabólico en las mujeres

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03 OCT 07 | Obesidad abdominal como factor de riesgo prevalente
Riesgo nutricional y síndrome metabólico en las mujeres
La modificación de la dieta y la actividad física pudieron prevenir la aparición del síndrome metabólico en mujeres sanas de 30 a 69 años.

Barbara E Millen, Michael J Pencina, Ruth W Kimokoti, Lei Zhu, James B Meigs, José M Ordovas
Am J Clin Nutr 2006;84:434–41
Nutritional risk and the metabolic syndrome in women: opportunities for preventive intervention from the Framingham Nutrition Study.
 
ÍNDICE 
Desarrollo
Referencias
Desarrollo
El síndrome metabólico (SMet), un grupo de más de 3 factores de riesgo metabólico incluyendo la glucemia en ayunas, la hipertensión arterial, los niveles bajos de HDL colesterol, la trigliceridemia elevada y la obesidad abdominal, afecta al 29% de las mujeres americanas. El riesgo de diabetes aumenta 10 veces en las mujeres con SMet y la cardiopatía isquémica en mujeres mayores de 65 años aparece principalmente en mujeres con SMet o varios factores de riesgo de cardiopatía isquémica. Un estudio prospectivo de 8 años de mujeres y hombres participantes del Framingham Offspring Study demostró que el SMet estaba presente en el 20% de los casos de cardiopatía isquémica y en más de la mitad de los casos nuevos de diabetes tipo 2.
Se cree que el SMet tiene una base genética, pero como causas también intervienen muchos factores ambientales como la obesidad, el sedentarismo y la dieta. La aparición de la obesidad epidémica ha aumentado mucho las tasas de SMet en Estados Unidos, provocando índices elevados de morbilidad y mortalidad en mujeres, tanto por enfermedad cardíaca como por diabetes. El SMet ha pasado a ser un objetivo de prevención secundaria para el National Cholesterol Education Program’s Adult Treatment Panel III (NCEP ATP III; 4), el cual ha puesto el énfasis terapéutico en el mejoramiento de la nutrición, el aumento de la actividad física y el abandono del cigarrillo.
Objetivo
Este estudio analiza la relación entre la calidad de la dieta, utilizando mediciones validadas del riesgo nutricional compuesto, y el riesgo de desarrollar SMet en mujeres sanas de 30-69 años, durante 12 años de seguimiento. El análisis multivariado prospectivo consideró a la dieta  y el estilo de vida como factores muy importantes, incluyendo la actividad física y el consumo de cigarrillos, como así covariantes biológicas y genéticas.
Material y métodos
Se trata de un estudio prospectivo de 300 mujeres sanas de 30 a 69 años, hijas o esposas de los participantes del Framingham Study (Framingham Offspring-Spouse: FOS), sin factores de riesgo de SMet al comenzar la investigación. Se comparó el desarrollo de las características individuales del SMet y del estado de SMet general durante los 12 años de seguimiento en mujeres, por tercilos de riesgo nutricional, sobre la base de una ingesta de 19 nutrientes (calorías; proteínas; grasa total; grasas monoinsaturadas y saturadas; alcohol; colesterol; sodio; carbohidratos; grasas poliinsaturadas; fibras; calcio; selenio; vitaminas C, B-6, B-12, y E; folato y, ß-carotenos). Los modelos de regresión logística multivariados consideraron la edad, el tabaquismo, la actividad física y el estado menopáusico.
Resultados
La media de nutrientes basal ajustada a la edad y los perfiles de riesgo de cardiopatía isquémica fueron diferentes por tercilo de riesgo nutricional. Las mujeres con perfiles de riesgos nutricionales más elevados consumían más lípidos en la dieta (grasas totales, saturadas y monoinsaturadas) y alcohol y menos cantidad de fibras y micronutrientes; fumaban más y la circunferencia de la cintura era mayor. Comparadas con las mujeres con riesgos nutricionales más bajos, las que tenían un tercilo más elevado tenían 2 a 3 veces más riesgo de desarrollar obesidad abdominal y SMet general durante los 12 años del seguimiento (riesgos relativos: 2,3 y 3,0, respectivamente).
Comentario
La calidad relativamente baja de la dieta, caracterizada por perfiles de riesgo nutricional compuesto más elevados, se asoció con el desarrollo, al cabo de 12 años, de obesidad abdominal y SMet en mujeres sanas de 30 a 69 años  del estudio Framingham, independientemente de la edad, el uso de cigarrillos, la actividad física y el estado menopaúsico. El riesgo nutricional más elevado, atribuido al mayor consumo combinado de lípidos y alcohol y a la menor ingesta de carbohidratos totales, fibra y micronutrientes, se asoció con un aumento de 2 a 3 veces de los índices de obesidad abdominal y SMet. Aunque los autores comprobaron que la mala calidad de la dieta no estaba relacionada con otros factores de riesgo de SMet durante los 12 años de seguimiento de esas mujeres, observaron que la mala calidad de la dieta es predictora de SMet general y obesidad abdominal, el cual es el factor de riesgo de SMet emergente que prevalece en Estados Unidos y entre esas mujeres sanas del estudio Framingham.
