miércoles, 15 de julio de 2015

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El rechazo del trasplante de órganos puede no ser permanente

15/07/2015 - E.P.

Este proceso depende de las células T reguladoras, un componente que actúa como un "freno" para otras células inmunes

El rechazo de los órganos trasplantados en huéspedes que antes eran tolerantes puede no ser permanente, según informa un equipo de científicos de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos. Utilizando un modelo experimental de trasplante cardiaco, encontraron que la tolerancia inmune puede recuperarse espontáneamente después de un evento de rechazo activado por infección y que los huéspedes pueden aceptar trasplantes posteriores incluso sólo una semana después.
Este proceso depende de las células T reguladoras, un componente del sistema inmune que actúa como un "freno" para otras células inmunes. Los hallazgos, publicados este en la edición digital de 'Nature Communications', respaldan la inducción de la tolerancia inmunológica como una estrategia viable para lograr la supervivencia del trasplante durante toda la vida.
"La tolerancia del trasplante parece ser un estado resistente y persistente--plantea Anita Chong, profesora de Cirugía de Trasplante en la Universidad de Chicago y coautora del estudio--. Nuestros resultados cambian el paradigma de que la memoria inmunológica de rechazo del trasplante es siempre permanente".
Para prevenir el rechazo de trasplante en pacientes con insuficiencia de órganos en fase terminal, casi siempre se requiere un régimen permanente de medicamentos inmunosupresores. Aunque es difícil de lograr, la tolerancia inmune --en la que un órgano trasplantado se acepta sin inmunosupresión a largo plazo-- puede ser inducida en algunos pacientes.
Sin embargo, el rechazo todavía puede ser desencadenado por eventos tales como la infección bacteriana, incluso después de largos periodos de tolerancia. Se ha asumido que el sistema inmunológico recuerda el rechazo y previene la tolerancia de futuros trasplantes.
Chong y sus colegas han demostrado previamente en ratones que ciertas infecciones bacterianas pueden alterar la tolerancia y provocar el rechazo de un trasplante que de otra manera es estable. Al estudiar más este fenómeno, hicieron una observación sorprendente.
El rechazo desencadenado por una infección provocó un pico en el tipo de células inmunes que se dirigen a un trasplante en ratones tolerantes como se esperaba, pero se redujeron drásticamente siete días después del rechazo. Esto contraargumenta el rechazo en los receptores no tolerantes, donde estas células se mantienen en niveles elevados.
Para identificar la explicación de esta observación, el equipo injertó un corazón en la cavidad abdominal de los ratones experimentales e indujo la tolerancia inmune. Después de dos meses de tolerancia estable, los investigadores provocaron el rechazo mediante la infección con la bacteria 'Listeria', lo que provocó que el trasplante fracasase.
A continuación, injertaron un segundo corazón de un donante genéticamente idéntico al primero, una semana después del rechazo del injerto inicial. Este segundo trasplante fue fácilmente aceptado y se mantuvo en pleno funcionamiento durante el periodo de estudio. En una segunda serie de experimentos, en los que se injertó un segundo corazón más o menos un mes después del rechazo para dar a la potencial memoria inmune más tiempo para desarrollarse, mostró una aceptación similar a largo plazo.
El equipo descubrió que las células T reguladoras (Tregs) -un tipo de glóbulo blanco que regula la respuesta inmune mediante la supresión de la actividad de otras células inmunitarias_se requirieron para restaurar la tolerancia. Cuando los científicos agotaron Tregs en un grupo de ratones un día antes del segundo trasplante de corazón, el órgano recién trasplantado fue rechazado, lo que sugirió que Tregs actúa como un "freno" que impide que otras células inmunes focalicen y rechacen el segundo trasplante.
"Los métodos para lograr la tolerancia del trasplante difieren entre los ratones y los seres humanos, pero los mecanismos que lo mantienen es probable que sean compartidos", afirma Marisa Alegre, profesora de Medicina en la Universidad de Chicago y coautora del estudio. "Nuestros resultados implican que los pacientes tolerantes que experimentan rechazo podría ser tratados con medicamentos inmunosupresores a corto plazo para proteger el trasplante y, a continuación, una vez desintoxicados, volver a ser tolerantes", añade.
Además de presentar nuevas opciones de tratamiento para los pacientes tolerantes actuales y futuros que sufren el rechazo de trasplantes, arrojar luz sobre los mecanismos implicados en la recuperación de la tolerancia podría conducir al descubrimiento de biomarcadores o bioensayos que pregidan si se puede retirar d emanera segura la inmunosupresión en los receptores de un órgano.
Los resultados también apuntan a posibles conexiones con enfermedades autoinmunes y el cáncer, que interrumpen la capacidad del sistema inmunológico para distinguir lo propio del cuerpo de lo ajeno. Entender mejor cómo se pierde y se recupera la tolerancia inmunológica podría aportar información a los esfuerzos por establecer fases más fuertes y más duraderas de remisión en la enfermedad autoinmune y hacia la prevención de la recurrencia del cáncer.
"Estamos trabajando para entender con mayor detalle los mecanismos de cómo ocurre este retorno de la tolerancia --señala la autora del estudio, Michelle Miller, estudiante graduada en Medicina Molecular en la Universidad de Chicago-- Queremos encontrar si hay otros mecanismos, además de células T reguladoras, que median en la tolerancia y ayudan a prevenir el recuerdo del rechazo".

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