Pacientes internados en un psiquiátrico albanés.
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El Movimiento por la Salud Mental Global cobra impulso
25 Septiembre 2009 · Redacción. Atenas
Los países en desarrollo dedican menos de un 1% de su gasto sanitario al diagnóstico y tratamiento de estas enfermedadesRecientemente se celebró en Atenas una cumbre mundial sobre salud mental, pieza clave del esfuerzo que ha realizado el Movimiento por la Salud Mental Global por mejorar la atención a las personas con estas enfermedades en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo.
La salud mental es una disciplina de importancia creciente en los países con recursos; por ejemplo, estas enfermedades representan más de una tercera parte de la carga de enfermedad en Reino Unido y un 40% de todas las discapacidades.
Pero es en los países en desarrollo donde se acentúa la enorme diferencia entre las necesidades de los pacientes y los servicios disponibles. La mayoría de estos estados dedica menos de un 1% de su gasto sanitario al diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades. Por ejemplo, la psiquiatría en China, como profesión, está en sus inicios. Tan solo 14.000 psiquiatras y psicólogos dan servicio a una población de 1.300 millones de personas, estimándose que un 17,5% de ellas sufre algún tipo de problema mental.
Frente al estigma
Esta Movimiento pretende también hacer frente al estigma y la discriminación que aún se asocian a estas enfermedades, especialmente en los grupos marginales y vulnerables. También considera que la salud mental debe ser una de las principales prioridades en la agenda de salud de cualquier país y, como ejemplo de progreso, señala el Programa Mundial de Acción de Salud Mental (mhGAP) de la OMS, que está elaborando unas recomendaciones para el tratamiento de 8 trastornos mentales, neurológicos y por abuso de sustancias.
En definitiva, los miembros del Movimiento creen que a la salud mental se le debe prestar la misma atención que a programas globales como el del sida o la malaria.
Un ejemplo, la depresión
El desarrollo de una adecuada asistencia exige la puesta en juego de importantes recursos profesionales y económicos. Un buen ejemplo es el de la depresión. El Informe de la Depresión que publicó Richard Layard en el Reino Unido en 2006 sugería que, en las personas con esta enfermedad, la terapia cognitivo-conductual era clínicamente más eficaz y más rentable que la medicación por sí sola. Sin embargo, y aunque el NICE (The National Institute for Clinical Excellence) recomendó que todas las personas con depresión, ansiedad crónica y esquizofrenia recibieran esta terapia psicológica, con frecuencia el tratamiento no está disponible debido a la escasez de terapeutas.
Sociedad Española de Psiquiatría
De izqda. a dcha., Miguel Bernardo, Enrique Baca, Maria Jose Rubio, Sergio Rebolledo y Francisco Morata
GUÍA PRÁCTICA
Cómo afrontar la esquizofrenia
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11 Noviembre 2005 · Redacción, Pamplona
El deterioro de la salud física de los pacientes puede disminuir en 10 años su esperanza de vida La Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES) ha presentado la guía Cómo afrontar la esquizofrenia, una obra en la que han colaborado la Fundación Pfizer, la Xunta de Galicia y un amplio número de especialistas en salud mental, que han tratado de dar respuesta a las principales cuestiones que se plantean profesionales de la salud, familiares y pacientes a la hora de afrontar esta enfermedad.
Para Francisco Morata, presidente de la FEAFES, persiste un gran desconocimiento en torno a la enfermedad y su tratamiento: “La falta de información, los prejuicios y los mitos estigmatizan al paciente, una `marca´ que le acompaña, dificultando enormemente su integración en la sociedad”.
Salud física
Esta es la primera guía que insiste en la necesidad de que estos pacientes conserven también su salud física, ya que son más vulnerables a su deterioro. De hecho, presentan una elevada frecuencia de enfermedades metabólicas, tabaquismo, hipercolesterolemia o HTA, todos ellos factores de riesgo cardiovascular que pueden disminuir hasta en 10 años su esperanza de vida.
En España, y según la OMS, hay alrededor de 400.000 personas diagnosticadas de esquizofrenia, y se calcula que un 1% de la población desarrollará trastornos esquizofrénicos a lo largo de su vida. En la mayoría de las ocasiones se trata de jóvenes de 15-35 años.
Dr. Xavier Amador, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
Esquizofrenia, cuando no se concibe que se está enfermo
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30 Enero 2009 · Rafael Pérez Ybarra. Madrid
La falta de conocimiento es otra manifestación de la enfermedad. Casi un 50% de los pacientes con esquizofrenia la padecen, lo que explica que cerca del 75% no tome correctamente su medicación La mayoría de las personas que sufren esquizofrenia no lo saben. La falta de conocimiento es otra manifestación de la misma enfermedad, no un mecanismo para hacerla frente. No es un proceso de negación, sino una falta de conciencia, conocida como anosognosia. Casi un 50% de los pacientes la padecen, lo que explica que cerca del 75% no tome correctamente su medicación.
Y es que el abordaje de la esquizofrenia es muy difícil. Afecta al 1% de la población mundial –en España habría unos 400.000 enfermos–. La OMS la considera como una de las enfermedades psiquiátricas más incapacitantes debido a que la mayoría de los casos se diagnostican entre los 20 y 25 años de edad. Es decir, en el período activo de la vida de una persona, en su momento de máxima potencialidad, apunta el Dr. Xavier Amador, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
El desconocimiento de la enfermedad no mejora con la educación, el tiempo o el tratamiento. No es una negación, es decir una técnica para hacer frente a la situación. “Las personas que están en negación conocen su condición, pero se mienten a sí mismos. Sin embargo, sabemos de muchas personas que después de meses y años de evidencia aún no creen estar enfermas. Es la anosognosia, un síndrome neurológico que evita que los pacientes conozcan su enfermedad”, afirma el Dr. Amador.