Hasta el momento, dicen los autores, “la mayoría de las investigaciones sobre la relación entre los índices de calidad de la dieta y el riesgo de SMet o sus factores de riesgo constituyentes son de sección cruzada pero avalan nuestros resultados.” Los nutrientes individuales asociados con la calidad de la dieta también fueron examinados con relación al riesgo de SMet en investigaciones anteriores, y los resultados coinciden con los de los autores del presente estudio. Los estudios de sección cruzada indican que la ingesta baja o moderada de carbohidratos y elevada de fibras, frutas y vegetales, vitamina C y caroteno; el consumo bajo a moderado de alcohol también se asocia con un riesgo menor de SMet. Por el contrario, en investigaciones prospectivas se demostró que la ingesta elevada de grasa de la dieta total aumenta el riesgo de SMet. Los autores destacan que los trabajos de sección cruzada consultados no distinguen entre carbohidratos simples y complejos, aún cuando pueden afectar de manera diferente el riesgo de SMet. En cuanto a los factores de riesgo individuales de SMet, el mayor consumo de vitamina C y E, carotenos y selenio, como así el mayor consumo de fibras, frutas y vegetales se han asociado con menor obesidad abdominal. El mayor consumo de alcohol también se asocia con mayor riesgo de obesidad abdominal.
Los  responsables de esta investigación sostienen que la obesidad abdominal es el factor de riesgo de SMet de mayor prevalencia en las mujeres del estudio FOS, un dato confirmado por los datos de prevalencia nacional. Por otra parte, el NCEP ATP III reconoce que la obesidad abdominal es una característica subyacente del SMet. Se ha postulado que la obesidad es un estado proinflamatorio que contribuye a la resistencia a la insulina y la hipertensión arterial, junto con la exacerbación de la obesidad. Se cree que los factores producidos por el tejido adiposo que contribuyen con el estado inflamatorio son las citocinas (factor de necrosis tumoral , interleucina 6, leptina, resistina, proteína C reactiva y el inhibidor 1 del activador del plasminógeno) y los ácidos grasos no esterificados que inducen la resistencia a la insulina, interfiriendo la señal  de transducción de la insulina y favoreciendo el transporte de glucosa. La obesidad per se también contribuye con el desarrollo de hipertensión y colesterol HDL bajo, factores de riesgo que aparecieron en el 20 al 30% de las mujeres sanas del estudio FOS estudiadas. La hiperglucemia, otro factor de riesgo influenciado por la obesidad, no fue común entre los sujetos estudiados. Desde el punto de vista dietario, se cree que los macronutrientes, incluyendo las grasas y los carbohidratos simples, producen estrés oxidativo, el cual también estimula las respuestas inflamatorias en la obesidad. Otros macronutrientes y micronutrientes como fibras, frutas, vegetales, alcohol y vitamina E son antiinflamatorios y restringen el estrés oxidativo.
Las mujeres con un riesgo nutricional más elevado también tenían mayores índices de tabaquismo, mayor circunferencia de la cintura, menor ingesta de alimentos energéticos, carbohidratos, fibras y de la mayoría de micronutrientes y también consumían más lípidos y alcohol que las mujeres del grupo antes mencionado. Al comenzar el estudio no había diferencias significativas en el IMC de ambos grupos de mujeres. La mala calidad de la dieta contribuyó al desarrollo de obesidad abdominal. Los hallazgos de los autores coinciden con los de otros investigadores al observar que el estilo de vida tiene relación y que las personas con una mejor calidad de la dieta consumen niveles superiores de energía y dietas con mayor densidad de nutrientes.
“Nuestros hallazgos brindan una respuesta a la posición tomada por los especialistas que reclaman investigaciones sobre la calidad dietaria general para mejorar el conocimiento que se tiene de los numerosos determinantes de riesgo de enfermedad pasibles de modificación que pueden guiar el desarrollo de estrategias innovadoras, focalizadas e individualizadas de intervención preventiva.”
Los estudios futuros deben depurar el puntaje de riesgo nutricional incorporando los carbohidratos simples y complejos y, posiblemente, otros factores dietarios como la densidad de nutrientes. En general, es posible que los resultados no puedan ser generalizados a las mujeres de una minoría porque en la cohorte Framingham predomina la raza blanca. Sin embargo, no se puede desconocer que se observó que la dieta inadecuada fue predictora del desarrollo de obesidad abdominal y SMet en las mujeres jóvenes y de edad mediana durante el seguimiento prolongado, para no quitarle importancia a la dieta en la etiología del SMet y considerar su modificación a la hora de planificar una intervención nutricional preventiva.
Conclusiones
El riesgo nutricional compuesto más elevado predice el desarrollo de obesidad abdominal y síndrome metabólico durante el seguimiento prolongado de mujeres sanas, independientemente del estilo de vida los factores de riesgo de cardiopatía isquémica. Las intervenciones nutricionales preventivas para la obesidad y la reducción del riesgo de síndrome metabólico deben estar destinadas a mejorar la calidad nutricional general de los perfiles dietarios de las mujeres. 

 
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