Disparos certeros contra el cáncer
El radiofísico Santiago Velázquez crea un dispositivo que predice el movimiento de los tumores y eleva la eficacia de la radioterapia
MARGOT MOLINA Sevilla 8 JUN 2014 - 18:40 CET
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Santiago Velázquez, radiofísico del Servicio Andaluz de Salud (SAS), lleva una década trabajando para restar sufrimiento y hacerles la vida más fácil a los enfermos de cáncer. “Hemos conseguido convertir una verdadera tragedia en solo una pesadilla”, puntualiza el científico, del servicio de Física Médica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Velázquez ha creado un sistema que puede usarse en cualquier acelerador de partículas y que permite aplicar la radioterapia a las zonas dañadas con tal precisión y potencia que, normalmente, bastan sólo tres sesiones para destruir las células cancerígenas; frente a la media de 40 que requiere la terapia convencional.
El dispositivo, llamado Exacradle, ha sido patentado por el SAS y se está usando desde mediados de 2012 en el Virgen del Rocío con una tasa de curación del 90% en enfermos con cáncer de pulmón no microcítico. “Un porcentaje similar al de los enfermos que pasan por quirófano, pero sin apenas haber tenido conciencia de la gravedad de su dolencia”, comenta Velázquez, quien ha creado Anatomical Geometry, una spin-off[empresa que surge ligada a un proyecto de investigación] en colaboración con el SAS, que ha patentado el invento.
“Un paciente con un cáncer de pulmón localizado tiene tres opciones (aunque la elección la realiza su médico): operarse —con el riesgo que supone una cirugía en la que le tienen que abrir el tórax—, erradicar el tumor con la radioterapia convencional u optar por nuestro sistema con el que, mediante una serie de pruebas preliminares, podemos localizar el lugar exacto del tumor y predecir su movimiento durante las sesiones de radioterapia. Nuestro objetivo es poder aplicarle un daño mucho mayor sólo a las células enfermas, sin dañar los tejidos sanos. Normalmente, en tres sesiones de no más de 12 minutos cada una el paciente puede quedar limpio, sin pasar por un quirófano”, explica Santiago Velázquez, sevillano de 43 años, quien ha ideado otras tres patentes relacionadas con este método.
“El cirujano usa el bisturí, mientras que yo uso las matemáticas. Juego con ventaja, porque el paciente no siente nada”, puntualiza el investigador, quien planteó el proyecto desde el principio para crear algo accesible a todos, no solo a las élites. “Siempre quise innovar para una sanidad universalizada. Nos planteamos desde el origen hacer algo que no fuera elitista, que pudiese aplicarse desde la sanidad pública y que, además, generara riqueza en el entorno. Algo que no es fácil”, asegura Velázquez, quien se ha topado con multinacionales que han intentado comprar la patente de Exacradel para “meterla en un cajón” y seguir vendiendo aplicaciones menos efectivas y mucho más caras.
“En dos años y medio hemos tratado a medio centenar de pacientes. De los 40 que tenían cáncer de pulmón, 39 se han curado. Pero también hemos tratado a personas con metástasis suprarrenales, de colon, de mama o hepáticas. Pacientes cuya esperanza de vida era de tres o seis meses y que, después del tratamiento han sobrevivido hasta 18 meses y con una calidad de vida bastante aceptable”, comenta la oncóloga Elena Montero, también del Hospital Virgen del Rocío, quien trabaja junto a Velázquez en la aplicación de este método.
“La Radioterapia Corporal Esterotáctica (SBRT) es una técnica que se usa desde hace años en sanidad. Se trata de disparar a un blanco móvil, como es un tumor, con una carga muy tóxica y sin dañar a otros órganos. Como Guillermo Tell, pero en lugar de una manzana tenemos un tumor y en vez de una ballesta, un acelerador de electrones. Lo que ha hecho el doctor Velázquez es inventar un aparato compatible con cualquier acelerador —independientemente de la energía que use—, más efectivo y cómodo para el paciente”, sintetiza la doctora Montero.
El método, además de ser efectivo, resulta más económico para el SAS que una operación, a lo que hay que sumar que la sanidad andaluza obtendrá ingresos por la patente. “Trabajar con el Exacradle es mucho más barato que pasar por un quirófano. Para una sesión sólo son necesarios dos técnicos, un oncólogo y un físico, mientras que la cirugía, además del personal de quirófano necesita muchos días de hospitalización”, añade el radiofísico. Esta nueva patente, que ya han adquirido los hospitales Gregorio Marañón y Central de la Defensa Gómez Ulla, ambos en Madrid, y por la que están interesados varios centros de Latinoamérica, cuesta unos 80.000 euros.
Aunque la mayoría de los enfermos tratados padecían cáncer de pulmón, el método está diseñado también para otros órganos del abdomen, columna, pelvis y extremidades. “Es un sistema compuesto por tres módulos que tiene múltiples combinaciones: una estructura de apoyo con un módulo de compresión abdominal y otro diafragmático”, explica su inventor.
“Las células tumorales tienden a reparar el daño que le producen las irradiaciones. Si el tiempo que dura la sesión se alarga mucho, las células tienen capacidad para ir reparándose entre golpe y golpe. Nosotros hemos acortado tanto las sesiones que somos muy efectivos y conseguirlo ha sido un reto tecnológico. Tardamos unos 12 minutos; frente a los 30 o 60 que emplean otros sistemas”, afirma Velázquez, quien registró su primera patente en 1999 y está dispuesto a seguir investigando.
Experiencias en primera persona
Gaspar Sotelo, marinero retirado de 61 años y vecino de San Fernando (Cádiz), es el optimismo personificado. Fue uno de los primeros pacientes con los que se usó “eso (el Exacradle), que es una maravilla”, dice. “No sentí ninguna molestia, fue como hacerse un TAC y me dijeron que había quedado limpio. Yo no tuve dudas, la doctora Montero me habló muy bien de la máquina y fui de los primeros en utilizarla”, explica Sotelo, quien desde hace una década padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) lo que no le impide hacer una vida normal que incluye un largo paseo diario.
“Antes de este tratamiento, a mí ya me habían operado de cáncer de pulmón y quedé bien, pero el EPOC dificultó mucho la operación. Fue hace casi cuatro años y entonces no existía la máquina. Después me salió otro en un lugar distinto del pulmón, que es el que han curado con el nuevo sistema hace dos años y ahora se me ha reproducido en un lugar diferente, aunque esta vez el médico dice que no resistiría sesiones tan fuertes. Así que la cosa no va a ser tan fácil y empezaré pronto con la radioterapia normal”, explica el paciente. “Cuando me ven mis amigos no se creen que esté enfermo. Todos me dicen que tengo muy buen aspecto”, añade.
A Juan Antonio González, que nació en Manzanilla (Huelva) hace 62 años y vive en Sevilla, el dispositivo inventado por el doctor Velázquez le ha cambiado la vida. “Me asfixiaba mucho, fui al médico de cabecera, empezaron a hacerme pruebas y me dijeron que tenía cáncer de estómago, comenta este hombre ya jubilado que trabajaba en la construcción.
“No me podían operar por las complicaciones respiratorias y me explicaron que había una cosa nueva que era mejor que el quirófano. Fui el verano pasado, me dieron tres sesiones y se acabó. Al salir estaba un poco cansado, pero eso es todo. Nada que ver con que te abran en un quirófano y pasar 20 días en el hospital. Si de verdad no tengo nada, esto me pareceexagerao”, concluye.
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