Enfermedad del neurodesarrollo
La esquizofrenia es una enfermedad cerebral del neurodesarrollo, como lo es, por ejemplo, el Parkinson. Es decir, la persona lleva una vida plenamente normal hasta que durante la segunda década de la vida empiezan a producirse cambios en su cerebro. Pero en vez de sufrir temblores en la extremidades, como ocurre en el Parkinson, “las oscilaciones se producen en nuestra percepción de la realidad”.
La persona con esquizofrenia, debido a ese “cerebro roto”, escucha voces o ve cosas que no son reales; o sufre delirios que le aterrorizan. En ausencia de tratamiento, todas estas situaciones producen confusión y miedo, lo que hace al enfermo más vulnerable, por ejemplo, al suicidio –no hay que olvidar que 1 de cada 10 personas con esquizofrenia se suicida– o a convertirse en una persona desarraigada, sin hogar, o a infringir la ley. Su vida, debido a su estado de confusión mental, se transforma de potencialmente productiva a fútil.
Cumplimiento terapéutico
“Los pacientes con anosognosia –explica el Dr. Amador– no creen que necesiten fármacos porque no piensan que estén enfermos, y de hecho los rechazan. Esto hace que cerca del 75% de los pacientes no tome la medicación. Y es una lástima, porque algunos tratamientos actuales inyectables son realmente eficaces. Con los tratamiento orales, también efectivos, en muchas ocasiones el propio paciente deja de tomar la medicación”.
Resulta muy complicado, por no decir imposible, convencer a alguien de que está enfermo. Sin embargo, explica este experto, “tratar de persuadir a los pacientes para que tomen los fármacos, independientemente de si aceptan o no que están enfermas, resulta mucho más eficaz. Se establecen así relaciones de confianza y respeto entre el paciente y el médico, una forma mucho más eficaz de tratar la esquizofrenia que tratar de imponer un argumento”.
En atención primaria
En muchas ocasiones, los casos de esquizofrenia son detectados por los médicos de atención primaria. Desgraciadamente, hoy por hoy, el intervalo de tiempo que transcurre desde los primeros síntomas diagnosticables hasta el momento en que el paciente es diagnosticado oscila entre 1 y 2 años. A este tiempo se le debe sumar el retraso que se produce hasta que se inicia el tratamiento. De ahí la importancia de que el profesional no psiquiatra disponga de las herramientas que aseguren el diagnóstico precoz y la primera vinculación con el paciente, lo que hará más fácil la derivación a salud mental en el momento oportuno.
Además, la discontinuidad del tratamiento en los pacientes dados de alta de un ingreso por esquizofrenia es muy elevada y se ha cifrado en torno al 50% al año y al 75% a los 2 años, lo que está muy relacionado con el riesgo de recaídas. Los expertos consideran que la clave no está tanto en cuántos pacientes deben seguir con tratamiento farmacológico sino en cómo vincularlos con los dispositivos sanitarios para evitar las recaídas.
Las experiencias con seguimientos más cercanos al paciente que involucren a la familia y que ofrezcan recursos adecuados, más allá del tratamiento farmacológico y con una intervención psicosocial activa, se han mostrado eficaces para reducir el número de ingresos y mejorar su bienestar.
No estoy enfermo, no necesito ayuda
El Dr. Xavier Amador lleva más de 25 años trabajando con personas que sufren esquizofrenia, con sus familias, parejas, etc. Pero además de su experiencia profesional, es su papel activo en la enfermedad el que le ha permitido ofrecer una visión distinta del tratamiento. Su hermano Henry padece la enfermedad hace tiempo y a través de él, de sus fracasos y de sus éxitos, ha ido aprendiendo más sobre la enfermedad. Su relación con su hermano le ha servido para comprender los errores que se cometen con las personas con esquizofrenia debido a la falta de conocimiento y le han ido marcando las pautas para mejorar el tratamiento. Su experiencia se recoge en el libro No estoy enfermo, no necesito ayuda.
El abuso de alcohol induce depresión, y no al revés
JANO.es
13 Marzo 2009 · Belén DiegoUn nuevo análisis estadístico, publicado en Archives of General Psychiatry (2009;66[3]:260-266), revela que es el consumo compulsivo de alcohol el que incrementa el riesgo de desarrollar depresión, y no esta dolencia la que hace a los pacientes más vulnerables al alcoholismo. El equipo del Dr. David M. Fergusson, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), examinó la relación entre el alcoholismo y la depresión. Sobre una muestra de algo más de un millar de participantes se estudiaron dichas variables en diferentes momentos de su vida adulta. Entre los 17 y los 18 años, casi un 20% de los voluntarios cumplían los criterios de consumidores problemáticos de alcohol, y otro 18,2% manifestaba síntomas clínicos de depresión mayor. Entre los 24 y los 25 años, el 13,6% de los voluntarios padecían alcoholismo y el 13,8% depresión. En todos los intervalos de edad, la dependencia del alcohol o su consumo abusivo estaban asociados con un incremento del riesgo de depresión (de hecho duplicaba las probabilidades de desarrollarla).
El análisis sugiere que el modelo que mejor se corresponde con los hallazgos prácticos es la relación unidireccional en la que el abuso de bebidas alcohólicas induce depresión mayor, pero no al revés. “Los mecanismos subyacentes que explican esta asociación no están claros. Sin embargo, se baraja la hipótesis de que esta relación exista debido a procesos en virtud de los cuales el alcohol desempeña la función de activador de marcadores genéticos que incrementan las probabilidades de desarrollar depresión mayor”, señalan.
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