Trastornos de la alimentación: de la A a la Z
R. I.
Última revisión jueves 25 de abril de 2013 Potomanía, etilorexia, vigorexia, ortorexia, pica... Son términos que definen algunas conductas relacionadas con los trastornos de la alimentación pero, ¿realmente son nuevos trastornos de la alimentación? ¿qué son exactamente? Gonzalo Morandé, del Hospital Niño Jesús de Madrid y Teresa Guijarro, del Hospital Reina Sofía de Córdoba, dan algunas respuestas sobre estos «nuevos» trastornos de la alimentación y su impacto real.
5 cosas que conviene saber...
Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.
- Anorexia. Es el trastorno más frecuente en las Unidades de Trastornos Alimentarios. Las personas que sufren anorexia desean estar más delgadas, sienten miedo intenso a aumentar de peso o a engordarse y están excesivamente preocupadas por su silueta. Como consecuencia, presentan conductas anómalas respecto a la dieta, el peso y el volumen y la silueta corporales. Todo ello va asociado a una grave alteración de la percepción de la imagen corporal. Por este motivo, la persona puede verse gorda o desproporcionada, aunque tenga un peso bajo el que sería considerado normal para ella. «Es un problema muy importante que puede tener consecuencias muy graves para el paciente». Además, señala Morandé, es la puerta de entrada para los demás trastornos alimentarios.
- Bulimia: Se caracteriza por episodios de gran voracidad alimenticia (atracones) acompañados de conductas purgativas (vómitos, laxantes, etc.) y restricciones alimentarias, con el objetivo de compensar los excesos alimentarios. La comida que suelen ingerir en estos momentos de voracidad es altamente calórica y es consumido en grandes cantidades en un periodo de tiempo muy limitado. Quien la sufre se siente incapaz de controlar estos episodios y los vive con ansiedad, seguida de intensos sentimientos de culpa.
- Dietistas: También conocida como permarexia, no es un trastorno en sí mismo, sino más bien una conducta de riesgo. «Son personas que están permanentemente a dieta, pero hay también dietistas ocasionales, de temporada», señala Morandé. La persona piensa que todo lo que come engorda y eso le lleva a probar diferentes dietas, muchas de ellas poco saludables, las llamadas «dietas milagro». Algunos expertos creen que pede ser el paso previo a la anorexia o a la bulimia. Se trata de un trastorno típicamente femenino presionado por los cánones de belleza actuales dominados por la figura esbelta.
- Etilorexia o drunkorexia: Cada vez más frecuente los fines de semana. «Esta ha sido una conducta que no es nueva, lo que ocurre es que ahora es mucho más frecuente entre los jóvenes», señala Guijarro. Añade Morandé que a estas personas hay que decirles que no sólo «no van a perder peso, sino que a corto plazo, pueden convertirse en obesos, además del pertinente daño para su organismo».
- Manorexia: Algunos expertos la definen como una anorexia de los varones que tienen pánico a engordar y se ven gordos. Suelen exagerar el deporte y restringir la dieta. Pueden sufrir este desorden los bailarines, modelos o presentadores de televisión.
- Ortorexia u obsesión por la comida sana y de calidad hasta límites patológicos. La obsesión por comer sano es posible que se incluya a corto plazo como un trastorno de la alimentación en la clasificación de enfermedades mentales. Morandé advierte que tanto la ortorexia como la vigorexia tienen un mercado muy activo que las fomentan.
- Pica: Deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas como tiza, yeso, bicarbonato, algodón, pegamento, pinturas, moho, ceniza de cigarrillo, etc. Son manías propias de niños pequeños.
- Potomanía: Beber mucha agua -más de 4 litros al día- es una conducta que en la mayoría de los casos está asociada a la anorexia, aunque también en bulímicas. El objetivo es llenar el estómago de algo que no es calórico y evitar comer algo que tiene calorías. «Puede ser muy grave y cuesta mucho esfuerzo tratarla», señala Morandé. Este tipo de trastornos, apunta, han existido siempre, lo que pasa es que cada vez las practican más personas, debido al efecto contagio.
- Pregorexia: Aparece en las mujeres embarazadas que les horroriza engordar y hacen dietas. A veces, inducen el vómito. Es muy peligroso, tanto para la madre como para el hijo.
- Sadorexia : Procede de la anorexia, bulimia y ortorexia combinado con un maltrato corporal y empleo de métodos de adelgazamiento masoquistas. También se conoce a este trastorno como «dieta del dolor». Se emplea para llegar a una delgadez extrema con consecuencias catastróficas.
- Síndromes del comedor nocturno, desordenado, compulsivo. Muchas veces la diferencia que existen entre un trastornos por atracón y la bulimia está en que, mientras que en la bulimia la persona ve distorsionado su cuerpo, que lo ve más gordo de lo que en realidad está, y este esquema corporal gira toda su vida, en el caso de los atracones, no existe este proceso, sino que se come más de lo permitido. A veces los comedores nocturnos son en realidad pacientes con bulimia o comedores compulsivos, pero muchas veces es una situación aislada, y son más trastornos en los hábitos de vida, que no le condiciona su salud mental. Se da un personas con baja autoestima y depresión y se puede considerar también un trastorno del sueño, además de ir unido al síndrome de piernas inquietas, apnea y sonambulismo, además de acarrear un aumento de peso.
- Trastornos por atracones. Después de la anorexia y la bulimia es el trastorno más grave. Y, afirma Morandé, en muchos casos cursan con obesidad.
- Vigorexia u obsesión por el ejercicio para incrementar la musculatura con ayuda de dietas restrictivas y con suplementos proteicos y anabolizantes. La obsesión por tener un cuerpo musculoso sí parece cumplir criterios para ser incluida en la clasificación de enfermedades mentales. De hecho, dice Guijarro, ya se tratan a estos pacientes, «aunque no con la incidencia de la anorexia y la bulimia». Tanto la vigorexia como la ortorexia causan trastornos mentales severos, afectando la calidad del vida de la persona. Morandé apunta que la vigorexia, a veces, «es una especie de vía de escape: personas con problemas salen gracias al ejercicio».
5 cosas que conviene saber...
- ¿Qué es un trastorno de la alimentación? Son enfermedades mentales y, hasta ahora, las únicos reconocidos son la anorexia, la bulimia y los trastornos por atracones. Causan -señala Morandé- complicaciones físicas, médicas, psiquiátricas y familiares que condicionan su gravedad y su evolución. Y tienen una mortalidad importante; «hablamos de personas que se enferma con 13 o 14 años, con una de un 2 o 3% a los 10 años. Y además, en un 10-15% de los casos se produce una cronificación de la enfermedad».
- ¿A qué edad son más frecuentes? La anorexia y la bulimia se siguen diagnosticando durante la adolescencia. Los picos de máxima incidencia son, en la anorexia, de los 13 a los 17, años, y la bulimia, de los 15 a los 19. Sí que se ha observado una discreta disminución en la edad de inicio de los trastornos graves, dice Guijarro: ahora hay casos con 12 o 13 años, mientras que antes éstos eran esporádicos. Morandé añade que estos trastornos se pueden extender, tanto para arriba como para abajo en la edad. «Es decir, puede afectar a personas mayores».
- Diagnóstico precoz. Un aspecto fundamental es el diagnóstico precoz de estas enfermedades. Cuanto antes se detecta, y se trate, la posibilidades de cronificación son menores. Afortunadamente, los diagnósticos de estos trastornos son cada vez más precoces. Guijarro dice que gran parte de este hecho es gracias a las campañas que se hicieron para prevenir la anorexia y la bulimia durante los picos de esta enfermedad hace unos años. En este sentido, Morandé subraya los avances que se han producido en el diagnóstico cada vez más precoz, no más de 1 año. «La llegada de la primavera se acompaña de los programas de pérdida de peso, y muchas personas caen en un trastorno de este tipo y, hoy día, en los meses de otoño e invierno, la mayoría de los casos ya están detectados. Y esto es una evolución muy importante en estos 30 años, ya que antes el diagnóstico no se hacía antes del año o más».
- ¿Un cuestión de género? Siguen siendo trastornos eminentemente femeninos. La proporción es, en la anorexia, de 7-8 mujeres por cada 2 -3 varones (antes era de 10-1).
- ¿Efecto contagio? Es cierto que existe el efecto contagio, reconoce Guijarro, «pero creo que es conveniente hablar de estos temas, aunque siempre con responsabilidad. Algunas campañas que han hecho los medios de comunicación han sabido trasladar a la población de riesgo, los adolescentes, la gravedad de la enfermedad. Se trata de que el adolescente tenga conciencia que no es juego, que no tiene retorno en muchas ocasiones. No hay que hablar de la muerte, al adolescentes le importa bastante poco; más bien deberíamos dirigirnos hacia la todo lo que se puede perder en su vida, amigos, etc. Pero banalizar el trastorno sería un error, y tampoco podemos dar demasiadas expectativas positivas sobre la curación de estos trastornos». Morandé señala que a veces han visto en el hospital todo un equipo de baloncesto, fútbol, compañeros de curso, con el mismo trastorno. «Hablar de ello es muy delicado y hay que hacerlo para hacerles pensar».
nota
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