ESTUDIO | Cirugía reconstructiva
Los trasplantados de cara no son evaluados correctamente
Dallas Wiens, el hombre que recibió el primer trasplante total de cara en EEUU. | Efe
- Existe un test para valorar a los pacientes antes y después de la cirugía
- El cirujano que desarrolló este método analiza su uso en los 19 trasplantados
- El estudio constata que, en muchos casos, no se registra su evolución
No son muchas las personas que han recibido un trasplante de cara, en concreto hay 19 en todo el mundo. Sin embargo, los especialistas deben evaluar con cuidado quiénes son candidatos a una operación de este tipo debido a su fuerte impacto psicológico. También preocupa cómo vayan evolucionando estos pacientes una vez operados, y puede que estos datos no se registren debidamente y se subestimen los problemas a largo plazo.
Para establecer un criterio de evaluación y seguimiento adecuado de los candidatos a trasplante y de los pacientes intervenidos, se desarrolló un sistema denominado 'el test de cara', que mide la capacidad de un paciente para retornar a una vida normal. Sin embargo, un informe elaborado por médicos del Hospital Johns Hopkins, en Baltimore (EEUU), asegura que esta herramienta no está siendo utilizada para algunos pacientes que ya han sido trasplantados.
"Los trasplantes de cara no son sólo una cirugía reconstructiva", ha explicado Chad Gordon, profesor de cirugía en el Johns Hopkins y director clínico del programa de trasplantes faciales en dicho centro, que fue elaborado en agosto de 2012. "La cara representa mucho más que la vida de alguien. Es tomar a alguien aislado de la sociedad y devolverlo a ella. Estamos gastando millones en investigación y desarrollo de trasplantes faciales, pero no sabemos si los pacientes realmente se integran en la sociedad. ¿Consiguen trabajos? ¿Son capaces de vivir por su cuenta? ¿O siguen siendo socialmente discapacitados?", se pregunta Gordon.
Por eso Gordon y su equipo decidieron elaborar un estudio, cuyos datos presentan ahora en el Congreso Americano de Cirugía, en el que analizaron los datos de estos pacientes. De los 19 intervenidos, sólo ocho tenían un registro completo: Tres de ellos de Estados Unidos, tres de Francia, y dos de España. "Sorprendentemente, encontramos que muchos de los informes estaban incompletos", explica Gordon. "No tenemos ni idea de si estos pacientes encontraron un trabajo, se casaron, o viven por su cuenta".
Fue Gordon quien, después de intervenir a un a mujer que tenía su cara destruida por un disparo, desarrolló un método denominado 'test de cara' para valorar en el futuro a estos pacientes. Esta herramienta fue también diseñada para medir los resultados posquirúrgicos clínicos y sociales basados en cinco criterios: estado funcional, deformidad estética, patologías relacionadas, tejido a tratar e historia quirúrgica.
Este test se debe realizar antes y después de la intervención. Sin embargo, el estudio ha
comprobado que en muchos casos no se lleva a cabo tras la operación. "El propósito del screening es identificar los pacientes con mayor puntuación, lo que significa que son los más necesitados de esta intervención". A medida que el trasplante haya solucionado sus problemas, la puntuación del test será menor.
"Los cirujanos han aprendido a hablar sobre cuál es el problema y cómo lo solucionaron, pero no saben mirar los efectos funcionales, los beneficios psicosociales. Sé que suena a cliché, pero necesitamos mirar a la persona completa. Necesitamos evaluar más críticamente los beneficios psicosociales y funcionales del trasplante de cara, más allá de los evidentes beneficios reconstructivos", afirma Gordon.
Para establecer un criterio de evaluación y seguimiento adecuado de los candidatos a trasplante y de los pacientes intervenidos, se desarrolló un sistema denominado 'el test de cara', que mide la capacidad de un paciente para retornar a una vida normal. Sin embargo, un informe elaborado por médicos del Hospital Johns Hopkins, en Baltimore (EEUU), asegura que esta herramienta no está siendo utilizada para algunos pacientes que ya han sido trasplantados.
"Los trasplantes de cara no son sólo una cirugía reconstructiva", ha explicado Chad Gordon, profesor de cirugía en el Johns Hopkins y director clínico del programa de trasplantes faciales en dicho centro, que fue elaborado en agosto de 2012. "La cara representa mucho más que la vida de alguien. Es tomar a alguien aislado de la sociedad y devolverlo a ella. Estamos gastando millones en investigación y desarrollo de trasplantes faciales, pero no sabemos si los pacientes realmente se integran en la sociedad. ¿Consiguen trabajos? ¿Son capaces de vivir por su cuenta? ¿O siguen siendo socialmente discapacitados?", se pregunta Gordon.
Por eso Gordon y su equipo decidieron elaborar un estudio, cuyos datos presentan ahora en el Congreso Americano de Cirugía, en el que analizaron los datos de estos pacientes. De los 19 intervenidos, sólo ocho tenían un registro completo: Tres de ellos de Estados Unidos, tres de Francia, y dos de España. "Sorprendentemente, encontramos que muchos de los informes estaban incompletos", explica Gordon. "No tenemos ni idea de si estos pacientes encontraron un trabajo, se casaron, o viven por su cuenta".
Seguimiento adecuado
Este cirujano explica que si faltan estos datos no se puede valorar adecuadamente los trasplantes de cara y quizás los pacientes no estén recibiendo el mejor seguimiento y cuidados. Una mayor información, sugiere Gordon, nos permitirá reevaluar el papel de la cirugía reconstructiva en el cuidado del paciente y en su vuelta a una vida normal.Fue Gordon quien, después de intervenir a un a mujer que tenía su cara destruida por un disparo, desarrolló un método denominado 'test de cara' para valorar en el futuro a estos pacientes. Esta herramienta fue también diseñada para medir los resultados posquirúrgicos clínicos y sociales basados en cinco criterios: estado funcional, deformidad estética, patologías relacionadas, tejido a tratar e historia quirúrgica.
Este test se debe realizar antes y después de la intervención. Sin embargo, el estudio ha
comprobado que en muchos casos no se lleva a cabo tras la operación. "El propósito del screening es identificar los pacientes con mayor puntuación, lo que significa que son los más necesitados de esta intervención". A medida que el trasplante haya solucionado sus problemas, la puntuación del test será menor.
"Los cirujanos han aprendido a hablar sobre cuál es el problema y cómo lo solucionaron, pero no saben mirar los efectos funcionales, los beneficios psicosociales. Sé que suena a cliché, pero necesitamos mirar a la persona completa. Necesitamos evaluar más críticamente los beneficios psicosociales y funcionales del trasplante de cara, más allá de los evidentes beneficios reconstructivos", afirma Gordon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario