domingo, 27 de septiembre de 2009
El hombre que agita el sueño de la humanidad
El hombre que agita el sueño de la humanidad
Domingo 27 de Septiembre de 2009 | ¿Para qué hablar tanto si una píldora puede derrumbar la angustia? ¿Es así de simple la subjetividad? Porque somos habitados por una lengua hay verdades que desconocemos, pero que podemos descifrar. Freud es un bastión contra las concepciones que reducen al hombre a un objeto. Por Marta Gerez Ambertin - Para LA GACETA - Tucumán
En la madrugada del 23 de septiembre de 1939 cesa, a los 83 años, la vida del creador que insistía en la divisa hanseática: "navegar es necesario, vivir no lo es". Más importante que la vida es lo que hacemos con la vida. Freud navegó hasta donde la dignidad de la fuerza de su pensamiento lo acompañó y no claudicó en computar la muerte en el cálculo de la vida.
¿Cuál el destino de su obra -25 libros, 123 artículos y 15.000 cartas- traducida a más de 30 idiomas? ¿Continúa vigente? Por más o menos entendida que sea, e incluso incomprendida o vilipendiada, es innegable que, como ha dicho George Steiner: el tono de la modernidad, las formas de conciencia e indagación mediante las cuales ordenamos nuestras vidas son, en medida sustancial, la obra de Freud. Él mismo afirmó que su revolución tenía como destino "agitar el sueño de la humanidad". Pero ésta no gusta de "agitaciones", de allí que no sorprenda la denostación de su obra. Los variados "libros negros", que regularmente emergen, son ejemplo de ello. Sin embargo, un simple recorrido por la discursividad contemporánea descubre cuán imbuidos estamos de conceptos freudianos. Cotidianamente se alude a deseos inconscientes, resistencias, proyección, lapsus, actos fallidos, narcisismo, sentimientos ambivalentes, complejos y ¡qué decir del Edipo de tal o cual! Todos hablan creyendo decir lo mismo. Esta vulgarización de los conceptos freudianos por un lado advierte sobre su influencia y vigencia, al mismo tiempo que alerta sobre su devaluación. Precisamente, a esa vulgarización apelan los que atacan al psicoanálisis en nombre de "la ciencia": ¿para qué hablar tanto si una píldora puede derrumbar la angustia?, ¿para qué años de análisis si la fobia puede curarse rápidamente? Pero, ¿es así de simple la subjetividad?, ¿qué, entonces, de las condiciones trágicas de la existencia: angustia, culpa, desamor?
Saber próximo a la lingüística
La revolución freudiana fue el descubrimiento del inconsciente: el pathos que reside en la palabra. Sólo podemos acceder a la verdad del ser humano porque habla. Tras el ruido de fondo de sus dichos encontramos al sujeto atravesado por el lenguaje. Por eso el psicoanálisis es un saber más próximo a la lingüística que a las ciencias médicas o la psicología. Porque somos habitados por una lengua hay verdades que desconocemos, pero que podemos descifrar. Tal el legado freudiano. Eso descubierto en residuos de discursos, en hechos de lenguaje que pasaron desapercibidos para otros investigadores: sueños, chistes, síntomas, lapsus... son indagados en su obra. Freud no los inventó, estaban - están - ahí, simplemente se ocupó de ellos y proporcionó un método para descifrarlos. Esos residuos del discurso amplían el horizonte del alma humana, lo peor y lo mejor de ella.
Agitar el sueño de la humanidad implicó para el psicoanálisis una larga marcha a través del desierto como la que condujo Moisés, al que dedica el último de sus grandes textos, esa gran ficción sobre el padre que inquietó a tantos.
La marcha está lejos de haber concluido. El trabajo sobre su obra va muy a la zaga en proporción al legado. Para que éste no pierda vigencia es preciso, como afirma Lacan, "que haya gente suficientemente formada como para hacer lo que necesita cualquier trabajo científico, cualquier trabajo en que el genio puede abrir un surco, requiere enseguida un ejército de obreros para recoger la cosecha". Los obreros han de apelar a los paradigmas actuales de las ciencias del signo. Ciencia, discursos, economía y sociedad han cambiado en 70 años. Es imprescindible ponerse a trabajar en esos cambios y sus consecuencias en la subjetividad y el lazo social.
Medicalización de la existencia
El psicoanálisis freudiano es uno de los bastiones contra la medicalización de la existencia, contra las concepciones que reducen el hombre a un objeto y el sujeto a un consumidor mientras se manifiesta obedecer a un nuevo cientificismo. La comunidad psicoanalítica -aun en sus divisiones- integra la vanguardia de la lucha contra los chalecos de fuerza químicos, las curas milagrosas y la alienación mercantilizada. Su apuesta continúa siendo al sujeto, al sostenimiento del lazo social en una sociedad que ha tornado frágil y líquido ese lazo. Esa es su vigencia, eso lo que no puede aceptársele ni perdonársele… y Freud lo predecía. Respondiendo a Einstein que lo saluda por su cumpleaños 80 dirá: "¿No cree Ud. que me habrían tratado mejor si mis teorías hubieran incorporado un porcentaje más elevado de error y locura?" Indudablemente, pero quiso para sí lo que quería para su obra: que flotara sin sumergirse.
© LA GACETA [Tucumán]
Marta Gerez Ambertín - Doctora y posdoctora en Psicología, directora del
Doctorado en Psicología de la UNT, profesora de Psicoanálisis en Grado y
Postgrado en varias universidades del país y del exterior. Autora de numerosos libros
de psicoanálisis.
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